los Nganga
Nganga son los hechiceros; hombres hábiles e inteligentes con grandes dosis de psicología para saber ganarse la confianza y el respeto de sus vecinos. Tener gran conocimiento de la flora y fauna de la que extraer lo necesario para sus prácticas y saber crear un ambiente propicio que le confiera una sólida influencia sobre la mentalidad de la gente y sobre el imaginario de la sociedad en su conjunto.
Las prácticas mágicas están presentes en toda el África negra, pero es necesario establecer distinciones entre quiénes se entregan a ella: por un lado están los que se adhieren a prácticas provechosas o blancas, son los adivinos, hechiceros o curanderos, que actúan en principio para beneficiar a todos y se especializan unos en determinados rituales y sortilegios; en atajar enfermedades, curar roturas o llevar a buen puerto alumbramientos otros, y en preservar de las malas acciones achacables a los brujos o brujas practicantes de la magia negra los más poderosos, a todos estos se les solicita esa ayuda enlos casos de necesidad, están considerados como intermediarios entre los miembros del clan y las fuerzas ocultas, por eso desempeñan también ese papel de curanderos.
Por otro lado los practicantes de la magia negra y sus poderes ocultos, brujos y brujas, que mantienen por su propia cuenta comunicación con las potencias maléficas. Se sospecha que efectúan hechizos, por lo que se les teme y se rechaza a la par, estando considerados las gentes más peligrosas de la tribu. La acusación de kindoki, o brujería, insisto, era un delito muy grave.
Es curioso sin embargo que existan numerosos registros indicando que las personas preferían tener un nganga que proviniera de una aldea distante de la suya. Si acaso y sólo si se estaba acuciado por la premura y con fines medicinales, raro por tanto, se comprometían con el nganga de su propia aldea. Como apunta Weeks, decían: “Sabemos demasiado sobre él para gastar nuestro dinero en él”.
El n’kisi
Según, John H. Weeks,J. Maes, Dapper o Van Wing entre otros, existían no menos de 150 tipos de fetiches, lo cual no es inusual si pensamos que los católicos tienen más de tres mil acepciones de la Virgen y más del triple de santos.
Algunos etnólogos, historiadores y antropólogos han tratado de clasificarlos a su modo por tipos y o funciones. Intentaré aunarlo y exponerlo lo mejor que pueda. El n’kisi, el fetiche, es el resultado de la aportación conjunta de dos hombres, el escultor y el ‘mago hechicero’*15, el primero le dio la forma, pero sin la intervención del segundo no sería nada. Él le dotó de sustancias mágicas y llevó a cabo los ritos que le conferirían sus poderes sobrenaturales, habilitándolo como receptáculo de los espíritus que los poseen.
* Nota 15: Como se ha dicho y creo conviene recordar, el africano gusta de utilizar este término de ‘mago’, pero entendiéndolo como los cristianos hablan de los Reyes ‘Magos’ del Evangelio.
Min’kondi
A ciertos min’kisi se les conoce como Min’kondi, en singular n’kondi; son esos mismo fetiches, esas mismas figuras pero comunales y por ello de un tamaño mayor, excepto para los yombe que para ellos según Zdenka Volavkova en su trabajo ‘Nkisi Figures of the Lower Congo’: n’khonde es su manera de llamar al n’kisi y n’kondi a un cazador que sale a cazar en secreto; están a veces atravesadas por clavos, láminas de hierro o cualquier objeto punzante.
La palabra procede de konda, verbo que significa cazar y como avezados cazadores los min’kondi pueden atrapar a mentirosos y todo aquel que amenaza la sociedad, mediante los apósitos preparados y añadidos por el hechicero del pueblo, el nganga.
Sobre la figura, sea n’kisi, ‘fetiche’, o n’kisi n’kondi, ‘fetiche que sale a cazar’, se da cabida a colocar objetos variopintos según cada función:
nkinda
– Se activan en la ceremonia que les infunde nkinda, el respeto, y que da paso a colocar en el receptáculo abdominal o dorsal que presenta la talla, substancias orgánicas, bilongo, que se sellan y obturan con la resina kundu, sobre la que se coloca un cristal o espejo, considerados como potentes instrumentos de vigilancia, capaces de utilizar el reflejo de la luz solar para alejar los malos espíritus del cuerpo del fetiche, o capturar el alma del que pretenda hacer el mal al quedar reflejado en el espejo; ayuda también, por sus propiedades reflectantes a ver el más allá, del mismo modo que la vista sondea las aguas profundas permitiendo ver más allá de la superficie laminal del agua.
– En los más antiguos veremos insertadas lascas metálicas, y clavos en los más modernos, siempre de procedencia europea u americana pues su hierro tiene un carácter sagrado relacionado exclusivamente con los ancestros o los linajes. El proceso, ritual, de introducción de los clavos o hierros en el fetiche, es conocido como, Koma Nloko, ‘clavar la maldición’ o Nkomono, ‘invocar solución’.
la controversia
Y aquí empieza la controversia de la que hemos visto participan entre otros Frobenius por un lado y De Brosses por otro. Que no es otra que dilucidar si son objetos de carácter jurídico o religiosos, y que yo entiendo que ambos están comprometidos. La última tendencia, a la que me sumo, es la de su carácter jurídico aunque con un componente en el castigo, ante un incumplimiento o transgresión, que sí implica a la actuación de mano sobrenatural, según ellos.
Las inserciones son alusivas como se ha dicho a los mártires, y cada una es como un acuerdo o pacto concreto. Son una especie de firma hecha sobre ‘un libro notarial’ que cierra el acuerdo o pacto que rubrica como notario el nganga con él o los clientes en relación con la palabra dada, una promesa o un dictamen jurídico. Y si se incumple el dictamen o acuerdo? Si se rompe el acuerdo el nganga debe quitar el clavo o lámina que simbolizaba ese pacto para anularlo, pero deberá tener sumo cuidado en no equivocarse de clavo, perdería su prestigio.
Y ahí entra lo que hace que no se dieran prácticamente casos, el miedo, miedo a lo desconocido que es esa mano sobrenatural que puede castigarnos. En el caso de transgresión o incumplimiento, al quitar el clavo, se activará la figura permitiendo salir al espíritu que lo habita para que castigue al transgresor.
N’kisi N’kondi
N’kisi N’kondi, como hemos visto es el término genérico con el que definen al fetiche comunal que puede medir entre 90 a 120 cms.; como el fetiche particular o familiar, puede estar insertado por clavos u otras formas puntiagudas de hierro. Pero es este el que participa o se presenta en las ceremonias de la colectividad.
El aspecto de su rostro es agresivo y su función primordial es imponer el respeto a las leyes y mantener la paz; aunque actúa también ante calamidades como la sequía, hambrunas o epidemias; perseguir y eliminar a brujas, enemigos o malhechores en general.
Mangaaka es un n’kisi, pero como una ‘suma jerarquía’ fuera de todo concepto.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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