el Kómó
Kómó es similar a un curso en las Facultades de Filosofía y Humanidades, que remonta su antigüedad a un período anterior a la fundación del Imperio de Malí y su toma de poder en el siglo XIII, encontrándose por entonces bien difundido y asentado. Está considerado desde la antigüedad como la más poderosa de las asociaciones de hombres en la región.
Cada comunidad distribuida por la región tiene su Kómó, su prestigio y liderazgo se potencia con el buen hacer de lo que se espera de él pero también de la efectividad de la coalición producida entre los poderosos espíritus salvajes y los objetos de poder creados a tal fin.
Los herreros, con su trabajo esotérico a través del fuego para fundir, el agua para templar y el aire para enfriar, dando vida y forma al hierro, no podían dejar la ocasión de establecer una hermandad propia, que les agrupara y diera preeminencia social y prestigio.
Crearon así el Kómó, con el que se atribuyeron la capacidad de aprovechar ese canal de energía en beneficio del bien común. Solo ellos tienen la autoridad sobre sus máscaras y ser titulares de ellas y sus prácticas, pues ellas están dotadas del Nyama, o poder de discernir.
Estos tocados fueron hechos en secreto y utilizados, por miembros de la hermandad Kómó, asociación de los Tatuku o ‘maestros del fuego’ Bamana pero también por y para los del resto de pueblos Mandé o asociados de Guinea, Malí, Burkina Faso o Costa de Marfil.
La hiena
Su animal tótem es la hiena o Suruku, pero el mítico es Jaturu la ‘hiena divina’ o ‘gran espíritu de la hiena’. Sobre una talla de madera con una abstracta forma híbrida y o simbiotizada de cabeza de hiena sobre todo, o cocodrilo u otro animal, real o inventado pero aterrador, sobre el que se pueden encontrar insertados cuernos de antílope, cráneos de ave de afilados picos, púas de puercoespín o plumas, como metafóricos elementos que remiten a las capacidades de dichos animales.
Todo ello bien recubierto con materia proveniente de sangre sacrificial de cabras, perros o gallinas, o cualquier otro tipo de acúmulo que consideraran, como ciertas plantas, libaciones de vino de palma y mijo ingerido que agitaba el maestro o adivino en la boca espurreándolo a posteriori por encima del conjunto, y como final agua como elemento purificador, se dotaba a esta cimera de la fuerza vital crítica o Nyama, pronunciado ‘ñama’, fuente de su extraordinario poder.
A la hora de danzarla colocaban en sus fauces escorias candentes y restos de huesos, que al moverse conseguían emitir chispas y volutas de humo entre una suerte de luz fosforescente. Lo que puesto ya el sol, daba al acto una teatralidad considerable y apabullante. Asociado a la noche, aunque actuaba a cualquier hora del día, el miedo que infundía y el poder atribuido hacía que nadie lo nombrara tan solo los iniciados, así como que estos objetos se guardaran en lugar secreto y fuera de la percepción de los no consagrados.
Los Mandé
El valor que los Mandé, entre ellos los Bamana, otorgan a los animales en su apreciación de lo ejemplar de sus comportamientos, es muy notable, como lo es en el resto del mundo. Las aves, por ejemplo, están asociadas a la sabiduría y las artes adivinatorias, algo así como la lechuza en la antigua Grecia. Mientras que al puercoespín se le valora por su facilidad para huir de conflictos y saber protegerse, la importancia de preservar el conocimiento.
Hay unas piezas de este tipo consideradas como altar, por lo que se sacan en ritual pero sostenidas entre las manos, es imposible ponerlas sobre la cara o usarlas como cimeras. Suelen llevarse horizontalmente.
El material sacrificial que se ve incrustado en las superficies de estos tocados son una indicación de su conexión con una de las tres principales sociedades de poder, a saber: Kómó, Kono y Nama. Estos ‘altares’ son usuales en la fraternidad Kómó, que funciona como custodio de la tradición y se ocupa de todos los aspectos de la vida comunitaria: la agricultura, los procesos judiciales y los ritos de paso, donde cada palabra es sagrada, por tanto meditada y medida siendo su contravalor mayor que el oro o cualquier bien material.
