Concepción mesiánica Kongo
Los Kongo se agrupaban, y aún, en linajes matriliniales. Son agrupaciones independientes que podían llegar a unirse, tan sólo en función de perentorias circunstancias. A tal extremo que incluso no compartían recursos ni establecían mercado entre aldea y aldea vecina.
Tienen de sí mismos una concepción mesiánica de su existencia, lo que les ha llevado a transitar por diversos movimientos religiosos a los que se sumaba el ansía del poder político. Algunos expertos creen que esto se debe a la dualidad cosmogónica de la tradición bakongo donde conviven dos mundos, el visible y vívido y el invisible, plagado de poderosos espíritus.
Esto se vincula con la creencia de que entre ámbos hay unos acuerdos recíprocos de interacción e intercambio. Para los bakongo el mundo de los espíritus puede poseer al mundo de la carne, el de lo visible.
Religión
Nzambi a Mpungu, es el nombre que daban al Ser Supremo y Creador de las personas del pueblo kongo, así como de otros muchos pueblos del entorno. Ya durante el Reino Kongo y tras su conversión al cristianismo, Nzambi a Mpungu fue asimilado al dios cristiano y por tanto este pasó a ser nombrado del mismo modo hasta la actualidad.
Nzambi, al que también se puede encontrar nombrado y escrito como Kilundu, creó al hombre y a la mujer con la idea de que poblaran el mundo que había creado. Esta dio a luz un niño.
El Creador prohibió a los padres enterrarlo si moría*5; deberían simplemente ponerle en un rincón de la choza y cubrirlo con madera, pues al cabo de tres días el niño volvería a la vida. Los padres no creyeron la palabra de Dios y cuando el niño murió lo enterraron.
Entonces Nzambi declaró encolerizado:
“Os advertí, que no enterrarais al niño y vosotros lo habéis hecho. Por ello, todos vuestros descendientes estarán sujetos a la enfermedad y morirán por haber violado mi prohibición”
– Mémoires, Institut Royal Colonial Belge. Citado por Abrahansson op, cit, pag 98. Y Dominic Zahan: ‘Espiritualidad africana’.- pag 82.
los espíritus
Entre los kongo, no es el cuerpo el habitáculo normal para los espíritus. Ciertos espíritus de la naturaleza, nkita, viven en las aguas y, por medio de rituales apropiados, los introducían y aún, en un fetiche, nkisi, plural minkisi. Sin embargo estos espíritus pueden eligir a veces a un humano para residir en él, lo que puede provocarle reacciones o enfermedades específicas. Summa Artis.- pag 203-204
Aunque en menor medida, sigue siendo el empleo de estos fetiches un hábito recurrente, por lo enraizado aún de sus creencias en los poderes de los espíritus de la tierra y de los antepasados, representados éstos a través de los nkisi, tallas normalmente de madera y antropomorfas, a las que se potencia añadiéndoles otros diversos materiales y de las que hablaremos más adelante, pero sirva como ejemplo, que cuando un individuo se ponía enfermo, se entendía que el espíritu de algún difunto había sido ofendido y la enfermedad era su venganza.
Entonces se acudía al médico hechicero o nganga, quién preparaba alguna medicina, llamada bilongo, con elementos orgánicos de animales o humanos, arcilla, materia vegetal y otros elementos, poniéndola alrededor o dentro del nkisi y propiciar la curación.
*Nota 5: Esta apreciación en mi opinión de debe a la importante mortandad infantil que en aquella época se calcula que era superior al 70% y que en la actualidad no baja del 50% y en base a ello y para paliar en alguna medida tal daño, a la creencia generalizada en todo el África subsahariana en la reencarnación.
La historia religiosa de los Kongo
La historia religiosa de los Kongo es compleja, especialmente después de que la clase dominante del Reino de Kongo aceptara el cristianismo a inicios del siglo XVI. No todos los pueblos Kongo participaban del mismo criterio al evaluar su sistema religioso, abstrayéndose las personas kongo de la zona norte, que compartiendo entre otras cosas el idioma kikongo, disintieron de lo nuevo, preservando y desarrollando sus creencias tradicionales, no aceptando el cristianismo ni participando en el comercio de esclavos hasta verse obligados en el siglo XIX.
