Introducción
En orígen, la historia de los yoruba nos cuentaque el fundador y su primer rey, Oduduwa, que gobernó en Ile Ifé, dio a cada uno de sus hijos una corona de perlas o adenla como hemos visto antes llaman ellos a sus coronas con cuentas de cristal, y los envió a que gobernaran sus propios reinos.
Desde mediados del siglo XIX, los reyes Yoruba se han preocupado de demostrar vínculos con Oduduwa e Ile Ifé llevando la corona de perlas sagrada. Se dice que cuando un rey se pone la corona, su ‘cabeza interior’ se convierte y une con los espíritus de sus antepasados que han entrado en el panteón de los dioses.
En el pasado, no se veían los rostros de los reyes, ya que es dentro de la corona que reside el poder real. Las coronas de cuentas Yoruba no sólo ocultan los rostros de quienes las usan, sino que también representan la cara de Oduduwa. Como tal, la identidad humana particular de la persona, se encuentra subsumida por el personaje del primer rey, un ser mucho más poderoso, y así cada rey es visto como una encarnación humana de esa deidad. Y si os preguntais qué tiene esto que ver con los ritos de paso, recordadlo pero esperad.
la Iniciación Te ayé tuntún
Días previos al parto, y tras este, se da paso a la Iniciación Te ayé tuntún, ‘Al entrar en el mundo’, pues en ambos casos se está en el umbral de la vida, así lo asumen y expresan los pueblos yoruba del noroeste de Nigeria y sudeste de Benin.
Como explica Margaret Drewal 1992, p. 55:
“En la madrugada, algunos días después del nacimiento, los pasos de adivinación Ifa se celebran para determinar el impacto familiar del nuevo niño en su familia. ‘¿Quién será el niño, qué va a hacer, y que significará su vida para nosotros como familia y como comunidad?’ La adivinación revela el ‘texto personal’ del niño, de entre los cientos memorizados por un adivino Ifá. Los textos no se desvelan ni perciben como un juego de azar o una elucubración, sino que son imprescindibles para llamar y pedir a espíritus particulares y determinados que afectan al bebé, que le tutelen, pues el adivino con estos textos, se dice que ha salido para hablar a través de ellos”.
Los padres reflexionen sobre el texto y las acciones que se les aconseje. Pero debido a que muchos yoruba son musulmanes o cristianos, a los niños se les pueden dar nombres posteriormente, a través de los rituales de estas religiones, pero lo más normal es que sea tiempo después de Te ayé tuntún, ‘Entrar en el mundo’.
el Imori ritos de paso Yoruba
Después de Te ayé tuntún, ‘Entrar en el mundo’, el siguiente ritual de un niño yoruba es el Imori ‘Conociendo al Jefe’, se lleva a cabo dentro de los tres meses posteriores al nacimiento. El objetivo es auscultar el ori inu o ‘interior de la cabeza’ del aún bebé, para intentar percibir cómo será su personalidad y qué espíritu le guiará, como un ángel de la guarda, para que su emi, ‘alma’, sea recta y consecuente. No gustan los yoruba de uniformidades, sino de la diversidad que cada individuo pueda aportar, eso hace crecer al conjunto; por lo que conocerse, saber qué se tiene en el ‘interior de la cabeza’ es básico para que el individuo sepa actuar adecuadamente en la vida que compartirá con sus semejantes, conociendo sus habilidades y disposición pero también sus limitaciones.
Los textos de adivinación Ifa revelan y determinan un curso vital y como Margaret Drewal 1992, p. 63, nos dice: “Los textos obtenidos sirven como modelos para el auto-examen y auto-interpretación”.
214 Ile Ori | 215 Ile Ori | 216 Ile Ori |
‘Conocer la cabeza’ es el primer paso de todo niño para encaminar su vida e imbuirse de valores espirituales que le faciliten su integración en elmundo.
Un Ori Ile o ‘Santuario en la cabeza’, simboliza y mantiene la esencia espiritual de la persona y su Ibori, individualidad. La simbología figurativa y los elementos con los que se componen, se suponen protecciones alusivas a deseos de que el niño sea acogido en su devenir por la vida por determinada deidad, o como los caurís el deseo de prosperidad, pero siempre bajo la premisa de acogerse a los resultados que Ifa le vaya dictaminando en sus predicciones.
