Introducción
Antiguamente solo se tallaban figuras de madera en la parte noroeste del territorio pende. Se sabe de muchos otros pueblos de las actuales Angola, R.D.Congo, e incluso Gabón, como por ejemplo los tio o teke, o los bembe por decir alguno; que mandaban hacer pequeñas figuras que se lanzaban al tejado de las cabañas, unas veces a la vista de todos, para que se supiera que la casa estaba protegida contra enfermedades o males de ojo.
Eran figuras protectoras que iban envueltas en una tela que contenía las substancias adecuadas para ello; había otra versión en que se hacia a escondidas, se pretendía dañar de una u otra manera a los habitantes que bajo esa techumbre estaban, por rencillas de lindes, de mujeres, de mercado, o a saber que otro incontable conflicto.
Es difícil hacerse a la idea de por qué la talla de una figura tiene tal o cual peculiaridad, sin antes haber visto cómo son o es, él o los representados. Y si sorprende en algunas figuras pende el tocado en la cabeza, creo que da una idea el peinado llamado guhota sanga que adorna a esta joven y hermosa madre, con esa especie de moño que remata la parte superior. Foto de Michel Huet de 1950 |
los BaPende
Se pretendía que quedaran ocultos entre el ramaje y nunca a la vista de nadie para que no se pudieran retirar. Las pequeñas figuras empaquetadas de este tipo que he visto, nunca he sabido distinguir a cual de las dos funciones estaban dedicadas, pero ahí estaban.
Por eso me ha llamado la atención que un pueblo tan reservado como los BaPende realizaran unas tallas tan monumentales, casi de tamaño natural, para una similar función; parece que las llamaban Kishi kishi pero eso no lo he podido confirmar.
Los remates de madera esculpida en la parte superior de las casas o kibulu, de los grandes jefes Pende del este, en la República Democrática del Congo, suele ser una madre y un niño con hacha. Estas maternidades, armadas, situadas en la cumbrera de las casas, eran el símbolo visual que advertía de que el territorio era dominio de un jefe y por tanto sagrado y protegido contra cualquier brujería o acto de mala fe.
Esta maternidad vigila y protege todo, lo material pero sobre todo lo inmaterial, aquello que privilegia el poder residente dentro de la sombra que proyecta sobre la estructura en la que se asienta, y las que la vista desde su privilegiado lugar alcanza, como la residencia del jefe.
el kibulu
Las construcciones africanas, prácticamente todas de norte a sur y de este a oeste, semejan un cuerpo humano, con cabeza estomago y pies. Y ella es la cabeza y debajo se sitúa el estomago que es el santuario situado alrededor del pilar central sobre el que se acomoda. En este ‘estómago’ se depositan las semillas y granos cultivados en la aldea y que servirán para la siembra, previo el ritual secreto de invocación al alumbrar el día, en el que se aspergen sacrificios sobre ellas. Todo ello, el kibulu y lo que de inmaterial y material tiene, forma el universo Pende.
Srother 1993, p. 161, nos relata la invocación que el jefe hace a sus antepasados ante los ciudadanos:
“Eres el pilar central de la casa, eres el pueblo con su gente, sus campos y su bosque. Te hemos dado todas las semillas para el cultivo para que tomes la tierra mientras las raíces de las semillas se agarran aquí a ella. Todas las semillas crecen, que todas las semillas fructifiquen, para que las mujeres den a luz, para que fluya el vino de palma, para que los cazadores capturen a las presas con sus armas”.
Strother 1993, p. 176 y 2004, p. 277, y Petridis 2002, p. 123, nos explican que:
“La mujer simbolizada por la imagen, la primera esposa, tiene varios deberes rituales con respecto a la agricultura, y es una fuerza política, así como un emblema espiritual. Ella baila con un hacha en la investidura del jefe, luego se la da para decapitar a un perro de un golpe.
Su sangre y la de una cabra sacrificada por el primer consejero se recoje en una taza, que puede verse en la mano izquierda de algunas figuras de la cumbrera, que se pasa a todos los presentes. Su hijo representa la continuación de su línea matrilineal y recuerda a la gente la muerte de una hermana y, por lo tanto, la pérdida de un linaje. Pero al igual que el ñame, debe regresar a la Tierra para fertilizarla”.
kishi kishi
Y aún Arte, no podemos substraernos a su por qué. A esa especial pretensión que se le solicita y por la que necesitan visualizarla pensando que así ella atenderá sus necesidades, como madre solícita.
