Idioma
Hay cinco ‘lenguas’ autóctonas que se hablan en el Alto Zambeze, además de dos lenguas importadas, Lozi e inglés. Lunda, una de entre las cinco, asume en realidad dos grupos de dialectos mutuamente inteligibles, Lunda y Lunda-ndembu. otros cuatro son los dialectos Luvale:
- Vaka Kasavi, lengua hablada por el pueblo a lo largo del río Kasavi / Kasai;
- Vaka Mbunda, hablado por los que habitan la tierra de color rojo, Mbunda;
- Vaka Yambeji, hablado a lo largo del Zambeze;
- Vaka Mbalango, hablado en la zona de los llanos entre el río y Lungevungu Bulozi.
Los tshokwe, junto a los balovale, recordad que el prefijo Ba significa pueblo, son gentes que hablan uno de estos dialectos y viven donde crece la planta mavale. El análisis lingüístico de cada lengua revela que ciertos grupos luvale, luchazi y mbunda son lo más cercano lingüística y culturalmente, y con mínimas diferencias también lo son con los tshokwe; y que las personas que hablan lunda representan una lengua y cultura un tanto diferente, y están relacionados con una fase posterior de las tradiciones históricas compartidas por cada grupo.
A nivel local, las similitudes son abrumadoras, en contra de las diferencias, excepto cuando de éstas se pueda conseguir ganancia personal.
La sociedad tshokwe
La sociedad tshokwe es compleja y aunque otorga privilegios igualitarios a las mujeres en algunos conceptos, otros, por condición de género, los tienen por específicamente masculinos. Los hombres son figuras dominantes entre los adivinos e intermediaros en el mundo espiritual.
Sin embargo, no hay un sacerdote designado y preparado, tanto los hombres jóvenes como los maduros pueden hacer ofrendas a los antepasados antes y después de expediciones peligrosas o durante tiempos de problemas en el pueblo.
Las mujeres rara vez hacen tales ofrendas, principalmente porque la mayor parte de sus vidas su dedicación principal es su función de madres y gran parte de ese tiempo discurre en la aldea, donde no se hace santuario dedicado a antepasados de linaje. A veces se dice que las mujeres sufren más que los hombres de las aflicciones relacionadas con los antepasados porque no tienen oportunidad de hacer las ofrendas pertinentes a los antepasados, de la manera que los hombres lo hacen.
Los ancianos, sean hombres o mujeres, se consideran espiritualmente en contacto sagrado con Dios y tienen el poder de iniciar una ceremonia masculina o femenina para curar enfermedades graves o no.
Los jefes masculinos
Los jefes masculinos muestran enseñanzas de los antepasados a través de la pintura corporal, la ejecución ritual y el uso de máscaras dramatizando los principios cosmológicos y transmitir el conocimiento a través de generaciones. Pero también usan estas manifestaciones para desempeñar sancionar o validar instituciones sociales y políticas, generalmente percibidas como de dominio del hombre.
Es el papel de los jefes, como los más altos representantes religiosos de Dios en la tierra y mediadores entre los reinos naturales y sobrenaturales, realizar ceremonias propiciatorias conmemorando los logros de los fundadores del linaje tshokwe. Esto significa que los jefes promueven la fusión armoniosa del pasado y el presente, garantizando un futuro venturoso para todos los tshokwe.
Realizan ilustraciones iconográficas de sus ancestrales creencias religiosas donde incorporan principios de espiritualidad, continuidad y prosperidad y que son parte de su gran patrimonio cultural, llamadas sona.
Las figuras reales de los antepasados
Las figuras reales de los antepasados entre los tshokwe también reflejan la responsabilidad del jefe de mantener un sentido de equilibrio con el mundo espiritual para asegurar el bienestar de la comunidad. Recordar y honrar a los antepasados asegura la fertilidad, el éxito y la continuidad para todos, mientras que el descuido hacia un pariente fallecido puede resultar en caos, confusión, calamidad, catástrofe o guerra.
En cuanto al posicionamiento de las mujeres en esta cosmología, los tshokwe veneran a la mujer ideal como figura madre. Las madres toman la iniciativa en las ceremonias de iniciación para las mujeres: preparan a una joven en su paso a la membresía de las mujeres adultas, formándola y celebrando su potencial maternidad.
Entre los tshokwe, las madres son honradas en los rituales religiosos, que tienen el propósito principal de hacer que estas mujeres rían y se sientan felices. Las madres son vistas como una fuente primaria de la sociedad, seres iluminados con poder espiritual para crear y acabar con la vida.
Durante los rituales que los honran, las madres deben responder con entusiasmo y apropiadamente bailando, cantando, gritando y aplaudiendo a la actuación enmascarada.
los espíritus ancestrales
A principios del verano, las ancianas y los niños organizan una celebración espiritual y mística cerca de los ríos, con comida, y vertiendo libaciones de cerveza y vino, evocando acontecimientos importantes en sus canciones y bailando para los antepasados como una manera de complacerlos, por la bondad, la protección y la orientación recibidas por la comunidad a lo largo del año.
Durante esta celebración espiritual, los miembros lloran, bailan, tiran comida en el río y piden más lluvia para fertilizar la tierra. Creen que los espíritus ancestrales tshokwe desempeñan un papel crucial en proveer a sus parientes vivos, si estos se rigen apropiadamente y ellos son honrados por los vivos.
Su estructura social es matrilineal, como hemos explicado anteriormente y uxorilocal, esto quiere decir en este último caso, que al fallecimiento del marido, la viuda pasa a depender del hermano menor del fallecido, como otra esposa más.
Los tshokwe, no reconocen un líder único que les aúne, pero en cambio ofrecen lealtad a los jefes locales y estos al elegido de entre los clanes ancestrales, que heredan su rango de un tío por línea materna. Los jefes, Mwana ngana, consultan con un comité de ancianos y los especialistas en rituales, antes de tomar decisiones.
Las aldeas en la sociedad tshokwe
Las aldeas se dividen en secciones manejables, a modo de barrios, que se rigen por los jefes de familia.
Es importante insistir en señalar, que todos los miembros de la sociedad tshokwe se dividen en dos categorías, los que son descendientes de los fundadores por línea matrilineal y los que son descendientes de antiguas poblaciones sometidas o esclavizadas.
La jefatura está restringida a uno sólo, de entre los trece clanes ancestrales tshokwe que componen el Nama Kungu, la asamblea de los trece clanes. Todos los descendientes femeninos con opciones de ser jefes son, vamwangana. Los varones, mwangana.
Al hijo de un jefe varón se le llamaba Mwana Uta o ‘niño del arco’ y por esa tradición matrilineal: “El arco pertenece a la mujer hasta que un hombre la tome”, nunca llegaría a convertirse en un mwangana.
la genealogía
Curiosamente y en función del número y de la fecundidad de los jefes de sexo femenino, era posible tener cientos de jefes en un momento dado.
Con muy pocas excepciones, la genealogía tendía a ser inconsecuente por razones obvias.
Durante el comercio de esclavos ciertas vamwangana eran capaces de crear nuevos e importantes cacicazgos. Estos coexistieron con los títulos más viejos, y con la Kakenge, la antigua jefatura que proporcionaba los vínculos históricos de legitimación necesarias que cada jefe requería para ser aceptado como un mwangana.
Esta proliferación de jefes con muy diversos grados de autoridad real, servía para hacer frente y frenar, a la administración colonial, que requería de un sinnúmero de funcionarios, para hacer manejable políticamente tantos aunque tan pequeños estamentos a regular.
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