La arboleda de Poro
La arboleda de Poro era llamada Bô kp0a en Mano, por lo general estaba ubicada cerca de algún antiguo pueblo, del que se valoraba su remoto origen y ser sede de cofradías o logias, también se elegían ubicaciones que estuvieran próximas al pueblo del jefe del clan. Los más importantes factores que determinaban la ubicación de una arboleda eran los siguientes:
Debía haber intervenido la adivinación en su elección. Debía haber o tener cerca agua y ser buena la tierra para cultivar palmas de aceite, de vino y otros cultivos. Su ubicación debía quedar algo alejada del poblado.
El sitio encontrado pasaba a ser una arboleda sagrada hasta que el Poro declarase que no estaba ‘viva’. Lo que ocurría si no se usaba y por tanto se perdía su sacralidad. Las cosas profanas deben mantenerse lo más lejos posible de una arboleda sagrada.
Firestone Plantation Company
La Firestone Plantation Company, al despejar el terreno para su plantación de caucho, llegó a un acuerdo con los miembros de la tribu para respetar sus arboledas y dejarlas intactas.
Estas, destacaban como islas boscosas entre las extensas áreas despejadas y sembradas.
En una escuela pública en Gbanga, país Kpelle, el maestro ante el estado de algunos de los edificios, comentó que últimamente se había hecho poco por mantener el lugar en buen estado, ya que se iba a erigir una nueva planta en otro sitio. La investigación reveló el hecho de que cada uno de sus predecesores había muerto o perdido a su esposa. La ubicación era ‘mala’.
Posteriormente se supo que el hermoso bosque natural cerca de la escuela fue, por tanto era, una arboleda de Poro y que por esta razón el sitio de la escuela estaba ‘hechizado’. Este tipo de casos eran comentario recurrente donde quiera que estuviera establecido el Poro; por lo que previendo, solían tomar medidas drásticas para preservar la sacralidad de sus arboledas.
Existe un informe gubernamental, advirtiendo a un supervisor de obras viales en el país Kpelle, de que no atravesara cierto bosque, pero lo hizo de todos modos, obligando a los trabajadores a cortar la maleza, pero ninguno se atrevió con un gran árbol que se interponía en el camino, siendo el propio capataz quién lo derribó. Su savia era “roja como la sangre”. Murió poco después.
Tumbas ancestrales frente a la entrada al Poro en el país de Belle. Foto 87 a, de Schwab. | Entrada al Poro en el país de Jo Kwelle. Foto 87 b, de Schwab. |
el Sande
Algún tiempo antes de que comenzara la escuela de iniciación, el jefe del clan daba órdenes a los miembros del Poro para que se prepararan para el trabajo. Había que limpiar, porque la arboleda había estado desierta desde que se fue el grupo anterior de muchachos, y todo había crecido demasiado.
Había que construir chozas nuevas, porque las anteriores solían quemarse al final de un curso o, si no, se dejaban arruinar. De igual modo eran los hombres quienes hacían estos trabajos para el Sande.
“Se dice”: que no permitían que entrara ningún no iniciado, que las chozas fueran cuadradas, como la piedra sagrada, o rectangulares, no redondas como las del pueblo. Hacían las paredes con una trabazón de palos y ramajes, sin aplicar ni una capa de arcilla. El techo era de paja u otro material de la región, fácil de asegurar. Había chozas para los neófitos, una para el Gran Diablo, una para cada uno de sus ayudantes y una “casa de la palabra”. Las cabañas debían estar construidas alrededor de un gran espacio despejado en el que tenían lugar las diversas danzas y ceremonias.
símbolos del culto
Todos los accesos o senderos que conducían a la arboleda de Poro, estaban bien señalizados con plantas de Tofa u otros símbolos del culto de “Prohibido el paso”. Donde el camino se bifurcaba de la vía pública se encontraba la entrada principal, que estaba protegida por una recia cerca de palos y ramas de palma colocada entre una hilera de viejos dragos, Dracaena arborea.
Este árbol crece bien a partir de esquejes y es sumamente adecuado para usarlo como cerca ‘viva’, los grandes racimos de bayas rojas que da, eran probablemente una de las razones para elegirlo, ya que el rojo es el color del diablo. Numerosas cortinas de hojas de palma de rafia se sujetaban a esta cerca para formar una pared gruesa, tanto como si fuera un techo de paja. La fantasía y gusto de quienes lo hacían primaba en la decoración de estas cercas. Eran renombradas las de Pandamai y Walema en Gbunde y en Beleyela en Belle.
