“Prácticamente todo lo manipulado por el hombre es útil para el trueque, pero no todo es moneda”.
Permitidme antes algunas consideraciones.
No sé en culturas de otros continentes, tampoco mucho de este. Pero si vemos cómo actúa la Naturaleza, no conozco ninguna especie animal donde no estén bien delimitados los roles de género.
Sólo la especie humana habla de igualdad, pero no creo que en cuanto a lo físico, sino en la capacidad del pensamiento.
Retomo, no conozco especie en que no se tengan claras las funciones, los roles de género. Y sí, sé de aquellos animales con capacidad de cambiar de género pero lo alteran a la par que su función.
Casi todas las especies forman matriarcados donde la hembra predominante decide. Los machos suelen vagar sueltos y acuden junto a las hembras llamados por el celo de estas, pero deben ganárselas cada cual a su manera.
La especie humana, se sabe que también actúo así.
Hablamos de la moneda, sea con el origen que sea los expertos dicen que la moneda más antigua conocida son unos aros de conus, especie de caracol, encontrados en excavaciones sumerias y datados sobre el 4.000 a.C. El conus es un caracol marino que muerto su molusco, gastada la concha por efecto del mar el viento y la arena, forman unos aros que podían encontrarse en las playas.
Tras estos y sí documentados figuran los caurís, un bivalvo que como el conus se da en el Indico y el Pacifico y cuya datación ya figura en documentos del 2.500 a.C. Arqueólogos y etnólogos concuerdan en que la especie humana vio en la forma del caurí una vulva femenina, de donde derivó a ser el primer objeto tenido como reverencial por el interior donde no se veían mucho, y cuando aparecieron en cierta cantidad evolucionó a moneda, por lo que hemos visto significaba, su pequeño tamaño y su fácil manejo y transporte.
En resumen y él porqué de esta introducción. El varón humano necesitaba de mujer para establecer su mundo, pero para acceder a ella debía compensar a su núcleo familiar, sus padres y clan. Y la evolución le llevó a compensar con algo más que preocuparse por ella, también porque lo consintieran los suyos, de ahí tener que pagar una ‘dote’ o contraprestación acordada y de ahí, si no el origen, que pudiera ser, sí la mayoria de las monedas, como vamos a ver.
Breve introducción a las monedas Africanas Tradicionales
Al conocer las monedas tradicionales africanas, nos daremos cuenta que se le debe dar al africano su cuota en la historia del sistema monetario y de la aparición del dinero y permitir que reivindique su lugar en él.
Comprenderemos así mejor a los pueblos que las utilizaron; pues la moneda es, en cierto sentido, reflejo de la sociedad que la crea, con sus creencias, costumbres, economía e incluso el desarrollo tecnológico de cada pueblo.
Nos daremos cuenta que lo que da valor a su moneda, no es tanto el ‘valor intrínseco’ del material con que está fabricada, sino su función como ‘símbolo del dinero’, y por ende de estatus, poder, función común ejercida siempre.
Pero el África Negra no surgió de la nada, el aislamiento mantenido en el tiempo, con el trasfondo del miedo a ‘lo negro’, pareciendo este impenetrable y peligroso, no fue generalizado ni supuso un inconveniente para algunos aguerridos aventureros, que siendo conscientes de tener a mano un tesoro, pretendieron ocultarlo, y nada mejor que mantener e incluso acrecentar la idea de lo tenebroso para sin duda poder ser sus únicos beneficiarios.
Pero veamos algunos ejemplos de cómo se desenvolvieron en el tiempo las gentes que allí habitaban, y que pasó cuando la codicia superó al miedo.
Representación del siglo XV a.C. en Karnak del viaje de la reina Hatshepsut a Punt
El misterio envuelve a Punt y su civilización, como a niguna otra en África. Los relatos históricos del reino datan del 2500 a.C., en que aparece en los registros egipcios como ‘Tierra de los Dioses‘ rica en ébano, oro, mirra y animales exóticos como simios y leopardos. Los mismos datos hablan de las imponentes caravanas y flotillas que lo egipcios enviaban con mercancías para intercambiar con Punt, sobre todo en la época en que reinaba Hatshepsut en el siglo XV a.C., sin embargo no consta en sus datos la ubicación donde se encontraba. Esta ubicación de tan legendario reino es tema de controversias entre arqueólogos y expertos, en que un grupo significativo se inclina por su existencia en el este africano, en algún punto de la costa del Mar Rojo.
En 2010, se optó, para ver si aportaba datos, que se analizara un babuino momificado que aparecía como regalo de Punt al faraón.
El equipo de expertos dictaminó, que el animal resultaba equiparable a los babuinos existentes en las actuales Etiopía y Eritrea, quedando la ubicación de la Tierra de Punt sumida aún en el desconocimiento.
Antigua ciudad de Meroe en la orilla este del Nilo en Sudán a 200 km de Jartúm. Yannick Tylle
Aunque eclipsado por sus vecinos egipcios del norte, el Reino de Kush se mantuvo como una potencia regional en África más de mil años. Este antiguo imperio nubio alcanzó su apogeo en el segundo milenio a.C., cuando gobernó una vasta franja de territorio a lo largo del Nilo en lo que ahora es Sudán.
Casi todo lo que se conoce de Kush proviene de fuentes egipcias, que indican que era un lucrativo centro económico cuyo mercado abastecía de marfil, incienso, hierro y sobre todo oro.
El reino era a la vez socio comercial y rival militar de Egipto, incluso lo gobernó durante la 25ª dinastía durante la que adoptó muchas de sus costumbres.
Los kushitas acabaron por adorar a algunos de los dioses egipcios, momificar a sus muertos y construir sus propias y singulares pirámides.
Alrededor de Meroe, la antigua capital kushita, perviven aún las ruinas de más de 200 pirámides, bastantes más que las que se encuentran en todo Egipto.
Haz y envés de una moneda de oro representando a Kaleb rey de Aksum. Este Reino del noreste de África que abarcaba la actual Etiopía, regiones fronterizas de Sudán, la mayor parte de Eritrea y parte de la costa occidental de la península arábiga, tuvo un importante papel comercial entre los siglos I d. C. y X d. C., participando activamente en los intercambios comerciales entre la India y el mediterráneo, sirviendo de punto de encuentro entre el subcontinente indio y el Imperio romano.
Durante el mismo período en que el Imperio Romano se levantó y cayó, el influyente Reino de Aksum marcó el destino sobre partes de lo que ahora son Eritrea y el norte de Etiopía. Sorprendentemente poco se sabe sobre los orígenes de Aksum, pero en los siglos II y III d.C. era un emporio comercial cuyo oro y marfil lo convirtieron en un vínculo vital entre la antigua Europa y el Lejano Oriente.
El reino tenía ya un código legislativo conocido como Ge’ez, uno de los primeros en emerger en África, y desarrolló un estilo arquitectónico distintivo que implicaba la construcción de enormes obeliscos de piedra, algunos de los cuales sobrepasaban los 30 m de altura.
En el siglo IV, Aksum se convirtió en uno de los primeros imperios en el mundo en adoptar el cristianismo, lo que condujo a una alianza política y militar con Bizancio. El imperio más tarde entró en declive en algún momento alrededor del siglo VII u VIII, pero su legado religioso todavía existe hoy en día en la forma de Tawahedo, la Iglesia Cristiana Etíope.
Mezquita de Djenné en Malí. Foto Florian Yubero Cañas
El Imperio de Malí se remonta a la primera década del 1200, cuando Sundiata Keita, un jefe tribal más conocido como el ‘Rey León’, lidera una revuelta contra el rey Sussu que atropellaba a su gente y uniendo a los suyos da pie al nuevo estado.
Bajo Keita y sus sucesores, el imperio ejerció su control sobre una gran parte de África Occidental apostando sobre todo por estimular el comercio.
Sus ciudades más importantes fueron Djenné y Tombuctú, ambas famosas por sus elaboradas mezquitas de adobe y el renombrado magisterio de sus escuelas islámicas. Una de esas instituciones, la Universidad Sankore de Tombuctú, incluía una biblioteca con unos 700.000 manuscritos.
El Imperio de Malí finalmente se desintegró en el siglo XVI, pero en su apogeo fue una de las joyas del continente africano y fue conocido en todo el mundo por la sabiduría de sus gentes y su riqueza y lujo.
Una historia legendaria sobre las riquezas del reino se detiene en el Mansa, emperador o rey de reyes, Musa Keita I, que hizo una escala en Egipto durante una peregrinación en el siglo XIV a La Meca. Según registraron fuentes de la época, el Mansa Musa derrochó tanto oro durante la visita que hizo que su valor se desplomara en los mercados egipcios durante varios años.
Tumba de Askia emperador de los Songhai en Gao, Mali. Por Louis Dafos
Por su gran tamaño, pocos estados de la historia africana pueden compararse con el Imperio Songhai. Formado en el siglo XV a partir de algunas de las antiguas regiones del Imperio de Malí, este reino de África Occidental era más grande que Europa Occidental y se extendía por una docena de las actuales naciones.
El imperio disfrutó de un dilatado período de prosperidad gracias a vigorosas políticas comerciales y a un sofisticado sistema burocrático que distribuía sus vastas posesiones en diferentes provincias, dirigidas estas por su propio gobernador. Alcanzó su cenit a principios del siglo XVI bajo el gobierno del fervoroso rey Muhammad I Askia, que conquistó nuevas tierras, llegando a forjar una alianza con el lejano califa musulmán de Egipto y estableciendo cientos de escuelas islámicas en el área de Tombuctú.
Aunque el Imperio Songhai fue una vez uno de los estados más poderosos del mundo, a finales del 1500 las luchas internas que desembocaron en una fratricida guerra civil se fue desmoronando, dejando el campo abonado para que el sultán de Marruecos mandara sus hombres conquistándolo.
El gran patio de cerramiento, Gran Zimbabue. Foto de Bill Raften para Getty Images
El Gran Zimbabue es uno de los monumentos más impresionantes en el África subsahariana. Es una imponente colección de rocas estratégicamente apiladas, y torres y muros defensivos de grandes piedras, adaptadas a sinuosas formas a partir de bloques de granito cortados. La ciudadela rocosa ha sido durante mucho tiempo objeto de mitos y leyendas, llegó a pensarse que fue residencia de la bíblica Reina de Saba, pero los historiadores ahora la conocen como la capital de un imperio autóctono que prosperó en la región entre los siglos XIII y XV. Este reino gobernó una gran parte de la actual Botswana, Zimbabue y Mozambique.
Era particularmente rica en ganado y metales preciosos, y se mantuvo en una ruta comercial que conectaba los campos de oro de la región con los puertos de la costa del Océano Indico. Aunque poco se sabe sobre su historia, los restos de objetos de cerámica china, vidrio árabe y textiles europeos, aventuran que ciertamente fue un centro mercantil bien conectado.
La ciudad fortaleza en el Gran Zimbabue fue misteriosamente abandonada en algún momento durante el siglo XV, después de que el reino entrara en declive, pero en su apogeo se estima que fue el hogar de más de 20.000 personas.
Evolución del Trueque
Cambiar huevos por miel o un conejo por un cesto entra dentro de lo coherente. Consiste en acordar con otro cambiar lo que sobra por lo que falta.
No hay lugar en el mundo en que dicha práctica no se llevara a cabo, de hecho la moneda no deja de ser el intercambio mediador del trueque, una inteligente forma, útil, pero sobre todo estimulante para el que produce o recolecta las monedas
Los expertos sitúan ese momento en que la moneda interactúa como tal en el s. XVIII, los economistas porque desde ese momento les es más fácil contabilizar qué por cuánto y los numismáticos porque dan pie a su dedicación.
Tan simples apreciaciones se deben a la percepción general de para qué la moneda, esa primitiva, que los antropólogos distinguen en apartados como ‘moneda primitiva’, ‘tradicional’, ‘premoneda’ o ‘paleomoneda’, entre otros, aunque cada vez más estos matices se tiende a reducirlos a ‘moneda económica’ y ‘premoneda’, advirtiendo además de que son meras acepciones sin una diferenciación clara.
Se conocen unos pequeños aros o anillos posiblemente encontrados a orillas del mar cuyo origen parece el desgaste lógico de conchas de gasterópodos.
Pero en este caso al haberlos encontrado en abundante cantidad en prospecciones arqueológicas en la antigua Mesopotamia, y haberlos datado en el IV milenio a. C., se apunta a que los sumerios pudieron haberlos utilizado con una capacidad monetaria, pudiendo ser las primeras en la Historia de la humanidad.
En donde no hay dudas, pues existe documento, es en la utilización del caurí como primera “moneda”, registrado en China a finales de la dinastía Xia, sobre el 2.200 a.C. Tras esta documentación se aportan otras demostrando que no hubo región del Planeta en que no se utilizaran diversas conchas como monedas.
¿Y en África? Desde antes del s. XV a la llegada de los europeos, en el Reino del Kongo, ya utilizaban como moneda un pequeño caracolillo de la especie Olivancillaria nana, lo que aunque mucho más tarde en 1811 documenta Lamarck, llegando a apuntar que lo denominan N’zimbu. También se documenta que utilizan anillos de conus, muy similares a los empleados en Melanesia, que como veremos fueron frecuentemente imitados por los traficantes europeos en materiales vítreos o cerámicos.
Sin duda la ‘moneda concha’ más importante en África, ha sido el caurí. De manera que ya en el siglo X los árabes los utilizaban en el comercio transahariano, siendo a la llegada de los europeos, que se registra y data la enorme cantidad de toneladas de pequeñas conchas que inundaron el continente africano.
Los primeros comerciantes portugueses, llegaron a las costas de África Occidental en el s. XV y pronto aprendieron que los nativos rechazaban sus monedas convencionales, incluso las de oro, prefiriendo utilizar diversos objetos como manillas y cuencos de cobre y latón, tejidos o conchas. De esta forma, primero los portugueses, y más tarde holandeses e ingleses utilizaron masivamente estos elementos para comerciar con el africano.
Una de las monedas más empleadas, con la que se adquirió la mayor parte de los esclavos que fueron trasladados al continente americano, fue la concha de la especie Cypraea moneta Linnaeus 1758, denominada caurí.
Cypraea moneta Cypraea annulus
Jan Hogendorn y Marion Johnson, investigadores incansables, nos aportan una vasta documentación relativa al comercio de esclavos africanos, adquiridos con ‘monedas concha’ por los traficantes europeos.
El comercio requería en primer lugar acudir a las Maldivas, en el Índico al sur de la India, donde se encontraban y reproducían miríadas de estos bivalvos.
Ya en el s. XVII y hasta finales del XIX, los caurís se transportaban a los puertos de Londres y Ámsterdam, donde eran subastados en sacos, siendo adquiridos por comerciantes ingleses, holandeses, portugueses, franceses e incluso daneses.
Los mismos barcos cargados con los mismos sacos de caurís, retornaban parte del camino en dirección a la costa africana para cambiar su paseada mercancía por esclavos. La precisa información de la carga, revela que durante el siglo XVII se introducían cada año más de 125.000 Kg. de estas pequeñas ‘monedas concha’.
La misma precisa documentación señala que mientras en 1520 un esclavo varón podía adquirirse con poco más de seis mil caurís, un siglo más tarde ya costaba más de diez mil y a finales del XVIII la cifra ascendía a más de 170.000.
Finalizado el tráfico de esclavos tras la abolición en 1807, el caurí siguió utilizándose para el comercio del aceite de palma, de forma que sólo en 1836 se introdujeron más de doscientos mil kilos de conchas en el continente africano. Sin embargo el final de esta ‘moneda concha’ se produjo cuando hacia mediados del s. XIX, se incorporaron al comercio ingentes cantidades de una especie muy similar, Cypraea annulus Linnaeus 1758, abundante en Zanzíbar, en la costa oriental africana.
Como en esos mismos momentos ocurría en Norteamérica, con la industrialización del ‘wampum’, la entrada masiva de “moneda”, produjo una enorme inflación que desestabilizó el mercado y terminó con la propia moneda, el caurí en África y el ‘wampum’, un curioso cinturón de cordel ensartado con abalorios utilizado como moneda por pueblos amerindios, en Norteamérica.
Mientras en la costa occidental africana la principal moneda era el caurí, en la oriental se utilizaba el Ndoro, un disco elaborado con la concha del molusco Conus virgo, Linnaeus 1758, o con los opérculos de las caracolas del género Turbo, a los que en el sur y centro, Namibia, Angola y sur del Congo llamaban Ekipa.
Pronto los portugueses adoptaron esta moneda para el comercio del oro, marfil y esclavos en la costa oriental africana, fabricando grandes cantidades de imitaciones cerámicas que introdujeron masivamente en todo el cono sur, desde Mozambique a Namibia, pasando por Zambia, Angola hasta el sur del Congo.
Incluso comerciantes de Castilla utilizaron estas conchas como moneda a finales del medievo, los primeros viajes documentados desde Cádiz y Sevilla a la costa de Guinea se remontan a 1453, participando marineros andaluces y vascos.
En 1474 se acopian grandes conchas en Canarias con las que se podían obtener veinte o treinta pesos de oro por pieza, dichas conchas se cotizaban en Sevilla a veinte reales de plata, debido a la gran demanda que había para el comercio africano. En abril de 1477 Fernando el Católico ordenó que una flotilla partiera hacia la costa de Mina en Guinea y uno de los principales elementos utilizados como moneda eran las conchas extraídas en Santiago, Canarias y Cabo Verde.
El 6 de febrero de 1477 Fernando el Católico nombró jefe de la flotilla a Juan Boscan. El florentino Francisco Bonaguisa y el catalán Berenguel Graner recibieron instrucciones precisas sobre los materiales que tenían que cargar en los barcos. En mayo de 1478 el gobernador de Canarias, Diego de Herrera, recibió la orden de abastecer de conchas a Bonaguisa y Graner, además de telas, cuencos de bronce, manillas, cuentas de vidrio y otros elementos. En verano de 1478 una flotilla de 35 carabelas partió de la costa andaluza para comerciar en la Costa de Oro, pero a su regreso fue interceptada por la flota portuguesa al mando de Jorge Correia y Mem Palha, capturando el cargamento de oro obtenido, que fue trasladado a Lisboa a finales del verano. Posteriormente y tras renunciar los Reyes Católicos a comerciar en la costa africana, los prisioneros fueron devueltos a Castilla por el príncipe Juan.
No obstante dicha promesa los castellanos se saltaron la imposición retornando de nuevo por las costas africanas en busca del codiciado metal, y así están documentados los viajes de las carabelas ‘La Bolondra’, ‘La Toca’, ‘La Galiota’ y ‘Sant Telmo’ entre 1479 y 1480. A finales de 1480 Diego Cao llevó a Portugal tres naves castellanas capturadas en la costa de Mina, aunque las naves castellanas continuaron su furtivo proceder en los sucesivos años, a pesar de las severas medidas impuestas por Alfonso V, de dar pena de muerte al extranjero que realizara comercio en la costa africana controlada por Portugal.
J.W. Blake, 1941: ofrece en los textos de su obra toda esta documentación sobre el comercio castellano por las costas de África desde 1453 a 1480.
Al igual que ocurriera con las manillas de cobre y latón, los primeros que introdujeron de forma masiva el comercio con caurís, fueron los portugueses durante los siglos XV y XVI, cuando disfrutaban del monopolio del comercio marítimo africano.
Historias y porqués aparte, veamos con más detenimiento las monedas en sí.
A lo largo de la historia de la humanidad, los diferentes pueblos se han servido de los más variados objetos y materiales, incluso animales y productos agrícolas, para pagar sus deudas nivelar sus trueques y realizar sus ofrendas religiosas, donativos y regalos.
Estos objetos variaban en función de las tradiciones de cada pueblo, pero tenían en común la significación dada por la comunidad humana que los usaba.
El símbolo de valor económico, social o sagrado, puede ser idéntico aunque los objetos sean diferentes: el hierro, el cobre, la plata y el oro, acuñados por nuestros pueblos, poseen el mismo símbolo que los objetos, animales y minerales utilizados por los ancestros de los africanos actuales.
Todos son denominados ‘dinero’, formas de pago.
Hoy utilizamos en los países más desarrollados, ya como moneda, iconos reconocibles en un móvil, papel, plástico o el bonobús; y lo son, aunque en desuso, cheques, tarjetas de crédito débito o ‘letras de cambio’.
África no era el mundo perdido.
Los pioneros navegantes portugueses, que perseguían llegar a la India circunnavegando África, llevaban quincallería, alcohol, armas obsoletas, objetos vistosos y baratos como espejos, y herramientas, para cambiar donde fuera. Y encuentran África y al africano, que ya utilizaba el trueque y tenía un sistema monetario que sorprende a aquellos portugueses no por el cómo, sino por el con qué, las inusuales formas de sus monedas. Sin entender el valor que en realidad, a parte de la forma, cada pueblo daba a lo que con otro nombre, era su ‘moneda’.
A partir del siglo XVI en el África Subsahariana, habiendo llegado interesados de media Europa ya, esas ‘monedas’ africanas conviven con las acuñadas en Portugal, España, Francia e Inglaterra, hasta la primera mitad del siglo XX.
A medida que se estableció el sistema colonial, los europeos generalizaron e impusieron la circulación de las monedas de sus propias metrópolis.
