La religión en el origen Luba
En el origen Luba, la religión seguía la norma de venerar a los antepasados y rendir homenaje a los espíritus. Entendiendo como espíritus, no solo a los de los fallecidos sino también a todo aquello que se desconocía, aportara beneficios o temor. Bajo esta premisa, la realeza Luba incorporó elementos religiosos que afianzaran su cargo y justificaran sus dictámenes. Al igual que en las monarquías Europeas, la posición del rey Luba se consideraba inspirada por la divinidad y germen directo del origen del pueblo, como se relataba en su mito de la creación. Como tal, la investidura del rey necesitaba de un complejo ritual de coronación que involucraba la confirmación religiosa por un adivino.
Así mismo, los Luba entendían que el ser humano es el reflejo perfecto de su cosmovisión religiosa, en la que cada ser humano o muntu, posee una esencia. Esencia que se manifiesta de muchas maneras, por ejemplo, que la realidad, sin matices, en lo más profundo del ser, muestra su vinculación al espíritu o vidye. O que la parte esencial de cada ser humano es el alma o umvwe wa bumi, la ‘sombra de la vida’, es decir, donde habitan el pensamiento y sentimiento.
realidad física y espiritual
La distinción entre realidad física y espiritual, el cuerpo o umbidi, y alma o muja, se vuelve fundamental en esa realidad, sin matices, que los Luba perciben. Aceptando sus circunstancias y contexto, la realidad espiritual de una persona, que le confiere el valor de ser humano, se percibe a través de sus actos e incluso su apariencia externa y se muestra de múltiples maneras, desde su sombra, voz, aliento o su manera de saludar, pues cuerpo y alma forman un todo dependiente.
Quien destruye el cuerpo también destruye el alma. Si es al cuerpo y este pierde vitalidad el alma lo acusa y hasta puede irse finalmente. Cualquiera que destruya el alma lanzando un hechizo por ejemplo, ataca a su vez a la parte física de la víctima.
Curiosamente sin embargo, creen que no hay un vínculo especial entre el cuerpo y el alma, y que con solo una partícula de materia corporal se puede transferir el alma sin hacer peligrar la fuerza vital del individuo afectado.
concepto humano dual de los Luba
Este concepto humano dual de los Luba, sumado a la cambiante manera en que ven relacionarse alma con cuerpo, lleva a una incontable manera de interpretar dicha dualidad. Se puede oír así, que un alma se haya escondida en el monte para protegerse, o que el alma de alguien ha sido atrapada en el monte para destruir a ese alguien, o entregar el ama de otro alguien, probablemente adversario, al cuerpo de un animal para que este se comporte como tal.
Y rizando el rizo, si alguien muere en la gran ciudad, basta con enterrar cualquier reto orgánico de dicho individuo, pelo, uñas u otros restos del cuerpo en terreno de sus ancestros, para que se considere que su alma reside allí. De hecho sirve cualquiera de esos restos u otra cosa, con tal de que haya estado en contacto con él, es más poderosa la intención que el hecho material en sí. Y a la inversa, lo que haya tenido un contacto directo con el cuerpo, una prenda, herramienta, o útil, se tendrá como que el alma queda ahí anclada junto a su realidad espiritual. Quien posea cualquiera de estos artículos tendrá el poder sobre aquel que los utilizó. Y si viva la persona, destruir uno de estos objetos con la intención de dañar a su propietario, representa un ataque directo contra la vida de este.
tabúes
La realidad es tozuda: la propiedad, la tierra, los cultivos, el polvo que se adhiere al cuerpo de una persona, todo lo relacionado con la realidad física de esa persona deja marcado su personal ser. Hasta la suciedad de la carretera retiene algo vital de la gente que transita por ella. Un regalo es siempre algo más que una simple transferencia de objetos materiales. Esta percepción de la realidad traspone en una amplia gama de situaciones. Genera tabúes sexuales y prevención contra determinados contactos físicos; en primer lugar, infunde la creencia de que con tan solo tocar a alguien este puede darse por bendecido o maldecido, y que si lo primero se acrecentará la fuerza del su alma, y si maldecido esta se sumirá en la nada más profunda.
