Bakaridjan Kone
Durante más de cuatrocientos años esta epopeya ha sido cantada, en un principio por los Jeli faama y luego por los ciegos, cuyos lazarillos ayudados por pliegos dibujados, ilustraban lo oído. Veámoslo e imaginemos los momentos.
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Disoro Nko era un agricultor notable en su pueblo que tal vez por su éxito, ansiaba nuevas cosas. Harto de azada, surcos, olor a heno y polvorientas esposas, idealizó Segu como el paradigma de sus ilusiones. Ilusiones creadas al oír que Da Monzón, gran gobernante a la sazón del reino de Segu, sabía cómo crear oro. Ilusa ilusión que pronto comprobó. Disoro Noko se planta en Segu y consigue instalarse en la corte.
Kumba, una de las esposas del errático granjero se queda en cinta y da a luz. Disoro Nko se niega a estar presente en la ceremonia de dar nombre al niño pero insinúa a Da Monzón que por haber nacido en su corte tal vez debería proporcionarle un regalo.
Oro tal vez? Da Monzón ve impresentable que no atienda a sus esposas y no estuviera presente en el nombramiento del nuevo niño. Y entiende que es a las mujeres a quienes debe agasajar y manda sirvientes que las atiendan y lo necesario para hacer una adecuada ceremonia y manda trasmitir a Kumba que él quiere que el niño reciba el nombre de Bakaridjan Kone. Al indicar tal cosa dando nombre al niño, Da Monzón se convierte de hecho en padre adoptivo del niño.
Morike, oráculo adivino
Pasan los años y con los años asaltan al hombre, sea cual sea su estatus, ciertos miedos y a Da Monzón, le hormiguea la idea de poder ser asesinado o derrocado sin ver cuál de sus hijos será el adecuado para sucederle. Acude a su Morike, oráculo adivino, que le asegura que ningún adulto representa una amenaza, pero que tal vez un niño en algún momento sí podría tomar el trono. Ante su incertidumbre el Morike aconseja a Da Monzón que busque al niño capaz de aguantar sin gritar que le sea atravesado el pie por la lanza del rey.
Ese niño sería quien podría derrocarle. El Morike le sugiere una añagaza para que tal prueba parezca un accidente. Que ‘honre’ al niño a sujetarle el caballo para montarlo y que ‘involuntariamente’ le clave la lanza en el pie y ver quién no grita, pues ese será. Desconfiando incluso de sus hijos, de una u otra manera se las apaña para ir dejando cojos a sus propios hijos que gritan y lloran todos de dolor. Descartados, decide que todos los niños de Segu, de entre siete a diez años pasen la prueba de una u otra manera.
“¡Engañados una vez, vergüenza de Da Monzón, engañarlos 7.746 veces, vergüenza de ellos!” Grita el antiguo dicho acreditando el número de los niños afectados.
Da Monzón
Entre este grupo queda ya inscrito y llega el turno en que Bakaridjan pase y sufra la farsa, y engañado sostenga orgulloso el caballo de su rey y padre adoptivo. El rey lancea su pie y Bakaridjan se traga sorpresa dolor llanto y quejidos, sin emitir gemidos ni lágrimas, el Rey ya sabe quién es su potencial rival. Da Monzón manda curar la herida y que le atiendan adecuadamente pero confía a su hijo mayor Da Toma, el porqué de su actitud y temor ofreciéndose este al escucharlo a ser él quien acabe con la vida de Bakaridjan, al que para poder tener cerca, da acceso a su círculo más cercano en la corte de Segu para así poder vigilarlo mejor.
Por tres veces Bakaridjan consigue repeler inusitados ataques, hasta que decidido y de frente, Da Toma lo acomete resultando muerto por Bakaridjan al defender su vida. El dolor, y temor, empapa el alma de Da Monzón pero nada puede hacer pues todo el mundo es consciente que Bakaridjan se limitó a defender su vida. Imposibilitado pues de mandarlo ejecutar decide exiliarlo al pueblo de su padre Disoro Nko.
Bakaridjan
En el pueblo, Bakaridjan se gana el respeto al defender a todo a quién se intenta avasallar por lo que las alabanzas al valiente joven se expanden por todo el reino de Segu. Estando en esas, los Fulah, enemigos del reino al que lanzan constantes incursiones, un día llevan su osadía al extremo de robar todo el ganado de Segu y trasladarlo a Massina,su capital.