A este efecto, el historiadorJohn K.Thornton comenta:
“Los centroafricanos, con toda probabilidad, nunca se han puesto de acuerdo respecto a los detalles concretos de su cosmología, dando pie a lo que llamé el proceso de revelaciones continuas y sacerdocio precario”.
Kilundo o Nzambi, como se ha dicho, era el modo de referirse a su Dios Creador, y Jinzambi era el término para otras deidades o espíritus con poderes limitados.
los conceptos religiosos
Las descripciones sobre los conceptos religiosos de los kongo durante esa época de implantación colonial y cristiana son abundantes, aunque al ser de parte, el sesgo que presentan es poco fiable e incluso parece claro que tendencioso, predisponiendo a que se actúe más enérgicamente y siempre proponiendo fondos para mejorar sus expectativas, pero nunca para dejarlos a su libre albedrío.
Al ver que creen en un dios creador absoluto, esos misioneros cristianos del siglo XVI, les imbuyen de la idea de que es el mismo Dios del que ambos tratan.
Así, aprovechan términos del kikongo, como nkisi para referirse a‘santo’, intentando integrar más fácilmente de ese modo las ideas del cristianismo facilitando su comprensión, o confundiéndoles como veremos más adelante al no poder discernir, nunca olvidemos la presión de las armas.
Thornton nos dice que para los kongo, iglesia, como lugar de culto, era nzo a n’kisi, literalmente ‘otro santuario’, y la Biblia era mukanda n’kisi, o ‘amuleto’. Los santuarios que la gente kongo mantenía los llamaban Kiteki.
S. XVII
Luego, incluso después de haber adoptado el cristianismo, mantuvieron habitáculos más pequeños dedicados a los espíritus o deidades menores, como aquellos protectores del agua, de las tierras de cultivo o de los pináculos o altas rocas, y que existían tanto en las ciudades como en aldeas, aún cristianizadas.
Estas actitudes, a finales del XVII, sorprendieron a los misioneros, entre otros a los capuchinos, portugueses sobre todo pero también italianos, a los que desconcertó que 150 años más tarde de aceptar el cristianismo, aún mantuvieran esas prácticas. Indignados, estos misioneros pretendieron por la fuerza eliminar, quemándolos, estos santuarios, encontrándose con la oposición rotunda de los kongoleses.
Asimismo, esta dicotomía, propiciada por la confusión a la que se había llevado a las gentes kongo respecto al cristianismo, había derivado en sincretismo perdurando durante siglos, hasta la actualidad.
Nzambi a Mpungu
Los relatos kongo cuentan que Nzambi a Mpungu, el dios supremo, es el creador de todas las cosas que existen pero observándolas desde la distancia, y siguiendo con los relatos coloniales, estos hablan de las ceremonias que la gente kongo ofrecía ritualmente a los espíritus y antepasados, situando en esa escala en segundo lugar del ceremonial a los espíritus de los fallecidos recientes o Bakulu.
En esta panoplia hay que incluir a los N’kisi, que actúan como fieros guardianes y se ocupan de los simbi, en plural bisimbi, que son los entes o espíritus de lugares especiales, como manantiales, arroyos o ríos, peñas, atalayas o montañas, y más raramente distritos. Ceremonias y rituales que siempre estuvieron presentes.
Sobre estos rituales hay antropólogos que manifiestan que aún siendo así, no sucedía del mismo modo en todas las regiones. Por ejemplo Dunja Hersak, nos dice que tanto los Vili como los Yombe no aceptaban el poder que les atribuyen el resto de individuos kongo de más al sur. Y tanto ella como John Janzen destacan lo diferentes que han sido esas manifestaciones religiosas a través de las diferentes épocas transcurridas.
n’kisi
Olfert Dapper que junto a un grupo de holandeses desembarca en la zona sobre la primera mitad del siglo XVII, relata detalladamente la religión practicada por las gentes de Loango y su creencia en un solo dios, manifestando que lo llamaban Sambian Ponge en idioma fiote y que en kikongo sería Nzambi Mpungu, aseverando que le nombraban pero que nada más pretendían saber de él.
