Introducción
No hay tiempos muertos durante el año. El sacar adelante la familia o la aldea requiere de todo el tiempo y como mucho una familia interrumpe los quehaceres por la muerte de un allegado y la aldea o pueblo por la de un personaje ilustre. Solo tras la recolección y a continuación poco antes de la siembra, se pueden utilizar esos lapsus de tiempo para recordar a los ancestros, agradecer o solicitar mejores cosechas u honrar a las deidades. Y en cualquiera de estas manifestaciones o Mmanwu siempre surge el momento o la oportunidad para lo lúdico.
Hay dos momentos básicos en ese periodo en que se produce la recolección, y hay que precisar que son tubérculos lo que cultivan y no los ven, están enterrados. Aunque claro está que son expertos en aventurar la cosecha por el follaje de las hojas que emergen, pero eso a veces engaña, no es fiable del todo.
- Yan o ñame es el primero de estos tempus y festival en el que depositan la esperanza de que sea abundante.
- Iriji es en el que termina la cosecha y es palpable el resultado.
Durante el Yan se realizaban y aún se hacen, las mascaradas que tienen que ver con los espíritus y personajes del otro lado, los ‘conseguidores’ como las ‘hermosas’ doncellas fallecidas o Agbogho, entre otros.
Por el contrario durante el Iriji se da rienda suelta a celebrar lo conseguido, pues sea lo que sea es el fruto del trabajo de todos durante toda la temporada.
Mmanwu en la antigüedad
Recordemos que una mascarada o Mmanwu en la antigüedad no era en sí una cuestión de divertimento, ejercían funciones políticas y eran fundamentales para regular el orden y hacer prevalecer las leyes entre los clanes y aldeas.
Quien soliviantara la ley se exponía a recibir a enmascarados que le escarmentaran y la creencia en esos espíritus estaba muy arraigada. Incluso tal creencia les llevaba a tener las máscaras por algo inhumano, no engendradas por mujer y se decía que aparecían de noche emergiendo de termiteros* 23.
*23 Nota: Aprovecho para precisar un dato. Esta creencia era muy común en casi toda África, y por eso muchas piezas comidas por termitas con cierta edad, y no o casi las nuevas, la idea era que cubierta su función volvieran allá de donde habían venido. Las que carecen de carácter intentan aparentar antigüedad y así engañar a los incautos. Al serrín en polvo de tales piezas se le consideraba como el mejor amuleto contra la prevención que simbolizara la pieza. En la actualidad es rara la colección que no tenga una pieza restaurada in situ que no contenga como elemento de restauración o fijando otros elementos como plumas, caurís, bolsas con materia sacrificial, u otros objetos, que no esté hecho a base de un látex aglutinando ese tipo de serrín.
Dioses humanizados o Humanos endiosados
En esa época los cultos cuya imagen era determinada máscara, eran muy venerados y todo lo que les incumbía, como dónde se guardaban o con qué se les recubría o adornaba e incluso el vestido o disfraz del danzante se llevaba en secreto y no se permitían intromisiones.
Poder tener acceso pasaba por adscribirse y pasar por el estricto y violento ritual correspondiente y ser aceptado en la hermandad guardiana de la mascarada, exigencia tal que resultaba inviable para las mujeres, accediendo hombres y aguerridos, por lo que aunque no de origen ya en tiempos remotos acabó siendo cosa de hombres.
En esa época los cultos cuya imagen era determinada máscara, eran muy venerados y todo lo que les incumbía, como dónde se guardaban o con qué se les recubría o adornaba e incluso el vestido o disfraz del danzante se llevaba en secreto y no se permitían intromisiones. Poder tener acceso pasaba por adscribirse y pasar por el estricto y violento ritual correspondiente y ser aceptado en la hermandad guardiana de la mascarada, exigencia tal que resultaba inviable para las mujeres, accediendo hombres y aguerridos, por lo que aunque no de origen ya en tiempos remotos acabó siendo cosa de hombres.
Aunque veremos máscaras que en el siglo XVIII, período colonial, ya se sabe se dedicaban a interpretar personajes, como si de operetas se tratara, no hay datos anteriores y tan poco muy amplios en esa época, no es hasta entrado el siglo XX que se confirma e incluso se fotografían.
Son innumerables como lo eran las representaciones coetáneas en Europa y no es cosa de extenderse o hacer una enciclopedia. Veamos algún ejemplo de cómo eran ayer y qué son hoy:
Ekwensu La violencia
“Ekwensu”La violencia. Prueba de la exitencia de Chukwu, dios, forma junto con Ala, diosa de la tierra e Igwe dios del cielo, el triduo de Alusis más importantes del antiguo pueblo Igbo. Tiene como compañero a Ogbunabali la muerte.