Detalles de las figuras
- 214 Ile Ori , Casa de la Cabeza. Pueblos Yoruba, Nigeria. Siglos XIX al XX. Fibras recubiertas de tela, cuentas de vidrió y conchas de caurís. Medidas 76 x 38,1 x 30,16 cm. Donación de los Sres. Sol Levitt al Museo de la Universidad e Hofstra. Nº rg: HU 97.40
- 215 Ile Ori, Casa de la Cabeza. Pueblos Yorùbá. Inicios siglo XX. Madera, conchas, cuero, fibra, espejos. Medidas: 40,6 cm. Donación de Mr. and Mrs. Joseph Gerofsky al Brooklyn Museum. Nº rg: 73.9.3. Foto del Museo de Brooklyn
- 216 Ori Ile o santuario de la cabeza. Pueblos Yoruba. Siglo XIX al XX. Madera, cuero, tela, caracoles, espejo. Medidas: alto 54,7 – diam. 29, 69 cm. Museo de Arte de Seattle, Donación de Katherine White y la Compañía Boeing. Nº rg: 81.17.577. En su cartela nos dice: “La cosmología yoruba dicta que antes de venir a la tierra, cada persona visita a Ajala, el creador de cabezas en el cielo, que tiene el poder de producir una cabeza defectuosa y llena de un destino difícil. Cuando esto sucede, uno puede buscar el apoyo de una cabeza interna personal. Se coloca una cabeza simbólica en una casa como esta y se consulta a menudo”.
El babalawo en los ritos de paso Yoruba
En el transcurso de la niñez los padres acuden con sus hijos al babalawo que, siempre mediante ritos, orienta a los padres sobre la manera más adecuada de conducir a sus hijos, aunque también quien, como experto conocedor de los males físicos que al ser humano atañen y la mejor manera de contrarrestarlos, atiende y prescribe qué se debe administrar a un enfermo sea este el niño o cualquier otro.
En este proceso hay tres tipos de rituales a llevar a cabo:
El primer ritual, siempre una adivinación, suele realizarse a la semana del nacimento. Previa a la adivinación, el babalawo toma al niño y coloca sus pies sobre el opon, posibilitando al niño su caminar por el mundo físico. No sólo se dan pautas a los padres para criar al niño, también se adelantan posibles incidencias que puedan sobrevenirle en este período. Es como acudir al pedíatra, el babalawo, conocedor de lo inmaterial, pero también de lo físico revela a los padres el estado físico del niño facilitándoles el éxito en su crianza.
Hay un segundo ritual, dentro del Imori, que se realiza pasados los tres meses, es el Idafa Ilu. Para esta adivinación el babalawo esparce sobre su opon tierra y sobre esta coloca la cabeza del niño. De este modo interpreta la señales dejadas que le permitirán adelantar por donde camina la personalidad del bebé y, de esta forma, los padres sepan cómo ir ayudando al niño, aunando el plano físico del primer ritual con este inmaterial que va forjando su alma.
La función del adivino
A partir de este segundo ritual, recordemos que los tres ciclos duran hasta al menos los nueve años, el futuro del niño queda más definido al conocer sus tendencias y los posibles caminos por los que éstas le pueden llevar. Hay diezcaminos, unos de carácter positivo y otros negativos, pero solo uno escogerá el niño yoruba para caminar y que fundamentará su vida. La función del adivino es conocer ese camino y determinar los sacrificios necesarios que permitirán al niño escoger el curso correcto a lo largo de su vida.
Imori es la primera etapa ritual de los nueve años en el que la individualidad de la persona se empieza a distinguir y reconocer paulatinamente. Al comienzo del rito, la frente del niño, lugar donde reside el ori inu, se toca con el polvo iyerosunde la superficie del tablero de adivinación como un signo de la identificación del destino personal del niño con el odu particular revelado.
Itefa en los ritos de paso Yoruba
Itefa es el nombre que recibe el tercer ritual, que pone fin a la niñez dando paso a la edad adulta. Se efectua en un calvero del bosque sagrado durante catorce días.
Al ingreso en este lugar acompañan al niño sus padres, pues aún depende de ellos, pero pasados los catorce días volverá con sus compañeros de iniciación; si al entrar queda patente la dependencia de sus padres, la salida simboliza su independencia. Entre la entrada y la salida, recibe los conocimientos necesarios para desenvolverse como adulto y poder enfrentarse a las incertidumbres que la vida encierra.
El babalawo como vemos no es tan solo el adivino, es el médico, el pedíatra el consejero y el maestro que ayuda en la progresión espiritual y física de las personas ejerciendo como guías de padres e hijos.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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