Ubicación del País fang
Reconociendo lo imposible por la desmesura del territorio, atrevámonos a hablar del País Fang: Este abarca gran parte del centro y sur de Camerún, Guinea Ecuatorial, Gabón, y asentamientos al oeste de la R. del Congo, no alejándose en exceso de la costa atlántica africana.
Está situado sobre una extensa meseta de llanuras con algunas colinas y montañas que no sobrepasan los 1.500 metros. La media está entre los 600 a 800 metros sobre el nivel del mar. El norte es un tupido bosque que recorren profundos cursos de agua con rápidos encajonados y humedales pantanosos.
El terreno, mezcla de arcilla y substratos orgánicos derivados de hojarasca y pudrición arbórea, con la ayuda del alto grado de humedad producto de las profusas precipitaciones en época de lluvias, dan un peculiar color rojizo anaranjado pero sobre todo la ha hecho muy feraz.
Tessmann observador perfeccionista, llega a precisar cuándo se dan precipitaciones y cómo llaman a cada ciclo: “Hay cuatro estaciones: dos de lluvias y dos secas, que varían según las zonas, así, y por ejemplo, en la zona central el ciclo anual se delimita así:
- 1º. De diciembre a febrero, la gran estación seca, o vien essep.
- 2º. De marzo a mayo, pequeña estación de lluvias, o sugú essep.
- 3º. De junio a agosto, pequeña estación seca, o vien oyen.
- 4º. De septiembre a noviembre, gran estación de lluvias, o sugú oyen
Diferencias climáticas
Dado que no hay grandes diferencias climáticas que marquen las estaciones, es la pluviometría la que las marca. Por ejemplo, de marzo a mayo en el interior de la provincia del Rio Muni, y a diferencia de lo que sucede en la región central se producen fuertes vientos de carácter huracanado que no siempre arrastran nubes de lluvia pero sí gran humedad, aunque cuando de improviso arrastra esas nubes pueden sobrevenir grandes tormentas con lluvias y fuerte aparato eléctrico.
El único ejemplo que encontramos en África de idónea adaptación a la selva es el de los pigmeos. El pueblo fang no consiguió la misma adaptación a dicho entorno pues la frondosidad del bosque no les proporcionaba ni caza y frutos que recolectar para mantenerse en este hábitat”.
Ya se ha comentado cómo les resultaba intimidante el sumergirse en la espesura del bosque, pues su medio idóneo era la sabana a la que estaban perfectamente adaptados. El bosque por el contrario les resultaba inmenso, lleno de peligros y tenebroso, al punto que creían que los espíritus de los antepasados insatisfechos se establecían en él trasmutados en animales y árboles, por lo que al temer sus represalias, a la muerte de cualquiera en su entorno se le rindiera culto con numerosos rituales y ceremonias para que satisfecho mediara a su favor.
A pesar de su temor y procurando transitar por donde averiguaban la existencia de otros pobladores, atravesaron el bosque llegando a la costa atlántica a principios del siglo XIX.
En sus mitos
Recordemos que sus mitos hablan de Adzap, la jungla, a la que tratan como si el todo fuera un gigantesco árbol, que al impedirles el paso deben perforar para atravesarlo y acceder al otro lado donde se encuentra el gran rio o Mang, el mar, en este caso el Océano Atlántico.
A la selva en sí la llamaban Afan, y afán les costó adaptarse pues los enormes árboles y la umbría, a cuya sombra se generaba una pegajosa humedad, les obligó a un tipo de vida nómada, pues el mal aclimatamiento de sus cultivos y la escasa productividad y consecuente desgaste del suelo les obligaba de continuo a desplazarse, desbrozando de maleza otro calvero, y proseguir, lo que acabó por transformar paulatinamente el bosque.
Jorge Sabater Pi en ‘Els tatuatges dels fang de l’Àfrica Occidental’, Treballs del Museu Etnològi, Barcelona 1992, pp. 22 a 24, tal vez sea quien más ha incidido en explicar esta circunstancia, aseverando que la gran selva mantenía una tipología propia que se vio transformada por las migraciones y los diversos procedimientos de cada grupo humano, que degradaba unas zonas y eliminaba otras, lo que acabó por modificarla de manera drástica.
Terrenos en el País Fang
Sabater detalla en sus publicaciones cuatro tipos de terreno:
“1º. Ngorm afán, el denso bosque primario. Es el bosque estable totalmente virgen no talado por el hombre en los últimos siglos y raramente alterado por los meteoros o los elefantes. En el siglo XIX, antes de la penetración masiva de los fang, representaba más de las tres cuartas partes del territorio.
Tiene una altura de cuarenta a sesenta metros que corresponde a los árboles adultos y de treinta a treinta y cinco metros que corresponde a los árboles más jóvenes en proceso de crecimiento. Puede haber más de 50 especies distintas. Es un bosque oscuro, silencioso, lleno de misterio y poblado de espíritus temidos por los fang.
