El escultor vuvi
Artesano o artista, el escultor vuvi es alguien a quien su habilidad abre o cierra el circulo social, en función de la calidad que le imprima a sus obras. Poca diferencia con lo que siempre y en cualquier ámbito a sucedido. Su conocimiento suele ser adquirido a través de un maestro de su linaje que lo tutela. Primero le enseña cómo elegir y talar un árbol y preparar la madera antes de tallarla. El aprendiz, tras un largo y arduo trayecto se verá recompensado si la sociedad le permite demostrar su talento y ponerlo al servicio de su comunidad.
Gustan definirse y ser reconocidos tradicionalmente, como ‘la mano del espíritu’. Tiene que dirigirse al árbol con respeto, y si este accede le dirá como debe talarlo. Dado que debe efectuar algo que representa a algún espíritu, debe conciliarse con él y estar presto en todo momento a seguir sus indicaciones, por lo que mientras dure su trabajo está sujeto a determinadas prohibiciones y respetar ciertos rituales. Debe guardar cierta dieta, abstenerse de destilados, abstraerse de quien no sea su familia, purificar ritualmente su cuerpo y herramientas y en ocasiones ingerir ciertas plantas.
Ceremonial
El escultor vuvi , aunque sea la ‘mano del espíritu’ y tenga cierta libertad de ejecución, cuando hace algo ceremonial, debe atenerse a los condicionantes fijados por el culto, tanto en la elección de los materiales y la paleta de colores que utilizará, como en el respeto por los modelos que los cánones tribales exigen.
Aunque aquí, también cada maestrillo tiene su librillo, y cada talla, máscara o figura, guardará los cánones, pero tendrá aquello que imprime su carácter, como la particular forma de hacer y su inspiración, por lo que será una pieza única.

