La infancia en los Fang
Un niño, cualquier niño era una bendición. Daba igual cómo apareciera. Si era de alguien ha llegado mejor pero aunque apareciera sobre la rama de un árbol seríatenido como un fruto y aceptado como un milagro, pero sin más preguntas.
Nada más nacer el niño, se anunciaba la buena nueva entonando un solemne canto de bienvenida en el que estando atento ya se desvelaba su sexo. Limpios y arreglados madre e hijo se les reconfortaba con un masaje ritual que relajara a la madre y se comprobara que el niño oía y respiraba sin complicaciones.
Ocha’a Mve Bengobesama, op.cit., pp. 50 a 54, apunta:
“Como parte importante de la ceremonia de nacimiento, se le daba nombre al recién nacido y se recitaba su genealogía con los cantos tradicionales”.
Mpongo 1968:45 nos dice:
“Dar vida es la única finalidad, y da sentido en la existencia fang al derecho matrimonial“.
La ley tradicional fang
En la ley tradicional fang lo que se contempla es el derecho de toda persona y el deber como fang, de ser padres, de dar vida, de procrear y conseguir que así la comunidad crezca. Cumplido el objetivo de esta ley tradicional, la sexualidad en el matrimonio no es algo que ataña solamente a los dos implicados, sino que es algo comunitario, que compete también porque afecta a los dos clanes al que pertenecen los esposos.
Senghor 1978:197, en la misma línea reafirma:
“El matrimonio no consiste en fundar una nueva familia ni en integrar a la mujer en la familia del esposo; es la alianza de dos clanes para realizar y colaborar a la perpetuación de la obra de la procreación”.
Si la mujer es madre antes de estar casada, ni leyes ni moral fang le pondrán reparos pues su demostrada fecundidad aporta un bien de mayor mérito. Por el contrario, una mujer casada, sin hijos, tenida por estéril por tanto, será cuestionada y repudiada, si no por su marido, tal vez sabiéndose culpable, la mujer lo será sin duda por el clan.
Esto evidencia que para los fang prima más el ser considerado padre o madre que esposos. Estar desposado no implica mérito alguno si por medio no hay un hijo. El hijo es el que aporta el título de padre de familia y a la mujer el de madre con el que abarca al suyo y a todos los niños del poblado, pues la llamarán y reconocerán como madre, asentando su posición en el clan de su esposo.
el n’sud
Y si la mujer casada al ser madre se gana el respeto por derecho propio, no sucede así con el padre que puede serlo biológicamente pero que si no ha satisfecho el n’sud, nunca le será reconocida la paternidad que la ostentará quien la haya pagado y si no el niño pasara a ser del clan de la madre siendo su padre legal su abuelo materno o en su defecto su tío, el hermano mayor de su madre.
Abuy, 1985: 125 respecto al punto anterior nos dice:
“Después del alumbramiento, naturalmente, la madre deberá ausentarse de la casa de su padre para irse de casamiento”.
Dándonos a entender que desde ese momento en que ella ha conseguido ser madre, no tendrá problemas para conseguir hombres que la pretendan como esposa.
Los niños pasaban el día junto a su madre en el antepatio de su habitáculo donde además del jergón estaba el hogar donde cocinaba. Sus juegos consistían en ir a pescar o cazar imitando a los mayores a los que pretendían emular.
Transición en la infancia Fang
Según crecían prestaban con sus capturas una valiosa ayuda para la familia sobre todo cuando esta era numerosa. Sobre los siete años se les dejaba acceder con los adultos en el aba’a donde aprendían a unir la nipa para las casas, a entretejer las nasas y cestas de pesca, y ayudando cuando se les requería a otros artesanos en sus oficios. Con entre diez y doce años, ya en la pubertad, les llegaba el momento de las ceremonias y ritos de su paso a adultos practicándoseles la circuncisión.
A las adolescentes púberes se las reunía en la casa familiar donde con la abuela al frente las madres les explicaban los cambios que experimentaban en su cuerpo, enseñándolas a la vez recursos propios de la mujer para desenvolverse en la vida que asomaba tras la puerta.
Llegado ese vital momento en su vida al convertirse en mujeres las enseñanzas aprendidas en esos cortos años, ya les servían para desenvolverse en cualquier requerimiento de la casa, frente a las picardías de los muchachos y capacitándose para su próxima vida marital.
El incesto
Cualquier niño como se ha dicho era bienvenido, pero no era aceptable que llegara por el camino de un incesto. Obviamente no se culpabilizada al niño, si es que llegaba, aunque le perseguiría siempre tal lacra.
En el pueblo fang el incesto era perseguido y castigado como un desaire a los ancestros, un nsem o pecado, cuyo paso previo a la redención moral, de la mortal ya se vería, pasaba por el ‘baile del pecado’ o aboc mísem, en el que los interfectos debían bailar en público desnudos delante de los jefes de la comunidad y todo el poblado, estando todos obligados a asistir, declarando hasta convencer a todos y cada uno de los asistentes de que nada se guardaban, por lo que eran fustigados y vituperados hasta la extenuación general, relatando lo que habían hecho, desde cuándo llevaban haciéndolo y cuantas veces lo habían hecho, para que todos aquellos a los que se pasara por la cabeza semejante abominación, se lo pensaran dos veces y así ellos redimieran, en parte, su maldad.
