Nafu zengi
Este artilugio es llamado Nafu zengi, “uñas del Nafu” en Loma. Es su mano de hierro, la mano con la que agarra a los infractores que van a ser castigados por el Poro. Para los de fuera resultaba algo aterrador. Probablemente se deba a este instrumento el que los Gbunde llamen a Nafui so, el “diablo que apresa”.
De manera similar, según Westermann, 1921, p.250: Kondobo, “el apresador”, es el nombre con el que lo llaman las mujeres de Gbunde y Kpelle, pues su otro nombre es tabú para ellas y si alguna lo pronunciara y fuera escuchada por algún miembro del Poro sería capturada y obligada a pagar una fuerte multa.
Estos nombres hacen referencia también a su función de atrapar y ‘llevar’ a los candidatos remisos, a la arboleda de Poro para su iniciación.
Westermann, 1921, p. 271, y Harley, 1941b, p.1906 dicen que los Mano a veces llaman al Gran Diablo Nyamu, pero que por lo general llamaban a todos los diablos Ge. Se dice que realmente para los Mano, el Gran Diablo es Ge go.
Ge Zo
Cuando la gente del pueblo peleaba entre ellos, este diablo entraba para detenerlos. Les decía que habían quebrantado la ley y les imponía una multa de arroz, una oveja o dinero. Si la gente daba dinero, también se debía sacrificar una oveja. Todas las multas debían pagarse el mismo día o, si sucedió por la noche, pagarse a la mañana siguiente. Cuando se habían pagado todas las multas, la gente relevante del pueblo se reunía para comer lo preparado con el importe de dichas multas.
El diablo también salía de su guarida del bosque para los funerales de los jefes y otras personas importantes a las que elegía honrar, siendo llamado entonces Ge Zo. Aparecía después que familiares y amigos le hubieran llorado y honrado celebrando la ceremonia principal. A la que finalizada una lúgubre música le anunciaba, terminada la cual se iba, dejando que el resto de la ceremonia continuara.
Cuando los miembros de Poro celebraban reuniones:
“el Gran Diablo estará presente, pero puede irse en cualquier momento si el asunto no es lo suficientemente importante como para requerir su presencia durante toda la sesión”.
El Gran Diablo
El Gran Diablo nunca debía ser visto por nadie excepto por los iniciados, ni siquiera por los chicos de la escuela del bosque hasta que terminaran el ciclo y este se les ‘revele’. Las excepciones a esta regla eran los hombres que nacían en familias con antecesores Zo, aunque no hubieran sido iniciados. Schwab p. 268 precisa:
“Uno de nuestros informantes cuyos ambos padres eran Zo habían visto al Nyamu, aunque ni habían sido iniciados ni tenían intención de serlo, pues habían aceptado el cristianismo. Se supone que este es también el privilegio de las personas que “nacen para ser Zo” ”
Por otra parte, el día de la graduación en el bosque, cuando el diablo se les revelaba a los muchachos, les decía:
“Hoy veo algo que he estado buscando por mucho tiempo pero que nunca había visto hasta ahora. Dios me ayuda hoy para que pueda verlo”.
Otro compañero diablo en la ceremonia, preguntaba: “¿Qué es esta cosa?”
Respondía: “Estos muchachos. Ahora son todos mis hijos”. Antes de esto, los niños a menudo habían escuchado su voz cerca del bosque, pero nunca habían visto su rostro. Ahora lo veían como un hombre, ¡alguien a quien conocen de toda la vida!
Si los muchachos hablaran del Gran Diablo durante el tiempo que estaban en el bosque, lo hacían lejos del agua, porque “él puede oír todo lo que se dice de él cuando uno está cerca o en el agua”.
el Ge
Se decía que el Ge “sale del monte” solo por la noche, pero en ocasiones salía durante el día. Su ‘deambular’ podía ser local o ir de visita a otros lugares. Cuando realizaba tales visitas, se decía que “se mueve cauteloso” pues no siempre era un visitante bienvenido, porque él y su séquito debían ser generosamente agasajados por “la honra que da a la ciudad”.