En las colonias subsaharianas fue desapareciendo el trueque. En lugar de cambiar un animal por cereal, los frutos del bosque por pescado o remedios vegetales por pieles, era más práctico ‘vender’ esa ‘mercancía’ y recibir su precio en ‘moneda’, lo que permitía acudir al ‘mercado’ a comprar lo necesario, sin tener que buscar la persona interesada por su producto.
A aquellos europeos no les interesaban sistemas, no era lo que buscaban y tenían claro qué valía allí de donde venían. Su obsesión era llenar sus barcos de oro y marfil, o al poco tiempo esclavos para América, eso era negocio, eso era dinero y eso, que duró unos tres siglos, empobreció el continente africano al privarle de la fuerza tesón e inteligencia de sus gentes.
Hemos visto que en los mercados, el pequeño comercio utilizaba como moneda de cambio unas pequeñas conchas, llamadas caurís, a las que en Brasil y parte de Suramérica llaman “buzios”, que en África también sirven a los adivinos para echar las suertes, según las figuras que formen los caurís al caer en el suelo al ser lanzados de una cierta manera.
Cuando hace más o menos medio siglo, los caurís dejaron de ser la moneda habitual, pasaron a servir como adornos de cinturones, brazaletes, calabazas musicales, maracas, pulseras o colgantes. Siempre recordando que son símbolo de prosperidad y riqueza: fueron dinero.
Una de las principales dificultades para incorporar la ‘premoneda’ y sus variables, radica en su multifuncionalidad. A diferencia de nuestra moneda occidental, que tiene una exclusiva función comercial, en las denominadas culturas primitivas la moneda puede presentar otras muchas funciones.
Al igual que ocurre en el resto de las especies vegetales y animales del Planeta, una de las principales relaciones específicas de la especie humana es la competencia, resuelta en muchos casos a través del enfrentamiento violento entre individuos de pueblos o etnias vecinas. Sin embargo, también a través de la cooperación pueden conseguirse sustanciales ventajas para la supervivencia y el progreso.
Para regularizar estas situaciones surgen costumbres como la “hospitalidad”, que fijaros como se parece fonéticamente a su opuesta: “hostilidad”, y en este contexto se crean objetos simbólicos, que sirven para realizar regalos y afianzar las relaciones entre pueblos vecinos.
En otros casos se utilizan para pagar una dote, “monedas de la novia” o para resarcir a los familiares de una víctima de muerte violenta, “dinero de sangre”, o simplemente contribuyen en rituales de origen ancestral que facilitan las relaciones y la interacción social.
Los países de cultura musulmana de África del Este y mediterránea, como Etiopía, Egipto, Libia, Túnez, Argelia y Marruecos conocían desde muy antiguo las monedas, introducidas por los fenicios, casi un milenio antes de nacer el Islam.
Cuando los ejércitos musulmanes invaden estos pueblos, encontraron monedas romanas y de Bizancio, además de beréberes y visigodas de Hispania: de cobre, bronce, plata y oro.
El ‘denarium’ dio origen a la palabra genérica ‘dinero’, que los árabes adoptaron algo modificado, bajo la forma de ‘dinar o ‘dirham’, aún hoy utilizado como base de muchos sistemas monetarios de países islámicos.
Hago alusión a esta parte de África, porque no es objeto de esta explicación.
Al abordar el estudio de la premoneda africana, lo podemos hacer desde una perspectiva antropológica, analizando su uso y su significado, o bien, tal como desarrollaremos seguidamente, podemos establecer una clasificación tipológica, en función de los materiales de que están fabricadas estas ‘monedas’.
Es en el Continente Africano, donde la numismática primitiva y el arte, a veces se fusionan de tal forma, que algunos de los objetos utilizados como moneda, pasarían a ojos de alguien no especializado, como auténticas obras de arte tribal.
Se han sugerido varios criterios para intentar ordenar y clasificar los numerosos objetos utilizados como moneda, siempre insuficientes.
Por este motivo presentamos dos categorías principales: en primer lugar aquellos que manipulados o no, tienen un origen “orgánico”, y en segundo lugar aquellos elementos u objetos premonetales de origen “mineral”.
Dentro del “orgánico”, diferenciaremos en primer lugar si su origen es vegetal o animal y posteriormente señalaremos los principales tipos en cada grupo.
Así por ejemplo, entre los de origen vegetal diferenciaremos: semillas comestibles o no, así como elementos de madera, rafia o algodón.
Entre los de origen animal, señalaremos el ganado, las conchas de moluscos, y o los elaborados con colmillos, cuernos o pelo.
Mayor complejidad presenta el apartado de premonedas de origen “mineral”, donde podemos encontrar desde elementos no elaborados en estado natural como la sal o el oro, como un sinfín de sofisticados y complejos utensilios con gran variedad de formas. Siguiendo el criterio de tomar como referencia la naturaleza química de los objetos, diferenciaremos entre objetos metálicos y no metálicos. Dentro de los no metálicos incluiremos la sal, las rocas y los materiales elaborados de origen mineral, como la pasta de vidrio y la cerámica.
El segundo grupo de elementos metálicos, es el más numeroso y representativo de la premoneda africana.
Siguiendo el criterio utilizado anteriormente podríamos separar entre materiales elaborados en hierro y otros fabricados en cobre o en alguna aleación derivada, latón o bronce.
Sin embargo, dada la complejidad y riqueza de objetos, hemos utilizado un criterio estético, es decir consideraremos grupos de objetos que tienen una misma función, o bien que recuerdan o se inspiran en determinados instrumentos o herramientas. Dicho lo cual, esto no deja de ser un criterio más, pues no siempre resulta fácil incluir a algunos objetos en una de las familias propuestas.
Los objetos fabricados en hierro, son seguramente, los más conocidos y representativos de la moneda subsahariana.
Hasta no hace mucho, se creía que la industria del hierro en el África profunda, se había introducido a partir de Asia, a través de rutas de comercio desde Nubia o por el Sáhara. En la actualidad, las pruebas de termoluminiscencia y dataciones más precisa han permitido establecer la cronología de yacimientos arqueológicos en Nigeria, Tanzania y Camerún, datándolos en el 2.500 a.C.
De esta forma la siderurgia africana, se habría desarrollado a la par que en Asia y Oriente Medio, aunque parece que sin conexiones específicas, y siglos antes que su introducción en Europa.
Bajo estos conceptos, presentamos un esquema sobre la clasificación de la Premoneda Africana:
Materiales de origen orgánico
– Vegetales
– Semillas comestibles: cereales.
– Semillas no comestibles: semillas de Abrus precatorius: llamadas damba, o rati. Utilizándose en Nigeria y Camerún y regiones periféricas.
– Polvo o pasta de madera roja: túkula. En los Congo y aledaños.
– Paños de rafia o algodón: como el machira, tsulu, adinkra, lubongo, o shoowei de Gambia, Senegal, Ghana, Nigeria o Congo
– Animales
– Conchas de moluscos.
– Discos de Conus: kibangwa. En Congo, Kenia, Uganda, Etiopía.
– Caurís: Cypraea moneta y C. annulus; simbos: Olivella nana.
– Dientes de hipopótamo, tallados o como abalorio.
– Colmillos y cuernos: de elefante, hipopótamo, en aros, cuernos de rinoceronte.
– Pelos de la cola: de elefante o jirafa.
– Ganado.
– Esclavos.
Materiales de origen mineral
– No metálicos
– Sal: amolé. Usada en Sierra Leona, Malí, Nigeria, Camerún, Congo, Sudán, Etiopía.
– Cerámica, ágata y vidrio: cuentas de collar aggry.
– Discos de cuarcita perforados: sokpé, piedras de Togo. Utilizados en Sierra Leona, Ghana, Togo, Benín y Nigeria.
– Metálicos
– Tobilleras: diako, ambi, ebuke, batakataka, konga. Que utilizan en Malí, Burkina Faso, Costa de Marfil, Togo, Ghana, Congo etc..
– Brazaletes, de origen árabe y usados en todas partes.
– Pulseras: onganda. En ambos Congo, Angola y aledaños.
– Manillas: popo, mkporo, abi, ejema, onoudu, okombo, usadas y así llamadas sobre todo en África occidental.
– Cruces de Katanga: handa. Usadas en los Congo, Zambia, Zimbabwe y Mozambique.
– Lingotes: losol, tajere de hierro, en Nigeria y países relacionados. Lerale de cobre, en Sudáfrica y entorno.
– Cruces de plata o metal. Etiopía.
– Hierro
– Espirales: minkata, mitako. En los Congo, Angola y limítrofes.
– Azadas, como símbolo de terreno propio: bokona, ensuna, hashshash, iwenga, jembe, khasu, lokongo, munesia, purr purr, sakania, shoka. Usadas en Burkina, Nigeria, Camerún, Congo, Uganda, etc.
– Gongs y cencerros: elojundja, ilonga, gunga. En los Congo, etc.
– Puntas de flecha: m’bili ngbaka. En R.D. del Congo y R. Centroafricana Zong, mandjang, bitchie en los Congo y aledaños.
– Martillos: ensuba o maza Potato. Desde Costa de Marfil a Camerún.
– Varillas: boloko en forma de U de cobre, y rectas mukuba en Congo. Buji de hierro en Liberia. Gitzi o peniques Kissi de hierro en Liberia y Sierra Leona.
– Forma de lanza: bikie en Camerún, ikonga en Congo. Liganda, ngbele, doa, dibunga. En los Congo y países aledaños.
– Armas arrojadizas o cuchillos: pinga, ngwolo, moko-ndo, za, oshele, kul, peniques Ogoja. En Gabón los Congo, Angola etc..
– Armas Ceremoniales: mbulu o cuchillo de ejecución Ngala, ikul, ikula, trombasc, ntosoko o cabeza de pájaro. Gabón los Congo, Sudán etc
– Hachas ceremoniales: zappozap, kasuyu. Ambos Congo.
– Hachas arrojadizas. En Camerún y aledaños.
– Oro
– Figuritas metálicas: Contrapesos de oro Akan, Costa de Marfil, Ghana, Togo y Benín o ranitas de bronce de Camerún.
– Polvo de Oro. Pueblos Akan. Benín, Ghana, Togo, Costa de Marfil.
EJEMPLOS DE MONEDA AFRICANA
– Origen orgánico.
Yam y Kroo
Cereales, frutos y tubérculos principalmente, han sido empleados frecuentemente como moneda, en todos los rincones del mundo y aunque menos documentado, también en África. El yam o ñame, era usado como moneda entre los pueblos del delta del Níger, así como el aceite de palma, esencial en el siglo XIX y muy comercializado aún en día y a cuya medida denominaban “kroo” nombre de origen ghanés pero extendido en el continente.
N’Dé Semillas del Abrus Precatorius
Más conocidas son algunas semillas como las denominadas N’Dé, “ojos de cangrejo”, producidas por el árbol de la familia de las leguminosas, Abrus precatorius, de reducido tamaño y colorido y hermoso aspecto, y utilizadas por numerosos pueblos, como adorno, abalorio, medida de peso y moneda. En el siglo XIX, cien de estas pequeñas semillas equivalían a un penique dándose la circunstancia de que a pesar de su vistoso color, poseen una proteína muy venenosa denominada ‘abrina’, y la ingestión de una sola de estas semillas puede llegar a ser mortal.
Abrus precatorius versus Oro:
Unos escritos de Samuel Brun en el siglo XVII prueban que los Akan fijaban las modalidades monetarias para el comercio que realizaban con los europeos.
En ellos se indica que los europeos cambiaban sus mercancías contra el bono de oro o sika nfutuo, establecido; que las pequeñas cantidades de polvo de oro las llamaban gagara y se pesaban con la stroma nombre dado a unas bandejas preestablecidas y el damba, simientes en grano o N’Dé, del árbol abrus precatorius
Granos de N´Dé en la palma de una mano y un arbusto de Abrus precatorius
Túkula
Muy utilizado por sus componentes místicos, tiene el color de la sangre, aún lo utilizan para propiciar la conexión con el más allá, y de ahí su contravalor; era y es el polvo o pasta de madera roja del árbol del irosun, Baphia nítida, que se da sobre todo en la actual Angola y cuya dureza, modo de extracción, secado y pulverizado resultaba muy costoso; polvo al que ellos denominan túkula y con el que fabricaban unas tabletas con dibujos geométricos estampados en su superficie. En polvo, un puñado de polvo de túkula equivalía a un puñado de oro en polvo. Como moneda en el Congo, sirvió como sustitución de los muy famosos paños de rafia que llamaban Shoowei, que hacían los Shoowa un clan del pueblo Kuba que se especializaron convirtiéndose en los que mejor y más bellos producían, y que ahora son conocidos como “terciopelo del Kasai”.
Terciopelo del Kasai
Los tejidos Shoowei, conocidos como terciopelo del Kasai, eran realizados por los pueblos Kuba, básicamente por los integrantes del clan Shoowa, y que servían en principio como tapiz para el asiento del rey. Se realizaba sobre una base entretejida de fibra muy fina, recogida del interior de ciertas palmeras jóvenes.
Se secaban al sol y luego se cortaban en tiras de 2 mm a lo que ahora se conoce como rafia; a continuación los hombres realizaban la base y luego las mujeres, era valor añadido si estaban embarazadas, insertaban sobre él las finas tiras coloreadas, con las que realizaban bellos ornamentos que podían ocupar hasta un año para su realización final. El valor era por tanto determinado por la belleza y calidad de la labor realizada; eran por ello muy apreciados como moneda de cambio o como valiosos regalos.
Eran uno de los elementos más empleados como moneda en gran parte del África central, pues su valor provenía de que en su primera utilización, servían de cubreasiento de los reyes Kuba; eran cuadrados de unos 40 cm. de lado, que dependiendo del tamaño y la zona se conocían como Tsulu, Nta o Etoho. El conjunto de 30 Tsulu, constituían un Nta, cantidad suficiente de paños, para que unidos, formaran una manta capaz de cubrir a un difunto. Un Tsulu, elaborado con fibras de palmera, se llevaba un día de trabajo, y mientras lo producían, las mujeres tejedoras cantaban determinadas canciones que recordaban el mito fundacional. Con 8 o 10 piezas podía adquirirse un cuchillo, y con un Nta se podía comprar una pipa o un brazalete.
Estos paños de rafia recibían el nombre de Macuta en la zona colonizada por los portugueses, y por este motivo, la moneda que se acuñó en Angola entre los siglos XVIII y XX recibió también el nombre de Macuta, con la que se sustituyó a los antiguos tejidos de rafia usados como moneda.
Además de esos pequeños tapices utilizados como monedas, se realizaban largos tejidos de hasta ocho metros que eran usados alrededor de la cintura tanto por hombres como mujeres muy significados. Los realizados para hombres eran llamados Mapel y los de la mujer Ntshak. Dependiendo la delicadeza de su trabajo o si llevaban insertos abalorios o sobre todo caurís, su trueque o contravalor podía ser muy importante.
Los paños de algodón tejidos como los Adrinka, más pequeños que los mortuorios y con estampados circulares, llamados Machiras o Gabagas que al mercado se llevaban como pequeñas faldas, fueron también muy populares como medio de pago desde Ghana, Benín y Nigeria y por lo mismo con los pueblos que se relacionaban.
a b a: Foto donde vemos cómo una mujer va entretejiendo sobre el soporte previo el patrón escogido, mientras una persona con Mapel o Ntshak, aunque me parece un varón, observa. b: Mujer que parece estar ‘remallando su tapete.
c d
c: No sé si este es el sitio para situar esta foto. La escara de su espalda es claramente atribuible a los pueblos Kongo y posiblemente Yombe; se realizaba a mujeres de alto estatus. Su falda no lleva los pliegues de las Kuba ni tiene que ver tampoco con sus patrones, pues se ve lisa. Y si hablamos de trueques algo muy caro le ha costado a ella, pues le han cortado su mano derecha, algo que se realizaba en época de Leopoldo II, por tan solo el hecho de castigarla a ella o al varón más cercano, que no hubiera realizado el trabajo exigido. d: Curiosa foto con efecto espejo de dos muchachas cuyo pie dice literalmente ‘Jóvenes chicas Mayumbe’, Yombé diríamos ahora, refiriéndonos a este pueblo al que se asimila con los Kongo. Llevan como faldas paños de ‘estilo’ Shoowei
Origen animal
Entre las premonedas de origen animal, podemos señalar el ganado, no olvidemos que el término “ganado” recibe ese nombre porque se ganaba tras una pelea o era el tributo con el que se pagaba al vencedor tras una guerra. No es preciso recordar el papel que tradicionalmente ha tenido el ganado como unidad de valor y de cambio, baste recordar los términos de ‘pecunia’ del latín pecus, ganado o rebaño, y ‘capital’ de cápita, cabeza, que siendo lenguaje cotidiano, hacen referencia a este origen, y aunque en la actualidad nos puede parecer una barbaridad, también los esclavos fueron utilizados como tal moneda y unidad de valor. Ya P. Enzing había señalado en 1949 el papel de los esclavos como moneda de cambio, y más recientemente los trabajos del Prof. Hongendorn muestran la utilización de esclavos como moneda en el califato de Sokoto, Nigeria, hasta finales del siglo XIX.
Bilbo S. XV Constitution National Center
En el tráfico de esclavos africanos, se utilizaban unas barras de hierro con grilletes, denominadas Bilbos, debido a que se fabricaban en Vizcaya, Bilbao. Estos instrumentos aparecen frecuentemente citados en obras literarias de la época, por entre otros, Cervantes, Shakespeare, Cooper…, y algunos ejemplares se conservan como recuerdo en instituciones como la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos o la Torre de Londres.
Bilbo S. XVII Constitution National Center
Encontramos también diversas conchas utilizadas como dinero, los vistosos ejemplares del género Conus, el Conus Imperialis o el Conus Papilionaceus, fueron utilizados como ornamento y moneda así como las pequeñas conchas de Olivancillaria nana, utilizada por los portugueses desde el siglo XVI.
Ya en 1575, 10 uds, equivalían a 1 real portugués
Conus enteros, o seccionada la parte superior formando un disco, fue una importante moneda en el centro este africano.
Recordemos que el Kongo fue el primer reino africano convertido al cristianismo bajo influencia portuguesa en el siglo XVI. Estos aceptan por tanto esta concha como moneda, basándose en esta equivalencia:
1.000 uds de Oliva Nana a la que correspondían 100 reales y que llamaban Funda
10.000 uds. o 1.000 reales eran Lufuk
20.000 uds. o 2.000 reales eran Cofo
Unitariamente denominadas nzimbu ó simbos fueron usadas en el Congo hasta 1621, estableciéndose múltiplos como el Lukufu que equivalía a 10.000 conchas o nzimbús, o el makufu tatu a 30.000, valor a su vez de un esclavo varón.
Sin embargo, la especie de concha más utilizada y conocida es el caurí, Cypraea moneta y después la especie Cypraea annulus, importada por los europeos durante varios siglos para adquirir esclavos en la costa occidental africana.
Los denominados “dientes de hipopótamo”, son en realidad trozos de conchas recortadas utilizadas como moneda en Nigeria y Costa de Marfil.
En sánscrito Kaurí y con nombre científico, cypraea moneta, es un molusco gasterópodo de la misma familia y con la misma utilidad como moneda, que el Conus Imperialis o el Conus Papilionaceus.
Básicamente originario del archipiélago de las Maldivas y por tanto camino de los continentes asiático y africano. No era por tanto extraño encontrarlo como moneda de cambio tanto por los colonizadores franceses como posteriormente por los ingleses en la India durante el siglo XVIII, e incluso en los tesoros de las tumbas egipcias de los faraones del 3000 a.C., descubiertas en 1960.
Parece que en origen eran utilizadas como amuleto propiciatorio de fecundidad, observemos que tiene forma de vulva femenina, contra la esterilidad, sinónimo de abundancia y por tanto símbolo de prosperidad y posible origen por esta causa de la moneda como tal.
Los colonos utilizaban un baremo equivalente a dos docenas y media, 32 uds. De estos caurís al que denominaban “rotl”
La equivalencia comercial era entre los siglos XVIII-XIX, para una vaca 2.500 uds.
Una cabra 500 uds.
Una gallina 25 uds.
marfil
Por la dificultad de conseguirlos, su dureza y flexibilidad y por tanto su versatilidad, también se utilizaban como moneda diversos aros realizados en marfil, bien de colmillos de elefante como de cuernos de rinoceronte, así como pelos de la cola de la jirafa o del elefante.
De origen mineral no metálico.
Dentro de las piezas de origen mineral, podemos considerar por una parte las elaboradas con productos no metálicos, como la sal, rocas o materiales de cerámica y vidrio, y el grupo de objetos metálicos que constituye el conjunto más numeroso y diversificado de la premoneda africana.
La sal ha sido utilizada como medio de pago durante siglos a través de la historia.
La palabra castellana “salario” deriva de la costumbre romana de abonar a los legionarios parte de su sueldo en sal, que era imprescindible hasta casi entrada la época industrial para preservar la comida, y que hasta tiempos muy recientes, y aún, se ha utilizado como moneda en Etiopía, en forma de barras de unos 800 gramos de peso denominadas amolé. Como la sal es muy frágil, dichas barras se protegían para su transporte y uso cotidiano como moneda de cambio, con fundas de algodón, hojas de palmera o mimbre.
