Bronce de ile ifé
Ante la singularidad de esta pieza de bronce permitidme traer de nuevo algunos datos. Parece claro que el rey era a su vez el líder religioso de Ifè; religión que consistía en una mezcla de animismo, fetichismo y culto a los antepasados. Se hacían sacrificios y ofrendas a dioses y antepasados.
Había, y todavía hay entre los yoruba de hoy, una creencia de que el iwa o carácter de una persona, reflejaba su energía interior o àse y que esta energía está presente en todas las cosas naturales y divinas. Se pensaba que esa energía residía principalmente en la cabeza de una persona, lo que puede explicar por qué el arte antiguo se concentra en esta parte del cuerpo.
A esto añadían la creencia de que el àse o energía de los reyes, jefes, líderes o ciertas personas tenidas por poderosas, podía ser peligrosa, por lo que era imprescindible que sus bocas en unos, o en otros toda la cabeza y en especial la cara la llevaran velada, cubierta con algo que impidiera la trasmisión de ese àse, esa energía. Lo que de nuevo vemos reflejado en determinadas figuras del arte de Ifè y yoruba, en los que se representa como un tocado en forma de capuchón cónico sobre las cabezas.
Se sabe muy poco sobre el aparato estatal de Ifè y el control sobre su territorio. Incluso la información sobre su sistema económico resulta difusa.
Ifé
Es probable que Ifè, al igual que otros pueblos asentados en el trópico del África occidental, expertos conocedores de los sistemas de fundición de hierro, que elaboraban útiles como hojas de cuchillos o azadas, con los que se ayudaban en los cultivos recolectando cantidad suficiente de ñame, okra, dátiles, aceite de palma, caza y pesca, al principio y para intercambiar, a lo que añadieron poco después oro, marfil, pimienta o nueces de cola, a lo que se sumó la venta de esclavos; lo que hizo que Ifè se integrara en las rutas de las caravanas de camellos que atravesaban el Sahara llegando hasta el Mediterráneo y a ciudades como Túnez o Trípoli.
Estos productos de los que se surtía Ifè hasta el punto de poder proporcionar a los del norte, los intercambiaba sobre todo por sal, y objetos o materiales de lujo que demandaban las élites como latón o cobre, y espadas, joyas, perfumes, tintes y los solicitados caballos.
Como hemos visto en el plano de la foto nº 39, ya a principios del siglo XI d. C., Ifè era una importante ciudad amurallada con un palacio y otros edificios de piedra, santuarios y talleres. Incluso algunas de sus calles, algo insólito en la época, estaban pavimentadas con baldosas de terracota que las hacían más transitables y menos polvorientas y ante la lluvia paliaban embarrados y charcos. Los patios de las casas de los ricos comerciantes y del Emese o palacio del rey, presentaban a su vez solados en los que se perfilaban con pequeñas baldosas cerámicas diversos dibujos que se rellenaban con piedras de cuarzo.
arcilla
Aunque al ser de un enramado enlucido de arcilla la mayoría de las construcciones las ha llevado a desaparecer, en algunos patios que aún se mantienen se pueden ver pequeños restos cerámicos con formas que hacen pensar en círculos que serían parte del embaldosado original que tendría un aspecto de mosaico, tal vez aunque niegan tal posibilidad, influencia de aquellos pueblos del norte, y altares.
Estos altares lo forman un conglomerado de materiales de pequeña altura y semicirculares, en cuyo centro visual se ha insertado el cuello de un recipiente cerámico con la boca hacia arriba.
A pesar de las reticencias iniciales, nadie duda ya que las obras encontradas en Ifè están hechas por las gentes que allí habitaban y que su datación queda establecida entre los siglos XI al XV avaladas por las últimas tecnologías de termoluminiscencia y radiocarbono y que las de metal resultaron de un proceso de fundición a la cera perdida.
Doce cabezas fueron encontradas juntas aunque en dos grupos, en un complejo real en Ifè en 1938 y se han descubierto algunas más entre las que está la máscara de Obalufon cuyo análisis químico determina que el cobre se depuró. Las otras son fundamentalmente de latón con algo de cobre lo que concuerda con algunas argollas de los esclavistas llegadas por las rutas comerciales, que tienen una composición similar a la de alguna cabeza, e incluso en una algún porcentaje mínimo de oro como hemos visto.
