Organización Politica de los Yoruba
Al jefe político se le daba genéricamente el título de Oba. Pero al de reino de Oyo se le daba el de Alafin y al de Ifé, Ooni.
El sistema de organización era similar en todos los reinos pero el que más datos aporta es el de Oyo que se administraba de la siguiente manera: El Alafin, el jefe político, se auxiliaba en su hijo al que se denominaba Aremo que nunca podía suceder a su padre en primera instancia.
OyoMesi era un consejo de siete magistrados de entre los cuales se nombraba al Bashorun, que actuba como Primer Ministro; este consejo de OyoMesi, tenía más poder que el rey pues no solo era quien nombraba reyes sino que podía anular cualquier resolución que tomara el Alafin que no le resultara convincente.
Ilari era el consejero personal del Alafin y tenía carácter hereditario.
Por tanto al frente del gobierno del reino estaba el rey, Ooni, Alafín u Oba, que dependía por este orden del Bashorun, OyoMesi, e Itari. A estos había que sumar al Kakanfo o comandante supremo del ejercito. Este ejercito era permanente y dispuesto a dar su vida por el reino hasta el caso de que sus integrantes quedaban abocados al suicidio si perdían una batalla que contribuyera a la perdida del reino o la captura del rey.
El resto de jefes de sección de cada parcela administrativa de la corte recibían el nombre de Eso, que solían ser eunucos y que tenían un recinto propio, había administradores y también quienes ejercían las labores de protocolo, cocina y resto de servivios domésticos.
Administración regional política
Cada provincia del reino se regía por un Jefe u Oba que a su vez tenía un Balas que lo hacía en cada ciudad, pueblo o barrio, siendo este ultimo el escalón más pequeño. Ninguno de estos era nombrado por el Rey pero sí necesitaba de su reconocimiento.
El Alafin, Ooni u Oba tenía a su vez unas reglas de obligado cumplimiento:
Si no se estaba de acuerdo con el OyoMesi e Itari al rey o jefe no le quedaba otro camino que suicidarse.
Una calabaza vacía simbolizaba el desacuerdo del pueblo con su jefe, si el OyoMesi indicaba al Bashorun que enviara la calabaza al rey o jefe, a este no le quedaba otra salida que suicidarse.
El Kakanfo podía negarse a acatar una orden que entendiera perjudicial para el pueblo, lo que se judicializaba por el OyoMensi. Aunque el organigrama estaba centralizado era para su época un sistema altamente democrático.
Administración Judicial
brujería, escarnio de deidades, profanación de santuarios y robo. Este tipo de delitos graves que conllevaban la pena capital, requerían de la presencia del Oba y del consejo de jefes Mesi, únicos capacitados para dictaminar esta pena, realizándose los juicios en el palacio real.
Los delitos considerados menores quedaban bajo el dictamen y decisiones del jefe de familia, aunque podían recurrirse, subiendo de grado hasta el consejo de jefes del pueblo o barrio, pero no más allá, en estos se trataban las deudas, las injurias, disputas de familia o las agresiones.
Los Elegbe, aquellos que pertenecían a grados de edad, entre sus obligaciones tenían la de llevar a cabo el cumplimiento estricto de las sentencias hasta el mínimo detalle, presenciando las ejecuciones o siguiendo los tiempos de encarcelamiento impuestos. Formaban un cuerpo de ejercito al servicio único del Oba.
Esto privilegió a los yoruba frente a otros pueblos, al tener garantizada estricta justicia y equidad, lo que permitió que su sociedad tuviera presente en sus actuaciones el juego limpio y que la concordia imperara.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
Deja una respuesta