Desde la antigüedad se ha conseguido sal por cuatro sistemas bien diferenciados, la sal gema o mineral, la sal marina, la obtenida a partir del lixiviado de rocas y suelos salinos, y por último, la sal producida lejos de la costa, en África central, que es la más costosa de elaborar y requiere de sofisticadas técnicas, como la producida a partir de las cenizas de determinados vegetales o incluso de la orina del ganado.
En ciertas zonas con doce bolsas de sal, unos 10 kilos, se ‘compraba ‘ una novia.
Cortando y limpiando lascas de sal en el Danakil, Etiopía
Sokpè
Sokpè, es en traducción literal “piedra del rayo”, se usaban en la actual zona de Ghana, Togo, Benín y gran parte de Nigeria. La peculiar relación en esa zona de África con los meteoritos, hace pensar que al principio de ellos provenían.
Según las leyendas africanas de los pueblos de la zona, de una u otra manera se explica que caían del cielo con los rayos y aparecían con el trueno, por lo que además las usaban como talismanes con poder curativo.
Sokpe
Los que se conocen son de cuarzo planos y redondeados de entre 3 y 10 cms de diámetro, agujereados en el centro, por lo que puede ser que como otros que se verán más adelante se utilizaran colgados como collares, sujetos a algún tipo de red que permitiera se hundiera atrapando a algún pez o como contrapeso en los telares. Como monedas ya eran utilizadas desde el periodo precolonial. Se sabe que también eran utilizadas de igual modo en otros continentes.
Sokpès como contrapeso
La leyenda Yoruba cuenta que…. Descubrió el signo Okana Meji y prescribió a Shango un sacrificio, consistente en recoger doscientas una Sokpè o piedras del rayo, que se debían ofrendar en determinados y concretos ritos.
Konguda
Al igual que las sokpè, usaban un jaspe al que llamaban konguda, o ‘huevos de cocodrilo’, pues eso parecen, una vez horadadas, parece que en origen servían de contrapeso para las redes de pesca, pero dada su rareza y peculiar colorido y veteado, pasaron primero a ser colgantes de prestigio y posteriormente a monedas de gran valor.
Konguda
Cristal Africano
Corr, es una pasta de cristal conocida como ‘oro rojo’, que extienden por el continente los portugueses desde 1480 y que pasando a Europa, comienza a producirse tanto en Holanda como en Venecia para utilizarlo como moneda de compraventa de materias básicas en el continente africano.
No olvidemos el trasunto de Nerón con la incursión de sus legiones en territorio Nubio*, para hacerse con el control minero de lo que creían yacimientos, de donde supuestamente se sacaban los abalorios de material cristalizado que portaban los esclavos africanos cautivos en esa época y que alcanzaban desorbitados precios entre la nobleza romana. Este conocimiento que aprenden aquellos romanos del siglo II, sobre la tecnología de cristalización y coloración del sílice por los africanos, es la que trasladada a la península de Itálica, da pie a montar fábricas de dichos collares moneda y a posteriori de los hermosos cristales venecianos o de Murano. * En esa época África era también llamada Nubia
Chevrón Collar de perlas de chevrón
No está o tengo yo muy claro el origen de este término claramente de origen romance, y utilizado con b o v indistintamente, en las lenguas que lo componen como el francés y las distintas españolas. Usado principalmente en heráldica se refiere a un formato específico de escudo, como un patrón que semeja una V invertida. Las llamadas Perlas de Chevron , tal vez por los picos que muestran sus dibujos similares a estrellas, son objetos de colección muy popular y todavía siguen siendo muy valoradas en nuestros días en el África occidental, donde continúan siendo usados con fines ceremoniales y prueba de prestigio, ocasionalmente también y cuando el personaje es alguien de mucho estatus, suele ser enterrado con estos collares, con los que se supone que paga el buen transito al otro lado.
Aunque de origen africano, a partir del siglo XV empiezan a ser fabricadas en vidrio en Italia. Las conocidas como Perlas de Chevron son cuentas de vidrio especial, fabricado originalmente para el comercio en el Nuevo Mundo, ya Colón transportaba algunas para intercambiar con los nativos americanos, y eran moneda de pago en la trata de esclavos en África.
Se componen de varias capas consecutivas de vidrio de color, entre 4 y 7 capas. El núcleo inicial se forma en un molde en forma de estrella, y puede llegar a tener entre cinco y quince puntas. La siguiente capa de vidrio se ajusta a esa forma de estrella. Después de que se han aplicado todas las capas, el vidrio en caliente se estira hasta el espesor deseado y cuando se enfría, se corta en segmentos cortos que muestran el patrón de estrella resultante en sus extremos. Dichos extremos pueden aparecer lijados mostrando así el patrón de Chevron lo que demostraba su finura y por lo mismo su valor. Las llamadas perlas de Chevron, tradicionalmente se componen de capas rojas, azules y blancas, pero las piezas mas modernas se pueden encontrar en cualquier combinación de colores. Las originales hechas para el comercio con el Nuevo Mundo y en África se componen típicamente de capas de verde, blanco, azul y rojo.
Millefiori Millefiori
Es un término de origen italiano cuyo significado sería ‘miles de flores’.
Tal vez porque en el dibujo que se aprecia en cada cuenta, se podrían llegar a contar semejante número de flores.
Son también conocidas como ‘perlas de esclavos’, y menos común pero usado a menudo ‘cuentas de comercio’.
Son pequeños trozos de vidrio con motivos que semejan un minúsculo o lejano campo de flores, que fueron utilizados desde el siglo XVI al XX, como moneda para el intercambio de bienes, servicios o esclavos, de ahí el nombre.
De origen africano también se copian en Italia con el objetivo de ganar dinero en el intercambio, como no, y facilitar el paso a los exploradores primero y a los comerciantes europeos después a través de toda África, estas cuentas se hicieron en toda Europa, aunque los venecianos dominaron la producción.
Estas cuentas comerciales también se encuentran en los Estados Unidos y Canadá, y en toda América Latina. La producción de cuentas de esclavos, o de comercio, se hizo tan popular que, literalmente, toneladas de estas cuentas se utilizaron para este propósito. Incluso llegaron a ser utilizadas como lastre en los barcos de esclavos y comerciales a la ida, intercambiándose por carga humana a la vuelta junto a otros artículos para comerciar, así como por marfil, oro u otros bienes deseados en Europa y en todo el mundo.
Las cuentas no eran objeto de comercio en sí, pero se producían de acuerdo a la demanda. Las llamadas de las mil flores, Millefiori como son conocidas en su acepción italianizada, o las Perlas de Venecia, pues Italia fue el país donde se fabricaron ya industrialmente con mayor maestría, eran producidas recreando unos pequeños dibujos de flores de estilo muy naif, sobre forma de cañas fundidas en sílice coloreado hasta su vitrificación. Luego de moldeadas se cortaban en trozos de entre 5 a 7 cms.
Kiffa
Cuentas como las perlas de Kiffa originarias de Mauritania pero imitando la apariencia de las cuentas de millefiori y creadas por las mujeres a partir de vidrio en polvo, por su delicadeza no exenta de belleza, han adquirido un valor propio por su peculiaridad.
El éxito de esta forma de moneda se puede atribuir al alto valor intrínseco que los pueblos africanos otorgaban a sus artículos decorativos. Los africanos daban, y aún aprecian, un valor monetario a las cuentas de vidrio, denominándolas y utilizando como moneda o ‘dinero de África’, y el almacenamiento de la riqueza y el estatus social puede determinarse fácilmente por la calidad, la cantidad y el estilo de joyas usadas.
Esto creó en África una gran demanda de ‘cuentas de comercio’.
Piedras duras
cornalina
El africano, como casi la totalidad de pueblos antiguos, otorgaban a las piedras en función de lo que les trasmitían determinadas propiedades. Caramba es como si hubiera ido a la tienda esotérica de la plaza, o le hubiera preguntado al de los minerales de la esquina. Pues efectivamente, la cornalina, el ágata, jaspe u otras piedras duras o semipreciosas se asumía con un carácter incluso místico o cosmológico fueron talladas y pulidas entre otros por los Baule de Costa de Marfil y utilizadas y copiadas por pueblos limítrofes, que las utilizaban a su vez como valiosas monedas en pagos de cuantía de importancia. Curiosamente estas cuentas también se utilizaban en lugares tan remotos como Bohemia, la India o el Sáhara.
Aigry
Entre los muchos abalorios que se producían en África, unos muy valorados eran los compuestos con ciertas piedras azules que se encontraban en el este del Delta del Niger, por su vistosidad y rareza resultaron entre los más cotizados, a las piedras las llamaban Aigry. Advertir que nada tienen que ver con el lapislázuli.
Otros elementos muy populares, utilizados como moneda en África son las cuentas de collar de distinta naturaleza. Si bien en algunos casos están realizadas con elementos naturales como caurís o conchas diversas, coral, madera, coco, o incluso p.v.c. que por lo inusual adquirió en el sureste un importante valor; las más frecuentes son de minerales de vistosos colores o de pasta de vidrio.
Originalmente las cuentas de ágata azul utilizadas como moneda denominadas Aigry, fueron sustituidas paulatinamente por los comerciantes europeos, especialmente los venecianos y holandeses, que se pusieron a fabricar cuentas de vidrio imitando a las Aigry naturales, con lo cual podían adquirir ventajosamente muchos productos. De esta forma, tal como ocurrió en muchos otros casos, por ejemplo con los cauríes y con los brazaletes o manillas, se produjo una importante inflación ante la masiva entrada en el continente africano de ingentes cantidades de cuentas de collar manufacturadas en Europa. Es tal la riqueza y diversidad de dichas cuentas de collar, que incluso se organizan congresos internacionales y existen revistas especializadas sobre este tema.
Origen metálico
Dentro de la premoneda africana, el grupo más numeroso y diversificado está constituido por una serie de variados objetos metálicos, entre los que podríamos establecer cuatro familias principales: 1º armas, 2º adornos, 3º utensilios como azadas y cencerros y 4º varillas o lingotes.
Frecuentemente se produce una sinécdoque, es decir, los utensilios necesarios para la vida cotidiana como instrumentos agrícolas, armas de caza, etc. acaban representando el valor del trabajo realizado con ellos, convirtiéndose de esta forma en “moneda”. En un segundo proceso de sinécdoque, estos instrumentos se transforman, pierden su función original, y quedan reducidos a monedas única y exclusivamente.
Metales
Es raro encontrar armas de bronce o latón, estas se realizaban en hierro que es para ellos un metal con más poderes místicos, que protegían del muerto a su homicida. Permitidme por tanto que veamos antes el metal, entendiendo esto como los que necesitan de fundición y aleaciones, como el latón, cobre y bronce, e incluso cinc o aluminio, lo que no necesita el hierro.
De los abalorios metálicos, eran los más comunes aquellos que sirviendo a su vez de monedas, lo que aquí tratamos, pudieran llevarse encima, pero dejando libres las manos. Eran por tanto aros metálicos de distintas formas y envergaduras que se adaptaran a brazos, normalmente pulseras, o piernas, tobilleras por lo general.
Arriba y aquí personas Mbole con sus monedas
En el Congo antes Zaire, las mujeres ricas de los pueblos Mbole o Jonga del grupo cultural Mongo utilizaban unas pesadas y grandes tobilleras de bronce que al principio y en algunos círculos denominaban “konga”, cuya utilidad real era la de moneda.
Pueblos Ekonda o Kutu del grupo Mbongo, también en el Congo, fabricaban también otro tipo de tobilleras, en este caso con un exclusivo uso monetal, formadas por grandes anillos esféricos de cobre cuyo diámetro variaba entre los 18 y 35 cm., y que reciben diferentes nombres y valor según su tamaño; “diako” son los aros pequeños; “ambi”, los medianos; “ebuke”los grandes; y “batakataka” los muy grandes.
Ebuke de los Ekonda Mbongo o Kutu
Manillas
El africano no puede, como el resto del mundo tribal, acarrear nada en las manos dado lo abrupto de los terrenos por donde se desenvuelve. Necesita llevar las manos lo más libres posibles, por lo que lleva colgado o sujeto al cuerpo todo aquello que cree necesitar. Entre ellos el dinero o sus monedas de cambio; por eso todo lo que a nosotros nos parecen adornos o abalorios, e incluso armas, no dejan de ser sus monedas, como pendientes, collares, brazaletes, manillas, tobilleras, o aparentes y aparatosas armas, por ejemplo.
Todo ello, sobre todo en al zona de influencia del valle del Níger, son monedas. a b
a: Estas son las llamadas King, de procedencia nigeriana y recogida en la región de Biafra, se utilizó sobre todo para comerciar con esclavos. Se difundió sobre todo por todos los países costeros desde Guinea Konakri a Costa de Marfíl, Ghana, Togo, Benín, Burkina, Nigeria y Gabón.
b: Este otro tipo, de carácter comercial, como moneda el más difundido y de origen Nigeria, fue el más reproducido en Europa. Curiosamente, en un principio quisieron que tuvieran una alusión a los pueblos más importantes atribuyendo esta a los Igbo e Ibibio.
c: Este otro tipo con ligeras variantes a los Yoruba , Edo, Bini y Fon. Y por último…
d: Estas a los Igala, Tiv y Jukun. Aunque parece ser que ninguno de ellos las distinguían.
Su difusión se extendía por Nigeria, Niger, Benín, Togo y Burkina Faso principalmente.
c d
La manilla, por su simpleza, fue de las primeras ‘monedas’ en circular.
Era tal la influencia económica que se movía alrededor de este sistema de cambio, que los portugueses, primeros europeos que llegan al continente africano en el transcurso del siglo XVI, adaptándose a las costumbres y normas de cada región africana, distribuyen estas manillas que ya en ese mismo siglo XVI se fabrican en Inglaterra, gran aliado de Portugal, eso sí, copiando miméticamente el estilo y con el metal proveniente de la zona.
Dogón, Malí. Latón. 1.130 gr. 10,9 cm diámetro Nigeria. Cobre 1.250 gr. 15 cm diámetro
Naanen 1993 indica que : “Entre 1504 y 1507, en la factoría de San Jorge da Mina, en la costa de Sama, cerca del río Níger, se llegaron a importar más de 280.000 manillas para el comercio con los nativos. La función de las ‘manillas’ europeas era similar a la de los caurís, constituían un tipo de moneda bien aceptado por los africanos, si bien en la época del comercio de esclavos, las importaciones de cobre o bronce no llegaron a superar las 500 toneladas anuales. En 1902 se prohibió la importación de manillas en Nigeria y en abril de 1949 se prohibió su uso como moneda, permitiéndose a cada familia conservar un máximo de 200 ejemplares con fines ceremoniales. De esta forma fueron desmonetizadas, retirándose de la circulación más de treinta y dos millones y medio de piezas”.
Sea como fuere, con ellas inundan África y sus mercados llegando a tal punto que en la 1ª gran guerra, con estas monedas, Inglaterra, que estaba asentada sobre enormes recursos de materias primas en la actual Nigeria, paga con dichas manillas esos recursos, mientras que Alemania, instalada sobre los abruptos terrenos de la zona norte de Camerún, es incapaz de sacar partido; esto según los expertos, decantó en gran manera el desenlace del conflicto.
En la 2º Guerra Mundial, se desarrollan los tremendos y épicos combates entre Erwin Rommel por Alemania y Bernard Montgomery por Inglaterra, en la zona norte y la desértica del actual Sudán, mientras que en los países negroafricanos de centro y sur África se atenían a una entente cordiale, dado que ambos bandos necesitaban no estorbarse, para poder saquear las materias primas, metales y minerales, necesarios para suministrar a las fabricas, dado que la guerra en Europa, imposibilitaba la extracción de ni tan siquiera una piedra de carbón.
Citan historiadores, que el bombardeo que sufre Londres en la 2ª guerra mundial con las famosas V1 y V2 sobre Londres, tenían como intención el destruir y parece que lo consiguen, la fábrica de estas manillas monedas, instalada parece ser en Birmingham, para cortar el suministro de esas materias primas procedente de África, mas que destruir en sí Londres.
Del intercambio de esas manillas llegadas de Inglaterra que se hace en la década de los 90, Inglaterra recopila como hemos visto 32.500.000 de uds., que intercambia y sustituye por la libra esterlina en papel moneda.
Desde el siglo XV hasta el siglo XX y a lo largo de toda la costa de Guinea con sus países adyacentes, estas pulseras como formato, se utilizaron como moneda o dinero. Estaban realizadas en el llamado bronce africano y su clara intención era la de comprar exclusivamente seres vivos, fueran esclavos, ganado o una novia.
a b
a: Torke de esclavo; pesado y grande como cualquier pulsera si estuviera abierto, pero imposible de llevar en ninguna muñeca, por lo que si simples monedas irían ensartados en cinturones y si para identificar al esclavo comprado, creo que la única manera era llevarlo sujeto al cuello de alguna manera, que prefiero no imaginar. Creo que las incisiones y peculiaridades eran la ‘marca’ del ‘amo’, aunque la forma, por otras que he visto en foto, era siempre esa.
b: Claramente es una manilla de la órbita de los Chamba o Mumuye, y como veremos en otras ‘monedas’ por el similar cincelado, posiblemente de una mujer, ya esposa.
La palabra manilla deriva de la contracción de las palabras portuguesas mao anilho, anillo para la mano.
Tan peculiares pulseras, eran a veces de tamaño muy pequeño para ser usadas como tales, por lo que vulgarmente eran llamadas “torke de esclavo”, pues fabricadas en Europa desde finales del siglo XV hasta 1948 su utilidad básica no era otra que adquirir esclavos en la costa africana. c d
c: Monedas manillas de cinc de los Songhai de Malí y la zona fronteriza al oeste de Niger.
d: La abundancia de este metal y el recorrido de los pueblos que transitan por la ‘autopista’ que es el Sahel hace que estas monedas se conozcan como Dangaleat y lleguen, como esta, a Chad
Estas ‘manillas’ de cobre, bronce o cinc, se fabricaron en Birmingham, Manchester y Liverpool, Inglaterra; o en Nantes, Francia, donde ahí y en sus colonias eran conocidas como Popo, al igual que en Alemania y Portugal.
En este último país, su uso como moneda para comerciar en África, comenzó en fechas muy tempranas, hacia 1499. En esta época bastaban cuatro manillas denominadas Mkporo para adquirir un esclavo, pero poco después, en 1522 el precio había subido a 57 manillas.
Las conocidas ‘manillas de esclavo’, que se ajustaban a las muñecas y antebrazos
A la contra y para facilitar maniobrabilidad, los ricos podían llevar tobilleras, de mayor valor que las manillas y si esclavos porque les facilitaba trabajar más.
a b
a: Moneda de tobillo de los Mossi, Burkina Faso.
b: Monedas de tobillo de los Kapsiki de Camerún.
c
c: Monedas de tobillo de los Tikar de Camerún. Este tipo de abalorio a veces se adjudica a los Baulé de Costa de Marfíl, que las hacen similares pero no iguales. Estas, realizadas en general por los Tikar y por tanto por los Bamún, se veían y utilizaban entre la élite y adquirían un alto valor, incluso algunas había en plata. Al igual que las de los Baulé, estas tenían una peculiaridad que consistía en meterlas en lodo, dejarlas secar, y ese lodo hecho barro al sacudirlo mientras estaba duro producía un sonido parecido al de un cascabel, gigantesco eso sí.
Aunque no hablamos de metalurgia, muchos sabréis de la influencia de la pez en la fundición, y el alto nivel adquirido por los fundidores, moldeadores y cinceladores de Camerún.
Saber si una pieza de aleación es antigua o no, se puede ver a simple vista si raspando el barro, saben como avejentar, se aprecia el negro profundo de la pez. Depositada en el interior de estas piezas, la pez daba durabilidad y un timbre más agudo al sonido de estas piezas.
Eran y son frecuentes en toda África, distintos tipos de pulseras o brazaletes, utilizados tradicionalmente, así como monedas; en unos casos provistos de cascabeles, como los utilizados por los pueblos Akan y otros, pues se oía como al gato por donde estaba el esclavo, pero luego también como acompañamiento al danzar, y siempre, con las formas características de cada pueblo o tribu.
a b
a: Tobilleras de origen Akan, realmente Ashanti, que con cascabeles, aparte del valor, advertían de la proximidad de un esclavo. Posteriormente se utilizaron en las danzas.
b: Como estas Yoruba de la zona de Cove, en ambos casos con guijarros dentro de las cápsulas.
No existe verificación de que estos objetos se fabricaran en España, y durante la época en que Portugal estuvo unido durante el reinado de Felipe II al Imperio Hispano, desde 1580 hasta 1640, el tráfico de esclavos en las costas africanas era un exclusivo monopolio portugués.
Una variante de estos objetos son las denominadas “manillas rey, reina o príncipe”, conocidas con el nombre indígena de Onganda, tal vez por su procedencia pues eran famosas sus minas de cobre, que en realidad eran barras de bronce romboides que se curvaban adaptándolas a las muñecas, con sus extremos más o menos achatados, de tamaño y peso muy superior al de las manillas europeas. Estas ‘monedas’ se utilizaban como elementos de prestigio y como ‘dinero de la novia’, constituían un elemento de transición entre los auténticos brazaletes o manillas y los lingotes.