Estas prevenciones hicieron que la relación entre las personas en incluso con su entorno, derivaran en complicados rituales que aseguraran la integridad física y espiritual. Eran fundamentales aquellas primeras que atañían a padres con hijos, e incluso en estas se divergía en función si esa relación se establecía en entornos de patrilinealidad o de matrilinealidad, aunque obviamente prevalecía el amor filial, las normas entre quien enseñaba y el que tenía que aprender, eran estrictas. Y ya sabemos que en esa relación y para nada en un segundo plano, el rey o jefe Luba, era el padre de todos los que se cobijaban bajo su nombre y poder.
El concepto de padre
El concepto de padre entre los Luba, no solo atañe a cercanía física, sino que prevalece la idea de que esas actuaciones son obra de su espíritu, como es el espíritu del padre el que en primer lugar acepta a la madre. Así, toda la sociedad Luba está integrada en una cadena espiritual, de la que cada individuo es responsable de la fortaleza de su eslabón, y que no solo están encardinados. Estos conceptos, vitales en realidad, son el fundamento y origen, primer eslabón, del linaje, siendo a la vez la esencia del grupo al que cohesionan y dinamizan.
Y qué dice al respecto la Enciclopedia Británica:
“La religión Luba comparte una cosmología común y principios religiosos básicos con muchos otros tipos de religiones africanas. Aunque el idioma KiLuba no tiene una palabra específica para la religión, tiene un extenso léxico que describe la naturaleza del Ser Supremo, el mundo sobrenatural y varias actividades religiosas. El sistema de creencias Luba incluye la creencia en la existencia de un Creador Universal Shakapanga, la vida futura, la comunión entre los vivos y los muertos, y la observancia de la conducta ética como condición sine qua non para ser acogidos en la aldea de los antepasados después de la muerte”.
Dios
Los bantúes a la vida humana la entienden dentro de un concepto universal, como parte vital de lo absoluto. Los Luba a ese concepto de lo absoluto lo llaman Vidye, Mvidie, Efile Mukulu, Maweja o Mulopo. Por lo general, usan estos vocablos combinados con uno o más sinónimos de alabanza, tan abundantes en las invocaciones Luba.
Aunque Dios siempre está presente en el fondo de sus mentes como el gran espíritu creador, los Luba no tienen santuarios donde se le puedan ofrecer oraciones o sacrificios. Pero en su dicotomía, Dios no está en ningún lugar, pero está en todos lados. Donde quiera que haya una manifestación de fuerza o poder, hay espíritu; ya sea un frondoso árbol o una cascada atronadora, los Luba dirán que precisamente por eso, ahí hay un espíritu.
Bien al consultar a los muertos mediante la adivinación, o exigir la antigua prueba del veneno, perseguir la lluvia o querer detener la puesta del sol, hay una idea, visualizada, en acción. Sólo el lenguaje mítico es capaz de dar a este mundo visible su verdadera dimensión.
los ancestros
No ven ni se plantean, que entre los antepasados fundadores del linaje y las instituciones políticas por un lado y el Dios creador por otro exista controversia. Honrar a antepasados u otros espíritus para nada significa olvidar al Dios creador. De hecho, los ancestros, cualquiera que sea su estado y función, están vinculados al ser supremo; son hijos del espíritu. Su existencia, aún distinta, continúa siendo el alimento sustancial de las generaciones vivas. Son héroes, pues no es fácil ser mediador entre Dios y sus descendientes. Al principio, Dios se valió de personajes reputados como ‘héroes culturales’ para que difundieran sus premisas, y fijaran sus normas, estos individuos llegaron a adquirir el mito de leyendas, aunque no es fácil delimitar qué es un héroe y qué un antepasado.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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