Terracotas
Las de terracota, muestran a su vez que la arcilla se trabajó de inmejorable manera aunque la cocción no fue de alta intensidad. Estas cabezas de personas son todas únicas sin saber el propósito de por qué se realizaron ni a quién se representa, siendo hipótesis atribuirlas a ancestros, dioses o gobernantes, y si conmemorativas, funerarias o con otro propósito político o religioso.
Muchas cabezas tienen líneas verticales en la cara y estas pueden representar la pertenencia a una sociedad o clase social y no está claro su origen siendo otra hipótesis que sean escarificaciones rituales o de paso realizadas a un individuo desde la infancia hasta la edad adulta.
Esta teoría queda un tanto en entredicho porque aunque los yorubas se reconocen por sus escarificaciones cerca de las comisuras de los labios, por ejemplo, no se sabe que se realizaran escarificaciones tan profusas.
Teorías
Hay otras teorías, una es que fueran distintivo de un grupo concreto dentro de la población o individuos pertenecientes a una zona o hermandad; que se realizaran superficialmente o pintadas para ceremonias temporales en momentos concretos; que hayan querido los artistas representar las dobleces de los velos que usaban los gobernantes o simplemente que el artista haya querido adornar motu propio a esas cabezas.
Cabezas que presentan otra peculiaridad como son la serie de agujeros alrededor de los labios y el mentón, posiblemente para la fijación de barbas o velos de cuentas de vidrio.
Estos velos todavía se usan hoy en la región en ocasiones especiales y su significado ceremonial lo resume así P. Garlake:
“Las cabezas de bronce de tamaño natural de Ifè son expresiones poderosas de serenidad nacidas de la autoridad divina. Esta era la cualidad más importante de cualquier gobernante… Los velos están destinados a hacer que la potencia extraordinaria de las palabras de un gobernante sea menos propensa a causar miedo y dolor. El misterio enmascara la majestad”.
historia
Una cosa sí es tan curiosa como cierta, mientras que en las cabezas que podríamos llamar máscaras vemos en todas los agujeros sobre los labios y el mentón, estos agujeros no se ven en ninguna de las cabezas antiguas con estrías.
Y os preguntareis qué tiene que ver esto con la foto nº 53? Pues se adelantó algo en la terracota de la foto nº 28:
“Existen algunas representaciones de prisioneros amarrados con una soga que, a menudo les tapa la boca, realizadas tanto en metal como en terracota”.
La práctica de la esclavitud y los sacrificios rituales al parecer resultaban habituales. En la parte histórica, si recordamos, al ajusticiar al usurpador Lajuwa tuvieron el mismo destino los artesanos que con él estuvieron, pues si ellos habían retratado al usurpado, sabrían bien quien lo había sustituido ilegalmente.
A eso podemos añadir que en la pieza 53 vemos un hombre adulto a la derecha en la foto, mientras que el de la izquierda es más jóven, están claramente sujetos espalda contras espalda con una cuerda por su abierta boca, la tienen amordazada. Aquí se ve de manera muy gráfica la costumbre Èdì, y los rituales y sortilegios consiguientes,de amordazar a las víctimas de sacrificio humano y así evitar que maldigan al jefe.
Pero a su vez ‘pudiera ser’ que lógicamente los que manufacturaban los metales, serían junto con los artesanos capaces de fabricar los utensilios necesarios, los primeros en resultar apresados para sacar por ellos un buen partido como esclavos, pero claro, mejor en cualquier caso llevarnos al maestro y su conocimiento y al aprendiz y su fuerza e ímpetu.
el ritual Èdì
Aunque sea como sea, parece claro que a la muerte del rey y en el segundo sepelio, estas piezas junto con aquellas cosas que le pertenecieron o que le honran, y previendo lo que el ritual Èdì recomiendade amordazar a las víctimas de sacrificio humano y así evitar que maldigan al jefe, se enterraban con él, para que ni en este ni en el otro mundo pudieran atosigarle ni invocar contra él.
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