Echimechi
Antiguamente se hablaba de ámbitos o mundos distintos, el particular de las mujeres y el de los hombres, y parece que así sigue. Se tenían en cuenta los meritos de la mujer, que como en el hombre, eran la edad, la riqueza y sobre todo, aunque no imprescindible, que su marido ya fuera un titulado. No era imprescindible pero si facilitaba el acceso a su mujer.
Respecto a sus funciones, poco han variado, en su nivel más común, debía atender asuntos sociales, ayudar a enfermos, huérfanos, viudas y procurar que si su marido presentaba una propuesta, las mujeres de su círculo incidieran a su vez en sus maridos para que la apoyaran.
Y hoy? Pues también es una práctica reservada exclusivamente a mujeres ricas y casadas, aunque en estos días la edad ya no es un criterio, y las mujeres jóvenes con una educación sólida, éxito en la política o los negocios, o con importantes logros corporativos pueden ocupar títulos de Echimechi, o llegar a Omu, el ‘non plus ultra’ femenino.
Ambas mujeres , Igbo, presentan enormes tobilleras en marfil, lo que es un indicativo de su enorme status, también sus ropajes y collares reafirman su posición. a: Fue fotografiada en Nsuka por K.C. Murray sobre 1940. b:lleva un tocado sobre la cabeza, de madera y perlas engastadas, llamado Isi ojongo y está sentada sobre Oche mpata, un taburete para personas tituladas, particularmente Ọzọ. Fotografiada en Öka, Awka por N. Thomas entre 1910 a 11. Muchas son las fotos que erróneamente muestran personas que han participado en… o son de… y ni estuvieron ‘en’ ni son ‘de’. Y aunque cuesta encontrar documentos gráficos es cuestión de paciencia y remangarse. |
La mujer y el status de poder
Cuando una mujer Igbo quiere ostentar un título, lo fundamental es preparar una cita a la que debe invitar a las mujeres que componen la asociación de jefas de la comunidad de su marido, invitándolas a un refrigerio con cocoñame, nueces de kola y pimienta entre otras cosas, además de contribuir con una sustancial suma de dinero, y formalizar allí su pretensión de unirse a ellas.
Para lo que antes ha tenido que conseguir el aval de la líder de la asociación de jefas de dicha comunidad, que ha comunicado a las asociadas a la reunión, durante la cual, los regalos y dinero de la contribución de la aspirante se reparte entre todas según su jerarquía.
Tras esta reunión inicial, la aspirante propondrá una segunda reunión a la que proveerá de nuevo de bebidas y los consiguientes tuberculos, nueces de kola, sal y demás regalos que volverán a ser repartidos, e incluso dispondrá aunque no sea obligado, de otra suma de dinero, pues la función de esta segunda convocatoria es demostrar que financiera y materialmente tiene capacidad suficiente para poder atender a otras mujeres, niños y personas en dificultad.
La aspirante
Si a la aspirante finalmente se la cataloga como digna para acceder a tan alto puesto en la comunidad de su esposo, se le otorga la facultad de cambiar de nombre, asumiendo en él algo que identifique sus logros, debiendo ser reconocida por dicho nombre a partir de ese momento.
Tras esto, la aspirante con otras jefas se reúnen para algunas deliberaciones en privado, para a continuación ser presentada en público en una ceremonia formal.
En esta pública presentación formal de la nueva jefa, la tradición pide que baile, con aire señorial, dos veces, seguida por las jefas que le muestran así su agradecimiento por los regalos y su apoyo y solidaridad.
Obviamente los gastos derivados de estas ceremonias presentación y baile públicos corren a cuenta de la nueva nominada como jefa titulada.
A partir de este momentola nueva titular debe contribuir y apoyar todo aquello que promueva esfuerzos que aseguren mejoras en la comunidad, colaborando con los jefes masculinos.
Echimechi en los hombres Igbo
Es habitual que un hombre tirulado Echimechi lo que significa que además de talento tiene dinero, patrocine a alguna de sus esposas para que esta acceda a su titulo similar, pues es un orgullo para ambos pero un logro sobre todo para él, cuando al referirise a ellos escucha: “Echimechi señor tal y Echimechi señora cual…” en público.
¿Y cuando esa mujer adquiríasu título o nominación qué posibilidades de actuación tenía?
La sociedad Igbo precolonial estaba compuesta por reinos y miniestados. Cada uno de estos entes se dio un sistema sociopolítico propio, con diferencias más de carácter representativo que de aspectos morales, éticos o de convivencia. Sí había un cierto reagrupramiento en dos sistemas, por un lado el conjunto de aldeas de los Igbo occidentales que se regían por monarquías hereditarias, y por otro, casi todos los miniestados que optaron por sistemas republicanos democráticos.
Pero ni en estos dos amplios sistemas políticos había una estructura uniforme, sino que eran grupúsculos autónomos absolutamente descentralizados. Si en unos ejercía la autoridad y ostentaba el poder un rey y sus jefes titulados, en el otro era el consejo de ancianos, los hombres titulados y los de mayor grado de edad.