Su simbología a primera vista, una mujer sosteniendo a su hijo en su lado izquierdo, blandiendo un arma en su mano derecha, decanta el interés del ser humano por lo fundamental que este requiere para la pervivencia de su especie. Que su hijo crezca y sea inteligente, de ahí el sostenerlo sobre el brazo izquierd0 y defender con toda su fuerza que eso sea así, la fuerza de lo material mostrada en su mano derecha.
Estas figuras de gran tamaño, colocadas donde se divisen y desde donde divisen todo el entorno, son como los cruceros de las iglesias, son enseñas de protección. Ella es la madre del clan y garante de la continuidad de su dinastía y herencia matrilinial. Es madre y esposa de jefes.
Escarificaciones
Ella está en la cima, nadie hay por encima de ella, es la jefa, y sus escarificaciones y abalorios así lo manifiestan. Desde su posición, proteje todo el entorno de las malas intenciones de quienes quieran pertubar con brujerías o hechizos los fundamentos inmateriales que atañane a la sociedad, y las materiales, como hambrunas, epidemias u otras dificultades con que se pretenda saquear o violentar personas o enseres.
El estomago, ese santuario bajo sus pies, es el universo privado donde se recoje el jefe, a la vez sacerdote, con sus acólitos, amparados por máscaras y figuras protectoras, pero donde también se guarda el grano y simientes de las nuevas cosechas.
escultor Kaseya Tambwe Makumbi
Estas otras dos figuras, con los mismos atributos que la anterior, son obra de un escultor conocido Kaseya Tambwe Makumbi,que las llevó a cabo durante la década de entre 1940 al 50, cuando Europa se encontraba asolada por la segunda guerra mundial, y donde los recursos para llevarla a cabo, salían casí todos del territorio subsahariano de manera casi gratuita.
Las ideas de generosidad y solidaridad pregonadas desde décadas antes por las bien asentadas iglesias cristianas, abundaban en ello para conseguir que eso siguiera así, la gratuidad, no tiene precio. De lo que nunca nadie se acuerda o si lo hace no lo cuenta.
Y como siempre, alguien hay que se aprovecha, sea incoscientemente o no, de manera que fue el otro gran momento para nutrir museos y colecciones con las obras que vemos y las que descansan bien a cubierto de vistas no deseadas. Como las que hizo el escultor pende mencionado antes para determinados europeos y americanos, y que al menos yo no sé donde se encuentran.
El universo pende
El universo pende en concreto se oculta porque solo corresponde desvelarlo a los que contribuyeron a crearlo. Círculo cerrado donde en la casa de los muertos, lugar por donde transitan sus espíritus a caballo de los dos mundos, corazón de la aldea en el que se guardan las máscaras primordiales junto al grano, aves y acopio de caza con que los ancestros demuestran su predisposición a mantener a sus descendientes.
Y si los símbolos son importantes ninguno más que el kibulu y los objetos que guarda, testifican el estatus, poder espiritual y material así como preparación y riqueza de quien lo rije y mandó erigir, pues a cada nombramiento sigue la creación del nuevo Kibulu con el santuario y la amplia sala contigua a la ‘casa de ancestros’ desde donde dirijirá su pueblo.
Strother 2014, p. 141. También nos dice que en la talla:
“La mujer puede llevar un collar con dientes de leopardo, como enseña de su autoridad. Que la producción de Kaseya, más naturalista que las habituales de los pende, está en parte influida por las efigies de las Madonas con Niño que llevaban los misioneros, en esa época en que colocar sobre los tejados esas figuras era más habitual de lo normal”.
Y resalta también que:
“…si en el santuario o ‘corazon’ del kabilu, se guardaban las máscaras primordiales, en la sala de ‘parlamentos’ se albergan las insignias de las jefaturas públicas”.
la estatuaria pende
No sé de importantes figuras realizadas por artistas o artesanos pende, aparte de lo mostrado y alguna más que veremos a continuación. En la estatuaria pende, no parece haber, ni con mucho, la variable de caracteres que se ve en las máscaras. De lo que conozco paso a mostrar lo más representativo, en mi opinión.
Sí quiero precisar que sé que lo que se encuentra en los grandes museos etnográficos mundiales, tiene como curadores a los más grandes expertos en cada momento, con formidables equipos y colaboradores.
Ni se me ocurriría ninguna otra cosa que no sea aplaudir sus dictamenes.
Dicho lo cual, la primera impresión del Quijote se produjo en Enero de 1605 en Madrid en la calle Atocha por Juan de la Cuesta, con una primera edición de entre 1.500 a 1.700 ejemplares. Se sabe de alguno de estos vendido algo más allá del año 2000, en algo más de350.000 €, ojo, no el original manuscrito.