Su fauna es de una riqueza extraordinaria por ser una región ecuatorial completamente inmersa en la selva, además de ser una de las pocas áreas de refugio estable de fauna y flora durante las grandes oscilaciones climáticas. Algunos animales, particularmente los primates, que son los más admirados por los fang, han influido sobre su mundo cultural y mágico sirviendo de modelo para sus manifestaciones estéticas, especialmente las máscaras.
Olelé afán
2º. Olelé afán, formaciones secundarias. Se desarrolla en una zona antiguamente talada que tiende a parecerse cada vez más a la selva virgen. Se trata de árboles altos y de crecimiento lento. Esta parte del bosque es muy rico en palmeras y plantas de grandes hojas muy utilizadas por los fang para la confección de sus viviendas, cestas, trampas y otros utensilios.
3º. Chi afán, bosques terciarios o agrológicos. Los campos de cultivo abandonados. Terrenos a los tres o cuatro años de haberse abandonado el cultivo y recolección de plátanos y bananas y que en su lugar ha surgido una vegetación peculiar de otras plantas y hierbas, cuyas hojas y frutos gustan de comer los gorilas, animal, que al igual que las plantas, está muy vinculado al mundo místico y mágico y al universo simbólico delos fang.
Colonizan esta franja unos árboles de la especie ‘Musanga cepropioides’el aseng que llaman ellos, que al ser de rápido crecimiento y por ello de madera blanda no superan los 20 años, en los que llegan a alcanzar los 15 metros de altura. Su escasa dureza permite una fácil manipulación siendo la madera preferida por los fang para la realización de sus tallas.
el poblado bantú
4º. Haciendas indígenas. En ellas se encuentra el poblado bantú, que surge en estos claros de la selva como una gran ventana al cielo, al aire y a la luz. Lugar en que siembran la yuca, el plátano, la banana, el cacahuete, etc. Origen de la más importantes explotaciones agrícolas practicadas por los fang y muy anteriores a la colonización europea. El pueblo fang no vivía de los productos espontáneos que proporcionaba el bosque, pues conocía sobradamente la técnica del cultivo de la tierra, que suponía la base de su economía alimentaria.
Además de la pradera, el kumu y del manglar, los fang también distinguían el bosque u ongogora afán, en general secundario por haber recibido la acción humana, y que emergía en los márgenes de los ríos, y el okang, bosquecillo salvaguardado en las cercanías del poblado, que contenía toda clase de frutos comestibles y se mantenía siempre vivo. Las especies animales y vegetales que constituían la fauna y la flora de Camerún y Gabón presentaban las formas características del norte de la selva tropical. Sólo había sabana en algunas zonas del extremo norte.
El conjunto de animales reunía, entre otros muchos, grandes mamíferos como el gorila, el chimpancé, el elefante, el leopardo, diferentes especies de antílopes y el hipopótamo. También existían pájaros que eran particularmente típicos del lugar, reptiles, tales como cocodrilos y serpientes muy venenosas, aunque poco frecuentes y que representaban un peligro mortal”.
Joaquín Mbana
Tras las acotaciones de Sabater, el profesor Joaquín Mbana, op. cit. p. 47, se centra en el poblado y nos dice:
“El poblado, en plena selva o afan, se divide y distingue entre el poblado, dzâ o dzal, como lugar de asentamiento humano y las instalaciones provisionales o nvan, que los fang construían en la selva durante sus expediciones para la caza o pesca, que no tenían categoría de poblado ni en los que se realizaban las ceremonias fundacionales requeridas para un poblado o dzal.
Los fang, que eran solidarios y hospitalarios, se desenvolvían en el ámbito del poblado que albergaba a la gran familia y en el que discurrieran sus vidas acorde a sus reglas, fortaleciendo sus vínculos con los relatos de sus epopeyas e historia”.
Cyriaque Simón Pierre Akomo Zoghe en ‘La Simbología del Poblado o Dzal, Dzâ entre los Fang del África Central: Visión de los Cantantes Gaboneses André Pépé Nze y Pierre Claver Zeng Ebome’, en Revista Justicia, nº12, Barranquilla, Colombia, Universidad Simón Bolívar, 2007, pp. 64 a 76, puntualiza y añade:
“El dzal era un pequeño núcleo en un universo natural y salvaje donde, las plantas y los animales conviven en armonía, diariamente, con los seres humanos y todo lo que existe tiene un sentido. Lugar donde los ancianos son venerados, respetándose escrupulosamente las costumbres de los antepasados que se transmiten de generación en generación”.
Günter Tessmann
Günter Tessmann, op.cit., pp. 185 a 187, lo describía así hacia 1913:
“El poblado se formaba alineando a uno y otro lado casas bajas rectangulares, formando un paseo central o abang. Situando en ambos lados las casas del jefe, las casas cocina de las mujeres, las de los familiares y en los dos extremos, colocadas estratégicamente como punto de vigilancia y de defensa, las casas de reunión.
Son pequeñas viviendas con una sola estancia, sin ventanas, de paredes construidas con corteza y hojas de nipa, entretejidas sobre una estructura de madera, con techos muy inclinados formados con ramas y hojas, cuya estructura estaba cubierta con esteras de rafia montadas a la manera de las tejas, que protegían de las lluvias tropicales”.
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