Más que estos organigramas, las diferencias estribaban en la gran pluralidad de estas mini autarquías, que por pura lógica condujo a la población a afiliarse por sexos, grados de edad, asociaciones de hermandad o títulos, y la religión, en donde los adeptos se redirigían a su vez a sus adivinos, sacerdotes o sacerdotisas preferidos, lo que no dejaba de ser una polarización más.
Rol de la mujer en las jefaturas
Veamos, en el origen de los tiempos las jefaturas entran en función cuando la fuerza bruta se hace indispensable por tener que defender por la fuerza a la familia: En unos casos la familia más fuerte se hace con el control de las familias menos fuertes y así se van aunando alrededor del ‘más fuerte’ creando al líder o rey; en otro, periodicamente se elegían los más fuertes y o hábiles que combatían o demostraban su habilidad siendo así electos.
En el primer caso se deja en herencia el poder a un sucesor que en este caso lo es de su familia que es la más poderosa. En el segundo, tenido el electo por originador de un linaje, también dejaba un poso difícil de desbancar aunque el control pareciera supeditado a un consejo, donde siempre había también un ‘primus inter pares’ que solía dejar nominado a su sucesor.
Por eso el sistema políticotenía mucho que ver con el parentesco yestaba en manos de hombres, lo que no era óbice para que ciertas mujeres se ocuparan de determinados asuntos políticos, entrando en juego aquí las relacionesde parentesco en que se involucran, hijas, hermanas, esposas o suegras.
Los Igbo depositaban el poder en un caso sobre los Eze y en el otro en los Obi, ambos con sus Ndichie, consejos de ancianos o poseedores de títulos, siempre masculinos. Sirvan como ejemplos que mientras en en el reino de Aboh era el Obi quien ostentaba el poder, en Arochukwu era el Eze Aro quien presidía el gobierno.
la Isi Ada
Ciertas mujeres como la Isi Ada, la hija mayor del linaje,alguna otra de la familia realo las jefas de las más poderosas asociaciones de mujeres, no solo tenían influencias sino que ejercían un significativo poder y autoridad, no solo pólitico sino que también religioso y judicial. Isi Ada además era la facultada para dirigir todas las ceremonias de adoración de las deidades femeninas del linaje, incluso las de purificación, expiatorias o de fecundidad. Se la consideraba representación viva de la Madre del Linaje, siendo por ello líder y portavoz de las mujeres y como tal su representante en las reuniones del linaje.
En su caso, dependiendo de cada comunida, Isi Ada, con voz y voto, tenía acceso a los debates de toma de decisiones; mientras que en otros tan solo era una observadora y su capacidad quedaba resumida a manifestar a los hombres las preocupaciones o reclamaciones de las mujeres, recibiendo de los hombres las decisiones al efecto y actuando como trasmisora a las mujeres de los mismos.
Ciertamente los informes y dictamenes que trasmitía a las mujeres, eran fundamentales para que estas respondieran de una u otra manera, pero colectivamente, a la autoridad masculina.
las mujeres de cortes reales
En cuanto a las mujeres de cortes reales también se les confiaban determinados roles de carácter político, supeditadas eso sí a la autoridad masculina. En Aboh, por ejemplo, las esposas de los Obi que tenían el título de Idibo ejercían un poder político y una autoridad equivalentes a los de los Ndichie. Algunas Idibo llegaron a ser tan poderosas que tenían sus propias canoas de guerra ejerciendo como autoridades políticas, influyendo en las decisiones estatales con mas preeminencia que los miembros masculinos del consejo y otros hombres con similares títulos.
Emmanuel A. Ayandele referencia un documento histórico de la Société des Missions Africaines de 1893 desarrollado en Issele Uku. Relata que entre finales del s. XVII e inicios del XVIII, estaba en el poder la EzeNwanyi, reina o monarca femenino Nnenne Mgbokwo Oke Nnachi que presidía el gobierno estatal como cuarto gobernante de Arochukwu y como regente, pues lo hacía en nombre de Egbasha, que era una joven aún menor de edad. Durante su regencia y en contra de la opinión de los jefes, ella emancipó a los esclavos e invitó a instalarse en la ciudad a la SMA o Société des Missions Africaines.
el poder político
En esta situación en que el género era patente, claramente las organizaciones de hombres y mujeres iban en paralelo, tal vez no convergían pero tampoco chocaban. Compartían el poder político de manera que las sociedades prosperaran equilibrada y solidariamente.
De lo que se tenía como ámbito femenino se ocupaban las organizaciones femeninas, algo parecido a sindicatos o cooperativas, que incluso contaban con tribunales, autoridades mercantiles y de grados de edad en el que al superior llegaban los incidentes más comprometidos pero cuya decisión se aceptaba sin mayor discusión.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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