Se cita un ejemplo: cuando el Ge comenzó en Zigida a hacer las rondas de sus logias, algún tiempo antes de que llegara a Zorzor, el jefe le envió “grandes regalos” con la petición de que en su ‘caminar’ no pasara por Zorzor.
En ese ‘caminar’ ocupaba estancias adaptadas asu relevancia y dedicación, por ejemplo, en Pandamai, la casa del Ge o diablo, y recordemos que para ellos ‘devil’ es ir ‘oculto’ y tras una máscara, estaba en las afueras de la ciudad, a unos 6 km. de la choza o vivienda más cercana. Vivía aquí también, cuando salía del monte al cierre de las escuelas de iniciación de Poro y Sande al entregar a los iniciados a sus padres.
Sus alojamientos en Zorzor los describe Schwab p.270 así:
“Su llegada es anunciada por mensajeros. Toda mujer y hombre no iniciado debe esconderse. Para asegurarse de que no lo vean, le rodea un grupo de iniciados a quienes les ha hecho saber sus intenciones. Y solo se informa de sus idas y venidas a las personas cuyos servicios necesita. El sonido de las flautas, silbatos o cuernos del culto y el ruido del grupo que se aproxima anuncian su llegada incluso antes de que los mensajeros de su llegada despejen el camino”.
Schwab
Schwab p. 375, continúa:
“El representante del comisionado del Distrito Nº 2, con quien nos reunimos en Gbanga, relató que tanto él como el comisionado deseaban echar un vistazo al diablo, o al menos a su séquito. Cuando ese grupo pasó ante el puesto del Gobierno, les habían obligado a entrar en una casa y cerrar la puerta.
Conocimos en el norte del país Mano a un comerciante francés tratante en cola, que había estado en un pueblo Mano justo cuando llegaba el Ge y su séquito. Le advirtieron que se escondiera pero se negó a hacerlo. El grupo se dio la vuelta, pues el Ge no quiso que los miembros de su culto trataran al francés como requería su ritual por haberle visto, y exponer por tanto a su gente a la intervención gubernamental”.
Se decía que el Gran Diablo, en el monte o bosque, iba siempre desnudo todo el tiempo, pero personas mejor informadas dijeron que solo andaba desnudo en ocasiones especiales y para ritos específicos. Nadie describió cómo vestía cuando salía. Creían que iba sin máscara, pero sí se sabe que había una réplica de su máscara tras de la cerca de la entrada principal en la arboleda de Poro.
Harley
Harley, 1941b, p.277 dice: “Esta máscara es lo primero que ve el novicio del Gran Diablo, cuando entra en el espacio sagrado del bosque”.
La gente común, no iniciada, tan solo percibía al diablo por ‘su voz’. Su voz era ritual, y aunque fuera de noche, cubría su cabeza con un paño, o hablaba desde un interior. Sonaba aguda vibrante y como en falsete pues la emitían a través de una especie de ‘instrumento’, simbiosis de flauta y tambor, que consistía en una rama ahuecada con agujeros en los extremos y a los lados, y con estos laterales cubiertos de membranas, hechas de telas de araña, que sujetaba uno de sus iniciados experto en este ‘instrumento’, en el que por un extremo hablaba el Ge y por el otro y como en sordina jugaba, tapando o no, el iniciado, para que el sonido saliera entre chirriante o tronante, según la intención que el Ge quisiera trasmitir.
Parece que la maestría del ‘instrumentista’ se transfería casi en secreto entre ciertas familias, ocupadas en conseguir un efecto que dejara atónita a la audiencia pero lejos de las cantarinas y trémolas voces de los Griots o Jeli trashumantes. Pues esta, única, es la voz del diablo.
el cuerno de un Eland
También cantaba. Aunque en realidad no lo hacía él sino tres o cinco asistentes, cada uno con un silbato de arcilla cocida, soplando como se hace sobre la boca de una botella* ver foto 68. Creaban estos silbatos para que cada uno emitiera un tono que en conjunto encajara en una escala musical armónica. Lógicamente para llegar a ello iban descartando por medio de prueba error.