Dapper asegura que la cosmología no provenía de una autoridad centralizada, si no que existían diversos pensamientos, como por ejemplo que tras la muerte algunos creían que se reencarnarían, otros que el alma se extingue y desaparece y otros que pasan a ser héroes deificados.
Y el mismo Dapper, que aseguraba que todas las divinidades africanas eran manifestaciones del diablo, reafirmaba que su culto principal estaba dedicado a lo que él llamó ‘diablos de casa y campo’ o ‘velt en huisduivelen’, y que los realizaban con ‘distintas formas llamándolos por su propio nombre’.
También señaló que un n’kisi, o mokisie según su transcripción:
“No era ni bueno ni malo, sino un término general para todos los tipos de divinidad”.
e nganga n’kisi
Y continua:
“Aunque estas deidades tenían jurisdicciones específicas en el mundo natural, se encontraban ubicadas en lugares concretos, aunque también podían viajar con las personas. Se hacían nuevos continuamente y competían por la autoridad, juzgándolos efectivos las personas, o no, en función de su resultado.
Sacerdotes ‘cazadores de demonios’ llamados e nganga n’kisi usaban una elaborada ceremonia para lograr ser poseído por parte de una divinidad, y así crear una revelación continua e identificar un protector para un hogar o la comunidad”.
También proporcionó descripciones de muchos otros santuarios regionales, como: “El deThiriko que estaba en el pueblo del mismo nombre; un gran santuario hecho de una casa con forma de hombre, que protegía el bienestar general de ese país.
Su N’kisi tenía una bolsa cuadrada de piel de león llena de conchas, piedras, campanas de hierro y otros ingredientes. Era portátil; los viajeros y los comerciantes llevaban una bolsa con ellos en sus viajes. En la ciudad de Kiko había un n’kisi llamado Lykikoo, que era una estatua de madera antropomorfa.
Él preservaba a la gente de Kiko de la muerte, y podía hacer que los muertos trabajaran para él. Malemba tenía la forma de una esterilla de la que colgaban canastas llenas de diversos ingredientes y destinados a proteger la salud del rey.
Existían otros n’kisi como Injami, Kitouba, Kossie, Kymayi, Makongo, Mimi, Panza y Pongo”.
Sincretismo
Las creencias, tradicionales, cristianas o sincréticas, fueron implantadas en América, donde llegaron con los esclavos africanos, donde se desarrollaron de una manera, llegando de vuelta con los libertos, donde se encontraron que ‘in situ’ no habían evolucionado del mismo modo. Vanhee sugiere que la religión afro brasileña quimbanda es una expansión de la espiritualidad bantú y que del mismo modo, el cristianismo kongo influyó en gran manera en el Vudú de Haití.
Con muchas variantes según la región, hay personajes mitológicos en la tradición Kongo que están muy extendidos. Por ejemplo, Funzi, un herrero mítico que recibió el regalo del fuego de Nzambi, este, entre otras facultades, dios del río. Funzi enseñó cómo trabajar el hierro y el cobre con el fuego y se dice que también era capaz de fabricar el relámpago.
Otro personaje mitológico es Mami Wata*6, un espíritu femenino que vive en el agua entre los ríos y arroyos, aunque a veces también se la presenta como viviendo en el mar. Se dice que tiene el pelo largo y oscuro, piel muy fina y ojos irresistibles.
Mami Wata
Aunque ella puede aparecer en los sueños y visiones como un ser marino hermoso, con cola de pez, también se dice que puede aparecer por las calles de una ciudad moderna con la forma de una mujer preciosa y evasiva. Como ella está interesada en todo lo contemporáneo en sus ofrendas se incluyen perfumes, gafas de sol, Coca Cola y dulces de importación. Los colores de Mami Wata son rojos y blancos.
Con esos colores son con los que ella tienta y atrae a las personas a las que consigue subyugar, pueden padecer de esa obsesión como de una enfermedad. Aquellas personas que tienen un concepto más positivo hacia este espíritu, demuestran sus bendiciones usando el color blanco.