Cuando gentes desconocidas emergieron de aparatosos cubículos, tuvieron fácil asentarse pues aquellas gentes que allí se encontraban, de piel negra, que nunca, salvo cuando nacieron sus bebés, habían visto a gente de piel blanca y, en su acervo, aquellos seres tenían que ser o ver con los espíritus, blancos y siempre poderosos e imprevisibles.
Tras asentarse, consideraron que su cultura estaba muy por encima de la de aquellos negros incultos hasta la desnudez. Nunca pensaron que su cultura no era la cultura más idónea para esas latitudes, solo que ellos eran ‘la civilización’ y aunque la idea era enriquecerse solo lo era económicamente, no se llevaba el hacerlo culturalmente.
Por eso tildaron entre otras cosas a Ekwensu como la manifestación del Diablo y, a sus mascaradas, como abominable adoración al mal y su representación. Pura presunción derivada de la ignorancia.
Ekwensu, en esa época, previa incluso al proceso de colonización, la mascarada representaba al dios de las batallas y a los muertos que en ellas habían resultado, héroes unos y cobardes otros, habitantes de un inframundo propio.
Ekwensu en la tradición Igbo
Ekwensu en la tradición Igbo era un poderoso hombre de piel negra, cráneo lustroso y sabiduría e inteligencia contrastada, era el alter ego del Ogún de los Yorubas. Dioses ambos de la guerra pero cuyo porte arrogancia y sobre todo sabiduría les cualificaba como perfectos diplomáticos, o no siendo diplomático como falsarios, engañabobos. Pues sobresalían, uno y otro, como grandes negociadores capaces de llegar a pingües acuerdos.
Ekwensu se mostraba agresivo y arrojado y ante estas capacidades y determinación se le invocaba ante una guerra. Llamar a alguien Ekwensu era gran halago pues era sinónimo de haber obtenido los logros que se había propuesto.
Foto por Wiliam Fagg de 1946. | Foto Crown Film entre 1927 1943. |
El festival de Awuru Odo
No es Mgbedike ni tampoco Ikenga, mucho menos el Diablo, es Ekwensu.
El festival de Awuru Odo y sus mascaradas estaban, y aún lo están, dedicados a esta deidad, pero en realidad es como el día de los difuntos de los que Ekwensu es el dios al estilo de Plutón Hades o Anubis lo son del inframundo, y que se celebra en todas partes del mundo. Odo, los muertos, es un festival que celebraban sobre todo los Igbo del norte en el estado de Enugu cada dos años entre diciembre y agosto y propicia el encuentro entre los espíritus de los muertos, visibles enmascarados, y sus parientes y amigos vivos. Consta de tres actos: 1º La llegada de los Odo, los dichos espíritus de los muertos; 2º su estancia entre los vivos, y 3º su partida.
- El primer acto celebra el reencuentro dando la bienvenida a los espíritus de los muertos.
- El segundo acto es el más dilatado, desde diciembre hasta agosto, durante el que los espíritus de los muertos, enmascarados, interactúan con sus parientes vivos y en sus antiguos hogares.
- El tercer acto, el más emotivo, es la partida de vuelta hacia su mundo.
Lógicamente cada familia representa a sus fallecidos enmascarados, reflejando a allegados concretos, por lo que puedes encontrarte en el diario deambular o quehacer a cualquiera de estos ‘espíritus’ redivivos.
Obilenu
Es curiosamente tiempo de alegría y fiesta con música Obilenu ‘la que se escucha arriba’. En este resurgir está presente, como no, Ekwensu, su dios, ‘el que lo permite’, que muestra un gran pene y las fauces ensangrentadas. Su aspecto es feroz y siniestro, destinado a causar pavor y ahuyentar a la gente, pues es la manera de que se quiten las ganas de ir a su mundo.
Al igual que cualquier relato mítico, griego romano o germánico, también aquí se contemplan los de sus dioses, hay antígonas, minotauros, dédalos, tántalos, afroditas, tyres o lokis, solo que versionados los relatos con los nombres de sus deidades o alusis. Y se representan o leen hoy, antiguos relatos de sus deidades, de igual modo que se hace en el moderno teatro europeo.
Pero lo mejor es leer alguna muestra sobre estos antiguos relatos y su equivalencia hoy.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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