A medio camino entre un brazalete y un lingote, realizaban partiendo de una vara cilíndrica y larga unas espirales que parece se adaptaban a las muñecas o tobillos, en un sistema similar a los torques Fang que se ponían a las niñas en caliente y que para quitárselos o la mujer había muerto o la presión ejercida sobre pecho y espalda, posibilitaba poca supervivencia, estas espirales eran utilizadas como monedas en Nigeria y Congo. En este último país, también circularon como moneda unos pesados brazaletes de bronce de hasta seis kilogramos de peso y que en realidad son lingotes curvos. En ocasiones resulta complicado asignar una pieza a una categoría de objetos determinada, éste puede ser el caso de algunos brazaletes que al final acabaron convirtiéndose en lingotes, o viceversa.
Minkata
El brazalete lingote en espiral
Manillas de los Bidda, Nigeria
Nigeria es entre los de África Occidental el más grande y con mayor cantidad de grupos poblacionales, cada uno de estos grupos en su capacidad y acorde a sus creencias ritos y gustos, culturalidad, crea sus monedas, lo que no quiere decir que no circulen fuera de su entorno pues al final por el valor intrínseco en sí y por la relación establecida, era aceptada por los demás.
Muchos crearon lo que se denomino ‘árboles dinero’, un tronco del que emergían ‘ramas’ que podían extraerse para pagar con ellas.
Los Yoruba son uno de esos grupos y utilizaban diversos objetos metálicos como valor moneda. Tal vez lo más utilizado era el conocido como el ‘árbol dinero’ que medía entre 30 a 45 cms. y que debido a las varias ‘ramas’ que lo componían, podían llegar a 70, se podía disponer de alguna para hacer frente a pequeños pagos, veremos uno en hierro y abajo uno cuyas ‘ramas’ son monedas.
Al estar bajo dominio británico, cada rama adquiría una equivalencia que variaba según la zona o el momento, fluctuando entre el medio centavo y los diez centavos, sobre todo en la época de entre principios del siglo XX hasta mediados del mismo. Además de las metálicas se utilizaban calabazas recubiertas de monedas decimales de peniques
a b
a: Versiones contemporáneas de un ‘árbol’ dinero, y una maraca y ‘calabaza dinero’.
b: Un gastado cinturón de cuero sujeto a la cintura servia para llevar ensartados anillos de bronce que se utilizaban como calderilla
Cruz de Katanga
Un grupo muy numeroso de premonedas congoleñas está formado por las Handa o cruces de Katanga, lingotes aplanados de cobre o bronce fundido con forma de aspa o cruz de San Andrés. Las grandes tienen un peso que oscila alrededor del kilo, pero las hay más pequeñas de variadas formas, en algunos casos con aspecto de letra ‘H’. Estas últimas son las más antiguas, y fueron usadas como moneda en Zimbabwe desde el siglo XIII al XVII, mientras que las ‘cruces de Katanga’ con forma de “X” se utilizaron hasta comienzos del siglo veinte.
Handa cruces de Katanga
Tewahedo cruces etíopes
Cruces Tewahedo usadas como moneda. En la del centro puede verse cómo está recortada sobre un tálero de María Teresa de Austria, directamente.
Los etíopes cristianos llaman a su religión Tewahedo, diferenciándose de la que practican los cristianos egipcios que es la Copta, ambas muy similares pero con peculiaridades litúrgicas y jerarquías distintas.
Usan diversos tipos y tamaños de cruces y báculos de plata o plateados, y solo las cruces de cuellos se utilizaban como moneda, que tenían su origen no solo en su acendrada fe cristiana sino también en la peculiar imposición del colonizador Imperio Austrohungaro que en el siglo XVIII introdujo en la zona los táleros de plata de la emperatriz Mª Teresa de Austria, monedas que recortaban y daban forma de cruz, y así siguieron circulando en la región durante mucho tiempo.
Azadas Khasu
Azuelas del pueblo Verre, Camerún
Estas son curiosas piezas de doble uso, pues si de bronce aparte de moneda, son manifestaciones de poder, como lo es el Tenganaba o ‘señor de la tierra’, jefe político de los Nakonsé Mossi, en Burkina o directamente similares a cetros para la realeza de los Verre en Camerún, que los llaman Khasu siendo atributos de gran jerarquía, y muestra de riqueza y poder, pero inútiles como herramienta o útil de hierro, incapaces de ahondar la tierra.
interior exterior
Pequeñas azadas moneda Hoe de hierro del pueblo Chamba de Nigeria. En el detalle del exterior se pueden apreciar, cinceladas, una sucesión de estrías, como las de aquella manilla que vimos antes, que semejan los surcos de un campo labrado y sembrado.
Las herramientas, por tanto de hierro, son útiles agrícolas, azadas o azuelas y a su vez monedas, tienen el objetivo en su forma y tamaño, de hacer ver el poder económico o estatus del propietario. Son chapas laminadas de hierro de diversos tamaños y formas, desde la gran doble azada de los pueblos Mambilla del Camerún, con unos 60 cm. de alto por 40 de ancho, obviamente un emblema, hasta el numeroso grupo de pequeñas azuelas, herramienta de tallistas o carpinteros, utilizadas por los pueblos Ngelima, Mbole, Bamileke y Kwele en el Congo, Camerún, y Gabón, como la conocida ‘moneda murciélago’ Gayum de los Chamba de Nigeria y menos conocidas pero también de este pueblo las Hoe, Hayahidi o la Djarun, de los Kirdi, y utilizadas tradicionalmente como ‘moneda de la novia’ con las que se satisfacía la dote matrimonial. Teniendo esa doble función, de ‘herramienta moneda’, en muchos otros lugares su forma original ha evolucionado y solamente conservan una función monetal. Éste sería el caso del Purr purr, también nigeriano, formado por una lámina de hierro doblada por la mitad, que estuvo operativa en el área de Gwosa hasta que la administración colonial en 1939 la prohibió. Veamos algunas muestras:
Moneda Mambila de Nigeria Monedas azada Gayun ‘murcielago’, de los Chamba de Nigeria
a b
a: Moneda Djarun de los Chamba de Nigeria. Es obvio apreciar que son de dote por una novia.
Esta azada moneda, de 26 x 8 x 3 cm es peculiar. Vemos en el detalle claramente una cabeza, con las escaras que solían hacerse alrededor de la boca; el cuerpo, tiene todo el contorno cincelado con pequeñas incisiones horizontales y paralelas tan anchas como juntas y a su vez las rebordea una línea continua en zigzag; los ‘senos’ muestran las mismas incisiones del reborde, y en el torso, donde nacen, se aprecian otras incisiones que asemejan los pétalos abiertos de una flor; en el centro del pecho lleva las escaras de su clan y de su iniciación.
El desgaste que se aprecia en el filo de la punta, parece indicar que el novio se esforzó en demostrar, posiblemente a los padres, su firme compromiso.
El conjunto es una buena muestra de amor, interés y dedicación del solícito novio.
b: Moneda a la que los Chamba dan el nombre de Hayahidi. Amor seguro que el mismo, pero no todos tienen el tiempo o el dinero para que le hagan un trabajo como el anterior.
Tres monedas de los Mumuye, también de Nigeria.
Dos azadas moneda Mumuye o Jukum Dos azadas moneda Kirdi.
El fácil acceso al hierro de estos pueblos, ha otorgado a sus herreros cierta maestría y aunque guardando ciertos ‘toques propios’ se aprecia la similitud de rasgos. Especial es cómo idealizan el esfuerzo humano, sin regatear a la mujer su dedicación a las labores agrícolas. Mucho se ha discutido sobre la humanización de estas formas y si son brazos o pechos los discos en espiral. Tal vez sean ambas cosas. Creo que en su simpleza son exquisitas obras de arte. Parece que el diseño original partió de los Chamba y asimilaron los que antaño eran sus más cercanos vecinos los Mumuye, difundiendo ambos la idea entre el resto. Mientras los más poderosos Chamba resistieron, los Mumuye bajaron hacia el sureste donde coincidieron con los Jukun, introduciéndose algunos también en Camerún.
Kirdi es un término que engloba a diversos pueblos desplazados al norte de Nigeria y Camerún como los Fali, Kapsiki, Mafa matakan, o Mousgun entre otros, que como los Mumuye salieron de su asentamiento original junto a los Chamba por la presión de las incursiones islamistas. De origen árabe parece que el término Kirdi lo introduce el clan Toroobe, de los Fulah que fervorosos creyentes dentro de la rama sunita del Islam, se asimilaron y casaron con Hausas dejando incluso de hablar Fulfulde. Aparte otras consideraciones despectivas lo que significa es “no conversos”.
La moneda, claramente alusiva a la mujer, vemos que aparte de azada, del tipo que usa la mujer para escardar sus cultivos, hace referencia a la cabeza, pero también brazos de esa mujer, y por tanto considerada como suficiente para adquirir con ella el equivalente al producto que ella consigue entre día de mercado y día de mercado, el trabajo de unos 15 días mínimo. Estas ‘monedas’ fueron de uso común hasta bien entrado el XIX en la región.
Los Mambilla, de quien son estas dos monedas reciben o dan nombre a la meseta donde viven en Nigeria, aunque también penetraron en Camerún por la llanura Tikar o Ndom. A la moneda de la izquierda le dan el nombre de Mfunte wuli, el cuerpo que da vida, la fertilidad.
c d
c: No solo monedas azada se hacen en Nigeria o Camerún. Hemos dicho que también eran numerosas en la R.D. del Congo y esta, realizada por los Ngabaka, es una buena prueba.
d: Encontrada en Tanzania, en el área de Mwanza, esta moneda azada, apunta a que pueda ser de los Haya, el pueblo que parece ser a inicios de nuestra era, ya tenía expertos fundidores y artesanos del hierro.
Lingotes
Con respecto a las barras, varillas o lingotes metálicos, podemos distinguir los fabricados en cobre o aleaciones de este metal, y los elaborados con hierro. Entre los primeros los más extendidos son los mitakos o varillas de cobre o latón que se agrupaban en ‘puñados’, pues era la cantidad que cabía en la mano de un hombre. También el boloko o barra de cobre curvada en forma de “U”, era una moneda muy característica en ciertas zonas del Congo.
Hierro Dubil
Lo primero que hay que comprender es que para el africano, el hierro es por sí mismo un material sagrado. A lo esotérico que se deriva de la utilización del fuego para fundirlo, hay que añadir que en muchas partes, desde el inicio de los tiempos y hasta hoy en día, este mineral provenía de los meteoritos que, incandescentes, caían del cielo.
El hierro es por tanto un bien sobrenatural, su decolación, fundición y transformación lo consideran ‘un periodo de gestación’ de la fragua, ‘la madre’; siendo el herrero, personaje de relevancia, el ‘esposo de la fragua’.
Con respecto a los lingotes de hierro, el Dubil era una barra recta y el Losol o Tajere, más o menos lo mismo pero con un engrosamiento en el centro y con los extremos más finos, son ‘monedas’ típicas nigerianas.
Losol
Al margen de estos, de por sí las varas de hierro de 30 a 40 cms por 2 de ancho eran ya cotizadas monedas, que al ser demandadas para hacer herramientas, útiles o monedas de más valor por su elaboración, tenían una gran demanda.
Kilindi monedas de los Kissi
En el apartado de las varillas de hierro, los Kissi, Gizzi o Gitz cuya traducción sería guías, son un pueblo asentado entre Guinea Conakry, Liberia y Sierra Leona en el África Occidental. Los Kissi llaman a estas monedas Kilindi o Gizzi, son unas estilizadas varillas de hierro de entre 25 a 40 cms. de largo, retorcidas en su largo eje central y con un inicio similar a un T invertida a modo de pies en un extremo y en el otro un plano que semeja una cabeza.
Era la moneda más extendida y popular de la zona desde 1880 a 1950 ampliando su área de influencia hasta Senegal. Por lo general se llevaban e intercambiaban en manojos de entre 20 o 50 uds, múltiplos de la libra.
En 1900 la equivalencia era que por 1.000 uds se podía comprar un toro, por 1.500 una esposa y por 5.000 un buen esclavo.
Por un Kissi Kilindi, 10.000 uds. podían llegar a comprarse las almas de los seres vivos, por lo que también eran llamadas ‘monedas con alma’.
Hasta tal punto se entendía que tenían alma propia, que si una varilla se partía, lo que era tan fácil como habitual, el brujo o curandero era el único capacitado para repararla, de manera que la dolorida alma, pudiera recuperar su lugar en el mundo. El porqué de peniques se debía a la propia fragmentación de dicha moneda inglesa, duodécima parte de un chelín o centésima de una libra, lo que se regulaba en época colonial empaquetando dichas unidades.
Estas curiosas monedas circularon hasta los años 70 del siglo veinte.
Kilindis o gitzis
Monedas Boloko de los Kusu
En la R. D. del Congo se utilizan unas barras metálicas curvadas en forma de U invertida, terminadas en pequeños discos horizontales, son conocidas como Boloko y utilizadas por los Kusu y con una longitud de entre 30 a 50 ctms.
Hay objetos que sin ser moneda aportan un importante valor económico.
Me refiero a las representaciones en madera de serpientes que utilizan numerosos pueblos en África Occidental. Los blancos, que preguntan afirmando, deducen y explican: “Eso es una deidad. ¿Verdad?”.
Respuesta de quien amable pero harto: “Sí ”.
Claro que es una deidad, que tiene un muy antiguo origen, data del 700 d.C. Permitidme entreteneros: “Pues se dice que cuando las 30 familias procedentes de Egipto llegaron al oeste de la curva del Niger y antes de disgregarse, se encontraron una gigantesca serpiente con siete cabezas que les cortaba el paso. El líder en ese momento, Khass Dingka un noble egipcio que había sido mano derecha del faraón, se dispuso a llegar a un acuerdo antes de enfrentarse con ella y perder a algún miembro de su grupo. Khass Dingka o Dinga Cisse, como pasó a llamarse, se informó que se llamaba Bida y que dominaba toda lo región, y tratándola por su nombre escuchó sus pretensiones para dejarles establecerse y poder cruzar el río. Bida le exigió que cada siete años le entregaran la más bella doncella para que le sirviera y que igualmente por cada nuevo asentamiento de un pueblo se le entregara otra. A lo que Dinga Cisse no tuvo más remedio que transigir.
Ante la buena actitud de Dinga Cisse, Bida le prometió que cada temporada dispondría de lluvias suficientes para que cultivaran y que en el río encontrarían oro y riquezas así como en otros lugares de alrededor. Y esta paz decidió a Dinga Cisse que porqué no asentarse, siendo el germen de un gran imperio, el de Ghana”.
Mitos aparte, no hubo hasta hace poco, las cosas cambian, ni pueblo ni casa que no enterrara en la entrada del nuevo pueblo e incluso como buen augurio en los cimientos de cada nueva casa, una terracota con forma de serpiente y otra de una muchacha, siendo posible encontrarlas el siglo pasado en casas derribadas.
Las de madera se colocaban entre los cultivos para que estos prosperaran y ahuyentaran a los roedores; ahora se hacen, pero para vender a los turistas.
Los mitos de Aido Whedo o del santuario de serpientes del Bosque Sagrado de Kpassè en Ouidah, Benín propiciados y difundidos en Nigeria, parece no haber duda de que tienen su origen en este.
Con estas referencias y partiendo como en las monedas anteriores de varillas metálicas, es muy común ver monedas semejando ofidios, como las de los Lobi en Burkina Faso y Costa de Marfil, que utilizan para sus intercambios, unas barras con forma de sinuosas serpientes de 18 a 50 cms.
Serpenteantes monedas de los Lobi a b
a: Moneda árbol de serpientes llamada Taka de los Chamba de Nigeria.
b: Moneda serpiente Jukun de Nigeria.
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c: Moneda serpiente de los Mumuye de Nigeria.
d: Moneda de los Mumuye de Nigeria. Mientras que las anteriores son claramente identificables con serpientes, esta, se me parece, personalmente, más a la idealización de una vaca. Esto me lleva a pensar que al igual que muchas de estas ‘monedas’ están hechas por los Chamba y algunas menos por los Mumuye, si eran encargos de otros pueblos, sobre todo las imitando serpientes por los Yoruba a las que muchas se atribuyen, pudiera ser que esta tuviera algo que ver con los Kantana.
Volviendo a la abstracción de las formas no podemos olvidar las monedas Akika de los Idoma de Nigeria que como vemos en esos cinco ejemplos semejan un esbelto árbol o humano, cuya copa o cabeza tiene una forma triangular plana, seguida de un largo vástago, reticulado, lo que da una inusual fortaleza que impide doblarlo, que termina en una especie de doblez circular, como para ser ensartada en un palo clavado en el suelo de forma que se sujete inhiesta.
Miden sobre 70 cms de alto. Obviamente a más cabezas, más valor. No conozco ninguna de dos. La de cuatro es de menor tamaño pero de mayor envergadura.
En un sistema técnico similar, aunque a miles de kilometros, los Ngebele, Topoke y Mbole del Congo, hacen unas elegantes monedas que llaman Linga, Liganda, Ngble o Doa, estas enormes monedas fluctúan entre el 1,8 a los 2 m. de altura y los 0,35 a 0,20 cm de ancho.
Son, como hemos visto en las Idoma fundidas, y en caliente, posiblemente sobre una lasca de piedra adaptada, las trabajan de manera que presentan un doblez a modo de nervadura en el medio en toda su longitud y un reborde doblado por su envés en todo su perimetro; también tienen el doblez cilíndrico en la parte de abajo.
Estas, como las Idoma, son imprescindibles como dote de novia y en el caso de divorcio lo único que no era obligado devolver.
Linga, Liganda o Ngble
Las campanas en hierro son recurrentes en los pueblos africanos, con utilidades diversas y siempre con esa impronta que da el hierro, fundido, moldeado y trabajado hasta darle el carácter requerido.
El ejemplar que mostramos lo utilizaban pueblos de la R.D.del Congo como los Ngabaka, Ngabandi, Nkutshu, Kuba y Zande.
Los Ngabandi en concreto, asentados en la rivera del Ubangi en la actual R. D. del Congo, entregaban a los curanderos ejemplares como el de la foto a, para que las tañeran durante las ceremonias Ganza de purificación de los aldeas y sus gentes antes y después de las lluvias y nombre que también recibían. Con esas campanas además, podían hacerse compras, trueques o dotes. Cincuenta de esas campanas eran la dote requerida para acceder a una novia, previamente insertada en el vástago de una lanza se ‘rendía’ ante su puerta; con tres se compraba un bushel, medida de volumen equivalente a 32 litros, de yuca. Cada campana mide unos 40 cms. Aunque en 1920 la administración colonial prohibió cualquier gesto ritual y el uso de otra moneda que no fuera la impuesta, no está claro cuándo dejo en realidad de usarse.
a b
c d
a: Campana moneda llamada Ganza de los Ngabaka de la R.D. del Congo.
b: Campana moneda de la Región de los Pastizales del Camerún. Esta doble campana como vemos se tañía con un palo, como todas las que ahora vemos, porque como el resto carecía de badajo. Curiosamente esta, cuando se utilizaba como instrumento se la llamaba Agogo, y como moneda era sin embargo Gankogui. Casi todas ellas servían también para llamar a los ancestros.
c: Campana moneda Yoruba de Nigeria, también se llevaba insertada en un palo.
d: Campana moneda de los Igbo de Nigería, aunque de lo que cuelga vemos cuentas y metales de muchos otros países de África Occidental. Parece que su uso como pago era tan solo para los gastos de funerales y por eso suelen llamarla Adrinka.
Gongs de hierro de diferente formato, daban idea del estatus social de el poseedor y a su vez le permitía hacer transacciones económicas de importancia.
Además de los instrumentos agrícolas o sus derivados, empleados como moneda, encontramos también otros objetos cuyo origen es la ganadería. Son los cencerros y gongs de hierro, utilizados como instrumentos musicales pero también en ceremonias rituales de relevancia donde se requería a los espíritus de los muertos cuando las situaciones comunales requerían de su mediación o en casos particulares solicitando favores o consejos concretos.
Estos objetos de variadas formas reciben las denominaciones de eloundja, ilonja, gunja o gonguni según el pueblo y país.
Los utilizados por los pueblos Nkutshu y Jonga del Congo, servían como moneda para adquirir diversos bienes, como por ejemplo el que incluso en 1910, con un doble gong se pudiera comprar una mujer o dos esclavos varones.
Eloundja cencerros monedas de los Chamba de Nigeria
Gonguni cencerros monedas de los Yoruba de Nigeria
Tan desconocidas como poco vistas, se sabe de otras monedas de hierro conocidas como ‘monedas aguja’ llamadas aiyu, ozala y umumu, parece que solicitadas por la dificultad de su ejecución dado su pequeño tamaño, pero de gran utilidad para los tejedores e incipientes costureros. Circularon en el sur de Nigeria, en el estado de Anambra Adamawa una de las zonas más pobladas por blancos que demandaban arreglos de mayor minuciosidad. Por lo que parece que estos trabajos pretendían asemejarse a las agujas llegadas de Europa.