El Kómó es una hermandad, similar a las congregaciones cristianas, de sacerdotes, ancianos conocedores y herreros, formando la principal institución social de los Bamana. Los miembros del clan herrero que nacían quedaban inscritos en la sociedad Kómó debido a atribuirles su capacidad para aprender y emplear en exclusiva el poder del fuego para transformar la materia de un estado en otro y de una forma en otra.
la sociedad Kómó
Los herreros de la sociedad Kómó usaban estos tocados de la hermandad o KómóKun para invocar en una danza el Nyama, la fuerza que activa el universo. Veamos un extracto de nuestro texto sobre las ‘fraternidades’:
“Tomando ejemplos de las tradiciones de la sabana al sur del Sahara, lo que en otros tiempos se conocía con el nombre de Bafur. La tradición Bamana del Kómó, una de las grandes escuelas de iniciación del Mandé, en Malí, enseña que la ‘Palabra’ o Kuma, es una fuerza fundamental, que emana del mismo Ser Supremo, Maa Ngala, creador de todas las cosas. La Palabra es el instrumento de la creación: “Lo que Maa Ngala dice, es”, proclama el cantor del Kómó.
El mito de la creación del universo y del hombre, tal como lo enseña el Maestro Iniciador, que es siempre un herrero, a los jóvenes circuncisos, revela que, cuando Maa Ngala tuvo la necesidad de dirigirse a alguien, tener un interlocutor, creó a Maa, el Primer Hombre. Antaño el Génesis se enseñaba durante los 63 días de retiro impuesto a los circuncisos al cumplir los 21 años; luego había que pasar otros 21 años estudiándolo a fondo.
El cantor del Kómó
A la vera del Tù o bosque sagrado, morada del Kómó, el primer circunciso recitaba las siguientes palabras: ¿Maa Ngala? ¿Maa Ngala I? ¿Quién es Maa Ngala? ¿Dónde está Maa Ngala? El cantor del Kómó respondía: “Maa Ngala es la Fuerza Infinita. Nadie puede situarle en el tiempo ni en el espacio. Es Dombalí, Incognoscible; Dambalí, Increado Infinito”.
Luego, tras la iniciación, comenzaba el relato de la génesis primordial:
“No había nada salvo un Ser. Este ser era un Vacío Viviente, que incubaba las existencias posibles. El tiempo infinito era la morada de este Ser Único. El Ser Único se dio a sí mismo el nombre de Maa Ngala”.
Las cimeras Kómó son hechas por herreros, artesanos que gozan de gran prestigio entre los Bamana y cuya profesión es hereditaria. Son muy respetados por su dominio del fuego, del agua y del aire, necesarios para transformar el hierro en los útiles, herramientas, armas o figuras, que se le soliciten.
La de herrero es considerada una profesión peligrosa, que requiere habilidad, pero también coraje y decisión para manejar las fuerzas espirituales, potencialmente destructivas, que quedan liberadas durante el proceso. Están por tanto especialmente cualificados para crear las cimeras Kómó, que necesitan combinar formas aterradoras y materiales inherentemente dañinos en objetos benéficos para la comunidad.
La cimera se usa en actos cargados de dramatismo, resultando punto focal, y esenciales, en las reuniones de la hermandad Kómó.
Los iniciados
Celebradas en privado y restringidas exclusivamente a los miembros iniciados, estas reuniones brindan la oportunidad de comprender la historia, las creencias y sus rituales. Acompañado por músicos y griots, un miembro de alto rango de Kómó, aparece con una cimera sujeta sobre la parte superior de la cabeza. Cubre su rostro con una tela que le oculte pero le permita ver y lleva un traje de plumas negras realzado con amuletos, sobre una falda con aros. Su danza es acrobática e intensa, con alardes espectaculares que sugieren poderes extraordinarios, como se espera por parte de los asistentes.
A través del canto y la danza el miembro del Kómó revela gradualmente soluciones a las varias preocupaciones que acucian a los concurrentes, sea por qué ha perdido la cosecha o por qué no consigue tener hijos.
Entre los Bamana son usadas y vistas solo por los asociados a Kómó, que aprovechan el Nyama o poder que encierra la máscara para ayudar a los miembros de la comunidad. La base de madera, ataviada con cuernos, colmillos y púas de puercoespín, materiales ya de por sí poderosos, recibe sacrificios de sangre, nueces de kola masticadas y cerveza de mijo espurreados, entre oraciones que la dotan del poder del Kómó. La boca abierta y los cuernos, colmillos y púas de puercoespín simbolizan el poder del Kómó para castigar a aquellos que violan sus reglas.
Los rituales
Los rituales de los iniciados del Kómó son básicamente bailes que realizan sus integrantes enmascarados y sacrificios ofrecidos en los diversos altares de la hermandad.
La cimera de baile Kómó representa una hiena. Sus mandíbulas enfatizan la fuerza y poder de presión del animal, simbolizando el conocimiento. Cabe señalar que el conocimiento, tal como se presenta en el Kómó, constituye una entidad en sí mismo, independiente y distante del hombre y que ‘desciende’ sobre él cuando lo adquiere. Por esta razón, la máscara de Kómó se usa en la parte superior de la cabeza, como nexo de unión y no en la cara.
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