Otra vista de la entrada al Poro en el país de Jo Kwelle. Foto 87 c, de Schwab. | Cerca de los asentamientos en el país Kwelle. Foto 87 d, de Schwab. |
Pandamai
La de Pandamai estaba próxima a uno de los cementerios del poblado y ubicada cerca de su entrada. Este cementerio era en sí mismo un lugar notable. Sus tumbas llenas de ofrendas estaban al lado del camino bajo inmensos árboles bombax, cuyo espeso follaje mantenía el lugar lúgubremente sombreado incluso cuando brillaba el sol.
En la arboleda había primero una hilera de dragos, grandes, viejos y nudosos. Aproximadamente a 140 metros detrás de esto había una segunda fila y luego la cerca de entrada. Cada extremo de esta cerca estaba hecho de cortinas de rafia, sujetas como se indicó anteriormente, y esteras de nervadura central de rafia como las que se usan para las paredes de las casas Kru.
Entre estas cercas de los extremos había una pared de tocones cuadrados de césped atravesados por raíces, extraídos de un pantano de rafia. La cerca en otra arboleda de Gbunde estaba hecha casi en su totalidad con estos tocones, y cortinas de flecos que colgaban solo la cerca y sobre la entrada. Atadas a la cerca había espadas y lanzas de madera rotas; también una serie de imágenes hechas más o menos toscamente con masas del mismo césped que la pared. El cabello de estas imágenes se hizo limpiando la tierra y ‘peinando’ las raíces.
Arb0ledas
Entre las dos hileras de árboles drago se colocaron en el suelo dos docenas de palos de varias longitudes, el más largo de casi un metro, con ramajes en forma de escoba en la parte superior.
Estos pueden haber sido simplemente trozos deshilachados de nervadura central de rafia a los que se les quitó la médula y se dejaron las fibras duras. No estaba permitido acercarse para examinarlos y los hombres que los habían hecho siempre se negaban a hablar de ellos.
Todo lo que se escuchaba a algún miembro del culto, sobre los bloques y formas de lo que parecían raras escobas era: “Se muestran feroces y no se cansan nunca”. Su propósito, al parecer, era crear temor e incertidumbre entre las mujeres.
Estos entes emergentes, inhiestos entre los claroscuros de la penumbra, y equipados con a saber qué maléficas armas, semiocultos y arropados por el desbordante follaje de la densa y vaporosa atmósfera que emergía entre el ramaje de los gigantescos árboles, me hace pensar tanto en los cuentos de Alan Poe, como en las palabras de Séneca:
“Cuando te encuentras con una arboleda de añosos árboles que se han elevado por encima de una altura normal y la oscura penumbra de sus apelmazadas ramas están impidiendo la vista del cielo, siento que hay un espíritu en ese lugar, tan elevado es el bosque, tan solitario el lugar, tan maravillosa la interminable y espesa sombra”.
Entrada reciente a un Poro de ciclo corto en Kwelle el país Mano. Foto e, de Schwab. | Tumbas ante la entrada del Poro en el país Loma. Foto 87 f, de Schwab. |
el Gran Diablo
A cierta distancia, detrás de la valla de entrada a cada bosquecillo, había un pequeño espacio despejado que servía como lugar de reunión para el Gran Diablo y los líderes del culto más antiguos, cada vez que hubiera algún asunto secreto importante que tratar. Aunque no siempre, sí solían ser cosas que afectaban directamente al culto.
En Gio, las arboledas eran menos elaboradas, eran simples espacios cercados en las afueras del pueblo. Podían no estar alejadas de las casas, como en Tapi Town, o estar en el bosque cercano. Solía haber chamizos que dieran sombra. Poco más que la circuncisión y su ceremonia se realizaban allí. Ni niños ni médicos dormían en el recinto, se iban a sus casas al anochecer y volvían de nuevo a la escuela del Bosque antes del amanecer.
Esta precaución se tomaba para evitar que las mujeres los vieran antes de ‘salir’ al final del ciclo. El Bosque de niños como el de niñas se llamaba Bô kpoa o kpoan ge, el espacio despejado del culto Bô.
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