Historia de los vuvis
Los europeos que llegaron a la isla comprobaron que la sociedad vuvi estaba perfectamente estructurada al estilo de las monarquías de la Europa del siglo XII y XIII. También se dieron cuenta del afán de este pueblo en conservar su modo de vida y costumbres tradicionales. Ello me hace resaltar que encontraron uno de los pocos pueblos africanos, que no utilizaban el hierro ni conocían su manipulación, más bien parece que huían de quienes sí lo hacian.
Lo que representó un atraso considerable en cuanto a su evolución, no conocían arados ni azadas con este material ni ninguna otra ‘herramienta’, sólo se las arreglaban con piedras que afilaban o duras maderas, por lo que carecían de útiles o lo que calificaríamos de arte, tallas; así como armas más evolucionadas.
Su valor y osadía cuando se enfrentaron a pueblos técnicamente más evolucionados, no fueron suficiente para mantener su aislamiento, lo que conllevó a una progresiva e inexorable dependencia de otros para paliarlo, pero esto lo veremos más adelante.
etnógrafo Antoni Aymemí
Aunque sabemos que los patronímicos originan los gentilicios, los cartógrafos, misioneros o colonos que primero llegaron, aparte de atribuir nombres de santos o jerarcas, confundieron la ubicación del asentamiento de estos clanes, con curiosas anécdotas que cuenta en sus documentos el sacerdote y etnógrafo Antoni Aymemí:
“Una vez todos asentados, las distintas familias se enzarzaron en disputas constantes entre sí, tratando de mejorar su emplazamiento.
Aún muchos pueblos mantienen los nombres originales de aquellas familias, Baho, Bakake, Baney o Batete. La ciudad de Riabba, derivación de Biabba, es el gentilicio dado posteriormente, de la familia primigenia que se instaló adecuadamente en la isla, siendo los Batetes y Bokokos los últimos y más conflictivos.
Así mismo, los Batetes, quedaron relegados a ocupar el lugar más abrupto, en el extremo sur de la isla y por un descuido infortunado, olvidaron llevar sus tubérculos de ñame, rea, para replantar, además carecieron de recursos para negociar una mejor ubicación con los Barekas que ocupaban un lugar más apropiado.
A estos Barekas, todos se dicen Vuvis pero tienen claro que les unieron las circunstancias, no les agradó la idea de compartir sus reas, con los recién llegados a los que tildaron de descuidados. El conflicto se enconó cuando poco más tarde, los Batetes, fueron pillados infraganti robando alguna de estas plantas.
El jefe Bareka, Moaddo, ante este hecho, expulsó de la zona costera hacia el interior tanto a los Batetes como a los Bokoko, con los que estos se habían aliado. Ya por el camino surgieron disputas entre ellos, lucharon y se separaron. Los Batete se instalaron en el área interior y escarpada de la Gran Caldera, mientras que los Bokoko continuaron profundizando hacia el interior”.
Los Batete
Los Batete adquirieron reputación de salvajes, pues se dejaron crecer el pelo y eran una pesadilla constante para sus vecinos. Finalmente subieron a la cima de la montaña, derrotando y expulsando a quienes ya estaban allí.
Nunca fue solución definitiva pues las luchas siguieron siendo constantes. Hasta tal punto que ya en tiempos modernos, las distintas familias Vuvi aunque tenían lengua, comportamientos y reglas sociomorales iguales, se pusieron cada una por su cuenta a prosperar en un medio compartido como era la isla, lo que contribuyo a continuas disputas y luchas que degeneraron en una drástica disminución de la población, que se acrecentó con la llegada del dictador Francisco Macias Nguemaal poder, en 1968 tras la descolonización española.
Por otra parte, durante su dictadura, la población mermó aún más, pues fueron manifiestas las torturas, ejecuciones y exilios forzados, de todo aquel que no perteneciera o se adhiriera a su familia y causa, hasta 1979, en que Teodoro Obiang Nguema, sobrino del anterior le derrocó y mando ejecutar, convirtiéndose en el nuevo presidente y dictador, con parámetros tal vez peores que los de su tío y anterior gobernante.
Actualmente, los Vuvi, viven en Bioko bajo la férrea mano de este dictador da la etnia Fang, o del ‘colmillo grande’.
Guinea Ecuatorial
En Guinea Ecuatorial hoy, los fang son casi el 80% y los vuvis el 15% de la población. En Bioko los fang alcanzan el 55%; los vuvis alrededor del 25%, los igbo un 10%; siendo el resto descendientes de antiguos esclavos africanos, llegados incluso de las Américas y de los distintos conflictos derivados en la zona como el de Biafra.
En la historia de los vuvis, la gran mortandad de hombres, propiciada por tanta lucha, dio paso a la poligamia, aunque ya en sí, era una demostración de estatus y poder, en función del número de mujeres que se podía mantener.
Pero esto, en vez de llevarse con un cierto sentido de proporción, lo que hizo fue enconar más las batallas entre los distintos pueblos Vuvi de Bioko, que querían poseer más mujeres y con ello los recursos de los otros, lo que degeneró en batallas interminables y durante siglos. Estos hechos, acrecentaron la leyenda sobre la crueldad y salvajismo de los Vuvi.
