Culto a Esu
La sociedad Esusu, rinde culto a Esu, Èṣù o Eshu el portador de los mensajes divinos, e intermediador entre los humanos y los espíritus, capacitado para otorgar beneficios o castigos. Él es reverenciado en santuarios mediante estatuas o bastones esculpidos que se depositan sobre altares. Se le celebra una vez al año.
Sus estatuas le representan con un peinado recogido hacia atrás semejando una semiherradura, Puede ir ‘vestido’ con túnicas que en función del material y o el color pretenden una solicitud. Las recubiertas de cauríes requieren fertilidad y o riqueza, por lo que reúne en su entorno a mujeres deseosas de hijos o a los notables con fortuna temerosos de perderla.
Entre sus múltiples encomiendas se le solicita que al emprender viaje, se esté libre de peligros, acertar el camino en las encrucijadas, y que el camino no presente obstáculos, siempre con la idea de que ni físicos ni anímicos. Tiene potestad sobre la fortuna y la desgracia, y personifica la muerte en una función de tránsito similar a la de Caronte o como un psicopompo.
sistema Orisha Ifá
Quiero insistir en que esta panoplia de entes eran personalidades que dejaron improntas que han sugerido sus deificación, pero que si alabados y honrados como ancestros, no lo fueron como dioses hasta el siglo XIX y sobre todo por aquellos esclavos que en el continente americano tuvieron que agarrarse a motivaciones que paliaran sus desgracias y que libertos no dudaron de su efectividad, lo que actuó como inigualable proselitismo.
Èṣù, como les gusta a ellos, está involucrado dentro del sistema Orisha Ifá de la religión Yorùbá, así como en las religiones diaspóricas africanas como la Santería o el Candomblé, desarrolladas en el tiempo por los africanos esclavizados y sus descendientes en América, donde Èṣù estaba, y todavía está, personificado en san Antonio de Padua, san Miguel o el santo Niño de Atocha, dependiendo de la situación y o ubicación.
Se le identifica con el número tres, y los colores rojo y negro o blanco y negro, y sus ‘caminos’ o avatares, a menudo se representan con un bastón o cayado de pastor, o fumando en pipa. Èṣù es sinónimo, o el espíritu, de ‘El Diablo Cojuelo’ que va sembrando el Caos allá por donde va, pero sin malicia, por el placer de jugar con la insensatez de los mortales a los que ve incapaces de sacar fruto del hermoso mundo donde viven, esperando con sus bromas y argucias, no exentas de tribulaciones a veces, que los humanos aprendan y maduren.
los patakis
Parece ser el precursor de aquello de que ‘la letra con sangre entra’; es el maestro enrevesado y difícil, pero que como buen maestro solo busca beneficiar. Un ejemplo se puede encontrar en uno de los patakis o ‘autos de fe’, que cuenta:
“Èṣù iba un día andando por un camino, ataviado con un estrambótico sombrero que además se dividía por la mitad mostrando un lateral rojo fuego y el otro negro cual ala de cuervo. El camino dirigía a un pueblo al que atravesaba por medio; al poco de su deambular empezó a escuchar murmullos, murmullos que fueron creciendo derivando en alboroto, lo que hizo pararse a Èṣù e indagar, se enteró entre las voces que dos grupos discutían enzarzados, simplemente por el color de su extraño sombrero que cada uno había percibido de un color, defendiendo los de allá que rojo y los de enfrente que si negro.
El desacuerdo había ido a mayores derivando en disputas, lo que le hizo volverse mostrándose y encararlos, atónitos, escucharon tremenda reprimenda en la que explicaba muy histriónicamente, cómo el punto de vista depende de la perspectiva, y tan correcto puede ser el de uno, como el de otro, aunque parezcan absolutamente diferentes. Advirtiendo, entre estricto y severo y jocoso, que la cerrazón fue el porqué a los cerrados o cortos de mente se llama tontos”.
el dios marrullero del pueblo yoruba
Otra versión de esta parábola cuenta que él no dijo nada, sino que dio la vuelta mostrando el sombrero a cada grupo por el otro color, pero que los aldeanos, ofuscados en su corta visión defendiendo su errónea postura, llegaron a tal grado de violencia que acabaron por aniquilarse entre sí, a lo que Èṣù con sardónica sonrisa dijo:
“Pobre el hombre irracional que no aprende cuando puede y solo lo hace en cabeza ajena. Solo con conflictos prosperan, por eso, provocarlos, me produce enorme alegría”.
Esu es el dios marrullero del pueblo yoruba y África occidental. Es mensajero y mediador entre dioses y hombres, y es personaje clave de la adivinación: la piedra angular de la cultura yoruba, un ritual que armoniza y equilibra las fuerzas en conflicto que existen en el mundo.
el panteón Yoruba
Quienes por primera vez oyen o leen historias sobre estas creencias pero no están identificados con ellas piensan que Eshu, para los yoruba, es la idealización del Diablo*12. Pero curiosamente el panteón Yoruba no tiene ningún dios perverso; como mucho se valen de triquiñuelas para sus objetivos y, en el caso de Eshu, está más cerca de ese tentador ser que pone a prueba a los hombres y su fe cristiana, al que estos llaman Satanás, que al infernal y diabólico Lucifer.
Otro mito sobre Esu cuenta que en cierta ocasión y para ver si de una vez entrando en razón, se acababa con esas disputas domesticas, se disfrazó de comerciante acudiendo a casa de un hombre que tenía dos esposas, a las que enseñó los paños más preciosos, perfumes y ungüentos que llevaba, sin venderles nada porque dijo eran solo muestras. Las mujeres aprovecharon lo que creyeron ambas era un descuido de Esu, para cada una pedirle que la atendiera a solas, a lo que accedió Esu como había previsto.
En cada cita, fue vendiendo ora a una ora a la otra, los más esquistos artículos con los que cada una pensaba ganarse el favor del marido. Como una y otra, enceladas, se enfrentaron y enzarzaron además en demostrar que lo suyo era más y mejor, acabando por arruinar al marido y hartándole, este echó a las dos prometiéndose no volver a tomar esposa que no fuera humilde y bien avenida. Eso sirve de ejemplo para mostrar por qué Esu es también el guardián de casas y pueblos, llamándosele Baba, padre, cuando se le ofrece culto en esa figura tutelar.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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