Armas
La utilidad primordial de un arma no deja de ser la caza y defenderse. Si esta pieza estaba bien adaptada al objetivo pretendido, era deseada y por ello copiada o transacionada por su propietario si veía beneficio. Si encima de su practicidad resultaba bella, adquiría un valor extra al ser demandada por las élites.
Siguiendo un recorrido de oeste a este y de norte a sur, como en todos nuestros escritos, veamos cómo a la utilidad el africano suma gusto y equilibrio pera imaginar formas tan bellas, como peligrosas.
Los Buji, de Liberia, conciben estos objetos con doble capacidad, de arma y moneda, con una abstracta pero elegante figuración humana. Foto Galería Walu
Mandjong
Una singular arma que dejó de serlo para adaptarse casi en exclusiva como moneda fue el Mandjong del pueblo Kwele asentado en la frontera entre Gabón al noreste y del Congo a su noroeste. En su orígen era un arma arrojadiza entre punta de flecha y boomerang conocidas como Zong, que guardaban ese gusto por la forma acorazonada que se ve en sus máscaras, ciertamente si alcanzaba su objetivo podía causar un grave daño.
Fue tras la llegada de los colonizadores, que su administración impuso a los herreros que adaptaran su forma al mandjong o ancla que llevaban sus barcos, permitiendo su uso como moneda pero limitando otras alternativas.
En general las armas hablaban de prestigio social, valentía y coraje, y riqueza. Cuanto más delicada fuera su elaboración, enriquecida con elementos añadidos, y la cantidad de ellos que tuviera, más prestancia se daba a su propietario.
Estas ‘monedas arma’ se utilizaban principalmente para hacer frente a pagos ceremoniales o para compraventa de bienes excepcionales.
Cuando en el s XVII se habitúan los europeos a recalar en sus costas y se adentran por el interior, aparecen en el continente las armas de fuego, haciendo que paulatinamente las ‘armas blancas’ pierdan su razón de ser, pasando a adquirir valor en función de su preciosismo, material y belleza.
La aparición de armas blancas llegadas de Europa, más adaptadas al objetivo pensado, empuja a los artesanos africanos, conscientes de su mayor eficacia, a imitar dichas armas aunque con elementos ‘decorativos’ propios, dejando de lado las suyas. Según van perdiendo carácter agresivo lo ganan en el económico y se van alterando las proporciones y los materiales, dando paso a que partes que ocupaba el metal, se enriquezcan con elaboradas maderas o abalorios.
Su aspecto pasa a ser lo más relevante. Y no ya por imposición, sino por la convicción que da el beneficio económico, todas las armas blancas africanas
pasan a ser monedas de uso cotidiano y común, de manera que estuvieron en uso hasta bien entrado el siglo XX.
Pero antes veamos aquellas primeras.
CUCHILLOS
El grupo más numeroso y diverso de armas moneda está formado por los cuchillos, que podemos clasificar en dos grandes grupos, los cuchillos arrojadizos, empleados en el combate y en la caza, y los cuchillos ceremoniales, a veces de gran vistosidad y belleza.
a b
a: Sengese es el nombre dado por los Matakan a sus diversos cuchillos moneda. Están situados en las estribaciones de las montañas Mandara al noreste de Nigeria, norte de Camerún y Chad.
b: Ngalio son los cuchillos moneda del grupo Sara del Chad, R. Centroafricana y Sudán
Siguiendo el utópico recorrido oeste este norte sur, entramos en Chad donde encontramos a los Sara, que parece ser lo conforman una serie de pueblos, entre los que están los Ngambaye, Laka y Kabba que sobre el siglo XVI salen de algún lugar entre Etiopía y Egipto, pasando por Sudán hasta llegar a su actual ubicación.
Aunque parece que al principio se creyó que eran un solo pueblo con tres clanes, la llegada a Chad y su asentamiento los hicieron por etapas y separados.
Guerrero Sara Laka Ngambaye Foto Alain Descombes
Peter Westerdijk, lo incluye y relaciona en S.P. II ig.26-Kipinga 54
Al parecer primero llegaron los Ngambaye, después los Laka y al final los Kabba.
Los Ngambaye aunque defienden su identidad e integridad como pueblo unido, sí aceptan que se componen de ciertos clanes prevalentes, como los:
Mbao, asentados junto al rio Logone viviendo de la pesca, de la que sacan subproductos que intercambian con los agricultores vecinos.
Makoula, que cultivan arroz aprovechando los humedales inundables del norte de la meseta de Benoye.
Kelang, ubicados en la región de Beinamar, y que al igual que los Mang de la meseta de Benoye, cultivan sobre todo mijo.
No tienen jerarquías establecidas, ni políticas ni religiosas y las cuestiones a debatir se solucionan por consenso.
Celebran una única festividad que siguen todos los Ngambaye, que está a mitad de camino de evento religioso y manifestación de orgullo popular, pues los rituales, danzas, cantos y alegría generalizada, celebran la cosecha, donde lo importante es compartir y agradecer al otro el esfuerzo realizado durante el año.
Genéricamente le dan el nombre de Nai o luna a este celebración.
c d e
b c d e: Ngalio son los enormes cuchillos moneda utilizado por los pueblos Sara de Chad, R. Centroafricana y Sudán. Son de hierro forjado a veces compuestos de piezas ensambladas. Llegan a tener una envergadura de 125 x 50 cm.
Llamados Ngalio son utilizados por los Sara del sur de Chad, norte de la R. Centroafricana y sur de Sudán del Sur, donde hay otro numeroso grupo junto a la frontera con la R.D. Congo. Al margen de sus tradicionales enemigos, los Fulani y la colonización francesa, sus mayores problemas los han enfrentado con los Tubu, pueblo trashumante que con su ganado, junto con sus pastores Haddad, se movían entre el Sahara y el Sahel. Y aunque en su regulación social primaba la hospitalidad permitiendo beber agua libremente de cualquier pozo aunque estos tienen dueño o subirse a una palmera para coger dátiles, uno de sus principales cultivos junto a algún cereal, sus históricos enfrentamientos eran continuos y solían acabar mal, por lo que se acordaban ‘deudas de sangre’ o Goroga, que se satisfacían con estas monedas o Ngalio, que en función del número de excrecencias tenían más valor, cerrando los conflictos aunque fuera temporalmente. Otra moneda era la sal y el natrón, obtenidos de Doon Orei una caldera volcánica del macizo de Tibesti, que dan al ganado y utilizan medicinalmente.
e f
e: Nzakara, cuchillo moneda de los Zande de la R.D. del Congo
f: Cuchillo moneda de los Mongo Ngata Kundu de la R.D. del Congo.
Hemos visto que dentro de los cuchillos arrojadizos no existe un patrón, salvo que suelen ser planos y tener tres hojas o puntas, pudiendo ser más o menos rectos y alargados o cortos y redondeados, las variadas ramificaciones que poseen, les confieren muy diversos aspectos. De lo que no hay duda es que en ocasiones estos estilizados y sofisticados objetos se convierten en obras de arte.
Veamos ahora lo que llamaríamos:
ARMAS DE PARADA
Este es un antiguo término castrense, en que para los desfiles los jerarcas utilizaban normalmente ostentosas espadas, siempre con mango para poder mostrar la hoja, que más que un útil práctico para el cometido que se le suponía, la batalla, se utilizaban para hacer alarde de poder, y no hay mayor poder que tener más y mejores cosas que el otro. Por lo que la forma pasaba a ser un escaparate de habilidad artística, belleza y elementos como incrustaciones de metales preciosos u otros elementos raros y por ende caros, aunque en este caso y en África, los es su diseño, técnica y aparatosidad..
Conviene tener presente que este tipo de ‘arma, objeto de prestigio y moneda’ recibe un nombre en cada región en función del idioma, lo que al desconocerse por lo general, se les puede atribuir cualquiera de los términos que vemos a continuación:
Danisco es el término en Margi o Marghi, hablado en Nigeria, Camerún y Chad
Goleyo lo es en Musgu, zona de Biu Mandara, hablado en Camerún y Chad
Njiga por los Bagirmi, que tienen lengua propia de origen Sudanés Central, viven en Bornu entre Nigeria y Chad
Mambele en el Bantú del grupo BaKuba al este del Kasai y Sankuru en la R.D. del Congo
Hunga Munga en Lingala, centro norte de la R.D. del Congo sur de R. Centroafricana y Sudán del Sur Kpinga en Bangala, sub lengua del Lingala, es el término más generalizado, entre otros lo usan los Zande
Estos cuchillos pueden tener mil formas y su común es que tienen mango y que aparte de lo atractivo de sus líneas claramente pueden causar graves daños. Su uso se extiende desde el Alto Nilo en el este atravesando África Central hasta Gabón en África Occidental. En algunas partes de Africa Central, estas armas asumen la forma de la cabeza de un pájaro.
Veamos algunas muestras como siempre de oeste a este y de norte a sur.
El pueblo Kru de Liberia, creó esta ‘Hoja de Prestigio’, con la doble intención de ser mortal arma y valiosa moneda. Mide 47 por 10 cm el hierro y perteneció a la colección de Arnold Crane de Chicago, el siglo XIX. La elegante hoja acanalada muestra una pátina incrustada y hace mucho perdió el mango de madera.
Similares objetos, como figura en la parte inferior derecha de la ilustración, los hacen no solo los Kru, sino también los Dan, Grebo, Ngere y Baulé.
Hacha ceremonial de los Tiv de Nigeria
Joyce 1998 en ‘Life Force at the Anvil’, argumenta respecto a este objeto:
“Un vínculo metamórfico entre el liderazgo efectivo y el lenguaje influyente, se exhibe en esta pieza donde ambos conceptos se funden en uno, en la lengua y la hoja del hacha. Las palabras de los líderes deben ser autorizadas y sabias y el discurso es una herramienta aguda”.
Westerdijk 1984 en ‘African Metal Implements’, nos dice: “Sólo hombres ricos e importantes parecen haber disfrutado del privilegio de llevar estos elementos”.
Visoná, Poynor, y Cole 2008 en ‘Una historia del arte en África’, afirman que :
“Estos emblemas los utilizaban los Tiv en rituales de curación”, y sugieren que: “Es probable que fueran hechos por los abakwariga los herreros de los vecinos Hausa”.
La fértil sucesión de valles que forman la cuenca donde el Benue confluye en el Níger ha atraído durante siglos a una diversa panoplia de pueblos.
Desde hace ya siglos, ocupan entre otros este territorio los pueblos Afo, Ebira, Idoma, Igala y Tiv. La parte inferior del Benue, de más de kilometro y medio de ancho durante la temporada de lluvias, fue tanto camino como barrera: permitió como camino la salida y entrada de conocimiento y mercancías e impidió, como barrera, la incursión de intrusos o enemigos. Los Fulani, en sucesivas incursiones, consiguieron controlar el territorio norte donde el Gongola abraza el territorio antes de verter al Benue consiguiendo que quienes allí habitaban, se vieran obligados a huir hacia el sur, sin olvidar ni dejar atrás sus más importantes emblemas rituales. La deriva trajo nuevas conexiones con aquellos que se encontraron con quienes intercambiaron ideas y cultura innovando. Uno de estos pueblos eran los Tiv, que llegados del sur establecieron y acordaron parámetros con aquellos con quienes habían establecido concomitancias y vecindad.
Emblema cetro cuchillo moneda de los Verre
Recordad a este pueblo, los Verre de Nigeria, aquellos de las monedas azuelas. Aunque a diferencia de aquellas, inútiles para el concepto de su función, esta, como arma, no deja de ser tan amenazante en la mano como temible blandida.
a b
Cetro en forma de cuchillo lanzador, Há Mboum del pueblo Mbum de Camerún
a: En 2011 Sotheby’s sacó en subasta este objeto, en una horquilla de entre 6.000 a 9.000 €. Alcanzó 216.750 euros. Tras esta subasta, en cuestión de unos meses, el mercado se vio inundado de H é Mboum, no solo salieron a la luz los que ya estaban fuera, sino que parece que la demanda de hierro en Camerún había crecido exponencialmente.
b: Recalcan quienes más saben, que estos objetos originalmente eran cuchillos arrojadizos, pero que luego dejaron de lanzarse y utilizarse como moneda, pasando a ser emblemas de la realeza, utilizados exclusivamente por los jefes de clan Mbum o Mboum.
Westerdijk 1988 en ‘The African Throwing Knife’, y Elsen 2003 en ‘De Fer et De fierté’ nos dicen: “Frobenius informó en 1912 que la residencia del rey Mboum adquirió renombre en honor a sus piezas de Há, pues cierta cantidad de ellas se habían depositado juntas en ella. Parece ser que en orígen la aparición entre los Mboum se remonta a su aparición cuando aún se utilizaban como cuchillos arrojadizos. Si bien mucho ha cambiado hoy en día, el Há todavía tiene un lugar en el contexto cultural moderno de los Mboum”.
Sin entrar ni salir, estos ‘emblemas’ no solo circulan, hoy, en el comercio, sino que se sabe que no hace 50 años, se utilizaban en Camerún como trueque.
Veamos a continuación cuatro armas con características muy similares. Por lo que sabemos de la nuestra, la b y las citas de las otras, que traducidas he respetado literalmente, recorren un territorio inmenso, casi dos veces Europa, que de Nigería traspasan casi la frontera este de la R.D. del Congo pasando por pueblos diversos con quién en sus migraciones se fueron relacionando. Es un mundo tan lógico como imprevisible, por lo que ni los debates y discrepancias deberían tener cabida aunque sí las precisiones documentadas que sí enriquecen.
a b
c d
a: Subastado por Sothebys y de la antigua colección de Maurice Wyckaert, en su catalogo se puede leer: “Primitivo tipo de cuchillo Fang de Gabón. Elsen 2009, No. 46ª, estima su datación entre 1850 y 1890. Según él, en 2003, p. 98 a 100, la forma de estos cuchillos de jet muy raros podría ser el origen de los hachas Fang y Kota con la cabeza de un pájaro”.
b: Mucho más modesto, presentamos este que como todas nuestras armas y o monedas no limpiamos aunque si preservamos de humedades y mayor oxidación, pues de momento no queremos repasar filos ni el cincelado; se encontró a principios del siglo XX en territorio de los Gbaya de Camerún, aunque son un pueblo originario de Nigeria que por la presión Fulani huyó, asentándose en el centro este de Camerún, norte de la R. del Congo, noreste de la R.D. del Congo y suroeste de la R. Centroafricana.
En nuestra clasificación figura como: “Cuchillo llamado Ngbafa, por los Gbaya y Ngombe”.
c: En su cartela dice: “Cuchillo de prestigio. Objeto en origen ‘cuchillo arrojadizo’ utilizado por los Ngombe, Doko, Mbanja y Ngbaka, de la D.R. Congo. De hierro, el mango es un conglomerado de rafia y cuero, forrado con piel de serpiente. Principios del siglo XX. ‘No se sabe mucho sobre la función de este tipo de cuchillo, que proviene principalmente de los Ngombe. Su relación tamaño peso lo hace ineficiente como cuchillo lanzador, y sus bordes lisos y redondeados sugieren que tampoco sería una arma de mano efectiva. Al igual que muchos otros cuchillos Ngombe, este tipo probablemente estaba reservado para la exhibición, como símbolo de rango, riqueza y prestigio. Contribuyendo a esta hipótesis, los cuchillos arrojadizos suelen tener un lado grabado con bordes biselados, y un lado plano, sin adornos, sin embargo, este tipo tiene incisiones y biseles en ambos lados’. ‘Zirngibl 1983 en ‘Armas cortas africanas raras’ y Westerdijk 1988 en ‘The African Throwing Knife’ dicen: ‘Ejemplos posteriores de este tipo se componían de hierro europeo reciclado de mayor grado, y llevaban superficies impecables y brillantes. Esta pieza es un buen ejemplo del estilo Ngombe más antiguo, mucho más pesado, y compuesto de hierro nativo’ ”. d: En su cartela dice: “Cuchillo lanzador, Kpinga de los Yangere, R. Centroafricana y Camerún Hierro forjado, fibra vegetal, ratán. Principios del siglo XX Los Yangere eran un pequeño grupo de unos 14.000 individuos que se separaron de los Banda en 1840 y se trasladaron al oeste a territorio Gbaya en el suroeste de R. Centroafricana y Camerún. Su nombre simplemente significa ‘los que se separaron’. Los Yangere adoptaron muchos aspectos de la cultura Gbaya, además de compartir gran parte de su cultura Banda con los Gbaya. De hecho, los Gbaya nunca habían usado pequeños cuchillos arrojadizos como estos, aunque lo hicieron posteriormente. Los Yangere adoptaron la palabra Kpinga de los Gbaya para estos pequeños cuchillos arrojadizos, los Gbaya a sus cuchillos de hoz más grandes los llamaban Zade”.
Westerdijk 1988 en ‘The African Throwing Knife’ dice: “Mucho después de que los tiempos de las guerras tribales hubieran terminado y el trabajo tradicional de hierro cesara en 1920, muchos cabezas de familia de estas tribus todavía guardaban y atesoraban cuchillos, como preciosas reliquias familiares, refiriéndose a ellos con ‘una especie de respeto religioso”.
Es importante apuntar datos y precisarlos. Los Fulani, no eran tan solo los de Dan Fodio, por ejemplo, reconocido por implantar el Califato de Sokoto en Nigeria, no. Mucho antes inclusive, diversos clanes originarios del norte, de Libia a Marruecos, en nombre de su fe, pero también buscando dónde establecer cada cual su Reino y asentarse lo más cerca posible de su origen, bien pertrechados, organizados y a caballo, fundamental, desplazan a otros pueblos básicamente de cazadores recolectores o agricultores.
Ahora encontramos a sus descendientes, integrados, desde San Luis en Senegal a Djibouti y del norte de Sudán a Madagascar. No les fue difícil hacerse con el poder allí donde llegaban. Otra cosa fueron sus propias disputas.
Hemos hablado de pueblos diversos pero iniciando con un arma atribuida a los Fang y que en principio sitúan en Gabón y continuando con otra cuyo pueblo, los Gbaya , ahora dispersos, tiene origen Nigeria, pero que como a muchos otros, no les quedó más remedio que desplazarse de su origen a miles de kilometros. Retomamos nuestra idea de ‘viajar’ de oeste a este y de norte a sur, entrando ahora en Camerún:
Tan hermoso como aterrador, uno de los más conocidos cuchillos moneda es el Sengese, con forma de doble hoz y utilizado por el pueblo Matakam de Nigeria con poblaciones también en Camerún, Chad .
Aunque de su origen a su evolución su diseño ha pasado de ser una poderosa arma a un objeto de prestigio en su función de moneda.
De origen Kota, estos cuchillos de ‘cabeza de tucán’ son llamados Musele u Onzil o Ntosoko según el pueblo, pues también lo utilizaban los Nzabi, Mbamba y Fang. Aunque peligrosa arma, es un objeto al que los ‘maestros’ de las sociedades Mungala y Bwuiti ‘cargan de magia’, utilizándolos para preservar la vida social con las normas morales y religiosas que regulan la convivencia. Fundidos de hierro, cincelados con diseños que reconocen pertenencia a un clan, suelen tener el mango y a veces el espolón forrado con un trenzado de hilos de cobre, facilitando su agarre. Se usaban como moneda pero tan solo para adquirir fetiches o pócimas que sirvieran para alejar el mal, entendiendo esto como brujería, magia negra, raptos, robos u otros daños. Además de los Kota lo usaban los Fang y otros pueblos en las lindes del Ogowe en Gabón.
a b a: Cuchillo de ‘Pico de Tucán’ atribuido a los Fang, exhibido en el Museo de quai Branly. b: Esta foto es de inventario de entrada y de poca calidad por tanto. Como hemos dicho en anteriores ocasiones, mantenemos pero no limpiamos el oxido, pues es la mejor manera de datarlo; preservamos el hierro y el cincelado, que se ve con la pieza en la mano en todo el perimetro y el ‘ojo’ a 3 mm de media del borde, con una estría que divide el pico y un diseño de Ss horizontales situadas en la parte superior. Este tipo de cuchillo Onzil, además de reconocer a su portador como a alguien con gran prestigio social o religioso, destaca su utilidad como guardián de los valores del pueblo, pero además, por la inusual longitud de su vástago, está pensado como un arma efectiva, pues con esa envergadura es difícil autogolpearse. Nuestra ficha de entrada de 1987 dice: la ‘cascarilla’ da una exposición al oxigeno de alrededor de 100 años. Es una fundición de hierro trabajado el detalle en caliente, parece que se templó con orín. El mango y el espolón están forrados con un doble cordal de hilos de cobre y se remata por abajo con un tope también de cobre insertado en la espiral de cobre del mango.
Encontramos clanes Fang en Camerún, Guinea Ecuatorial y Gabón y a los Kota por causa de la migración, también en Gabón donde son alrededor de 30.000 y que se dicen los auténticos, y en la R. del Congo donde oscilan en los 10.000 individuos.
Westerdijk 1988 en ‘The African Throwing Knife’ y Blackmun & Hautelet 1990 en ‘Blades of Beauty and Death’ nos dicen: “Los cuchillos de cabeza de pájaro representaban simbólicamente armas que estaban metafísicamente dirigidas a herir a cualquiera que actuara antisocialmente contra la comunidad de la aldea practicando brujería o hechicería. El cálao es una criatura muy admirada en África por su persistencia e inteligencia”.
