Introducción
A partir del siglo XII donde se empiezan a comercializar los productos de los grandes reinos de África Occidental, decir yoruba, era sinónimo de un trabajo bien hecho y demandado. Los siglos XII al XIV ven los avances que los yoruba consiguen fundiendo y moldeando bronce con el sistema de cera perdida, que aún hoy asombran.
Sus trabajos de hierro y latón o bronce, como los de piedra o madera que han resistido el tiempo, son muestra de soluciones técnicas impensables para la época, pero también de sensibilidad y emociones.
De igual manera fueron excelentes en las industrias que acometían, como la talla de madera o marfil, los hilados, tintes y bordados, curtido y repujado de cuero, cochura y tintado de cristal, cestería y tantos otros que mejor es pasarlo a ver aunque sea someramente. Primero precisar que en todo pueblo se crean las cosas con dos parámetros: el objeto útil para lo material, y el dedicado a lo religioso o inmaterial.
El útil, cuanto más útil mejor, aunque si hay que presumir de excelencia, hagámoslo. El que atañe a la divinidad sí tiene que ser exuberante, rico en el material y la factura. Como todo gran descubrimiento, este también fue fruto del azar.
Leo Frobenius
Leo Frobenius, etnólogo de profesión pero adjunto en ‘Deutsche Inner-Afrikanische Forschungs expedition’ o ‘Cuarta expedición alemana al interior de África’, en 1910, por una serie de casualidades, caen en sus manos una serie de esculturas de terracota y bronce que dejan perplejos a los expertos de la época cuando las expone en París, creyendo que de alguna manera pudieran pertenecer a la mitificada Atlántida, que tal vez al fin había sido descubierta, pues: “…tenían un estilo naturalista atípico del arte de África occidental”.
Ni más ni menos que eran algunas de las figuras que ahora conocemos como de Ife.
“Todos estos objetos eran de gran belleza clásica; y Frobenius creía que lo que había descubierto eran obras de griegos de la colonia perdida de la Atlántida … La cabeza de bronce se encontró en el bosque de Olokun, la diosa Yoruba del mar, y Frobenius estaba convencido de que Olokun era, de hecho, Poseidón. Otros concluyeron, como Frobenius, que estos objetos no podían ser africanos, sino que debían ser obra de griegos, romanos o incluso egipcios dinásticos”.
Veamos primero tallas datadas entre los siglos XII al XV, de piedra, el material que por lógica antes utilizarían tras la madera, del que por su menor consistencia no se conserva ningún objeto de esta época.
La primera es la efigie de un jefe entronizado y la cabeza de una mujer después, que forman parte de un conjunto de más de mil esculturas encontradas en un bosque de las cercanías de Esie, una ciudad yoruba situada en la región de Offa, al norte del centro de Nigeria. En este numeroso conjunto de tallas, había mujeres, hombres y animales diversos, todos en el mismo tipo de piedra, esteatita.
Arte Yoruba S. XII a S. XV
Todas las figuras presentaban diverso daños, algunos graves, producidos, por lo que se apreciaba, deliberadamente y, por la posición en cómo se encontraron, de manera organizada. La producción de la mayoría da cálculos de entre los siglos XII al XV, pero de cuándo se produjeron los daños todo son hipótesis pues no se pueden datar técnicamente.
Algunos especialistas aventuran que podrían situarse en algún período posterior a estos siglos y deberse a un cambio de dinastía u ocupación por otro clan o pueblo, pero de momento, aunque van surgiendo datos históricos, solo son especulaciones.
Foto 11. | Foto 12 |
Junto a un trono de piedra al uso en Ife, vemos esta figura de Esie, en lo que no está claro si se sienta en un trono o un asiento de prestigio, tallada en esteatita, es una de las más de mil figuras 0 trozos más o menos grandes y dañados encontrados en la dicha ciudad de Esie. Las figuras tienen entre 30 a 60 cms. de alto, lo que hace que esta, de aproximadamente 76, cm. sea más alta que el promedio.
La mayoría de estas figuras están sentadas. El cuidado peinado y la profusión de joyas indican que representa a alguien con estatus. Sostiene un cuchillo en su vaina, que es un elemento común de distinción pero de una curiosa forma, pues lo agarra con la derecha, pero tan solo queda suavemente posado sobre el dorso de la izquierda que descansa en la rodilla.
Dado que el africano gusta de trasmitir, escribir o describir en sus figuras todo lo relativo a quién se dedique cada objeto, me sugiere esta posición que el rey o jefe al que representa, destacaba más por su juicio que por un temperamento belicoso.
Simbolismo
Y lo digo porque el arma está en su vaina, que no cuelga, va suelta y suavemente posada sobre el dorso de la izquierda, aquella parte que idealiza lo anímico o espiritual y esta, la izquierda, en un gesto lleno de normalidad, descansa sobre la rodilla. A pesar del arma, más un símbolo que instrumento, hay templanza y raciocinio.
En la actualidad se celebra un festival donde se reúne a figuras de este tipo donde se honra a la ‘más grande’ que representa al rey, que dura tres días en marzo o abril, con la peculiaridad de que cuando se hace la ofrenda, el rey de Esie no puede estar presente, pues no puede haber dos reyes del mismo sitio a la misma vez y claramente la figura del ancestro prevalece.
Esta cabeza guarda los cánones conocidos sobre las tallas de Esie: como los bien delimitados y almendrados ojos, las orejas situadas más allá del entronque mandibular o las tres protuberantes escarificaciones junto al ojo izquierdo. Se atribuye a las esculturas de Esie, un aspecto solemne, que aquí se refleja en el esmero y detalle del ampuloso peinado y en la insinuada pero amable sonrisa. Al parecer, por los restos encontrados junto a ella, se puede pensar que en orígen era una figura de cuerpo entero.
Siempre eso sí dentro del concepto de proporciones entre la cabeza y el resto del cuerpo que referencian a casi todas las obras africanas, que se sitúan entre 1 a 4, en contraposición al 1 a 7 ½ de lo admitido en Europa.
las terracotas
Tras la piedra y por antigüedad de la lógica factura veamos las terracotas. Aún con muchas dudas, lo que no las tiene es que en las orillas del Niger, la cultura Nok empieza a cocer tierra cerca del año mil antes de nuestra era.
Los restos cerámicos encontrados en hornos que en principio se creyeron diseñados para fundir hierro, parece que muy al contrario, su origen fue la cerámica y fue muy posterior su utilización metalúrgica.
Antes hablabamos del útil y si junto al fuego se coloco alguna pella de barro y vieron que endurecía, seguro que a alguien se le ocurrió darle una forma de cuenco y de ahí y por lo que estamos, a Ife y los yoruba.
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