Da Monzón en un edicto ordena que ninguno de los jóvenes electos para ser circuncidados y pasar los ritos de virilidad, participen en estas ceremonias hasta que el ganado de Segu no vuelva a estar en sus establos. Las tropas enviadas por Da Monzón se ven incapaces de conseguirlo y vuelven malheridos y cabizbajos a Segu.
Estamos en 1600 y la epopeya dice que Bakaridjan toma un caballo una lanza y una pistola del rey, se presenta solo en Massina y con astucia valentía y compromiso recupera todo el ganado de Segu al que deposita en los establos reales.
Su notable acto de valentía y astucia, es celebrado de tal modo que la gente sale a su paso aclamándole como héroe y sin dejarle avanzar en su camino de vuelta a su pueblo. Da Monzón no tiene otra opción que permitir que se circuncide y pase los rituales de virilidad con el resto de muchachos. Años más tarde, adscrito al ejercito real, va ascendiendo y con él el perímetro del reino, pues va conquistando los pueblos y aldeas enemigas que se le resisten, enviando las cabezas de sus líderes a Da Monzón, su aún suspicaz rey.
éxitos de Bakaridjan
Sabedor el pueblo de sus conquistas se le empieza a conocer como ‘El escudo de Segu’, haciéndosele múltiples agasajos con regalos, riquezas y esclavos.
Los ejércitos acostumbraban a celebrar ‘Fiestas de Guerreros’ en honor de sus heroicos soldados, por lo que los éxitos de Bakaridjan hacen que este participe en ellos con asiduidad. En el jolgorio de la fiesta era habitual que se colaran rufianes y mendigos y entre estos había uno habitual, Bilisi un Djinn o espíritu del agua, desechado incluso por los suyos, que instalado en Segu pervive de robar viandas y provisiones y todo aquello que al descuido dejaran los soldados.
Hartos los soldados de la desfachatez de Bilisi, le hacen frente pero no pueden ante sus malas artes. Bakaridjan advertido y molesto con el Djinn le desafía a combatir. Provisto de los amuletos que tanta suerte le habían traído en sus mil batallas y su inigualable destreza, derrota a Bilisi que moribundo, le lanza un último sortilegio que consigue que la mitad del cuerpo de Bakaridjan se paralice.
La noticia es música celestial para Da Monzón, que celebra que esta aflicción ponga fin a la amenaza que él ve en Bakaridjan, pero la gente anhela que su héroe sea sanado. El hijo de Bakaridjan, Simbalon intercede a Da Monzón a quien ruega que ayude a su padre, a regañadientes acepta y convoca a Segu a los 80 más afamados expertos en artes místicas que trabajando juntos consiguen sanar al héroe en 40 días.
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Aquí terminaban muchas veces este relato, parece ser que esperando que la gente contribuyera, dejando con la miel de la intriga en los labios, y seguir o no, o dejando para otra ocasión más propicia la segunda parte.
los conflictos contra los Fulah
Pasado el tiempo, y embarcados en otro de los conflictos contra los Fulah, Bakaridjan y otros dos héroes de Segu, Madiniko y Bamana, mantienen relaciones con un hermosa beldad Fulah llamada Aminata. Pero la mujer se ve incapaz de decir cuál de los tres pretendientes le gusta más, por lo que se organiza un concurso sugerido por un Djeli.
Aminata se casará con cualquiera de los tres que consiga hacerse con el arma del legendario cazador Dosoke Zan, a quien ciertos Djinn han otorgado un grado de fortaleza sobrenatural. El trío cabalga para enfrentarse a Dosoke Zan, quien derrota a Madiniko y Bamana, lo que desanima a Bakaridjan que pierde los nervios y decide no enfrentársele, huyendo. En algunas versiones, Bamana derrota a Dosoke Zan y gana a Aminata. Pero sea como fuere eso, lo cierto es que Bakaridjan cae en desgracia.