Los Azande, plural de Zande, son un enorme pueblo al que peyorativamente algunos llaman Nyam Nyam aludiendo a sus costumbres caníbales. Se distribuyen en el entorno donde confluyen las fronteras de Sudán del Sur, la R. D. del Congo y la R. Centroafricana, ocupando gran parte del enorme valle aluvial que forman la fuente y desarrollo del rio Ubangui.
En la R. Centroafricana también encontramos a los Nzakara Bandia pueblos relacionados, tanto que a veces se confunden con los Azande. Estos dos pueblos con origen Etiopía acaban llegando a las estribaciones de rio Ubangui donde se asientan. En el siglo XVIII establecen el reino de Bangassou a lo largo del río en la región de Ubangui Shar en la R.Centroafricana. Sobre 1860 siguiendo los parámetros de Leopoldo II en el Congo la administración francesa, potencia colonizadora, previo un acuerdo económico, cede la titularidad del territorio y sus gentes a empresas privadas que obligan a los habitantes, sin niguna contraprestación, ha cultivar y entregar cuotas de caucho y café, lo que llevó a que se redujera la población en un 50% por hambrunas enfermedades y sobreexplotación, lo que en 1928 derivó en la ‘rebelión de las azadas’ o de Kongo Wara que se ocultó en la metrópoli hasta casi 30 años más tarde.
Guerrero Zande. Foto Mision Afrcana Verona Kipinga Zande exhibido en el Met Museum.
a b
Kipinga es el nombre que se da a este tipo de cuchillo arrojadizo de tres hojas, que a su vez tiene carácter monetario, que es en definitiva de lo que hablamos. Ciertamente hay una cierta desinformación que adjudica dicho nombre a casi todos los cuchillos arrojadizos.
El Hunga Munga como también se conoce al Kipinga, en plural Kping, es un arma arrojadiza de algo más de 50 cm con tres cuchillas dispuestas de modo que pudieran herir de cualquier modo al oponente. Se dice que la cuchilla situada junto al mango, referencia el pene y por tanto virilidad de su poseedor. A estos objetos les consideraban ‘metal de la corte’ pues eran símbolo de gran estatus y de uso exclusivo de los guerreros profesionales bajo el mando del clan real de los Awongara. Los guerreros entraban al combate armados con tres o cuatro de estos cuchillos arrojadizos, escondidos detrás de los escudos, y por lo general se lanzaban contra los enemigos a una distancia de unos 10 metros. También eran moneda fundamental en el pago de dote, entregándose a la familia de la novia, siempre con testigos, antes de la boda. a: Este cuchillo lo tenemos referenciado como recogido entre los Nzakara y Yacoma, siendo estos un subgrupo Bangala de la R.D. del Congo fronterizo a Sudan. b: Recogido en la misma época y lugar que el anterior, la forma de este Hunga Munga nos llamó la atención cuando nos lo trajeron, al observar que apoyado contra la pared, parecía la gigantesca sombra de una ‘mantis religiosa’. Vemos que ambos cuchillos embuten la inserción final del cuchillo en un trozo de madera dura que luego, cada uno de una forma, han reforzado con tiras de cobre perfectamente ajustado.
Cuchillo Ondo de los Banda. R Centroafricana
Fotografía y texto de la Galería Ertribal En su cartela dicen:
“Cuchillo Banda, República Centroafricana y D.R. Congo
Hierro forjado, fibra vegetal. Finales del siglo XIX a principios del siglo XX.
El resultado de pasar el siglo XIX sumido en tumultos, largas migraciones y guerras intertribales fue que los otrora cohesivas Banda se dispersaran sobre una vasta área geográfica, divididos en pequeñas poblaciones independientes, y hablando unos 50 dialectos distintos. De manera similar, las armas Banda abarcan una amplia gama de estilos, desviándose a menudo dramáticamente de la estética tradicional”.
Westerdijk 1988 en ‘The African Throwing Knife’, dice: “Los cuchillos arrojadizos Banda estaban históricamente reservados para uso militar, para detener el avance de una fuerza enemiga, por ejemplo, pero su función evolucionó después de la década de 1920 para incluir propósitos pacíficos y espirituales, como implementos de baile ritual. Esta metamorfosis fue el resultado combinado del declive del conflicto en el siglo XX y de los persistentes ‘lazos emocionales’ de los Banda con sus cuchillos arrojadizas”.
c d
Ondo o Soro de los Manza Moko Ndo de los Ngbaka Mabo
Fotos y Textos Ethan Rider
c: Cuchillo arrojadizo Ndo o Soro de los Manza, República Centroafricana
“Hierro, latón. 39 cm. Principios del siglo XX
Los Manza y Gbaya son culturas distintas pero relacionadas. Se les agrupa lingüísticamente a menudo, por ejemplo, en la literatura francesa el término Manza engloba a los Gbaya.
Este cuchillo arrojadizo representa el diseño clásico de los Manza, con un ala ‘flexionada’ y sin decoración en las superficies de la plancha. Comparando esto cuchillos de los Manza con los de los Ngbaka Mabo mucho más comunes, Westerdijk escribe: ‘Para los Manza y Mbaka-Manza, los cuchillos eran sólo armas adicionales de menor importancia, y esto se refleja claramente en la forma ruda en que han sido fabricados, así como en el hecho de que estos tipos son muy raros’.
Lo que Westerdijk quiere decir al describir estos cuchillos como ‘armas adicionales’ es que entre los Manza, sus armas principales eran el arco y la flecha, la jabalina y la daga de brazo”.
d: “Cuchillo arrojadizo, Moko Ndo de los Ngbaka Mabo, R. Centroafricana y R.D. del Congo
Hierro, madera, cobre, latón . Principios del siglo XX.
Los cuchillos arrojadizos Mabo, conocidos colectivamente como Ndo, se utilizaban como armas de guerra, objetos de prestigio y cuchillas moneda. Según Poutrin 1910: ‘Ningún hombre Ngbaka Mabo salía de su aldea sin llevar sus lanzas y estos cuchillos, incluso en tiempos de paz’.
Su importancia como arrojadizos parece haber sido minoritaria; cuando se usaban en la batalla, funcionaban principalmente como armas de mano. Su papel como muestras de dignidad e insignias de cargo, parece haber prevalecido sobre cualquier papel marcial. En manos de cabezas de linaje, jefes de caza y especialistas religiosos, funcionaban como signos de autoridad y rango. Los líderes del culto antibrujería, llamado Wama, llevaban ejemplares de este tipo durante parte de sus ceremonias”.
Westerdijk 1988 en ‘The African Throwing Knife’ dice: “Esta pieza muestra incisiones con motivos de araña en el ala, la corona y el espolón, lo que alude al importante papel de la araña como héroe en muchos cuentos populares de los Mabo. Curiosamente, las incisiones en el ala se aplicaron claramente en un momento y con una técnica diferentes a las otras incisiones de la hoja. Estas incisiones posteriores en el ala se asemejan a un estilo congoleño al este de los Mabo, lo que sugiere que esta pieza fue intercambiada o transportada a un nuevo hogar al este del lugar en el que fue creada”.
Mango publicada en Lefebvre 2020: ‘The Throwing Knives: The Southern Knives’. Vlm 2, p 125.
Guerrero Ngombe, habitan en el triangulo que forman los ríos Itimbiri Ngiri el Congo y el Ubangi. Hablan y ocupan territorio Bangala o ‘los del agua’, lo que a veces les llaman. Al cuchillo en la mano del guerrero y a la derecha le llaman Bero.
a Ngwa b
Similares al Bero pero con más amplitud del arco, a estos cuchillos Mambele del amplio grupo Ngombe los llamaban Ngwa. Tal vez por su maniobrabilidad y menor peso, fueran los más usados en batallas. Aunque atribuidos a los Ngombe, no solo ellos los utilizaban, entre otros por los Mongo, Ngbaka y Ngbandi
León de Saint Maulin en 1880 nos dice: “llegando del norte de Camerún en el siglo XVII, ocupan las Provincias de Ecuador y Oriental. Se extienden desde aquí hacia el sur hasta Camerún y Gabón. Se encuentran entre los primeros bantúes en asentarse en el borde de los bosques húmedos y adaptarse a la sabana llegando a la cuenca del Mongala en Lisala, de allí se dispersan llegando algunos al sur de Ecuador donde ya estaban con anterioridad los Ngbaka, Ngbandi y Mongo instalándose cerca de estos últimos tras no pocas disputas. Cabe señalar, sin embargo, que no todos los Ngwa que esta gente hizo tenían el mismo uso o consideración. Había algunos tenidos por simples machetes utilizados durante la caza, pero también otros que tenían la forma de una espada recta o curvada, que se protegían con una cubierta hecha de la piel de un animal feroz, carnívoro, y llevados junto al pecho. Esto mostraba el valor del hombre. No se sacaba de ninguna manera, ni en ningún momento, pues se suponía que no encajaría en su cubierta sin antes beber sangre. Por lo tanto, incluso si un hombre estaba enojado o peleado con otra persona, tenía estrictamente prohibido sacar su arma para defenderse con ella, porque enarbolarla era sinónimo de que se derramaría sangre. Si no había logrado herir a su oponente, debía lastimarte a sí mismo, so pena de quedar señalado en la lista de mujeres. Otra importante categoría de Ngwa era el que estaba hecho de cobre que se utilizaba como valor fundamental de la dote. Esta rara vez se pagaba en dinero. Lo más común era por ese orden ascendente presentar a la familia instrumentos tradicionales, canoas, lanzas, machetes de cobre y rifles, entre otros. Estos objetos, o parte, se reutilizaban cuando un cuñado necesitaba a su vez entregar su dote. Pero cuando surgía un divorcio, la familia de la mujer estaba obligada a devolver todas las propiedades recibidas a la familia del hombre. Es importante señalar que el matrimonio sólo se producía entre familias de aldeas que tenían una buena relación entre sí y nunca entre personas del mismo pueblo. Eso evitaba el incesto”.
Za Bwambua Kipinga
de los Ngbaka Ngombe
Za es su nombre propio, Bwambwa el apellido, Kipinga el genérico y lo usan los Ngbaka y los Ngombe, en la R.D. del Congo
Son de Hierro, forrada la madera del mango con piel, tendones animales o fibras vegetales.
Este cuchillo arrojadizo, aunque usado por el grupo Ngombe, proviene de un diseño de los Ngbaka al que llamaban Za, tal vez la onomatopeya de chasquido que producía al golpear.
Los Ngbaka hacian referencia a él como símbolo de su héroe épico, Seto, que decían era su arma preferida. Y para ellos era la compañera o esposa de Za Sali, otro cuchillo, recto, que era su marido.
Aunque en otros no lo hemos especificado, de la parte inferior o tope del mango de todo este tipo de armas, salía un cordel, normalmente de tripas, tendones o nervios de algún animal, que una vez empuñada el arma, se ajustaba a la hoja o cuchilla pegada al mango, para utilizarlo a mandobles. Estos Za, eran costosos, pues a los más hábiles herreros ya les llevaba un largo tiempo. Aunque concebido como arma, no era su uso normal.
Westerdijk 1988 en su catálogo ‘The African Throwing Knife’ dice sobre ellos: “Su dueño lo lanzaba si no había otro recurso, o cuando entendía que podría recuperarlo”
Claramente su mayor utilidad provenía de su ampuloso diseño, que nada más verlo, era perfecta muestra del poder prestigio y riqueza de su propietario.
Conocido en general como Ngwolo o Bwambwa, principalmente lo usaban los jefes de la aldea, los del clan, los ancianos con linaje, u otros notables como distintivo de su posición.
Se blandían en alto en funerales relevantes, ceremonias de iniciación, e incluso durante la ocupación colonial, como arma distintiva de la policía nativa. Alcanzaban los 45 cm de media.
Ekumu Ekonda Ekumu o jefe Ekonda vestido de gran gala muestra el emblema que así lo certifica. Este emblema no es otro que su espectacular cuchillo Ngulu.
Es obvio por esta extraordinaria foto de Carl Lamote, que no tiene intención de manchar sus galas decapitando o ni tan siquiera arañando a nadie.
Simplemente muestra su autoridad riqueza y poder.
El Ngulu es también conocido como Mbeli na Banzi, Bwakoya, Gulu, M’Bolo, Ngolo, Ngwolo o Ntsaka.
En realidad lo utilizan muchos pueblos del grupo Mongo, aunque son los Ekonda, sing Konda, los que por las varias fotos de inicios del s XX, le dieron preeminencia entre los europeos. Este grupo y los afines se ubican en un territorio que abarca el medio sur de la Provincia de Ecuador y el noreste de la de Bandundu, el poblado triangulo que forma el sur del rio Congo con las orillas del Kasai y el Sankuru, al norte de la R.D. del Congo.
Con forma de hoz y lo amenazante que puede parecer, sobre todo por algunas ilustraciones que circularon por Europa en los años 20, se difundió la idea de que era un cuchillo de ejecución lo que ‘el espíritu del momento’ el Zeigeist que decían los alemanes, alentaba tal idea.
Espíritu así animado, propiciando la intención de mostrar el peligro al que los aventureros, misioneros y comerciantes entre otros, se enfrentaban en la salvaje África y recaudar fondos para llevar a cabo su importante esfuerzo y misión, entre tan amenazantes peligros. Aunque no hay foto en que se pruebe otra realidad que no sea la de representar alto estatus o rango, aunque como vemos nada tiene que ver con lo físico.
Entre otros, el Ngulu lo hacían y utilizaban los Ngombe, lo que unas veces se traduce por ‘Los del bosque’ y otras por ‘Los del rio’, pues ocupan ambos hábitat. Está formado por una hoja de hierro asimétrica profusamente grabada y un distintivo mango de madera, también a veces enriquecido, cuyo tope, grande y elaborado, se ajustaba a la mano de su propietario.
El especialista Gosseau en 1997 en su ‘Tribal Arms Monographs’. Vol 1 – nº 2, nos dice: “Hacen los grabados con una herramienta puntiaguda con forma de martillo que van golpeando con otra maza estando aún candente la hoja. Cerca del borde, con la hoja ya fría, realizan unas incisiones que recorren toda a lo largo su longitud. …estos cuchillos eran insignias de prestigio, implementos de danza ceremonial y objetos de valor utilizados para el intercambio, o como monedas”.
Se sabe que sus armas más habituales eran las lanzas, el arco y las flechas, y usaban en el cuerpo a cuerpo unas dagas o espadas cortas, de hoja alveolada, lo que no fue suficiente para hacer frente al invento de Hiram Maxim en 1884 de la 1ª ametralladora que llevaba su apellido. Hiram Stevens Maxim, un norteamericano nacionalizado británico, proporcionó a Henry M. Stanley un prototipo de su ametralladora, que se utilizó en África ya en 1886, pero fue durante la guerra con los Ndebele de Lobengula, en 1893 en que 50 soldados mantuvieron a raya a 5.000 guerreros con solo cuatro ametralladoras Maxim. Antes, Garnet Wolseley, Comandante en Jefe designado en 1888, ese mismo año en octubre, encargó 120 ametralladoras Maxim calibre 14,7 mm, que utilizó tanto en las guerras Ashanti, como en el Sudán acudiendo en auxilio de Charles Gordon que intentaba defender Jartum. La ametralladora fue decisiva para conseguir la rápida colonización de África, lo que los europeos, a finales del s XIX, ya habían conseguido.
1ª ametralladora de Gutling de 1862 Doko Ngombe con sus armas en un festival
Para concluir con el Ngulu al que también llamaban Lokula L’ombole, no se pueden ignorar los comentarios que hablan de su ‘tenebros0 pasado’ como ‘cuchillo de verdugo’, del que se dice: “El utilizado por el pueblo Nagala del Congo, hasta finales del siglo XIX, se empleaba en las ejecuciones rituales, descritas con gran detalle y dramatismo por los exploradores europeos que visitaron la zona.
Dentro de las creencias religiosas de estas tribus, figuraba la vida en el más allá después de la muerte, por este motivo, cuando se producía el fallecimiento de un jefe o una persona de prestigio social, con el fin de que pudiera ser adecuadamente servido y atendido en el más allá, tal como le correspondía su rango y estatus social, se seleccionaban de entre sus esclavos, 8 o 9 varones y 4 o 5 mujeres que eran sacrificados durante los rituales funerarios denominados Ligbeti, con el fin de que acompañaran al jefe y le sirvieran en el otro mundo. Este tipo de comportamiento no es nada nuevo en algunas culturas de la antigüedad, lo que más sorprendió y horrorizó a los viajeros europeos, es el que estos macabros rituales se mantuvieran vigentes hasta finales del siglo XIX en los remotos confines del África profunda.
La ceremonia de la decapitación, minuciosamente descrita por algunos exploradores que visitaron la zona a finales del siglo XIX, se celebraba durante los funerales. En estos actos, se reunían todos los habitantes de la tribu, y acompañaban el tenebroso ritual con gran profusión de gritos y bailes, en un ambiente de histeria colectiva, que añadía aún mayor dramatismo a la dantesca escena. Para la decapitación, el verdugo empleaba un característico y vistoso cuchillo ceremonial con forma de hoz, que parafraseando la cita del etnólogo Marc Felix nos muestra ‘la terrible belleza de los instrumentos de muerte’. Este tipo de cuchillo llamado Ngulu, perdió en el siglo veinte su función original, conservando sin embargo su valor como símbolo de riqueza, prestigio social y como ‘moneda’ ”.
Los refinados Ekonda o Konda, también los Kundu entre otros del grupo Mongo, no eran de lucirse tallando madera, pero rozando el límite que su exquisitez les permitía, crearon otro ‘ornamento’ que mostraba su peculiar interés por la ostentación, las espadas de desfile o parada Byongi, que sumadas a su joyería en metal y sus vestimentas, les diferenciaban de otros pueblos.
Estas espadas Byongi, eran de cierta envergadura, superior casi siempre a las Ngulu. Fundidas en hierro, solían tener formas diversas imitando, parece ser, ciertos animales, casi siempre insectos, cuyas patas como vemos en este caso de un ‘mesotopus’ o ciervo volador mostraban como ganchos, con desmesuradas mandíbulas.
Ya hemos visto la utilidad que encuentra el africano en diversos insectos, como más al este el ‘jonespeltis spléndidus’ un ciempiés o aquí el ‘mesotopus lucanus’ coleóptero que ingieren pues les aporta gran cantidad de calcio, hierro y ácidos grasos insaturados, y también ácido cianhídrico con el que combaten fiebres, sobre todo la malaria, aunque sin saber bien porqué, eso sí administrado con cautela pues puede resultar intoxicante y peligroso por tanto.
Aunque la mayoría de estos objetos de prestigio moneda era como el que acabamos de ver, cualquier otro objeto, con forma cómoda de transportar, si aparentaba como este otro cuchillo moneda que sigue, también se consideraba Byongi. Además en este caso era importante mostrar la abundancia de sus minas de cobre y zinc para obtener latón, y mostrar a los interesados lo que se podía llegar a hacer con él.
A esta excepcional ‘arma de parada’, o de presumir ante los invitados, deslumbrando con su brillo dorado, mostrando riqueza y poder, oculto, por qué no en cierto señorío, los Ekonda la llamaban Byongi.
Propiedad, exhibida y a la venta por la Galería Ertribal que además de la foto nos dice:
“Byongi Espada de desfile Ekonda, D.R. Congo.
Latón y madera. Principios del siglo XX. Ex colección Pierre y Valter Paurell Los Ekonda o Konda del centro de la República Democrática del Congo son famosos por fabricar los diseños de cuchillas más ornamentados y extravagantes. Esta pieza sustancial, refinada pero restringida es un ejemplo más antiguo de lo que más tarde se convirtió en un tipo común”.
Elsen 2003 en ‘De fer et de fierté’ dice: “Las cuchillas Ekonda son impresionantes y ostentosas, y completamente inadecuadas para el uso funcional, son en cambio símbolos de prestigio sin restricciones. Estas espadas se exhibieron en una variedad de circunstancias, pero sobre todo en desfiles y adivinaciones; muchas eran también prerrogativa de mujeres”.
Este otro ejemplo, también de la Galería Ertribal, donde se nos muestran las dos caras de la hoja idénticas, plantea algo que nos dice de una técnica fuera de la época en que eran habituales, que no es otra cosa que para fundir una hoja de hierro, u otro metal, y que aparezca igual por las dos caras necesita de un molde que requiere de una tecnología que en África no se da hasta mediados del s XX, y aún así en contados sitios.
Veamos que nos dicen desde Ertribal:
“Falsa espada de desfile del estilo de los Mongo del suroeste, los Mpamba, Dia, Bai, Kutu de la R.D. Congo. Hierro forjado, madera, tachuelas de latón, 55 cm. Su proveniencia se remonta a 1993.
Este tipo de cuchilla, que se asemeja mucho a las espadas del desfile, se puede distinguir por su diseño de mango, mostrando una cabeza orgullosa y decorada. Este tipo de espada fue utilizado originalmente por un número de pueblos Mongo del sudoeste que viven en el área del lago Tumba y el lago Mai Ndombe. Estas espadas se exhibieron en una variedad de circunstancias, pero sobre todo en desfiles y adivinaciones; muchas eran la prerrogativa de las mujeres también.
