Kalunga
Entre los mbundu o ambundu de Angola, Kalunga es una palabra que asocian con la muerte, el inframundo pero tambien con el rey. Y sobre todo con el dios o espíritu del mar, al que cocen como Kalunga Ngombe, el mismo nombre que el resto da al Dios Creador como ya sabemos.
Arraigado en este folklore popular está Kitamba Kia Shiba, un gran jefe que vivía en Kasanji. Este, un haciago día perdío a su esposa Muhungu o Muhongo a la que lloró durante días. Sus lamentaciones y tristeza quiso que igualmente las compartiera y doliera su pueblo. Tras varios días otros jefes le indicaron que se consolara y retomara su vida y permitirera hacerlo a sus súbditos, pero él dolido aún en lo mas hondo requirió que se le devolviera a su esposa por lo que no comería ni hablaría más, ni lo permitiría a los suyos tampoco, hasta que esto sucediera.
kimbanda
Los jefes se reunieron y solicitaron a un kimbanda, un prestigioso curandero, que intentara solucionarlo. Este, tras recibir previamente como pago un arma y una vaca, escuchó y dialogó con Kitamba tras lo que prometió a los jefes que resolvería la situación extrayendo de Kalunga, el reino de los muertos, a la tan amada esposa del jefe. Recogió hierbas y plantas preparando una infusión indicando a Kitamba y su pueblo que debían lavarse con ella.
Cavaron una profunda fosa en la choza del curandero donde se metió este con su hijo; llegando hasta el inframundo donde encontaron a Muhungu que le presentó al mísmísimo Kalunga Ngombe, que a su vez les dijo que una vez allí el deglutía a los muertos por lo que despues era ya imposible salir. Muhungu le enseño a su vez un espectro sombrío, encadenado, que le identificó como el espíritu de Kitamba al que el destino había destinado a morir pronto.
Dándole un brazalete funerario como prueba de su visita, Muhungu condujo al mundo de los vivos de nuevo al curandero y a su hijo, diciéndoles que aquello era inusitado y un don de Ngombe por que nadie podía retornar de Kalunga y que por eso nada podían decir de la pronta muerte de Kitamba ni debían comer nada so pena de retornar al inframundo condenados a no salir ya jamás. Una vez de regreso, el curandero mostro el brazalete a Kitamba que confirmó su pertinencia a su amada Muhungu, sabedor ya dónde estaba su amada se durmió.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano