Terracota Òwò
En 1969, el profesor Ekpo Eyo dirigió la excavación de un recinto arqueológico en las inmediaciones de la ciudad yoruba de Owo, encontrando una serie de esculturas de terracota que se dataron en el siglo XV. Dado que Òwò se encuentra a mitad de camino de Ife y Benin, no es de extrañar que sus artistas absorbieran formas de hacer de ambas culturas que se muestran en sus obras. Si observamos la foto 22 es clara la influencia Ife en esta cabeza de terracota Òwò.
El profesor Wiliam Dewely, de la Universidad de Pensilvania nos remite a Eyo y Willett, 1980, p. 16 que nos dicen:
“Las estrías paralelas en la cara, la superposición en las esquinas de los ojos, el borde elevado de los labios y la línea paralela en los párpados superiores son todos rasgos de Ife. Las cejas están, sin embargo, más claramente delineadas que en Ife. Curiosamente, ninguna de las terracotas Òwò lleva coronas”.
Y continúa él diciendo:
“Recientemente, un sacerdote en Òwò le mostró a Eyo dos cabezas antiguas redescubiertas, con agujeros perforados en ellas para que pudieran usarse como cabezas colgantes a la manera de Benin”.
escarificaciones verticales
He querido traer aquí dos cabezas donde observamos en su faz las conocidas escarificaciones verticales, solo que si la de la derecha está dentro de lo que consideraríamos más común, en la de la izquierda se ven más profundas y gruesas.
Recordad esto porque de igual manera lo veremos en el metal.
Las estrías paralelas en la cara probablemente representan la escarificación real que se hacían. Y como sucedería entre la gente, no todas las cabezas, sean de terracota o de latón tienen estas marcas. Hasta hace poco estas estrías eran el signo identitario yoruba. Se cree que en el pasado, cada linaje real disponía de su patrón específico.
Sí es sabido, que las más finas eran un distintivo que utilizaba la élite. Las más gruesas se constata que dado que solo aparecen en las caras de las tallas más antiguas, debía ser algo de los componentes de la primera dinastía monárquica.
Puesto que delgadas y gruesas las marcas se daban entre las mismas gentes, se cree y lo lógico es pensar que las gruesas identificaban a determinados componentes de algunas sociedades, que en su rituales utilizaban ciertas plantas urticantes o un tipo de escarabajo o insecto que también lo fuera, de manera que con su contacto, se inflamara la piel y carne al menos durante la duración de las ceremonias.
No se sabe a ciencia cierta, pero si hay indicios suficientes para pensar que si las estrías verticales eran cosa de la élite, las gruesas también eran cosa suya y de la hermandad o sociedad y rituales que realizaban entre ellos, que al parecer tenían algo que ver si no específicamente, si ocasionalmente con rituales mortuorios. Estas peculiaridades las aportan varios eruditos en trabajos desde el primer tercio del siglo XX, pero confirman haberlo visto aún casi a finales del mismo siglo algunos amigos yoruba e incluso igbo in situ.
Preston Blier
Obayemi, Apter, Drewal, Eyo, Willet, Preston Blier, o Dewely entre otros aportan datos de lo anterior e incluso puntualizan lo siguiente: “Curiosamente, las esculturas que representan estas gruesas líneas, característicamente muestran fosas nasales ensanchadas y cejas fruncidas, lo que sugiere el dolor que debía acompañar a las prácticas que provocaban ampollas faciales como estas”.
Seguro que todos conocemos dos pintores de nuestra ciudad, de la misma época, y que en nada se parecen sus obras aunque hayan comido juntos, como pasaba con Van Gogh y Gaugin por ejemplo. Pues eso pasa aquí con este busto de la foto 23 de procedencia Òwò, que refleja una manera concreta sin influencias de nadie, ni de Ife ni de Benin.
la ciudad de Oyo
En el mismo tiempo en que Ife entra en decadencia, la ciudad de Oyo,situada más al norte se afianza, adquiriendo su mayor preeminencia entre los yoruba. Esta circunstancia parece que dio pie a que surgieran o profundizaran otros contactos, sobre todo con la cercana y pujante Benin, de lo que según parece Òwò supo aprovecharse.
Es clara la influencia del estilo de Benin en las manufacturas de los objetos realizados por los artistas Òwò, lo que no quiere decir como se ha adelantado, que tenga que suceder siempre así, como no sucede con pintores de la misma época y ciudad como también se ha dicho. Y eso sucede con este torso de la foto 23 que como vemos muestra unas características propias, que dado el lugar donde se encontró junto a otras piezas y que este lugar está dentro de la demarcación territorial de Òwò, como a cualquier otro lugar de excavación se le da el nombre de la ciudad o región donde se encuentra.
Eyo y Willett 1980, p. 14 nos dicen a este respecto:
“El collar con borlas, por ejemplo, parece singularmente Òwò. Benin en el siglo XV estaba expandiendo su influencia tanto al este como al oeste y debió haber afectado a Òwò. Òwò afirma que Benin nunca lo conquistó, pero hay muchos elementos de la cultura de Òwò claramente tomados de Benin, como los títulos de jefatura y las coronas y las insignias reales contemporáneas. Las insignias de Òwò están hechas de coral, como las de Benin, en lugar de los abalorios de cristal de otros miembros de la realeza yoruba. El santuario donde se habían almacenado estas terracotas fue destruido, tal vez cuando Benin intentaba someter a Òwò en el siglo XV”.
la sociedad Òṣùgbó u Ògbóni
La espectacular figura de la foto 24 impresiona nada más verla. Es de una terracota más refinada, por tanto aunque el museo no aporta datación posiblemente sea de entre los siglos XVI o XVII, pero es mi opinión. Los expertos la adscriben como figura esencial de una hermandad de ancianos dentro de la sociedad Òṣùgbó u Ògbóni. Se la emparejó con una figura femenina actualmente en la colección del Museo Berg en Dal, de los Países Bajos donde es exhibida.
La figura muestra a un varón sin duda con alto rango, que viste una rica túnica sujeta sobre el hombro izquierdo que parece recamada o bordada, que le da dos vueltas y recoge posiblemente en la cintura y le cubre por completo. Se enriquece con un collar de cinco vueltas, en el que yo imagino aparte de abalorios a modo de cuentas de bronce, otras de cristal que ahora conocemos como del tipo ‘awalé chevrón’.
Asoma por encima una gargantilla de dos vueltas. Su tocado cónico al estilo frigio, tipo ‘pico de pollo’, es similar a los que se ven entre los obas de Benin actualmente o en los bronces de sus reinas, e incluso parece querer incorpora la idea de las alas que estos lucen. Asoma en el costado derecho una escarificación o herida muy remarcada. Vemos que lleva el cuchillo desenfundado y sujeto hacia arriba y aunque no amenazante si parece hacerlo palpable, aunque es recurrente.
El volumen de sus ojos no solo aporta datos sobre un estilo, parece percibir todo lo que sucede a su alrededor; pero junto al resto de la composición lo que yo percibo es decisión y seguridad, veo más a alguien que gobierna o dirige que a un sacerdote. Aunque otros, que sin duda saben más, evocan una presencia ritual llena de espiritualidad.
terracotas adscritas a Òṣùgbó
Sea como sea lo cierto es que una figura de tan importante tamaño y cantidad de detalles, necesita de un artesano que sepa modelar y llevarla a cabo, y también de cochuras y sus mermas y fracasos, lo que no es fácil; el artesano dominaba la exquisitez y una maestría técnica indudable. Aparte de esta y la figura del Museo de Berg en Dal, no se conocen otras piezas de terracota similares que se puedan atribuir a la sociedad Òṣùgbó.
Parece que utilizar tierra cocida, cuando podían haber hecho lo mismo con metal, tiene que ver con el poder atribuido a la sacralidad de la tierra que aporta discernimiento a los miembros de la sociedad Òṣùgbó a la hora de tomar decisiones de relevancia sobre procedimientos judiciales y sobreponerse ante determinadas cuestiones frente al rey para equilibrar su poder.
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