En las librerías, hoy, se encuentran ediciones de los dos tomos de Florencio Sevilla Arroyo por 5 euros, y me pregunto: “¿Lo expuesto en ambos libros, difiere en algo el relato, los devaneos, chaladuras, razonamanientos, emociones, vicisitudes, pasiones, cobardía, dolor, gallardía, o…? ¿Expresan y trasmiten ambos lo mismo? Ah, eso sí, claro, no es tan antiguo uno como otro, ni el de ahora, a pesar de la pobreza y errores de aquella primera impresión, tan… ‘bonito’.
la Pietá de Buonarroti
En el Vaticano se encuentra una obra maestra del arte mundial, la Pietá de Buonarroti, que este esculpió entre 1498 a 1499. Impresiona la enorme sensibilidad que muestra en un trabajo técnico inigualable, todo el mundo queda impactado ante ella, pero nadie reza, solo hacen fotos.
En la antigua iglesia del Pozo del Tio Raimundo zona de Madrid paupérrima y de lucha por la supervivencia y libertad desde sus inicios en 1955 hay una imagen de otra Dolorosa, escayola repintada con más precaución que talento artístico. Con muchos más ateos y agnósticos que creyentes desde decenios antes de su fundación, la iglesia, en la que se realizaban desde asambleas, sentadas o huelgas a bautizos o comuniones, se llenaba, y ante dicha imagen se veía habitualmente gente concentrada mirándola o con la cara hundida entre las manos.
Desde luego el plinto de la Pietá valía lo que medio barrio incluida la Dolorosa, pero en cuanto a su funcionalidad, ay!! Creo qué no hay color.
El arte africano
El arte africano encierra talento, técnica y sobre todo mayores conceptos de filosofía vital, que cualquier obra de arte religioso europeo, pero ciertamente, mientras estas, muchas de ellas, se conservan con anterioridad al siglo XV, no pasa lo mismo con las africanas, de las que difícilmente se encuentran obras del siglo XIX, casi podríamos decir que pertenecen a la época de los ‘impresionistas’.
Pero eso no quiere decir que manteniendo sus creencias, o supersticiones que dirán muchos, no siguieran haciéndose con el mismo ceremonial y para ceremoniales concretos, máscaras o figuras encargadas ex profeso.
Me consta que ya en época del Kaiser Guillermo II en la Duala del Neukamerun sobre 1913, implantó una avenida que llenó de artesanos para que realizaran obras para la comercialización.
Incluso de antes, hay documentos fotográficos que muestran puestos de artesanos mostrando su mercancía.
un taller pende
Desconozco todo lo relativo a esta foto, ni datos del autor ni de quienes son los retratados, ni la fecha.
Sí aprecio en el ropaje del blanco que pudiera estar entre los años 30 a 50 del siglo XX. No se porqué exactamente, diría que es León de Sousbergher, que pasaría de fotógrafo a fotografiado pero no puedo afirmarlo, a pesar del tiempo que he dedicado a averiguarlo.
Sea él u otra personalidad con el mismo interés y valor etnográfico, está claro que fue uno de los medios de que los museos, colecciones y sobre todo casas de subastas se valieron, para adquirir lo que para unos eran información extrordinaria sobre el hombre, para otros tesoros invaluables y para los más, negocio fructuoso.
Seguimos siendo seres temerosos de aquello que desconocemos y mientras surja alguna incognita, esté donde esté ese ser humano seguirá protegiéndose con ‘fetiches’ aunque estos ya nos hablen e incluso juegen al ajedrez o nos hagan café. El miedo es libre, como el defenderse de él.
máscara phumbu
En este conjunto tallado, vemos cómo el personaje presenta una típica máscara phumbu, el sucesor del linaje pende, y algo insólito, monta un búfalo aparentemente domado.
Siendo el búfalo salvaje, símbolo común en África de tesón y fuerza y representación por ello del poder de un gobernante, parece que la pieza podría haberse realizado para este fin, encargada por algún descendiente interesado en recordar su ascendencia. Pero el historiador de arte Herbert Cole, manifiesta una idea concreta sobre esta escultura pende y nos dice:
“En los siglos XVIII y XIX, los comerciantes de ascendencia mixta, llamados ‘Pombieros’ en portugués, montaron bueyes en misiones comerciales de larga distancia dentro de Angola y la región del Congo. Es particularmente importante para la silla de montar, elegir en vez de una tela, una piel de leopardo. El leopardo es otro emblema real y la piel se usa a menudo como asiento, alfombra o disfraz en las ceremonias de la corte”.
Lo que él mismo ilustró publicando una fotografía alrededor de 1870.