Hay una serie de ejemplos publicados con los que podemos comparar esta pieza, en particular las de Elsen 1992 en común, en ‘Beaute Fatale’, de la colección del Museo Real para El África Central; Westerdijk, 1984 en ‘Africa Metal Implements’; Elsen 2003 en ‘De fer et de fierté’; Felix 2009 en ‘Fatal Beauty: Traditional Weapons from Central Africa’.
Al comparar este mango con los ejemplos publicados, vemos una estética consistente en la forma en que el escultor articuló los rasgos faciales y el mango general. Además, la hoja de esta pieza es incuestionablemente genuina. Así que a primera vista, esta pieza parece ajustarse a los parámetros estéticos correctos para este tipo oscuro, y también lleva una hoja antigua y genuina.
Al inspeccionar de cerca la intersección de la hoja y el mango, hay signos claros de adhesivo aplicado, que no deben estar presentes por ningún motivo. Otra característica problemática es el color y la superficie del mango. La coloración en la superficie es esporádica e inconsistente con el desgaste que resultaría de la manipulación. Es probable que el asa sea una pieza antigua que ha sido manipulada o una pieza más reciente con la edad simulada. De cualquier manera, la superficie es problemática. En el reverso del cuchillo, hay un número de inventario escrito en
blanco. A primera vista, esto parece mostrar la presencia del cuchillo en una colección importante; posiblemente un museo. Sin embargo, esto también es problemático. Este tipo de etiquetado se realiza de forma coherente con cuidado, intención y precisión. En esta hoja, las letras se hacen con descuido, tanto que el escritor parece haberse quedado sin espacio, y así continuó su pensamiento en la siguiente línea. Mientras que en determinado escenario, esto podría resultar ser un error honesto, parece más probable un intento de engañar. Si el mango es de hecho una creación más reciente, como sugiere la extraña pátina y la presencia de adhesivo entre la hoja y el mango, una nota de colección inusual escrita en blanco sobre ambas piezas sin duda sugeriría que las dos piezas, hoja y mango, ‘nacieron juntas’. El hecho de que se desconoce el origen de esta información de colección sólo apoya la hipótesis de que la anotación blanca es un intento de engañar”.
No los conozco. Nada más que decir, su comentario les honra.
a b
a: Hierro clasificad0 en el grupo Mongo, en el entorno del pueblo Kutu. R.D. del Congo.
Hierro forjado en dulce trabajado al rojo vivo, coincidentes pero desiguales las nervaduras en cada cara; mango tradicional de madera.
Su utilidad resultaba del prestigio que se suponía a su poseedor, pues los filos difícilmente cortarían una rama. Sí marcaba la diferencia en las reuniones comunales, como ceremonias diversas, iniciación o recolección pero sobre todo en funerales. Como otros objetos similares era fundamental para pagar las dotes o adquirir fusiles.
b: Mongo también pero del entorno de los Sengele que aunque menos de 30.000 tienen idioma propio y poco contacto con el resto. Hierro sin alharacas, ni golletes ni incisiones, remate superior en fauces, con cabeza como tope del mango.
Utilizado como arma y machete en la espesura y la caza. Tradicional, herramienta común, adquiría importancia el mango, que no se cambiaba si el representado era alguien que había demostrado valía de algún tipo, lo que a la hora de transacionar podía triplicar el valor de uno nuevo.
Mujer con cuchillo Bwango
Tan conceptualmente modesto y simple como bello.
Este hierro es conocido como Bwango o Bwagogambanza por los pueblos Bonjo, Lobala, Mondzombo y Ngabaka de la R.D. del Congo
En una aparente ingenua abstracción humana, han dotado de sofistificación y grácil estética a la simetría del hombre que implora dirigiéndose al cielo.
Aunque el que vemos en la mano de la mujer resulta claramente insuficiente, sin el recorte y más grande podría ser el temible cuchillo Ikakalaka, y escuchando a otros expertos, serios, viendo cuchillos como este, pero con bien afilados bordes lo encardinan con el Ngulu, como cuchillo de ejecución.
Cuchillo Bwango
Algún buen amigo de la zona llega a explicarme, que Bwango es este tipo, de carácter monetal y que el Bwagogambamza, más grande y pesado y de bordes bien afilados es el de carácter guerrero y a veces utilizado por el verdugo.
Elsen describe la función de este tipo de hoja como ‘objetos de lujo para notables y jefes’. Gosseau 1997 en ‘Tribal Arms Monographs’ Vol. 1 nº2 nos dice: “También se utilizaron ceremonialmente, en particular en los ritos de iniciación para los hombres jóvenes. Las pequeñas huellas circulares en la superficie de esta hoja indican su origen en los Lobala, en lugar de los Ngbaka o Bonjo, que también crearon una hoja muy similar”.
Los belicosos Salampasu, como vemos en las fotos utilizan un cuchillo en toda regla, a mitad de camino casi de una espada. Pero sabiendo de lo violento de sus acometidas, a cara descubierta, está claro que este cuchillo, aunque arma, tiene una clara función como objeto ritual y de prestigio, pues esta no es la única foto de un Salampasu enmascarado blandiendo este tipo de cuchillos.
Espada corta Ikul de los Kuba
Los Kuba, Bakuba en plural, son originarios de la provincia de Kasai en la República Democrática del Congo.
Hoja de hierro y mango de madera con incrustaciones metálicas geométricas.
En el pasado, estos cuchillos eran un símbolo de masculinidad y entregados a los iniciados tras su transición a la edad adulta.
Los Kuba tenían un notable conocimiento de la forja y sus herreros ocupaban una destacada posición.
Espada corta Hungaan El Kwango e un importante río que dio nombre a los pueblos asentados en sus orillas y ahora a una provincia de La R.D. del Congo. Entre otros pueblos acogidos en sus orillas están los, Holo, Hungaan, Mbala y Pende siendo la provincia muy grande estos se ubican en el entorno donde el Kasai cierra la horquilla que forma con el Kwango.
Este hierro de cierta envergadura, 52 cm, forma una hoja de desigual grosor que del eje central va adelgazando hasta presentar un borde suficientemente resistente pero cortante. Se maneja gracias a un mango de madera, bien insertado y tal vez adaptable a una mano no excesivamente grande, más bien menuda. Por la información de quién lo trajo a nuestras manos, conocido hace años y autóctono de la zona lo hemos clasificado como Hungaan.
No tiene ningún significado nuevo que no sea su doble uso como arma, y que tras el primer paso del Mukanda se entrega este tipo de hoja al muchacho como símbolo de integración con los adultos. Tambien le sirve a este hombre como parte, importante, de dote para acceder a su mujer.
Cuchillo Me Buun
Cuchillo Me Buun de los Yanzi, Ngul o Pendé, R. D. del Congo
Exhibido y a la venta por la Galeria Binoche et Giquello. Foto y textos de dicha galería.
Hiero forjado con mango de madera con pátina marrón brillante. 18 x 29 cm
Arma de prestigio, la hoja discoide asimétrica se despliega formando una elegante paleta. El mango está cubierto con alambre de cobre, el tope de madera lo cubre una hoja del mismo metal. El arma cede y da paso con su forma al objeto en toda su nobleza.
Véase. Hierro y Orgullo, 218, Figura 79 para un objeto comparable
Poto cuchillo moneda
Muy popular es también entre algunos pueblos en la confluencia de los ríos Ituri, Giri y Mongala elcuchillo Poto, cuya extremidad del mango, está forrada de piel, formando una pequeña bolsa en cuyo interior se han introducido ‘polvos mágicos’.
Emambele
Este es un Cuchillo de Prestigio de los Mangbetu de la R.D. del Congo Recibe el nombre de Emambele pero también el de Trombasc, sin que nadie lo aclare. Se nos ocurre que como en otras ocasiones, Emambele, hace referencia al origen del clan primigenio, mientras que Trombasc es una onomatopeya que como otras veces alude al chasquido al impactar el cuchillo, lo que no es inusual.
Hombres Mangbetu exhibiendo sus Emambele
Lo normal es que como el que vemos en la imagen, tengan la hoja de hierro forjado, mango de madera forrado de hilos de latón, marfil o hueso.
Es el más famoso de los cuchillos de prestigio de los Mangbetu. El Emambele o Trombasc, tiene forma de hoz en ángulo recto con bordes afilados y con dos o tres agujeros. Su empuñadura estaba hecha de una variedad de materiales, incluyendo latón, madera, marfil y hierro. Si el herrero hacía la hoja, era otro artesano el que en paralelo realizaba el mango tras estudiar la mano de quien lo encargaba que le anticipaba el material. Esto era de suma importancia pues en una sociedad tan jerarquizada y elitista, el prestigio visual podía influir en el posicional.
Schildkrout & Keim 1990 en ‘African Reflections: Art from Northeastern Zaire’ dicen al respecto:
“Estos instrumentos también pueden utilizarse como cuchillos arrojadizos, pero suelen emplearse más como objetos rituales o monedas. El número de orificios en su hoja de dos a tres, indica el número de mujeres de su poseedor”.
Distintos pueblos Mongo tienen varios tipos más de cuchillos con forma de punta de lanza, como los Ntsoko, o similares a algunos que hemos visto como el Efamba o el Ikakalaka, utilizados como moneda y objeto ritual.
Este sería el caso del oshele, utilizado en la zona central del Congo, entre los ríos Kasai y Sankuru, formado por una gran lámina de hierro de unos 90 cm. de longitud y que a pesar de su notable parecido con los cuchillos arrojadizos utilizados en la zona, ha perdido su utilidad como arma y se emplea en la práctica exclusivamente como moneda.
Otro tanto ocurre con el cuchillo kul, utilizado por la tribu Ngama, o con el cuchillo típico del pueblo Bubu, en la zona del río Ubangi, de forma redondeada y que carece de punta
Un segundo grupo de armas lo constituyen las hachas rituales, destacando entre ellas por su belleza la característica Zappozap o Kasuyu utilizada por los pueblos Nsapo del Congo. Estas armas, auténticas obras de arte, suelen presentar varias caras humanas en relieve sobre las barras de hierro que conforman su hoja, y constituyen símbolos de poder y riqueza, no utilizándose por tanto en las transacciones comunes.
De aspecto más modesto, las pequeñas hachas rituales utilizadas por los pueblos Bana, Kapsari y Fali de Camerún tienen también una función monetaria.
Hachas Zappozap de los Nsapo, estos más que una subetnia de los Songye casi se podría decir que son un clan dentro de ellos.
Kibiki o Kasolwa hacha de los Luba Sankadi Hacha Ceremonial, Kibiki o Kasolwa de los Luba Shankadi o Kalundwe de la R.D. Congo
Madera, esteatita incrustada y hierro. 42,5 cm. Inicios del siglo XX.
Si algo tienen los Luba es talento, que demuestran con elegancia, técnica y versatilidad. Y cómo no, sus hachas ceremoniales también son un buen ejemplo. Un recio vástago de dura madera donde el artista se luce tallando una hermosa cabeza bien peinada, como solo saben hacerlo los Sankadi, que midiendo la palabra, nos muestra la justa medida de esta en un alarde al salir proyectada, sólida y consistente de la boca de la mujer, en una bella sintonía entre la madera y el hierro. Que parafrasea este en un poema visual, que apreciamos en los dibujos cincelados que encierra. Estos objetos no son comunes, son para reyes o jefes, y si a alguien se le diera, se le estaría encumbrando a tal cargo por el simple hecho de tenerlo. Sí, son objetos de prestigio y por eso tan solo para reyes, jefes, personas de alto rango, médiums espirituales femeninos u otros miembros de asociaciones secretas. Se llevaban sobre el hombro mostrando el rango cual medalla o galón en uniforme; empuñadas, también se mostraban en las ceremonias de la corte y en la danza en rituales y festivales.
Los emblemas reales Luba suelen encerrar moralejas de carácter resolutivo, de utilidad. Mensajes metafóricos como ‘abre camino’ o ‘desbroza antes de cultivar’, facilitan ideas y no tan solo el hecho concreto en sí. Westerdijk 1984 en ‘African Metal Implements’; Verswijver, G., De Palmenaer, E., Baeke, V., y Bouttiaux-Ndiaye, A., eds. 1996 en ‘Obras maestras de Africa Central’; Roberts & Roberts 2007 en ‘Luba: Visiones de Africa’; Visoná, Poynor, & Cole 2008 en ‘Una historia del arte en Africa’; Elsen 2013 en ‘Fatal Beauty’, edición negra, nos dicen: “La tradición oral de la Épica Luba relata cómo la realeza y la fragua de metales fueron introducidos por el héroe cultural Mbidi Kiluwe. Por lo tanto, blandir el hacha ceremonial implica un recuerdo de los orígenes reales y sus privilegios”.
Khaandu de los Yaka Foto del Met
Los Yaka como los Suku, estaban en la órbita del Reino Kongo del que se escinden, pasan por la sumisión a los Lunda, pueblo con aspectos sociales más ‘civilizados’ y después por la de los Imbangala o Jaga, que aunque hay dudas de quienes eran, no respecto a sus costumbres que como poco habría que reseñar como depravadas. Tras siglos de vasallaje a los Jaga o Imbangala, estos son aniquilados en el siglo XVII por las alianzas de otros pueblos con los portugueses y otros colonos europeos, recuperando los Yaka su identidad, pero recordando siempre las tan famosas como sanguinarias hachas de los Imbangala, por lo que se cree que estas son recuerdo de qué no hay que hacer y que sí para ser un hombre cabal, lo que de siempre es estricto y prioritario en el ciclo iniciático del Mukanda por el que ellos se rigen.
Este hacha Khaandu de los Yaka está depositada y se exhibe en el Met Museum NY
Varios tipos de lanzas tuvieron a su vez función monetaria, algunas reciben nombres específicos como las Bikie o Mimboss de Camerún, y mientras en algunos casos, como entre los pueblos Nkutshu, Tetela y Ngombe, conservan una doble y hasta triple función, la de armas, monedas y elementos litúrgicos en determinados bailes y ceremonias rituales, otras veces, como las elaboradas lanzas Mbole, Bangala, o Chamba, solo sirven como objetos de lujo y moneda.
Kuba Mongo, Tetela o Hemba Masai
Las lanzas de este tipo se utilizaban como objetos de prestigio y, a pesar de su diseño amenazante, eran menos propensas a actuar como un arma, siendo habitual, cuando era el caso, utilizar las puntas de lanza también como medio de intercambio o de pago. La extensa área tribal de los Kuba produjo numerosa variedad de estilos, incluso en las armas de prestigio. Pero como vemos en esta muestra, el doble uso se extendía desde Gabón a Tanzania.
Ya las vimos antes y si se tienen en la mano, causan estupor pues aunque su forma sugiere otra cosa, enseguida se entiende que no sirven como armas. Me refiero a las espectaculares Liganda o Ngble, gráciles, elegantes y esbeltas piezas de hierro, entre hoja de espada o punta de lanza de hasta dos metros de altura, utilizadas particularmente como monedas de dote que se devolvían en caso de divorcio, o como moneda normal hasta comienzos del siglo veinte por los Topoke del Congo. Y para apuntar otro dato, por treinta Ligandas u otro tipo de lanzas grandes, que genéricamente denominaban doa, podía adquirirse un esclavo.
Instrumentos musicales
Otra de las grandes familias que compartieron el tener una utilidad práctica con la de ser moneda tradicional, es la de los instrumentos musicales, principalmente como hemos visto las campanas o cencerros de metal.
La música es un concepto de gran valor y amplio significado en África, donde cada instrumento tiene un uso específico ritual, ceremonial o de medio de comunicación y es realizado exclusivamente por un músico que lo dota además de simbología y ‘poderes mágicos’.
Los de madera, aúnan el componente de involución de la naturaleza viva que permitió hacerlos, llamando a los vivos o concitando a los muertos según el tañido. Los realizados en hierro, campanas y sonajas fundamentalmente, tenían el añadido del valor del material y el peso de este.
a b
a: Campana de los Ambete o M`bete del Gabón b: Campana de los Eket de Nigeria Llamadas Ogrinya eran campanas usadas por pueblos de Nigeria, Camerún o Gabón, por pueblos como los Ambete, Eket o Fang, son sin embargo herederas de las tradiciones de los antiguos pueblos Idoma o Igbo y pertenecían a la sociedad Ogrinya, exclusiva de hombres que hubieran matado un elefante, un león o un hombre. Remedando, las crestas eran reflejo de un cráneo humano alusivas al guerreo o cautivo muerto Las de los Kota en Gabón, son utilizadas por los adivinos y los curanderos; individuos cuyas profesiones incluyen el diagnóstico y la curación de la enfermedad y otros tipos de desgracias.
Miden la a: 46 x 24 cm y la b: 56 x 25 cm
c d
c: Dzo tambor del Bajo Kongo d: Dzo tambor de los Tshokwe de Angola
Al igual que las Ogrinya de más arriba, este tipo de ‘campanas de madera’, las Dzo, realmente tenían en su doble utilidad características muy concretas, servían para que el Nganga, el sabio brujo u hombre medicina, llamara a los espíritus de los difuntos, y a la vez como parte del pago a esos Nganga de los rituales para poder celebrar esos ritos, pero dado que no son baratas, requería que el pueblo o aldea se uniera para poder costearlas. Rondan los 45 x 25 cms.
Hay una gran variedad de Dzo o campanas de madera talladas, por los pueblos que viven en la región del Bajo Congo. Forman, junto a otras, parte del material utilizado por el curandero tradicional, para su comunicación con el mundo de los ancestros. Se les atribuye también el poder de revelar el más allá del otro mundo. Estas campanas de tañido sordo, se utilizan a modo de queda llamada, bien para movilizar a los hombres a la guerra o bien para convocar a los genios Dzo, del que reciben el nombre, en el culto a los muertos. En este último caso, se dice que el espíritu de los ancestros se refugia en la cabeza de la campana cuando esta suena y queda predispuesto de este modo a las solicitudes pretendidas. c: 53,5 x 23,5 cm – d: 58 x 23 cm
e f
e: Tambor de los Kuba llamado Pel Mmbish. Antropomorfo como se puede apreciar, es de una pieza de madera la ‘caja’ y lleva en los extremos dos membranas de piel de distinto tono; está tachonado con clavos e hilos de cobre; utilizado en todos los eventos, trasmite in situ las noticias, pues adelanta con su tañido a quien lleva la noticia. Se cambiaba por un esclavo o por un valor equivalente incluso un arma de fuego, siempre y cuando el receptor ya tuviera otra más moderna. Mide 73 x 28 cm.
f: Excepcional Linga o tambor de ranura de los Bena Lwlua al que llaman Thsingufu, su utilidad era similar al de los Kuba y correspondía también a un esclavo o arma de fuego. Este tipo de objeto de los pueblos de hábiles tallistas, como los Luba, Hemba, Lunda, Songye etc., tenían similares utilidades. De madera de una pieza, mide 106 x 35,5 x 23 cm.
g h
g: Genéricamente conocidos como Dungu o Kundi estos instrumentos cordófonos se encuentran por todo el continente africano, este de Camerún magníficamente tallado, con extensiones antropomorfas en el estilo de las estatuas ancestrales, se da indistintamente entre los pueblos Bamún, Bamileké o Tikar. Aunque en este caso nos inclinamos por los Bamún.
