Tierra Yoruba
Abandonando mitos y entrando en los datos contrastables, es lógico aceptar que las gentes que habitaban el actual territorio que los anglófonos llaman Yoruboland, y yo llamaré ‘Tierra Yoruba’, allá por el siglo VII antes de nuestra era, aunque tuvieran un orígen común y una lengua inteligible entre sí, para nada se encorsetaban en términos y por tanto se reconocían como yorubas.
Los datos arqueológicos hablan de que estos pueblos se desarrollan y agrupan en esa zona, fuera de las regiones habitadas por las culturas mesolíticas de la zona del Volta Niger, en torno al primer milenio aC.
Datan estas pruebas al asentamiento de Ile Ifè, a veces escrito Ilè Ifé, en el siglo IV aC. Y muestran que su desarrollo ya con estructuras urbanas organizadas, se fije entre el siglo VIII al X dC.
Hay evidencias entre los años 700 al 900 dC., que muestran una importante producción artesanal. Y la evolución les lleva a que en el siglo XII realicen efigies de piedra, terracota y bronce de tal exquisitez que se hable de la ‘época de oro’ de su cultura.
estado nigeriano de Osún
En la actualidad, la ciudad esta dentro del estado nigeriano de Osún a 218 km., de Lagos con una población de algo más de 500.000 habitantes.
Hemos visto que ambos mitos de creación de la cultura yoruba articulan la misma idea básica: que los recién llegados, personificados por Oduduwa, que se instalan en tierra yoruba teniendo un efecto significativo en las poblaciones preexistentes de la zona, y que la evidencia arqueológica demuestra que el Territorio Yoruba ya estaba poblado en la época de estos recién llegados; evidencias suficientes que muestran asentamientos humanos desde la Edad de Piedra.
Estas evidencias provienen de los yacimientos donde se han encontrado residuos y fragmentos de tierras cocidas y de escorias y restos minerales de fundición, los primeros al parecer relacionados con la Cultura Nok.
Movimientos migratorios
Como hemos visto en otros textos sobre las primeras grandes migraciones africanas, también lo hacen los yoruba en sus tradiciones orales, que en su caso se confunden con los mitos; hablan de procedencias de territorios kusitas que se agrupan en el entorno del Nilo Azul, desde el que se mueven hasta encontrar una ubicaciónmejor.
Sin embargo, aún queda la pregunta sobre la identidad de los recién llegados a este territorio. La historia lingüística ha demostrado ser fundamental para desentrañar el misterio, y muchos expertos en el idioma yoruba han acordado que, de hecho, había dos migraciones principales de los recién llegados.
El primer movimiento trajo un auge de la población a Ife, Ekiti, e Ijebu poco después del 700 de nuestra era. Este movimiento fue seguido por un aumento similar al norte, en la población de Oyo.
el sistema político
Cada oleada migratoria aportó nuevas ideas tecnológicas, soluciones médicas, de cultivo, caza o pesca, judiciales o mejoras sociales y políticas, aprendidas sobre todo durante la experiencia producida por el tránsito. Aquellas soluciones hacían que el sentido común las aceptara e incorporara de inmediato.
En los alrededores del primer milenio de nuestra era, los yoruba ya se regían por el sistema político administrativo emanado de los regidores de las ciudades. De esta conjunción de pensamientos surgieron ideas que desembocaron en notables mejoras que se retroalimentaban de la interdependencia entre los diferentes asentamientos.
Donde la floresta campaba dificultando los cultivos, la introducción de esas nuevas ideas y su aplicación por los que iban llegando, llegó a convertir aquello en una población bien estructurada y urbanizada y una sociedad cualificada, referente en toda África Occidental, por su capital Ile ifè y resto de sus varias capitales.
S. XIII en Tierra Yoruba
De hecho, en esa incipiente época, sobre el siglo XIII, las ciudades Yoruba formaron una confederación puesta bajo la mano del titulado líder yoruba el Ooni de Ifè. Se había impuesto un sistema donde imperara la paz, de manera que cada ciudad se auto regía y administraba y tan solo pagaba un simbólico tributo a Ifè, pues el negocio y crecimiento se daba por el intercambio de los productos en que cada ciudad estaba especializada.
Era un sistema de cogobernación donde el Ooni de Ifè solo actuaba cuando el conflicto se daba entre ciudades; mientras esto no sucediera el regidor titulado en cada una establecía las normas. En realidad la idea era sentirse una gran familia cuyo padre estaba simbolizado por el Ooni, y sentirse y respetarse como hermanos entre todas las ciudades.
Este autogobierno en las ciudades lo administraba el Oba, a todos los efectos un rey en su ciudad, que decidía sobre todos los asuntos, aunque disponía de un consejo de nobles, que incluía a los delegados de los más influyentes gremios y de los comerciantes a los que se llamaba Ẹgbẹ o Egbe, en yoruba, su lengua.