Todos los niños juegan juntos, en especial, los que tienen la misma edad, entre ellos se consideran hermanos de edad para toda la vida, hasta llegar a formar el consejo de ancianos. Un bebé es una bendición, y así lo tienen, como no, los abuelos fang que por lo general componen el ‘consejo de ancianos’.
Rol de los abuelos
Y esos abuelos, desde el consejo, siguen de cerca las evoluciones de todos los niños. Es la familia la que tiene la potestad de organizarse, incluso decidiendo cuándo presentar a su bebé. Suelen tomarse su tiempo pues es una ceremonia importante, y quieren que su bebé presente el mejor aspecto. Tomada la decisión se fija la fecha y se presenta al niño para que el pueblo le dé la bienvenida y elogie a los padres.
Tras los halagos y parabienes, se da paso a los adivinos para que predigan la futura trayectoria vital que aguarda al infante tras aventurar sus capacidades y virtudes, lo que fácilmente puede ser acertado pues el objetivo de todo individuo fang pasa por ser útil al grupo, aunque por descontado se da por bueno cualquier logro individual se dé en el entorno que se dé aunque sea fuera del poblado, lo que se celebra porque de algún modo revierte en la comunidad.
Son conscientes que todo ser llega al mundo con una serie de cualidades cuya utilidad se va mostrando paulatinamente y que hay que pensar en cómo potenciarlas. El consejo y con él el poblado, se vuelcan en propiciar que sea así aunque sin presionar ni soliviantar o interferir en el desarrollo del niño, dejando que su futuro lo marque el tiempo y sea bienvenida su dedicación, sea esta como cazador, pescador, comerciante, sanador, pacificador, artesano, sacerdote, músico, o estudioso de las estrellas, pues todo ello servirá al pueblo y cualquiera de estas u otras posibilidades recibirán el beneplácito de los veteranos que ya ejercen estos oficios.
Los juegos en la infancia Fang
Por ello dejan a los niños que jueguen, saben que es una manera de aprender y que muchos juegos emulan la vida cotidiana, y aún sin inculcárselo les gusta que lo hagan a ser mayores, que recreen oficios y posición social. Pues jugando despiertan vocaciones, definen las relaciones con los demás y con el medio de vida. Incluso dependiendo de la edad, se les guía para que a su modo, recreen en madera las herramientas que posiblemente marquen su dedicación futura.
Tras juegos y caída la tarde, junto a sus madres se irán al rio a bañarse para quitarse todo aquello que el juego ha dejado en sus cuerpos; es muy importante para ellos la limpieza, incluso tienen tratados de cómo debe hacerse una escoba, aunque no lo veremos aquí, pero la más especial es aquella con la que se barre la aba’a… Bien, pues se bañan para quedar limpios, tras lo cual mujeres y niños se dan aceites derivados de la palma u otras plantas aromáticas.
Y aunque para los juegos los niños y en el trabajo los adultos, lleven ropas ajadas y viejas, siempre estarán limpias para el día siguiente, pero ahora hay que acicalarse y ponerse, todos, guapos, pues la tarde es el tiempo de las relaciones sociales y ver que cuentan hoy los abuelos.
Conviene recordar que viven en el trópico muy cerca del ecuador y el día y la noche son más o menos igual de largos, por lo que al menos 4 horas de cada día se viven a la luz de la luna, también este es el motivo de que la intimidad entre personas no es bien vista durante las horas de sol y los ancianos lo desaconsejan, “aunque se puede procrear de día, no se puede progresar “.
Tabús para los niños Fang
Y permitidme algunas curiosidades puntuales, o tabús, eky para ellos. Los niños beti tienen prohibido matar o capturar arañas, es un eky, tabú, “pues no sabes cuál te va a cruzar el río”.
Creían según sus mitos, que las crías que lleva la araña sobre su lomo son las almas de los muertos, que las recoge para remontar y cruzar el gran río, y llevarlas al otro lado del límite.
Apropiado por los beti, es sin duda un tabú común como el que ahora tienen como suyo los esandón de Nsue Ondó que prohíben que los críos capturen anguilas o degue.
Que a los esabok no se les ocurra tender trampas a los antílopes, pues veremos que piensan que todos son Só. O que los okaks coman gallinas, que no sus huevos, porque todas y cada gallina es la solución a una encrucijada.
Estos tabús son para niños porque bien sabe el adulto, como lo sabrá el niño, que no deben saltarse. Y si antiguamente compelían a todo el pueblo fang, las migraciones y consiguientes diversificaciones han ido acotando espacios ahora y no en todos se encuentra lo mismo, por lo que cada clan o región ha retomado el tabú a su manera implantando con ello su propio sello o peculiaridad. Son tabús que hace tiempo no se toman al pie de la letra, que unos aún creen y no tanto otros, como nos sucede aquí, donde alguno aún cruza de acera si ve venir un gato negro.
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