A | B |
Mbuya Mbangu
Vemos dos figuras similares, aparentemente iguales a las máscaras mbangu habituales. A primer vista una, llamemosla a, observamos representa un Mbuya, espíritu de poder, caracterizado como Mbangu, ser de rostro asimétricamente deformado en lo que parece una parálisis facial que le configura en una suerte de dualidad. Donde el color blanco se encuentra a la derecha y el negro a la izquierda. Hasta aquí lo habitual.
En la figura que llamaremos b, se aprecia tal vez el mismo concepto de base, pero con varias diferencias que se hacen evidentes al observarla detenidamente. Primero saltan a la vista un cuerno, una pequeña calabaza y diversos envoltorios que le confieren una apariencia digamos ‘negativa’ a lo que hay que sumar algo menos obvio pero que si nos centramos se ve rápido, el blanco queda a la izquierda y el negro a la derecha, está invertida con respecto a la otra.
De entrada, y en ambas figuras, esta evidente dualidad crómatica corporal, que en la parte oscura de la cara se ve deformada por una mueca pavorosa, como si le hubieran efectuado la peor de las maldiciónes o embrujamientos, produciendole un ataque epiléptico, las temidas y mortales picaduras de viruela que dividen la figura longitudinalmente dejando ambos espacios perfectamente definidos, las pústulas a medias cicatrizadas producidas por las desfortunadas quemaduras, o el evidente bocio. En suma, todo aquello que de infame y negativo puede afectar a un ser humano.
El lado oscuro, ese al que el negro parece atribuir su condena, que básicamente se la impone el blanco, y por lo que se entiende postergado y circunscrito a lo malo.
Semántica cromática
En contraposición está lo blanco, y el blanco. Lo blanco es lo positivo, lo que circunda los ojos y se aprecia en la feliz sonrisa, es la luz, la vida facil y de abundancia que ha conseguido el blanco por serlo, sin rencor pero con evidencia. Tan evidente como que quien se arrima a él algo saca de positivo. Es el color de los huesos de nuestros antepasados que vemos cada vez que los celebramos, es la vida que desconozco por que está al otro lado. Es el desconocido mundo que porque no puede ser de otra manera, a la fuerza, debe ser mejor.
Ambos mundos refundidos, encontrados sin mezclarse, como no lo hacen el leopardo y la gacela salvo metafísicamente.
Mundos invertidos, parece que con la intención de evidenciar que si lo material nos importa, no lo es menos ese temor a lo inmaterial y que si en una solicitamos, pues estamos necesitados, en la otra ya exigimos que aquello que con tanto fervor y desgaste económico por los numerosos sacrificios realizados pero también por lo emocional que conlleva, que ya!, que no podemos más, que demandamos una respuesta.
Según me cuentan aseria la muestra de la condición en que nos encontramos, y b la demanda de que se resuelva dicha condición.
Hay momento en que ya todo tiene un límite.
En un desafio total, el bailarín salía, siempre, desde que se conoce el ritual, con una flecha clavada en su jorobada espalda. Flecha de hechizo, de hambre de esclavitud de hartazgo de lo irracional. Y que al visualizarlo el pueblo saltaba festivo porque aún era posible que alguien fuera todavía más ingenuo y desgraciado.
Rol de la mujer
Y un último dato, ambas figuras son femeninas, el rol de la mujer y su poder dentro de la comunidad, ellas son la tierra que se pisa y la del más allá, donde están los que se fueron, pero también los que vendrán. Ese poder, transferido a unas figuras que velaran por que los ancestros se apiaden y no nos castiguen ni dejen que nadie lo haga, pero también, son emblema de cómo enseñar para saber cómo actuar.
“No se burle de su vecino, no se ría de su hermano. Los hechiceros le han hechizado, ha sido cazado por magos; como él lo era, también había sido cazador. Mediante su danza, evocó su deseo de perseguir a estos magos de dañar a los que le habían causado daño... Luchó contra la enfermedad, oponiendo lo blanco a lo negro en este rostro deforme”. .
A | B | C |
A ese tipo de figuras antropomorfas, femeninas como hemos visto, se pueden añadir aquellas que recuerdan a los ancestros varones, que en contraposición son sencillas, tal vez en exceso; en la a vemos actitud de recogimiento y espiritualidad, es alguien ligado como veremos al mukanda, relevante en el rito, pero solo por el tocado le identificamos, nada denota en esta, ni en las otras, su finalidad o función tan solo se hace incapié en el peculiar modo de llevar el pelo al estilo guhota sanga La b del centro del Instituto de Arte de la Universidad de Chicago.
En las figuras zoomorfas, poco más que decir, solo conozco esta. Un leopardo que rebosa gracia y a la vez elegancia. No impone miedo e incluso me lo llevaría a casa, tal vez sean así los jefes a los que se quiere representar.
Deja una respuesta