Comercio del Imperio Luba
Durante su apogeo, el Imperio Luba instauró un sistema de tributos que servía para redistribuir la riqueza en toda la región. La clase dominante monopolizaba el comercio de determinados artículos como la sal, el cobre y el hierro, lo que les permitía mantener su dominio. Esto se complementaba con la pesca y la caza. La caza tenía un importante relevancia, pues se daban a conocer los más hábiles y fuertes, lo que socialmente les engrandecía celebrándose su pericia y fortuna.
Su economía estaba basada en la agricultura, en la que empleaban el sistema de tala y quema para preparar los campos para el cultivo y el barbecho, en que los campos se dejan descansar entre temporada. Lo más cultivado era la yuca y el maíz y en menor medida, batatas, pepinos, cebollas, tomates, cacahuetes, frijoles, sésamo y tabaco. Después lo hicieron con mijo y sorgo para elaborar cerveza.
Los numerosos ríos, lagos y humedales, así como los diques que desde antiguo tenían con sistemas similares a esclusas, les proporcionaban pescado que desecaban y a veces ahumaban.
cinturón de cobre
Entre los humedales se encontraban salinas de las que extraían lascas. No eran buenos carpinteros aunque sí excelentes y reconocidos tallistas. A eso añadían sus útiles y armas de hierro en las que eran auténticos maestros así como en la metalurgia, con la creación de objetos fundidos con el sistema de la cera perdida.
Las cruces de cobre encontradas en las tumbas del siglo XI son muestra de que ya en esta era, el comercio entre la Depresión de Upemba con el Cinturón de Cobre, dada la distancia entre ambos, requería de una conexión bien estructurada para surtir adecuadamente a los interesados de cada lado.
Este comercio se intensificó a partir de ese momento, y es también a través del cinturón de cobre que los Luba adquirieron las cuentas o ‘perlas’ de vidrio y los caurís, las conchas de ‘monetaria moneta’ un gasterópodo de la familia de los cypraeidae, que se convertirían en el medio de intercambio durante varios siglos, pero especialmente entre el XVIII y XIX. Estas ‘monedas’ se utilizaban con fines comerciales pero también rituales, y aunque estas eran ligeramente distintas, podrían intercambiarse entre sí.
Los Luba también comerciaban con poblaciones al norte y al este: con los Songye de Kasai, intercambiaron telas de rafia y otros productos terminados por ejemplo, para obtener hierro, cobre, sal y pescado de los Luba. Para los viajes comerciales nunca se empleaban más de veinte personas, pues en el pasado no había mercados, solo las casamatas a modo de almacén de quienes compraban.
Roles en el comerio del Imperio Luba
Los hombres se ocupaban de los asuntos políticos, de la caza, pesca, la lucha, desbrozar y limpiar los campos, la cría de animales, hacer redes y herramientas de madera, y el marco de la casa. Las mujeres del resto del trabajo agrícola, de elaborar la cerveza, la alfarería, ocuparse de los niños y el hogar y cuidar las aves de corral.
A los niños y adolescentes se les solicitaban pocas tareas, aunque las niñas sí tenían que atender a hermanos menores, ir por agua y acarrear leña, también alguna que otra ayuda a sus madres en el hogar. Los líderes políticos, sacerdotes, adivinos o sanadores, hereros o trabajadores especializados eran las únicas personas eximidas de cualquier trabajo común.
Al primer hombre en asentarse en una tierra se le daba título como ‘propietario’, y este título se transmitía a su sucesor.
Este ‘propietario’ tenía derecho a compartir todo lo que se extraía de su tierra, fuera: caza, recolección o cultivo de plantas, sal o mineral de hierro. Este derecho se aplicaba también a los lagos.
Al no haber escasez de tierra fértil, el título era nominal y particular y no privilegio o extensivo al linaje ni miembros de este, aunque sí a los hijos.
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