Sin el vértigo que su energía desprendía, la corte de Da Monzón se vuelve mortecina, lo que aprovecha un Djeli para desafiar a Bakaridjan a hacerse con algo del rollizo ganado de la ciudad de Samaniana, desafío al que un noble, como nuestro héroe, no puede negarse al provenir de un Djeli, por lo que Bakaridjan emprende la misión.
el rey de Samaniana
Advertido el rey de Samaniana de que aquel héroe ahora caído en desgracia pretende robar ganado en su ciudad, acorrala su ganado tras la imponente fortaleza amurallada de Samaniana.
Bakaridjan no consigue abrirse camino ante esos muros y decide levantar su campamento. Pero hace que un esclavo de confianza suyo se cuele en la ciudad y difunda la noticia de que él, Bakaradjan ha sido asesinado. Lo que nadie sabe es que es una triquiñuela*, pues confiados los de la ciudad y al ver el repliegue de tiendas y soldados, se confían, el rey abre las puertas de la ciudad y vuelve a mandar que el ganado paste libre en el campo. Lo que Bakaradjan a provecha para hacerse con un rebaño entero y coger camino de vuelta a Segu, en el que tiene que librase de soldados enviados desde Samaniana pero consiguiendo llegar con el ganado a su ciudad.
* Relatos históricos no obstante. Algunas versiones apuntan a que lleva a cabo estos actos estando ya Segu y Samaniana en guerra abierta.
Da Monzón
Esta hazaña hace que Bakaradjan recupere su prestigio y retome su estatus de héroe, y henchido de soberbia lo festeja y pregona al punto de perder el norte y pregonar que es más grande que el mismísimo Da Monzón, lo que lleva a este a urdir un complot y acabar de una vez por todas con aquello que amenaza su corona y compunge su corazón.
El plan incluye invitar a Bakaridjan a una fiesta en su honor, y mientras ambos celebran, los guerreros de Da Monzón tomarán las seis habitaciones existentes entre el salón de banquetes y la puerta del palacio. Ante tan abrumadoras fuerzas, se da por hecho que el abotargado tras la comida Bakaridjan caerá sin duda cuando intente salir del palacio.
Pero ay!! Da Monzón, celebrando, tal vez eufórico, su plan, en una noche de amor se lo confía a su esposa favorita. Esta esposa, incapaz de guardar algo tan notorio, le confía la trama a uno de sus esclavos y ya se sabe que los chismes entre serviles son más rápidos que el más veloz alazán, llegando a oídos de un esclavo de Simbalon.
Este, decidido, pide audiencia a Da Manzon, al que acusa ante su propio tribunal y todo el mundo del complot para asesinar a Bakaridjan, su padre. Tanta prueba y testigos abruman al rey, que avergonzado reconoce que sus miedos han gobernado su razón durante años y jura que jamás volverá a atentar contra Bakaridjan.
El narrador
Muchos sabrán de esto, que se estudiaba, de cómo una serie de personas ciegas, a pesar de su dificultad, supieron salir adelante y además se convirtieros en guardianes de ciertos mitos, epopeyas y fábulas que hicieron suyas, pues por la forma o por el fondo, tenían tanta o más concurrencia que muchos otros relatores en la Edad Media Europea. Y se estudiaba, pero no era solo en Europa, también en África y tal vez mucho antes, estas personas durante el recitado o ‘cante’, con la ayuda de su lazarillo, encargado de mostrar las viñetas que acompañaban ‘el cantar’, el narrador desarrollaba la historia que conformaba el mismo, procurando finalizar de forma grandilocuente, y en muchos casos de tal forma que se desprendiese alguna parábola o moraleja.
Pidiendo limosna, componiendo y recitando canciones, romances, e incluso en ocasiones ejerciendo como sanadores, entonando ensalmos para dolores de muelas, desmayos o como en el Lazarillo, ‘males de madre’, e incluso aventurando pronósticos a las preñadas. Los ciegos tuvieron que utilizar mil ardides para conseguir que ‘mañana’ fuera un futurible realizable. La integración, ‘in illo témpore’, entre ciego y música, ni cuestiona que ser ciego lleva implícito tener aptitudes musicales. Y cómo no, también en África el ciego se ha servido de la música popular para pervivir. No presumían ser ‘la voz’ ni con un n’goin el mejor solista pretendiendo pasar a la posteridad. Tan solo, y si podía ser, alguna moneda o dádiva, pero sobre todo escuchar aplausos, porque eso era señal de que también ese día había cumplido.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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