Se dice también, que Mami Wata puede acarrear desgracias en la tierra, pero también puede dar abundancia a sus fieles, sus ‘hijas’ o los esposos de estas.
* Nota 6: Muchos defienden, defendemos, la idea de que esta deidad proviene de la India. Unos desde el Ayurveda, junto a Kali, Shiva, Krishna, etc., pero no con ese origen, sino llevada directamente por antiguos africanos antes del 10.000 a.C., que del Nilo llegaron allí. Por eso defienden que ambas tengan pelo negro y sean del grupo de ‘deidades negras’ por el color con que se las pinta, en contrapartida a las ‘azules’ o gentes blancas.
siglo XVII al XVIII
En mi opinión y dado que se empieza a saber y hablar de ella alrededor del siglo XVII al XVIII, creo que se debe a la inclusión de capataces indios llevados por colonos franceses e ingleses en esas fechas y a los que encargaban del buen funcionamiento de los sirvientes y las obras, como casas o ferrocarriles, individuos que ya siglos antes habían aprendido idioma y modos de estos europeos que los habían instruido en sus lugares de origen.
Estos capataces en sus ceremonias, honraban a esta deidad lo que debió de ser asimilado por los africanos, tanto por acoplarse a un nuevo poder místico que pudiera ayudarles, como para congraciarse con quien estaba por encima de ellos. Para más datos remito el trabajo sobre Mami Wata.
Relación tan pronta e intensa como se tuvo con los europeos, trajo la adopción del cristianismo en el siglo XVI por parte de la monarquía Kongo, y su implantación entre las capas más altas de la sociedad, aunque los hechos demostraron que no por convencimiento, sino más bien por el claro interés del intercambio comercial que ello conllevaba.
Aunque las prontas desavenencias propiciaron la desaparición de la jerarquía cristiana, sí permaneció su influencia, siendo hoy en día esta religión, incluida la iglesia fundada por Simon Kimpangu, de corte sincrético, suma de lo cristiano y creencias tradicionales, la principal influencia religiosa entre los bakongo desde entonces hasta ahora.
El Rey Afonso I
El Rey Afonso I, puso todo el interés en llevar a buen término la relación con Portugal y parece que él sí convencido de tomar la fe cristiana, aunque debiendo ser hombre respetuoso, trabajó para crear una versión viable de la Iglesia Católica compatible con las creencias de sus súbditos, para lo que proveyó ingresos para los bienes reales con los que conseguir fondos para los costos de iglesias, conventos, manutención y viajes, e impuestos que sirvieran para pagar los salarios de los trabajadores.
Con asesores portugueses como Ruí d’Aguiar, el capellán real enviado para ayudar al desarrollo religioso del Congo, Afonso creó una versión sincrética del cristianismo que fuera fácil de asimilar por su pueblo y cuajara con aspectos de su cultura para que perviviera como así ha sucedido, hasta por encima de la existencia del reino.
El propio rey Afonso se aplicó en el estudió de tal manera que el mismo Ruí d’Aguiar llegó a decir que Afonso sabía más de los principios de la iglesia que él.
La falta de sacerdotes se compensó mediante la institución de los ‘mestres’, término portugués para los maestros de escuela, que aunque congoleños y laicos, pusieron tesón en ‘aprender para saber trasmitir’, axioma que al parecer se leía en el frontis de algunas escuelas. Escogidos entre la nobleza y tras el paso por alguno de estos colegios establecidos en el reino, se dedicaron a difundir la religión cristiana y actuar y ayudar ante las necesidades que se presentaban ante la creciente población cristiana del Congo.
Al mismo tiempo, permitieron el crecimiento de formas sincréticas de cristianismo que incorporaron, aunándolas, a las más profundas ideas religiosas del Congo.
kikongo
El incipiente empeño por trasmitir, optó por la en aquella época novedosa imprenta y más en países tan remotos, por lo que la utilización de textos no ya manuscritos, que obviamente también, sino impresos, propició el que se simbiotizaran términos kikongo con el alfabeto latino y sus grafismos, lo que llevó por ejemplo a escuchar y o leer palabras como n’kisi término abstracto kikongo cuyo significado literal era ‘encanto’, pero que se adaptó como ‘santo’, previa explicación del concepto; y nkanda, libro, que fusionaron para crear nkanda n’kisi, como una sola palabra con significado ‘Biblia’ y de esta manera darla a conoce.