Como una proposición fálica nada más verlo, su origen se remonta a un antiguo culto de los ancestros. Ejercía un papel esencial en el ritual de iniciación masculina, guiando al participante en el ‘viaje’ a través de un metafórico útero, que le conducía al país de los ancestros, lugar donde él debía renacer. Pero era fundamental en las ceremonias terapéuticas de posesión propias de las sociedades femeninas. A partir del año 1930, a todos estos rituales, le fueron añadiendo paulatinamente elementos de la liturgia católica; así el arpa, principio femenino y génesis del mundo, es considerada la Santa Virgen en ciertas sectas sincréticas. Asociado como vemos a la mujer, era una importante, aunque inusual pues no abunda, moneda de dote lo que le daba un valor extra. Mide 61 x 67 x 28 cm
h: Shekere, Nsek o Axatse Cabaca. Es un instrumento de percusión extendido por toda África, consiste en una pequeña calabaza seca ahuecada que sirve de caja de resonancia, recubierta de una maya o red de rafia a la que se le han incorporado semillas duras, huesecillos, conchas o bolas de barro cocido, entretejidas en la red. Al agitar golpean contra dicha calabaza con un gran estruendo y sirve apara acompasar la música o danza. En todas partes del continente lo llaman de manera diferente, entre los Lega de la R.D. del Congo es conocida como Chekeré, como Lilolo en Kenia, Axatse por Chad o Sudán, Nsek por el Congo y Shekere por el África Occidental. Suele utilizarse mucho en la música de los Hausa de Nigeria. La forma de la calabaza determina el sonido del instrumento. Este Chekeré es de los Lega o Lengola del Congo. Todo cambia y lo antiguo poco a poco se olvida, pero la calabaza siempre ha sido un artículo asociado a la mujer, y como este, aunque ahora lo utilicen hombres en sus conciertos, era usado por mujeres que requería que cada tres patas de gallina o 12, actuaciones, se les pagara a cada mujer que actuara el equivalente al costo de uno de estos instrumentos.
i j
i: Gangkogy o Gankeke es el prototipo de campana o cencerro africano; consiste en un vaso invertido de hierro y al que en función del tamaño, adecuan un sonido mediante el golpeo de este con un palo de madera forrado o no a modo de baqueta. Su sonido produce para ellos el efecto de llamada imprescindible para solicitar la presencia de los antepasados, espíritus o incluso el mismo ser supremo. Muy utilizadas en zonas del Bajo Congo, Camerún, Nigeria, Gabón, Benin, o Ghana y en cada sitio con su peculiaridad, que normalmente pasa por colocar una figura o cabeza tallada en madera en su mango. Su tañedor es un hombre considerado sagrado aunque de algo lúdico se trate, conocido como Kpanligan, que es el interlocutor único por ejemplo entre el rey y los súbditos. Los mandatarios más importantes de las aldeas tienen sus propias orquestas, formadas principalmente por tambores. Durante las apariciones públicas de los jefes, los músicos tocan sus tambores y, también se añade el sonido de las campanas de percusión externa que son golpeadas con pequeños batidores. Pueden ser sencillas, como las Fang o el cencerro Mossi o dobles como el crochet Lobi, de diversos tamaños y normalmente de hierro. Este tipo de campanas puede medir entre 20 y 50 cm, dependiendo del uso que se le vaya a dar, algunos se aplican en ceremonias luctuosas, otros en actos de carácter religioso o con la finalidad de proteger a la aldea. Esta es de los Fang de Camerún. Como todo lo relacionado con lo funerario su valor era proporcional al coste de uno o varios funerales.según se acordara. Mide 37 x 12 x 5,5 cm
j: Dundun es un término también genérico, para tres en un instrumento que consisten en un digamos solista, uno en tono agudo y otro en grave. Pueden verse así tambores, campanas o trompas. En las campanas, como estas de Malí, la campana pequeña, como en cualquier o otro instrumento, es llamada Kenkeni, la mediana Sangban y la grande Doundounba. Vemos que son de zinc y tan solo es una plancha recortada de modo que al doblarla quede una parte estrecha a modo de asa, y dos partes más anchas, enfrentadas, que no se cierran ni tocan quedando cimbreantes, pero utilizado el espacio entre ambas como zona de amplificación. Son como vemos algo de bajo costo material y no tanto manual, pues hay que tener cierta pericia para que el artesano que las hace les de el tono preciso para la conjunción de la musicalidad. De todos modos su función de intercambio suele ser por algún otro útil, estancia o comida, pues si se ha ido al festival de algún pueblo, mejor cambiarlas antes de volver con la bolsa de la actuación que no con las campanas que fácilmente de vuelta se pueden volver a hacer.
Para los más interesados en otros instrumentos moneda, les remito a nuestro texto de ‘Instrumentos Musicales Africanos’, donde satisfarán su curiosidad.
Oro
W. Bosman habla de oro fino y puro llamado Acanni sika.
Los Akan utilizaban cajas cuyo volumen en polvo de oro se aceptaba como intercambio sin utilizar paridad de equilibrios. Lo normal era que figurara en la caja alguna inscripción o símbolo que indicara el valor ponderal del polvo de oro que cupiera en la caja. Y eso se ‘medía’, mediante unas figurillas preestablecidas, es decir, peso y moneda entran aquí en un sistema monetario. En el espíritu Akan, estas palabras no evocan la noción de peso, sino de moneda. Estas equivalencias estaban equiparadas con las monedas europeas. Las conocidas figurillas eran pues unos pesos-moneda y desempeñaban el papel de moneda marco y el polvo de oro desempeñaba el papel de moneda de sustitución. Manipular esta moneda era pues un asunto de especialistas. Había unos pesos masculinos y otros femeninos. Era un principio regulador de las transacciones comerciales. Los dos eran similares en la forma pero uno era el modelo reducido del otro. De la diferencia entre el peso masculino utilizado para comprar y el peso femenino para vender resultaba el beneficio del vendedor. La diferencia de peso de la figurilla masculina de compra menos el de la figurilla femenina de venta era el beneficio establecido y aceptado.
Algunos tipos de contrapesos Akan
Monedas
Aksumite, es el nombre dado a las primeras monedas africanas encontrada en la actual zona de Etiopía Eritrea atribuidas a partir del rey Endubis de Aksum y datadas a partir del siglo III
Moneda s. IV reino de Aksum
Moneda de oro siglo V del rey Ebana.
La conocida como Moneda de Aksum es la primera divisa autóctona conocida que se expendió en África sin el control directo de una cultura extranjera como la de los romanos o los griegos. Se acuñó y distribuyó desde el Reino del Bajo Aksum, durante el reinado de Endubis, en torno al año 270 hasta que comenzó su declive en la primera mitad del siglo séptimo.
El sultanato subsahariano de Kilwa acuñó monedas después del de Aksum en el siglo X. La moneda de Aksum sirvió como enseña de propaganda y muestra de la riqueza del reino, y la promoción de la religión nacional, al principio politeísta y cristiana oriental posteriormente, facilitando la actividad del Mar Rojo en la que prosperó.
La falta de trabajos arqueológicos en la zona a puesto de relieve, que con tan solo la moneda, esta resulta lamentablemente un elemento poco fiable en cuanto a determinar la cronología de los reyes aksumitas.
Leonardo Da Vinci realizó estudios sobre la fabricación de las monedas y trató de sustituir el amartillamiento en caliente de las monedas extraídas de lingotes metálicos, por el corte de discos metálicos lisos, de cinta ya preparada con el espesor deseado. Reunió en una sola máquina, a la que había acoplado punzones especiales, tanto la operación de corte como la de acuñación para la conocida entonces como Ceca Vaticana.
Antes de su aparición, los negocios se hacían mediante trueque o intercambio de bienes o enseres, y también se llegaban a pagar las mercaderías con lingotes de oro y plata. Al generalizarse el uso de monedas que mantenían siempre el mismo valor, se aumentaron con ello los intercambios mercantiles.
Si aceptamos la versión del historiador Herodoto, podemos decir que las primeras monedas surgen en el Asia Menor sobre el siglo VII a.C. Se mandaron hacer para facilitar la recaudación de los impuestos, aunque es muy probable que aparecieran mucho antes en cualquier otro lugar. El León de Lidia es la moneda oficial acuñada más antigua que se conserva; se acuñó en Turquía sobre el año 650 a.C. en la región que le da nombre, Lidia. Se fabricaron por orden del rey Alyattes como medio legal de intercambio, y estaban hechas de oro y plata. Hubo otras para las que se usaron metales como el cobre, el bronce y el hierro, pero se preferían las primeras por su escasez y su incorruptibilidad, ya que no se estropeaban aunque se almacenaran mucho tiempo. En el actual Pakistán se han encontrado monedas que datan del 2900 a.C., pero quizás las más antiguas provengan de China y sean anteriores al 5000 a.C.
El uso de las monedas se fue extendiendo e incluso el gran Alejandro Magno aparece ya en ellas. Se hizo frecuente estamparlas con el rostro de un soberano, la figura de un dios o algún otro símbolo. Estos sellos garantizaban su pureza y el peso del material con que se había acuñado la moneda.
En el Imperio Romano se creó una moneda homogénea en las distintas regiones y unitaria en peso, tamaño y valor, el ‘denario’, raíz latina de la palabra ‘dinero’. Se implantó una acuñación estatal, prohibiéndose cualquier tipo de acuñaciones particulares. En las antiguas monedas griegas había espigas de trigo y en las primeras romanas cabezas de ganado. Estas formas habían sido durante siglos símbolos del dinero, y su estampación permitía vincular las monedas con la idea general sobre el valor de las cosas reflejadas. De esta forma fue más fácil para la población comprender el nuevo sistema monetario.
No a todos los soberanos les salió bien el poner su rostro en las monedas. Durante la Revolución Francesa, Luís XVI trató de huir con su familia pero, estando ya muy próximos a la frontera y a pesar de los disfraces, un posadero los reconoció y dio la voz de alarma. El hombre manifestó: “¡Cómo no iba a reconocerlo! Todas las monedas de Francia llevan su efigie”.
El rey y su familia fueron trasladados a París y dos años después morían en la guillotina.
El mayor problema de las monedas era su transporte y almacenamiento. Por eso, ya en el año 845 a.C. los monarcas de la dinastía Tang emitieron un papel estatal, con un valor material muy inferior al que representaba. Sin embargo, su valor equivalía, por decreto, a una determinada cantidad de oro o plata. Sin embargo, la plata aún continuó teniendo protagonismo en las transacciones.
En España, Jaime de Aragón emitiría papel moneda en el año 1.250, pero su valor dependía de los tesoros de oro que tuviera el país.
El papel moneda se iría haciendo popular en el siglo XVIII, y los bancos privados fueron reemplazados para la emisión de papel moneda por los bancos centrales, hasta que a finales del siglo XIX se establece un patrón internacional de paridad con el oro. En la actualidad, tanto las monedas como el ‘papel moneda’, billetes, carecen de un valor intrínseco. Su aceptación existe por la confianza que tiene la gente en que otros lo aceptarán a cambio de bienes y servicios.
Las primeras monedas fueron acuñadas con carácter oficial, en Lidia, hoy Turquía, un pueblo de Asia Menor, aproximadamente en el año 600 antes de Cristo, aunque su origen y uso provenía de muchísimos años antes. Estas acuñaciones eran de oro y de plata y llevaban estampado el sello del león del Rey. Luego comenzaron a acuñarse también en China y posteriormente en Grecia, para ser adoptado luego, por todos los pueblos.
Su nombre proviene del latín ‘moneta’, apodo con que se nombraba a la Diosa Juno, cuyo templo en Roma era usado para acuñar las monedas.
El hombre siempre ha hecho lo posible por cubrir sus necesidades. Una forma de conseguir cosas de las que carecía era el trueque, que consiste en cambiar una mercancía por otra. Esta práctica es posible porque alguien tiene un excedente de un bien y puede intercambiarlo por otro producto que posea otro individuo o grupo. Así, se cambiaba lana por un tipo de arma, o pescados por trigo. Sin embargo, si alguien deseaba vender una mercancía pero en ese momento no necesitaba ninguna otra a cambio, el trueque resultaba un sistema poco práctico que siempre hacia dudar del valor de los productos a intercambiar. Se buscó entonces un elemento que fuera generalmente aceptado en los procesos de intercambio. Era importante que fuera divisible, para permitir intercambios pequeños, y que resultara fácil de almacenar y trasladar.
Vemos en esta foto, cómo las monedas africanas tras la independencia, sobre 1960, incorporaron simbólicamente, las imágenes de las antiguas monedas. Así por ejemplo el ‘caurí’ a apareció en las monedas de Ghana, la ‘manilla’ b en las de Biafra y la cruz de Katanga en las monedas congoleñas c.
Veamos una panoplia hecha por Numisarchives donde se pueden ver las distintos tipos de monedas-metal, con su correspondiente listado explicativo.
Listado de las fotos de la Panoplia:
1.- Liganda hierro. República Democrática del Congo. Zona de Kisahghani. Pueblo Topoke. 2.- Likonga hierro, variante de la anterior de los pueblos Lokele y Olombo. Congo.
3.- Penique Ogoja, Iyawa, Efufy o Yakaro hierro. Nigeria, República Democrática del Congo. Pueblos Akiuju, Nkun y Munshi.
4.- Oshele, Woshele o Shongo hierro. República Democrática del Congo. Entre los ríos Kasai y Sankuru. Pueblos Nkutshu, Bankutu, Zande y Bushongo.
5.- Pinga. Cuchillo arrojadizo, hierro. República Democrática del Congo, Sudán y República Centroafricana. Pueblo Zande.
6.- Cuchillo arrojadizo, hierro. República Democrática del Congo. Región de Ubangui.
7.- Mgulu, M’boutou. Cuchillo de verdugo de hierro. República Democrática del Congo. Pueblos Nagala y Ngombe.
8.- Ngindza hierro. República Democrática del Congo, República Centroafricana. Pueblos Bubu y Nzakkara.
9 y 10.- M’bili ngbaka moneda de los Ngbaka, hierro. República Democrática del Congo- República Centroafricana. Pueblo Ngbaka.
11.- Moneda azada de hierro. Camerún. Pueblo Mambilla.
12.- Lámina de hierro del pueblo Zande. República Democrática del Congo, República Centroafricana, Sudán.
13.- Ikonga, punta de lanza decorada (hierro). República Democrática del Congo.
14.- Punta de lanza de hierro. República Democrática del Congo. Pueblos Tetela, Mbole y Nkutshu.
15.- “Cuchillo de la tribu” Lobola, hierro. República Democrática del Congo. Región Ubangui.
16.- “Punta de lanza” de hierro. República Democrática del Congo, RepúblicaCentroafricana. Pueblo Ngbaka.
17.- Ingondá. Cuchillo ceremonial de hierro. República Democrática del Congo. Pueblos Ngombe, Poto y Mongo.
18.- Kul, cuchillo arrojadizo de hierro. Chad. Pueblo Ngama.
19.- “Lanza” de hierro. República Democrática del Congo. Pueblo Ngombe.
20.- Trombasc. Cuchillo ritual de hierro con mango de madera, marfil o metal. República Democrática del Congo, Sudán. Pueblo Mangbetu.
21.- Gayum Monedas murciélagos de hierro. Gabón. Pueblo Kwele.
22.- Mandjong hierro. Gabón. Pueblo Kwele.
23.- “Moneda mariposa” de hierro. Gabón. Pueblo Fang.
24.- Onganda bronce. República Democrática del Congo. Pueblos Jonga, Nkutshu y Mongo. 25 -29.- “Manillas de Birmingham” cobre-bronce de diferentes tamaños, desde las más pesadas, fig. 28, con más de un kilo de peso, hasta las más pequeñas, fig. 29, de unos 70 gramos. 30.- Onganda bronce. República Democrática del Congo. Pueblos Jonga, Nkutshu y Mongo. 31.- “Relieve de bronce” procedente de Benin Nigeria, representando un personaje portugués con una manilla.
32.- “Lanza moneda” hierro. República Democrática del Congo. Curso inferior del río Lomami. Pueblo Mbole.
33.- Zappozap, Kasuyu. Hacha ceremonial en hierro, mango de madera forrada de cobre. República Democrática del Congo. Pueblo Nsapo.
34.- Lokongo, Guindja o “Moneda azada” hierro. República Democrática del Congo. Pueblo Ngabandi.
35.- Efamba, espada ritual de hierro. República Democrática del Congo. Pueblo Konda.
36.- “Cuchillo cabeza de pájaro” hierro. Gabón. Pueblo Pangwe o Fang.
37.- “Cuchillo ceremonial” hierro, cobre, madera. República Democrática del Congo. Pueblo Lokele.
38.- “Moneda azada” hierro. República Democrática del Congo. Pueblo Nkutshu.
39.- Guinze hierro. Nigeria. Pueblo Idoma.
40.- “Cuchillo ritual” hierro. República Democrática del Congo. Pueblo Bwaka.
41.- “Hacha ritual” hierro. Camerún. Pueblo Kirdi.
42.- “Lanza moneda” hierro. República Democrática del Congo. Pueblo Ngombe.
43.- “Punta de lanza” hierro. República Democrática del Congo.
44.- “Moneda azada”, lámina de hierro. República Democrática del Congo 45.- Losol o Tadji hierro. Camerún-Nigeria. Pueblo Fulani.
46.- “Placa de hierro” con apéndices. República Democrática del Congo. Región de Ubangui.
47.- “Lámina de hierro” con apéndices. República Democrática del Congo. Pueblo Banda.
48 y 49.- Shoka hierro. República Democrática del Congo. Pueblos Lokele y Olombo.
50.- Pur-pur, moneda azada de hierro. Nigeria.
51.- Buji o Dubil, barra de hierro. Liberia, Nigeria.
52.- Eloundja, Ilonga, Gunga cobre, instrumento musical. República Democrática del Congo. Pueblos Nkutshu y Jonga.
53 y 54.- Kundja e Iwenga hierro. República Democrática del Congo. Pueblo Nkutshu.
55.- Mapuka, lámina de hierro con apéndices. República Democrática del CongoPueblo Mangbetu.
56.- “Serpiente” de hierro. Zaire, Burkina-Fasso. Pueblo Ngelima.
57.- Anyún, Aiju, Ozala o Umumu, “Monedas aguja” hierro. Nigeria.
58.- Peniques Kissi, Gitzi o Kilindi hierro. Liberia y Sierra Leona. Pueblo Kissi.
59.- Cruz de Katanga o Handa cobre. República Democrática del Congo. Regiónde Shaba. Pueblo Luba.
60.- ‘Hacha de guerra’ hierro y mango de madera. República Democrática del Congo.
61.- Mitako o “Moneda espiral” cobre. Nigeria, República Democrática del Congo.
62.- Bikie, lámina de hierro. Gabón, Camerún. Pueblo Fang.
63.- Sengese, cuchillo arrojadizo de hierro. Chad, Camerún. Pueblo Matakam.
64.- Boloko, Okanu o Konga cobre. República Democrática del Congo. Pueblo Nkutshu.
ALGUNOS BILLETES PRE INDEPENDENCIA anteriores a 1960
GENERALIDADES
Como hemos visto, generalmente se acepta que el primer objeto reconocido como moneda fue el ‘cauri’, esas valvas de un molusco originario del archipiélago de las Maldivas. Su nombre científico, Cypraea moneta, nos adelanta su carácter.
Es una pequeña concha que en algunos países africanos se siguió usando hasta hace no mucho tiempo. Su uso llegó a estar muy extendido, no sólo en África sino también en China, resto de Asia y América, e incluso se encontró en tumbas en Inglaterra, reconociéndosele por tanto como moneda primitiva, pues su utilización se remonta a unos 3.500 años antes de nuestra era.
Los chinos usaron monedas de hierro hacia el siglo IX a C., pero las reemplazaron por papel moneda, pues eran muy pesadas.
Otros elementos que también se utilizaron como monedas antes del uso de los metales fueron las barras de sal de donde viene el término salario, y que eran en aquellas épocas casi imprescindibles para la conservación de alimentos mediante la salación; también piezas de coral, barras de metales, trigo, e incluso animales como las vacas.
La gran riqueza artística de objetos para el trueque en las culturas y economías africanas, se basan en objetos tan variados como ágatas, caurís, cuentas de vidrio, lingotes, tejidos, armas, utensilios agrícolas o instrumentos musicales.
Los objetos creados para intercambio, monedas, son el referente de cada sociedad. En ellos apreciamos las bases de cada pueblo africano para delimitar sus creencias, cultura, autonomía, o su nivel técnico. Sin embargo, a pesar de que la moneda africana tradicional no responde a las formas occidentales a las que estamos acostumbrados, los más de doscientos tipos de piezas reconocidos, son objetos que han funcionado con los mismos fines que una moneda en cualquier otra parte del mundo.
A lo largo de la historia hombres y mujeres han utilizado distintos utensilios para realizar pagos, intercambios, donativos u ofrendas; estos objetos variaban en función de su propia tradición, pero tenían en común el hecho de que la comunidad que los empleaba les otorgaba un especial valor: económico, social o sagrado. Han existido otras formas de vender, comprar e intercambiar, distintas a las que hoy utilizamos pero que no son del todo ajenas a la idea de dar a un objeto que no sea una moneda, un valor económico o simbólico y usarlo como dinero.
Hoy es dinero una tarjeta de plástico, un cheque, o un abono para el autobús.
La moneda occidental se empezó a admitir para algunos pagos concretos en África a partir del siglo XVI, con la llegada de los comerciantes procedentes de Europa. Sin embargo las monedas tradicionales africanas eran las únicas que se reconocían para el comercio habitual. De hecho, las monedas tradicionales han estado en circulación hasta las primeras décadas del siglo XX, momento en el que fueron prohibidas por los colonizadores europeos. Tras la descolonización e independencia política, los países africanos acuñaron sus propias monedas y se adaptaron así al sistema monetario internacional.
Tradicionalmente los pueblos africanos emplearon como dinero, sal, cacao, conchas, así como tejidos, armas, herramientas, joyas, productos naturales o manufacturas a los que se les reconocía un valor por el propio material, pero también por su utilidad y por el simbolismo o significado que tenían dentro de cada sociedad. A ello se sumará con el tiempo un interés estético, derivado de la demanda del llamado mundo occidental, lo que los convierte además en objetos bellos y deseables que poco a poco adquirían más valor de intercambio y perdían a su vez el uso inicial para el que fueron creados.
Refinando sus formas, se aumentaba su valor.
La explicación se articula en grandes áreas que responden a la forma de cada
moneda. Una forma que viene determinada por el objeto del que proceden, un arma, un apero de labranza, un instrumento musical, o una joya. Hemos pretendido ofrecer una amplia visión de las monedas africanas tradicionales atendiendo a su forma, realzando la calidad estética de estas piezas, en muchos casos auténticas esculturas, y llamar la atención sobre su importancia en las tradiciones y economía africanas.
Aunque propios, estos textos técnicamente están basados, en informes de la Fundación Jiménez Arellano dependiente de la Universidad de Valladolid, Antonio José Molina Molina experto africanista misionero de los Padres Blancos, Miguel Ibáñez Artica, experto numismático y el equipo de A.T.A.
Gracias a todos
jj andreu
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