Sierra Leona
Bunu es la esposa de Gafe, y la primera mujer que veían los iniciados cuando salían del Bosque, al verla debían emitir sonidos en sordina tapándose la boca con las manos y a su paso decir: Bunu a wama, lo que al oírlo, las demás mujeres se apartaban abriéndole paso e incluso se echaban al suelo tapándose la cara.
A veces, Bunu simulaba tener hambre, a lo que para honrarla, raudos los hombres le recolectaban frutos.
Había mujeres iniciadas en Poro conocidas como Mamboi o Mabori. Eran mujeres sumamente respetadas, pero si tras aprender los secretos del Poro, alguna enfermaba y no había rituales de iniciación, la dejaban ocho días en el Bosque en una Bafe, la cabaña de hojarascas de palma donde dormían los niños. Si hubiera ceremoniales o ciclo del Poro ella saldría a la vez que lo hacen los demás iniciados.
Toda Mamboi o Mabori, mujer iniciada en el Poro, debía morir y ser enterrada en el Bosque del Poro.
Mende
La única ocasión en que un diablo Mende se quedaba largo rato en un pueblo, era la noche previa a la salida de los muchachos de su Bosque Poro, en que podía quedarse desde las siete de la tarde hasta las dos o tres de la madrugada. Durante este tiempo deambulaba por el pueblo soplando cañas de juncos emitiendo un triste sonar, queriendo trasmitir sus “dolores de parto”.
Como en otros pueblos hemos visto, cuando los niños acudían por primera vez al Bosque de Poro, se suponía que el diablo estaba encinta, y como aquí los muchachos se quedaban toda la temporada de lluvias, cuando salían se decía que el diablo había dado a luz. Si al entrar lo hicieron con cuatro o cinco cuerdas de helechos retorcidos sujetas a la cintura, lo que les identificaba como niños Poro, al salir se las quitaban pues estaban renacidos y nada de lo anterior les ataba pues ya pertenecían a la hermandad.
El Bosque Poro
Ese día y solo ese, se les permitían a los niños ciertas ‘gamberradas’. Podían atrapar y matar vacas, cabras, ovejas, aves, arrancar yuca y otras cosas así. No tardaban en intentar aprovechar esta oportunidad, pero, advertidos, los lugareños dejaban lo justo para que no se les arruinara, pero tampoco se agostara esta tradición.
El día anterior a su salida del Bosque, con grandes trozos de la cuerda de helechos enrollados, hacían una para, en la noche, anudarla a un árbol del interior del Bosque Poro y de este a los árboles de afuera, atándola todo lo alto que pudieran.
Cuando la gente de los pueblos y aldeas se despertaba por la mañana, se les mostraba esta cuerda y se les indicaba que fue por este medio que el diablo partió del arbusto Poro y ascendió al cielo, conocido entre los Mende como Gehworlahun, “la tierra de Dios”.
Los Tasso
Procuraban hacer bien distinguible la cercanía al recinto del Bosque del Poro, eran las conocidas cortinas de rafia que aquí llaman Kane.
Los jefes de los Poro, aquí llamados Tasso, escrito además con dos eses, seguían en el escalafón del poder a los grandes jefes de la Gran logia del Poro que eran los Grandes Diablos de los que poco o nada se dice. Cada gran cacique de una población tenía su propio Tasso, y en ocasiones muy importantes, asistían juntos. De hecho los Tasso formaban parte de su guardia personal tanto para figurar como protegerlo, aunque durante el ciclo del Poro esta era su única dedicación si no había una causa mayor.
Aunque es difícil no fijarse, es necesario hacerlo en su vestimenta y en particular en el tocado, de un metro de alto y casi lo mismo de circunferencia. Dado su peso y aunque solían ser fornidos y aún jóvenes, solo los llevaban cuando la ocasión lo prescribía.
Estaban hechos de una estructura de cañas sólidamente entrelazadas ; en el primer nivel, que se soporta justo encima de la cabeza, se acoplaban los cráneos y fémures de antiguos Tassos fallecidos, que pueden renovarse por los de otros si sus actos mejoran los del anterior. Por encima remataba un rodel al igual de cañas, en el que se insertaba un gran copete a modo de penacho de plumas, que alcanzaba otro metro y de todo tipo de aves… …pero dejadme poneros, otra vez, la descripción de Alldridge:
“…entre las que destacan plumas de Bulo, o turaco violeta, el gran comedor de plátanos, y viste un Jambe o mandil de fibra de Dubwi, palma del vino, entretejida. Lleva la cara y brazos pintados de rojo y blanco; calza Bowi o sandalias con dura suela atadas hasta las rodillas para danzar y cubre de similar manera los brazos y cintura con objetos varios o Bakumabengê. Aun estando en la escuela del Bosque Poro, a veces sale, asistido por iniciados que golpean caparazones de tortuga, diciendo: O ndumbi wao, “Taso ha llegado”.
Función de los Tasso
Los Tassos no bailaban, queda eso en las ceremonias a los Làká y sus seguidores, subordinados todos a los Tassos. Incluso en una reunión de Tassos solo habría como ayudante un Làká, en cualquier caso ese único Làká siempre estaría de pie y a la izquierda del Tasso, con su escudo, cuchillo y su negro cuerpo adornado con grandes manchas blancas.
