Artesanía de los Yoruba
Hemos llegado al ‘penúltimo’ capítulo, la artesanía. Hemos visto y veremos, ARTE, con mayúsculas, pero hasta ahora, casi todo, de lo catalogado como obras maestras. ¿Es que ya no son capaces de hacerlas? ¿Solo existen los contados artistas, de las ‘cuadras’ del Guggenheim, Moma, o Museo de las Artes de Chicago? Creo que no. Talento hay en todas partes, habilidad, también, y quien aúne ámbas cosas, desde luego también en África. Pero bajemos y veamos el día a día de lo que comúnmente disfrutamos.
Sí volver a insistir que es imposible deslindar sus obras de sus conceptos místicos o religiosos, todas su manufacturas tienen un porqué altamente imbuido en ello. Cualquier figura de la imaginería católica mantiene símbolos que nos la identifica, lo mismo que una africana revela a su pueblo o adepto qué está viendo y su dedicación.
el gelede
Ciñendonos a los yoruba, volver a intentar trasmitir que cada figura o máscara está preparada para recordar a qué está destinada y con tanta precisión que cuando por ejemplo, una máscara, actúa en el gelede, tiene su propio versículo del itan, que sin duda quien rige la ceremonia y quien la baila conoce, aunque el que lo visualiza solo lo intuya; y si esa misma máscara se utiliza en epa, como hemos visto, tiene otro versículo o proverbio igualmente preciso y que nunca cambia. Para entenderlo, la Virgen del Carmen es la del Carmen y no la de Lourdes, y se diferencian con facilidad. No es barato encargar una escultura o máscara, por lo que cuando se ven obligados, lo normal es utilizarla para varias, digamos ‘procesiones’, que no solo para una, como nosotros con nuestras imagenes.
Se calcula que fuera de África, en poder de museos, hay alrededor de treinta mil obras de arte de los yorubas; otras tantas en manos de las grandes colecciones institucionlizadas; más o menos en manos privadas una cantidad similar, y todas ellas, por el interés pecuniario de quien las posee, catalogadas, expuestas y dadas a conocer, pues cuanto más se conozcan más aumentan su precio.
Valor de las artesanías Yoruba
Entendamos que para el especialista, experto o historiador, ese valor no va en función del precio, y quien pone precio, aprecia casi siempre sólo ese valor aunque es verdad que dos valores tan distintos, en este caso confluyen.
¿Quiere esto decir que no hay obras de mérito entre lo que vemos los aficionados en nuestras manos o las de los amigos? Indudablemente sí. Indudablemente no todas. Indudablemente puede que no todas las que sí no hayan tenido el uso que debieran, e indudablemente sí, algunas de las que estéticamente quedan fuera de nuestros conceptos pueden sin embargo haber tenido ese uso preconcebido. No todos los exvotos de todas las iglesias son obras de arte, ni todos los que los ricos mercaderes encargaron sirvieron para otra cosa más que presumir, y pasar a rellenar museos eclesiásticos o romanticos. Lo que sucedió, sucede y sucederá.
Eso sí, me gustaría saber cuanta gente que valora estéticamente una obra ha cogido una gubia o azuela, o un pincel, para saber en qué consiste ese trabajo y cómo ‘apreciarlo’.
Colofón
Otra cosa peculiar es negar la posibilidad de añadir fantasía o imaginación, o privarlas, como si el africano fuera incapaz, de dotarlas de carácter de denuncia, social, política, o religiosa, como si sus cánones fueran inmutables y ¡¡nuestros!! Que no suyos. Nos hemos apropiado de su estética sin comprender su ética. Y sí, ellos han demostrado fantasía e imaginación, y tanta, como para revolucionar y cambiar los hasta entonces rígidos conceptos de arte que nosotros teníamos. Veámoslo.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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