Musanga
Elegido y abatido el árbol, o parte de él, el escultor ha procedido a desnudarlo de cortezas y dejarlo secar. Con su azuela, va desbastando el tronco buscando la forma, a la que con ya más sutiles golpes y con una herramienta más refinada perfila la forma. La precisión del detalle se lleva a cabo con un cuchillo. La máscara se pule finalmente, con rugosas y ásperas hojas utilizadas como lija.
Tras esto y limpia de polvo, se le aplican tintes vegetales y o minerales, recubriendo todo para terminar, con una patina a base de aceite de palma y cera melífera, solían emplear también en esta mezcla goma arábiga. La tradición obliga al escultor a utilizar una madera concreta que impone el culto. Suele ser ligera para que el bailarín vea facilitadas sus maniobras.
Suelen utilizar Musanga cecropioides, más conocido como el ‘combo paraguas’ o ‘combo combo’. Aunque los Vuvis prefieren el Ricinodendron africanum que llaman gésanga, y aunque raras, también es posible encontrar máscaras de maderas más duras, como el izilé, Tetrorchidium oppositofolium o el éteng, Picnathus angolensis.
la técnica y los estilos
La vida, imparable, evoluciona y evolucionan la técnica y los estilos que ayer parecían inmutables. Dia a día se renuevan dichos estilos, aunque las obras sigan criterios tradicionales que parecían inamovibles dentro de sus rigurosos códigos. Por mucho que el escultor se aisle, acaba imprimiendo aquello que absorbió en los contactos que en el transcurrir de su vida mantuvo con vecinos u otros artistas.
Gentes con las que se comparten creencia, pensamiento y espacio trasmiten símbolos y estilos que se quiera o no influyen. Por lo que las piezas acaban aportando puntualmente, ciertos gustos estéticos y culturales de los diversos pueblos entre los que se convive.
Hoy en día, se pueden encontrar máscaras talladas con formones y gubias y coloreadas con pintura industrial, pero el escultor tratará siempre de conseguir un efecto estéticó con el que elespíritu representado se sienta honrado.
El valor de la máscara
El valor de la máscara es místico, y es en función del mensaje espiritual que trasmite que adquiere su valor. Es sagrada y su uso sagrado. Cuando las ceremonias terminan, se guardan en lugar secreto solo conocido por los maestros de inciación.
Los Vuvis suelen esconderlas dentro de cestas, que impiden entrada a roedores pero circula el aire, en lugar oculto detrás del Ebanza, el lugar sagrado y por tanto de tránsito restringido, o en el bosque ‘fuera del camino’, donde es difícil descubrir el escondite pero a merced de insectos y el tiempo. Estas tallas, todas realizadas en maderas claras y por tanto blandas pues las de poro cerrado y densas son de vetas oscuras, tienen, de hecho, una vida útil muy efímera. Son pocas las piezas de madera que hayan sobrevivido a xilófagos, humedad o el imperio del tiempo.
Hay constancia de que antiguamente era inusual, que una máscara usada con normalidad, durara más allá de cuatro o cinco años.
los objetos de culto
Tras las ceremonias, los objetos de culto se suelen limpiar arreglar y guardar, pero no se realizan, ni se conocen, sistemas de mantenimiento o conservación y si su deterioro es significativo no hay problema en sustituirlo. Es más, si máscara figura panel u otro objeto se siente ineficaz, o ya se ve desgastado o deteriorado, se sustituye sin más pues pasa a carecer de interés. Lo que explica que muchas de estas piezas se vean en museos o circulen por colecciones y galerías. Se sabe que el objeto más antiguo clasificado, corresponde a una máscara recogida por R. Bruce Walker en 1867 y que se conserva en el Museo PittRivers en la Universidad de Oxford*9. Son piezas muy raras aquellas que se recogieron en décadas posteriores.
*Nota 9: Esta es una máscara conocida como Pipibudzédes de los Kwélé. Robert Bruce Walker es el padre de D’André Raponda Walker, uno de los misioneros más involucrados en esta cultura.
La diversidad de aspectos
Junto a máscaras grotescas, a veces presentando malformaciones físicas, también las hay como veremos de una delicadeza asombrosa. Aunque la mayoría se crean con el objetivo de inspirar miedo e incluso terror y la idea de impresionar a la gente corriente y asentar la idea sobre el cumplimiento de las normas y reglas establecidas. La diversidad de aspectos no son óbice para observar las similitudes que se encuentran tanto entre unas y otras como entre pueblos limítrofes.
Son parte fundamental los colores con que se tintan las máscaras, que delimitan su cometido pero en nada difieren entre los utilizados por otros grupos étnicos.Los colores usuales son el blanco rojo y negro.
El Blanco
El blanco representa lo sobrenatural los espiritus del más allá, el país de los muertos los fantasmas. También la inocencia, la pureza. Se obtiene como hemos dicho mezclando esteatita con arcilla o en determinadas zonas con arcilla que se da en las orillas de ríos que se encuentra muy tamizada y decolorada por el agua y el sol. Sí hay constancia de que antiguamente se trituraban y calcinaban huesos humanos que se añadían a la arcilla, lo que daba un blanco característico.
El rojo
El rojo brillante es el color de la iniciación, del nacimiento. Simboliza la menstruación, la mujer, la fertilidad, el renacimiento en el otro mundo. El rojo generalmente se obtiene con serrín de padouk, Pterocarpus soyauxii, o arcilla roja. Los Vuvis, tienen preferencia por el rojo que se produce triturando semillas de roucouyer, Bixa orellana. Este polvo, luego se emulsionan con aceite de las nueces de la palma aceitera, Eleais guineensis.
El negro
El negro representa la oscuridad de las tinieblas y la maldad. Utilizado sobre un plano, representa la materialidad. En contraste con el blanco que representa lo invisible, el negro representa lo visible, el mundo profano. Se prepara a partir de carbón vegetal o cacahuetes y nueces de palma que se han quemado, triturado y disuelto en aceite.
Más recientemente pueden encontrarse otros colores, pero ya fuera de la tradición, como el azul, eboo en su lengua, extraído de una arcilla sulfurosa; el ocre, el amarillo y el anaranjado a partir de arcilla ferruginosa. Es difícil saber cuantos tipos de máscaras han llegado a crear, se calcula que cientos. Pero son escasas aquellas que nos han llegado y conocemos.

el Bwiti
Estos colores naturales se utilizaron y siguen en ello, por las sociedades iniciáticas. Especialmente por los iniciados del Mwiri y Djembe, que cubren sus caras y cuerpos con ellos. A los seguidores actuales del ‘banzi du Bwiti’ se les impregnan los cuerpos con estos colores buscando los signos de renacimiento y pureza, pues en ese impás se encuentran; mientras que los iniciados confirmados, los que ya han pasado el Bwiti, suelen dar cabida a su imaginación y agregar líneas y puntos rojos, ocres o negros. Estas, aunque no de madera y tal vez no sacralizadas pero si imbuidas del mismo carácter, también son máscaras de polvos y aceites que transforman a los hombres corrientes en espíritus Mikuku*10, fantasmales.
*Nota 10: Mikuku, Mukudji, Mukuyi, Mokuku o Okuyi significa en cualquiera de las lenguas de Gabón ‘fantasma’.

Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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