Bioko
Hagámonos a la idea de que Bioko, que tomó el nombre del político Cristino Siricho Bioko en 1979, se encuentra a 32 kilometros de las costas de Camerún, y que sus dimensiones son de 70 kilómetros de largo por 32 de ancho.
Tras el arduo viaje que los Vuvi realizaron hasta la isla, recordemos que eran distintos clanes familiares que compartían mismo tipo de creencias y reglas sociales, aunque cada uno ya buscaba ubicarse en una zona concreta; dejaron la navegación, dedicándose a cultivar la tierra y pastorear ganado, pero en su perenne interés por imponerse unos por encima de otros, cada uno mostraba su riqueza, que no era otra que el número de esposas, animales, cosechar abundante ñame o mostrar la mayor cantidad de caurís, dinero al fin, y así intentar convertirse en el líder de la aldea e incluso del distrito.
El objetivo de los conflictos en la historia de los vuvis no era otro que robar al vecino alegando botín de guerra, todo eso de lo que hacía ostentación, pero sobre todo las mujeres y niños, que eran lo más valorado.
Guerras y conflictos
El padre Aymemí documenta las continuas guerras y disputas, surgidas entre distritos, pueblos o familias con venganzas personales sin fin y derramamientos de sangre continuos. Cuenta por ejemplo haber oído a los ancianos que:
“Lo que es hoy finca de Vivour en Boloko San Carlos, fue el lugar preferido de los batete del Sur para armar emboscadas a los baloketo. En tiempos pasados tuvieron crueles batallas. Ocultos entre las malezas los batete esperaban a los baloketo que bajasen a la playa y saliendo repentinamente del escondite mataban a los varones y se llevaban a su terreno a las mujeres y niños.
El saltear, sorprender a los viajeros y matarlos a traición era cosa común entre ellos, tanto que un jefe por muy poderoso que fuese no podía poseer el título de Boána o Boabe equivalente a nuestro, Héroe o Varón Ilustre, si no había matado a un enemigo personalmente y esto tenía que ser a traición, y además tener cinco esposas eôtò, esto es, legitimas según sus leyes. Este título es muy ambicionado por ser honrosísimo y lograrlo poca gente”.
Estas constantes luchas, cuyo objetivo principal era raptar mujeres y niños, convirtieron a estos hombres en formidables y hábiles guerreros y un pueblo temible.
S. XV al XVII en la historia de los Vuvis
Durante los siglos XV al XVII, cuando ya los europeos comenzaron la despiadada explotación de esclavos a lo largo de la costa occidental africana, cualquier pensamiento de estos sobre un desembarco fácil en Bioko, entonces llamado Fernando Póo, pronto quedó descartado. En Bioko, no hubo reyes tribales que vendieran gentes de otras tribus enemigas cercanas como en el continente.
Del mismo modo, los vuvi podían guerrear entre sí, pero nunca aceptarían vender o entregar a un extranjero a alguien de su etnia. El que intentara entrar en la isla sin su consentimiento, se exponía a un cruel y mortal recibimiento. Entre los antiguos vuvi no existía inconveniente para deshacerse de enemigos o tribus limítrofes, pero esto lo olvidaron al abandonar el continente, nada más atravesar la orilla.
Si permitieron que algún extranjero se asentara, sólo se le permitía en los aledaños de la costa, y si actuaban como intermediarios o comerciantes que les suministrasen armas, como pistolas o cuchillos y hierro, a cambio de aceite de palma.
Las costumbres de los vuvis eran antiguamente en gran manera salvajes, bárbaras y crueles. En un libro escrito por un comerciante alemán de Costa de Oro, traducido después al inglés e impreso en Londres en el año 1705 se leen textuales estas palabras :
“The island of Fernando Póo in inhabited by a Savage and cruel sort of people, which he that deals sorth ought not to trust”.
Fernando Póo
La isla sin embargo, era demasiado estratégica y necesaria a los barcos en tránsito para proveerse de recursos y como fuente de agua dulce en el próspero y creciente comercio europeo y no simplemente por la esclavización, como para ser evitada por completo. Constantes tentativas e incursiones fueron hechas por los portugueses, españoles y algunas veces por los ingleses.
Y fueron estos, los que experimentaron de primera mano, cuán poco acogedores podían ser los vuvis cuando los extranjeros intentaban desembarcar en sus puertos. Una memoria portuguesa sobre los habitantes de Fernando Póo, cuenta que allá por 1810 un barco inglés atracó en la bahía de San Carlos para suministrarse de agua desplazando un bote al río; varado en la orilla, salió del bosque una partida de vuvis ‘enteramente desnudos’, armados con lanzas hechas de una madera muy dura, llamada por ellos bechika o mechika y a lanzadas mataron a los infelices marinos del bote.
No contentos con esto, a bordo de sus cayucos lanzaron un ataque contra los marineros del barco con sus precisas y mortales lanzas, asesinando a todos los hombres que figuraban a bordo. La masacre quedó en los anales.
los padres Vuvi
El etnógrafo padre Aymemí, dice que tras esta pelea, también las caras de los guerreros Vuvi, quedaron marcadas por profundas cicatrices sobre todo en frente y mejillas, dejando marcas indelebles en sus rostros.
