Introducción
Es tan recurrente como cierto la admiración que aquellas primeras tallas, que aparecieron en una Europa en transición, provocaron entre una élite de intelectuales y artistas que supieron ponerlas en valor sacando partido de su plástica. Y aunque se estudie en EGB o 1º de Historia del Arte, dejadme que inserte un comentario del cátalogo de la ultima expsocion, 2008, del Museo Nacional de Gabón:
<<Admiradas desde el siglo XIX por artistas de vanguardia europeos, estas obras desataron las pasiones de la época. Ampliando el campo de interés por el conjunto de las producciones artísticas del continente negro. Y como dijo Apollinaire ya en el siglo XX: “Estos escultores africanos, que se han esforzado por salir de la simple imitación de formas conocidas para producir arte, diseñadas para un propósito intelectual apasionado y no jugando un papel decorativo. Tenían un papel social fundamental”.
D’Vlaeminck, Matisse, Picasso, Derain y Braque incluso llegan a reconocer en el Arte Negro (1903-1907) los nuevos principios rectores de la estética moderna. Por eso, estas obras, por su fuerza y su poder emocional, seguirán siendo fuentes de inspiración.
Sin ninguna duda Las Demoiselles d’Avignon, con caras casi esculpidas y longilineas extremidades han sido pintadas a modo de la ‘gran máscara blanca Fang’, la Ngil que Picasso descubrió en 1907 en el estudio de Derain. Así, las cualidades plásticas de estas obras, fueron solo el reflejo de la voluntad de los pueblos de Gabón por conseguir que las representaciones espirituales tuvieran presencia en el dia a día con el mayor refinamiento.>>
componente estético
Es verdad que hay un componente estético indudable, pero bajo mi punto de vista, reflejan aquello que les era real. Si las mujeres son hermosas y trabajadoras, los hombres fuertes y valientes, los espiritus condescendientes y los brujos nefandos, por qué no se va a reflejar en sus obras y a su manera.
Creo que es lo que hicieron o pretendieron hacer cada uno con su personal punto de vista e influenciados unos por otros y sobre todo por las herramientas. Qué hubiera hecho Picasso si solo hubiera tenido un rodillo, seguro que algo genial, pero sin duda distinto.
Si se observan aquellas primeras fotos del siglo XX de estos pueblos, se aprecia su gusto por peinados muy elaborados, peinados que hablan de hermosura pero que también sabemos que nos hablan del clan y del campo que la familia posee y de si está sembrado o en barbecho, por lo que en una sola mirada quien se cruzara con la o el jóven recibia de entrada toda la información social de la persona que tenía enfrente.
Interés estético
El interés estético era en efecto evidente a través de los maquillajes, adornos, peinados, escarificaciones o incisiones, o incluso en algún caso, estrayendose los dos incisivos superiores centrales y afilándose el resto, tan doloroso como estético les parecía. Pero hasta entre esto emerge la espiritualidad de la estrecha relación que tienen con su entorno, y la dominación casi tutelar que la naturaleza ejerce sobre el hombre, que le empuja a buscar acuerdos con ese mundo, en prevención de desastres naturales, enfermedades, infortunios o hechizos.
Lo que les lleva a rituales en los que se invoca dicha ayuda de las fuerzas de la naturaleza y si ha sobrevenido la desgracia, a conseguir reconciliarse con ellas y solictar su perdón y su ayuda para alejar a los espíritus maléficos que lo han provocado.
A los espiritus como hemos visto, o a los ancestros y difuntos fallecidos que transitaron adecuadamente al otro lado. Es por ello que la madre y padre primigenios o los iniciadores del clan, tienen cumplida respuesta al respecto.
Por eso, las primeros ritos de una comunidad son aquellos relacionados con la adoración del antepasado de cada linaje. La característica de estos cultos dedicados a los antepasados entre los Vuvis, es conservar y venerar reliquias de los muertos.
Cráneos y huesos largos se guardan en cajas cilindricas de corteza, nsak, o restos más pequeños en cestillos llamados boumba, en los que sobresale una escultura a modo de imagen simbólica del difunto del que se pretende conservar la memoria.
Y seguiremos con las máscaras que, no olvidemos, son sagradas.
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