Tras el Tasso y agrupados estaban sus muchachos, que encabezados por el Làká y unos cincuenta, estaban listos para desbocados correr por el pueblo, avisando a la gente de lo que iba a suceder, advirtiéndoles que se encerraran en sus casas.
Cuando moría un Tasso, estuviera donde fuese, debía siempre ser enterrado en el Bosque del Poro. Si su muerte se diera en un pueblo, camino, u otro lugar público, se dictaba un Poro, o ley, que dictaminaba lo establecido, “que ninguna mujer debe mirar a un Tasso muerto”. Por lo que se obligaba a las mujeres a retirarse y no pasar hasta que el entierro terminara.
los misterios Poro
Un Poro podía ser una ley tan imperativa que todos los habitantes de un pueblo debían dejar todo de inmediato y salir sin preguntar hacia el campo.Pero la naturaleza humana es frágil y podía suceder que la curiosidad indujera a una mujer a ocultarse y, por tanto, a desobedecer la ley Poro, llegando a captar algunos de los misterios Poro.
La superstición en tales casos podía hacerla creer que la enfermedad la perseguía, por lo que la mujer, aterrada, confesaría a un Tor-Tor Behmor, un hombre ‘medicina’, que informaría a su vez a un Soko, o Seki, el segundo en los Poro.
Tras consultar este, un diablo Poro saldría en su captura y la llevaría al Bosque Poro; entonces se comunicaba a la familia de la mujer, o su marido si lo tenía, que se le había impuesto una multa.Si se pagaba, se le daba el ‘escarmiento’ Poro, consistente en una dura paliza, y cuando se restablecía se la iniciaba en la hermandad del Poro, como si fuera un hombre y sería llamada Mabori, o Mamboi según quién transcriba, siendo desde entoncestenida tanto como hombre como mujer.
Y aunque estuviera casada sus privilegios se verían ampliados, de manera que hiciera lo que hiciera, no se le podía imponer lo llamado “palabrería de mujer”, declaración insustancial sacada a base de amenazas y golpes, pues se consideraría eso una muy grave infracción. Puede que no se necesite explicarlo, pero el haber conocido secretos del Poro indebidamente, no parecía salir tan mal, si se pagaba la multa y se aguantaba el castigo, tal vez por eso no eran pocas las Mabori o Mamboi.
Deh-Boi o mujer de Poro
Y con aquellas por las que no se pagaba multa? Se preguntará alguien… pues nunca más se sabía de ellas.
En kru, el idioma Sherbro, esta mujer se llama Deh-Boi, que significa mujer Poro. En la 1ª foto de este texto, se puede ver cubierta a la izda una Mabori y Alldridge dice que le consta que había otras tres en ese pueblo.
Además de este Poro social y político, también había un Poro que colocaban sobre árboles, arroyos, nasas de pesca, árboles frutales, palmas de aceite, bambúes, cultivos en crecimiento y, de hecho, “sobre todo, y todo aquello, que se pretenda destinar a uso particular”. A este Poro era frecuente que se le diera forma de medicina de las hechas por el curandero y que se colocara en alguna parte visible del árbol, suelo, o lo que fuera sobre lo que se imponía la requisa.
Esto que puede parecer inaudito, produjo, según Alldridge, no olvidemos delegado en Sierra Leona del Gobierno Británico:
“…que gran parte del aceite de palma no se recogiera y se perdiera, pues la superstición más la ‘medicina’ formaban una barrera insalvable. Donde la mala relación entre jefes y pueblo era notable, podía llegar a imponerse una ley Poro prohibiendo que se recogieran las nueces de las palmas de aceite, y podía durar años, haciendo un daño absoluto, ya que ni se permitían coger las nueces caídas al suelo”.
las leyes no escritas del país
Obviamente, advirtieron que este Poro era muy opresivo. Las quejas fueron creciendo hasta dar pie a muchos y graves disturbios en todo el país. Llegó un punto tan crítico que tuvo que intervenir el Gobierno para mediar y advertir sobre la necesidad de no colapsar al pueblo, y menos si las medidas impuestas eran injustas.
A finales de 1897, por fin, se consensuó con los líderes Poro una nueva ordenanza que anuló la anterior y reconoció al pueblo el derecho a participar de las riquezas naturales del país, sintiéndose entonces integrantes de una joven nación, en la que la incipiente democracia hasta entonces solo lo había sido para los libertos llegados de ultramar y los poderes fácticos que con ellos se beneficiaban.
Creo que aquí conviene recordar que cuando los jóvenes habían terminado su formación y ceremonias en el Poro juvenil, el del Bosque, resultaban elegibles para incorporarse a la hermandad superior del Poro, de la que partían las leyes no escritas del país. Pero esa elegibilidad lo era por quienes ostentaban la cumbre del poder que por descontado no querían perder. Para nada era una elección por valía ni democrática.
Gafes
Fin del Poro en Sierra Leona
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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