No está claro si estas cicatrices se hicieron a posterior como recuerdo de este hecho e infundir miedo; lo que sí se sabe, sin embargo, es que esas cicatrices se hacían a los niños Vuvi para marcarlos como integrantes de la tribu, en caso de ser robados de su isla por traficantes de esclavos; los padres Vuvi esperaban que, con sus rostros marcados, los niños que se encontraran en una tierra extraña, rodeado de extraños, podían reconocerse por sus cicatrices faciales.
Algo que perfectamente pudo sobrevenir tras lo que pueblos cercanos de Nigeria o Ghana entre otros hacian con sus hijos. Fue una práctica que continuó hasta finales del siglo XIX, cuando estuvieron ya seguros de que sus hijos estaban a salvo.
El pueblo de Moeri
Otros relatos de la historia de los vuvis, nos relatan su ferocidad e incluso animosidad entre clanes hermanos dice:
“El pueblo de Moeri que antiguamente era muy numeroso y el de Risule algo menor, ambos boloko, tenían a los basakato, mucho menos numerosos, de vecinos, a los que hostigaban sin cesar. Sabiéndose muy inferiores evitaban el enfrentamiento, más llegaron a tales extremos los insultos, atropellos e insolencia de los baloketo que no pudiéndoles tolerar por más tiempo, los basakato aceptaron el reto y trataron de medir sus fuerzas con los baloketo.
Ambos se encontraron en una planicie que existe entre el lago Claret y la trocha abierta después con el falso nombre de camino de San Carlos. Los basakato como peleaban a la desesperada e iban a jugárselo todo, estaban resueltos a vencer o morir.
Atacaron con tal ímpetu que desbarataron a sus enemigos, pero ya en el límite recibieron la ayuda de otros dos grandes clanes baloketo, los baeri y basule, lo que enardeciendo al grupo cayeron sobre los ya mermados y cansados basakato, dejando la llanura literalmente sembrada de sus cadáveres y así, vencidos, los basakato se vieron obligados a pedir la paz y rendirse.
los basakato
Les concedieron la paz con dos condiciones:
- 1ª Que les cedieran el territorio comprendido entre los ríos Balohó y Rupé. El río Balohó es el que llamamos Río Grande y al que otros pretendiendo anglicanizarlo todo en esta isla española, llaman Big River. El Rupé es el que pasa por la finca de Chacar, de modo que Ponofén y Riringo pertenecen ahora a los boloko.
- 2ª Que los basakato debían pagar a los baeri y basule un tributo anual de muchachas casaderas sin determinar el número de ellas. A tanta humillación viéronse forzados los infelices basakato. Con lo dicho se explica el porqué se ven tan pocas muchachas casaderas en Basakato del Oeste”.
“Las venganzas tanto públicas como privadas eran casi diarias. Hubo entre los bokoko dos muchachas que llamaban la atención por su hermosura. El Mochuku principal de los batete, llamado Mai, se enamoró de ellas y las pidió a su familia, más como Mai era tenido como enemigo declarado de los bokoko, la familia de las muchachas se negó. Mai en su enojo juró vengarse de los bokoko. Reunió a todos sus fieles batete, y armados se emboscaron en las cercanías del pueblo donde residían las muchachas. Era la época de las faenas agrícolas.
Los bokoko en la historia de los vuvis
Los bokoko fueron al campo dejando en el pueblo a los niños y ancianos con las mujeres que estaban criando. También se quedaron las dos hermosas doncellas. Luego que los hombres hubieran salido, los batete salieron de su emboscada, degollaron a todos los pequeños sin dejar uno con vida y cogiendo a las dos hermosas muchachas se las llevaron con mucha ostentación y algazara a la rihata o rijata, casa, de Mai.
Al poco, viendo el éxito de su acción intentaron repetirla y para ello cogieron el camino de la montaña, mas llegó a oídos de los bakoko la noticia que los batete pretendían reiterar su fechoría.
Bien armados se escondieron en ambas orillas de un gran barranco por donde tenían que pasar los batete. Cogidos entre dos fuegos y sin poder huir hubo una horrible matanza y cogieron prisionero al muchuku Mai. Lo ahorcaron en la plaza pública de los bokoko.
Muerto Mai volvió a florecer la paz y el bienestar entre los batete y bokoko estrechándose las amistades; sin embargo tenían metido en el corazón el degüello de sus pequeños y sin demostrarlo, esperaban el momento idóneo para su venganza; una noche que los batete tenían una reunión de clan, les dejaron en custodia los niños lo que aprovecharon para degollar a todos. De aquí se encendieron nuevas guerras.
Destacaban en las luchas los baleha que eran los mejores guerreros de los batete a quienes el difunto Vivour apellidó bualalókolo, palabra que significa ‘soldado ardiente’”.
No es de extrañar ante estos hechos y relatos el temor de los extranjeros a internarse en la Isla.
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