El Rey
El trono era hereditario y generacional, no accedía el hermano del rey por ejemplo, sí su hijo o un sobrino. Pero las líneas de sangre real por sí solas no eran suficientes para asegurar una posición de poder, ya que un candidato elegible para el trono no podría ascender al poder si algún miembro de la familia, sirviente o esclavo que perteneciera a la familia cometiera un delito grave, como un asesinato, violación, fraude o robo.
En un proceso democrático sin precedentes y poco comentado, algunas ciudades estado, llegaron incluso a abolir por completo la trasmisión al trono por linaje directo de sangre real, instaurando que la monarquía fuera por elección abierta a la que podía presentarse cualquier ciudadano que fuera nacido libre.
Incluso documentalmente se constata que ciertas mujeres llegaron a ser designadas como Obas, en las ciudades de Ilesa y Ondo, y aunque pocas, dejaron constancia. El poder político a menudo crecía y se sustentaba sobre matrimonios de conveniencia, buscando algunos reyes esposas entre las mujeres de sangre real.
la autoridad real
No existía ninguna disposición que equilibrara las competencias del monarca y el consejo a nivel de la confederación, quedando a la discreción de cada ciudad la decisión sobre si se sopesaban las dos opiniones por igual o si se optaba poniendo más peso en una que en la otra.
Aunque había reyes que abusaban de un sistema autocrático, o tal vez por eso, para algunos Egbe el consejo debía prevalecer, exigiendo un control extremo sobre el monarca y resguardando su poder ante cualquier exceso que intentara la autoridad real. Si bien este tipo de control del consejo sobre el rey no se daba de igual manera en todo el territorio, pues muchas otras ciudades fomentaron un sentido político igualitario entre el monarca y el consejo.
Por ejemplo, incluso en Ọyọ, el más centralizado de los reinos precoloniales, el Alaafin, u Oba de Oyo, consultaba sobre todas las decisiones políticas con un primer ministro, el Basọrun, y de otro consejo prevalente sobre el de los egbe, que lo componían los principales nobles conocidos como Ọyọ Mesi.
Ẹgbẹ Aro
Cuando un yoruba se sentía de algún modo desatendido por no poder expresar su concepción u opinión política ante el consejo de nobles, tenía la opción de agruparse en otras organizaciones de similar paridad en su región. Una de estas organizaciones fue Ẹgbẹ Aro, realmente un grupo de estructura militarizada, formado en el siglo XVIII en oposición a los Ajeles de Oyo, los administradores designados.
Otras coaligaciones encubiertas de resistencia, como la alianza Ekitiparapọy la alianza Ogidi, también militarizadas, se organizaron en el siglo XIX por razones diametralmente opuestas; estos grupos querían asegurar el dominio de los yoruba y hacer frente o al menos resistir los avances de Ibadan, Nupe y el califato de Sokoto.
Ile Ifè alcanza el zénit de su poder y esplendor en los alrededores del 1300 de nuestra era. Ya entonces, el idioma yoruba se había expandido más allá del territorio que los nuevos y numerosos asentamientos habían ocupado.
El más notable de estos nuevos enclaves fue Oyo, una ciudad ubicada en la parte norte del territorio yoruba, abarcando parte de Benín y el centro norte de Nigeria, que surge sobre el siglo XIII, y se impone sobre 1535 con la imprescindible e interesada ayuda de los portugueses y sus armas de fuego y la introducción del caballo entre sus fuerzas al modo árabe.
el siglo XVI en tierra Yoruba
En el siglo XVI, cuando la le hegemonía yoruba perdía su fuerza cediendo el control, Oyo se convertiría en una ciudad estado creando su propio reino, al que muchos titulan de imperio, por derecho propio. Se convierte en esa época en el estado más importante de la región desde el XV hasta finales del XVIII, dominando no solo las otras ‘ciudades reino’ yoruba sino alargando su poderoso brazo hasta el Reino Fon en Dahomey, hoy Benín.
A finales del siglo XVIII se produce en Oyo una escisión que lleva a una guerra civil; los rebeldes recurren a los islamistas Fulani, que ya habían asolado importantes ciudades Hausa del norte de Nigeria, que acuden en su ayuda propiciando lo tan ansiado por estos, hacerse con el poder y control de Oyo en la década de 1830. La islamización Fulani resultante, deriva en una migración hacia el sur de los yoruba que no compartían los criterios de esa impuesta religión y las nuevas normas, fundando las ciudades de Ibadan y Abeokuta.
la administración colonial británica
A finales de 1880, tras la mediación británica, las partes en guerra firman un tratado. La Tierra Yoruba pasó oficialmente a la administración colonial británica en 1901, que entendió que el sistema de gobierno establecido por los yoruba funcionaba adecuadamente limitándose a supervisarlo.
y no os perdáis el relato oral sobre el mito de la creación de Oyo, próximamente.
Deja una respuesta