Con estos parámetros, la iglesia fue siendo cada vez más conocida como Nzo a n’kisi. Algunos clérigos europeos renegaban y denunciaban estos modos por considerarlos fuera de reglas e incluso herejías pero nunca nadie fue capaz de erradicarlos.
Implantación Católica
El primer encuentro entre los exploradores portugueses y el rey Nzinga a Nkuwu del Reino de Kongo fue entre 1481 a 1482. Ocho años después, el Rey Nzinga a Nkuwu pediría, por razones desconocidas, ser bautizado, y en el proceso cambiaría su nombre a João I.
La cristianización de Kongo causaría que muchos nobles cambiaran sus nombres a variaciones portuguesas, y también implicaría la adopción de títulos europeos como ‘duque’, ‘conde’ o ‘rey’.
La mayoría de los nobles se convirtieron voluntariamente junto con el Rey, y todos estos conversos aceptaron el bautismo sin mayores incidentes. No se sabe cómo recibió el pueblo esta novedosa propuesta religiosa en ese primer momento, aunque es fácil presuponer que no todos lo recibirían con agrado. Se dice que el Rey João I renunció al cristianismo en sus últimos años.
Alrededor de 1506 murió João I y fue sucedido por su hijo primogénito, que al igual que su padre adoptó el cristianismo con el nombre de Afonso.
Dicha conversión produjo la profunda discrepancia de su hermano que no aceptaba el cambio y abogaba por mantener sus creencias tradicionales. Tal discrepancia derivó en escarceos bélicos en los que finalmente se impuso Afonso y los cristianos.
Nunca hubo consenso en esta cuestión.
La jerarquía y clero portugués en Kongo, tuvo controversias por esta causa con diversos reyes de Kongo denunciándolos ante el Papa en Roma.
Portugal
El rey Diogo I, que gobernó Kongo desde 1545 a 1561, fue repudiado por esta jerarquía portuguesa al considerar que estaba haciendo un vacio a la iglesia y propugnar actos anti portugueses, retirándosele las prebendas que recibía de Portugal. Álvaro III, o Ndo Luwalo III que gobernó de 1614 a 1622, fue también a su vez denunciado ante el Papa por las dificultades y control que impuso al clero.
Tanto los historiadores como otros documentalistas, tienen conciencia y así lo expresan, que la Iglesia Católica nunca tuvo ni el seguimiento ni la implantación de la que alardeaba el clero portugués. Afirman en realidad que el cristianismo era uno más entre los diversos y múltiples cultos que practicaban los kongoleses.
Por necesidad tal vez, más que por convencimiento, si aceptaron o presentaron ceremonias con similar liturgia a las cristianas en la que fusionaron prácticas del cristianismo con las propias. No hubo por tanto una conversión generalizada, sino liturgia ceremonial como hemos dicho, tan llamativa como aún se puede ver, con sus albas, casullas cálices y copones, pero que solo adornaban, sin alterar, sus propias creencias.
Misioneros
Muchos misioneros portugueses en ambos continentes, África y América, vieron y manifestaron cómo en gran medida, en África, se debía convivir y pasar por alto la creencia local, mientras que en América, sí se reconocía la fuerte aceptación de las creencias cristianas, aunque de esto también habría mucho que decir ahora.
En el Reino de Kongo existían ya antes de la llegada unas acendradas creencias y valores culturales, y si los misioneros durante esos siglos podían subsistir, al margen de la devoción a su fe, se debía también en gran medida a la protección que les otorgaba el Rey y a su contribución económica. Lo que obligaba a estos misioneros a andarse con cuidado y mostrar grandes dosis de diplomacia, ante aquellos otros oficiantes y creyentes en las creencias locales.
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