Usados de noche, conseguían melodías muy dulces, que partían de una nota base que se daba acompasadamente al soplar el cuerno de un Eland en una cazuelita* ver foto 69. Esta nota, similar a un bramido profundo, se conocía como la ‘anciana’ o la “esposa del diablo”. En lugar de silbatos de arcilla, a veces se usaba una flauta. Las melodías, muy breves, se reproducían una y otra vez.
A veces uno escuchaba cantar al diablo en un pueblo a un kilómetro; para casi de inmediato, escucharle en la cerca del vecino para en segundos percibir el sonido ya cerca del pueblo del otro extremo, como si el diablo fuera esencia y pasara inadvertido a voluntad. Finalmente, se escuchaba en el siguiente pueblo, quizás a dos kilómetros de distancia.
En realidad eran varios equipos los que se ocupaban de esto, manteniendo viva la leyenda de que el diablo podía volar como ánade sobre cualquier territorio. El sonido viaja bien y lejos en la quietud de una noche de África Occidental. Por todo el campo, las mujeres y los niños al oírlo, gritaban: “¡Por allí. Allí vuela!”
La Bele wola
A menudo, el diablo podía llegar del bosque anunciado por una llamada peculiar. Esta se producía con uno o dos cuernos de vaca con agujeros en los lados, cubiertos con membranas de tela de araña similar al instrumento de “su voz”.
Estos cuernos se llaman Nike mela en Gbunde. La Bele wola o bramaera otra de sus voces en Gbunde, a la que solía sumarse la que imita a la lechuza, el pájaro de la noche.
Hay varias otras voces, y el conocedor podía decir lo que estaba pasando por la voz utilizada en cada ocasión. A veces eran llamadas para reunir a los miembros del culto para funciones especiales. Es posible que también hubiera diferentes llamadas y voces para los diferentes diablos. Estas voces no procedían de este “alto funcionario”, sino de los asistentes que le acompañaban, excepto con la voz parlante del Gran Diablo.
Kpelle
Harley, 1941, p.277 nos dice:
“El Gran Diablo necesita de esa “capacidad de volar”, porque debe “hacer girar la cuerda” cuando los niños salen del bosque, y así, construir con ella los puentes colgantes. Vimos una de esas cuerdas en Kpelle, a algunas millas de distancia entre los Mano y la frontera con los Kpelle, donde los muchachos habían sido recientemente ‘sacados’. Teníamos curiosidad por saber por qué una enredadera, a la que se unían varias ramitas con hojas y partes de plantas a modo de adornos para una fiesta en el jardín, se extendía a lo largo del camino; también, cómo podía haber sido sujetada tan alto entre dos gigantescos árboles bombax.
Nos dijeron que el Diablo del Campo podía volar y que a veces tejía una telaraña. Más tarde, en Pandamai, Gbunde, nos mostraron dos grandes árboles bombax, separados por unos 75 ms., entre los cuales se hacía girar la cuerda al salir los niños del bosque.
Aunque nadie dijo cómo los asistentes del diablo ‘vuelan’ sobre estos gigantes, la sospecha es que lo hacen con la ayuda de un cinturón como el usado para escalar palmas. Aunque no notamos muescas cortadas en los troncos, como las que hacen los nativos cuando trepan a los árboles para sacar a los loros jóvenes de sus nidos”.
70.- Puente colgante en la zona alta del río St. Paul en el país Loma. 71.- cruzando el puente del río John en Baila. Fotos cortesía de: Geographical Review. Vol. 29, figs. 2, 1, p. 448. fg 32. |
Hacer girar el puente
“Hacer girar el puente”, sería el término apropiado para definir cómo construían los puentes colgantes sobre los arroyos, con enredaderas, que se dice que el Gran Diablo hacía sin ayuda *fotos 70-71
Cuando había que construir o reparar uno, los miembros de Poro cortaban y recolectaban en secreto los sarmientos necesarios. Los centinelas alejaban a las mujeres de la vecindad, tanto por la ficción que debían mantener viva como por la desnudez de los hombres, que debían estar frecuentemente en el agua.
Si una escuela del bosque estaba en clase cerca de arcilla, los chicos también debían ayudar en el trabajo de recolección y construcción. El cuidado del puente era responsabilidad de los hombres del pueblo más cercano. En caso de emergencia lo normal era solicitar ayuda a las poblaciones circundantes .
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