Mbwo la brujería
Hay que deslindar de los conceptos religiosos, sus miedos. Y ninguno es comparable al mal que queda fuera de esos conceptos y que procuran los Nyéns o brujos. La brujería es algo que solo actúa en la parte material del individuo, su cuerpo los de sus gentes o sus animales, pero que desaparece con la muerte. Lo inanimado es susceptible de ser embrujado, pero las oraciones y abluciones de salida por la mañana y de entrada al volver, limpian los encantamientos.
Constantino Ocha’a Mvet profesor de historia guineano, reafirma que:
“Existe el bekón, el ‘más allá del límite’, que es un paraíso donde descansan los ancestros y el emo el ‘mundo terrenal’. El nexo bekón versus emo es una relación de dependencia que contribuye a la comunicación espiritual entre lo trascendente o sobrenatural y la existencia material del hombre.
Los antepasados, desde el bekón, siguen las acciones de los vivos en el emo y sirven de mediadores para subsanar los males materiales que padecen, enfermedades, malas cosechas, enemigos, etc. Son intermediarios entre lo temporal y lo atemporal; de ahí la necesidad de los fang de venerarlos y rendirles homenaje”.
El Nyén
Debemos abstraernos no obstante de nuestra realidad actual, para penetrar en la realidad de otros tiempos, ambientes, orografía o pensamiento, y aunque este presta al ser humano las mismas capacidades antaño y ahora, sí estaba condicionado por las demás variables. En esa dualidad de igual pensar antaño y ahora, ciertamente todos discernimos qué es bueno y qué malo y que esto puede sobrevenirnos sobre lo físico o visible o lo espiritual o invisible.
Mbwo, la brujería, es fundamentalmente achacar a una potencia los acontecimientos desagradables e imprevistos que por lo normal nos suceden en la vida, es por eso que se ha dado en todas partes del mundo. Para efectuar esos embrujos se necesita de un sacerdote, el brujo, en realidad un antibrujo al que los fang llaman Nyén.
Hay que entender que regiones, clanes, poblados o ciudadanos en competencia, recurren a su chamán o Nyén para que les libre del mal, pero claro, eso también quiere decir que si te lo ha deseado y mandado un contrario, ese mal a su vez revierte en el contrario. Los Nyén son por tanto sacerdotes del bien para mí y del mal para otros.
El Biang
Es clara esa dicotomía entre las sociedades africanas, como lo es entre el resto del mundo, todo humano sabe deslindar lo bueno de lo malo. Y basta salir a la calle y ver los anuncios de muchos escaparates, al menos aquí en mi ciudad, para ver que existen comercios de prácticas ocultistas que muchos creerán, pues son comercios que se expanden, a pesar de ser conscientes, entiendo, de que donde entran a solucionar sus problemas no deja de ser un comercio.
Pero no hablamos de hoy ni de mi ciudad, sino del Biang o poder benéfico y del maléfico, entre los fang en África. Muchos expertos desde muy antiguo, de ramas de muy variada índole, afirman que la raíz del bien y el mal es una, la misma para ambos procederes y que prevalece en ello desnivelando la balanza el egoísmo, algo intrínseco al ser humano, pues ‘ego’ es yo e ‘ismo’ para mí.
los fang
Y aquí los fang si aportan o instrumentalizan remedios trasmutados en ceremonias solicitando de los ancestros que con ellas purifiquen y medien expulsando el egoísmo y el mal. Creer en el bien lo denominados religión y en el mal brujería, aunque más poético seria maldición.
Bueno, para la maldición y la brujería necesitas de alguien que se especialice en ello, aunque antes ya vimos que el que es malo para mí es porque otro le ha pedido que así actúe. Y ese espíritu con que alguien actúa contra otro es el Evú, el que pide que ataque diríamos que es el maléfico y el que proteja, benéfico. Pero habría que ver los porqués.
Lo que sí sabemos es que el sacerdote asociado al evú es el nyén, que para los fang es alguien tan especializado como para abstraerse de su materialidad o cuerpo y actuar en el mundo espiritual.
Mbwo en la sociedad Fang
Para la sociedad fang la brujería explicaría el porqué de las desdichas que acaecen a los humanos. Aunque aquí se presenta una salvedad, que no siempre se puede atribuir a la petición de un contrario, por lo que aquellos que arguyen que siempre hay un contrario humano, no lo pueden justificar cuando el terremoto o la crecida barren el pueblo.
Por consiguiente, claro que ahí la sospecha recae en las fuerzas sobrenaturales y haber quién es el guapo al que achacan o se achaca la culpa, del enfado de dichas fuerzas. Lo que sí tienen claro es que esto para nada tiene que ver con la religión, queda exenta de cualquier trasfondo. La magia nada tiene que ver con la creencia en los espíritus ancestrales y sus querencias.
Antes se ha dicho que hay tantos evús como ideas o imaginación, pero claro tienen que tener un origen y para los fang no es otro que la perversión y maldad de un ser vivo con boca y dientes de reptil que parasita y vive en el vientre de un ser humano, que puede haber nacido ahí o haberse introducido en algún momento de la vida del individuo.
Aranzadi
Aranzadi, Juan en “Conquistadores y fugitivos el Bosque y el Mal para Pigmeos y Fang” y LL. Mallart, mantienen hipótesis sobre los mitos de origen de esta interpretación sobre el evú, aunque parecen decantarse, según el estudio de Mallart sobre el “Origen del Mal”, en que atribuye a la mujer, al igual que sucede con la narración de Adan y Eva, a que fue ella la inductora y mejor valedora y mediadora del origen del Evú.
Por ende, llegando a la conclusión de que esa imagen del reptil apoltronado en el vientre, podría derivarse de alguna ingesta o enfermedad producto de alguna substancia venenosa, cuyo efecto parece corroer morder o pinchar los intestinos, o que estos se han transformado en el reptil y corroen a su vez otros órganos.
Como si el vientre fuera el Elig, o el ‘habitáculo para brujerías’.
Por otra parte el hombre, aunque conocedor de la naturaleza y teóricamente más consciente por ello, cree que la brujería es algo real pues lo justifican los hechos, y que se vale de la magia, de cuyos secretos emerge como el agua en manantial, el evú por causa de un hechizo, y para nada se trata de superstición, sino de maldad, que debe ser aniquilada para que las gentes puedan liberarse de su perversión y de sus equívocos y retorcidos caminos.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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