El alusi Obinagu
Ahobinagu u Obinagu es el ‘Señor del Bosque’. Identificable como el Alusi que se ocupa genéricamente de la flora, fauna y extensa vida silvestre del bosque. También es compleja su función, pues no abarca solo lo natural sino también lo realizado a partir de ese algo natural. Y también la deriva del pensamiento por caminos cósmicos, teológicos y filosóficos, al reconocer el entorno vital, real y cotidiano, que no he encontrado en otros Alusis, tal vez más místicos.
Una evaluación etimológica de Obinagu le revela como una Deidad encargada esencialmente del ecosistema forestal. Sin embargo, no debe ser visto como un solo ente, pues como Naturaleza su función es mucho más compleja. Tal vez, para comprender la entidad de este Alusi conviene imaginar una serie de espíritus, encarnando cada uno un propósito específicamente asignado en la Naturaleza, pero compartiendo todos una cabeza común.
La imagen de un pulpo podría venir a la mente. Pero un pulpo no es seguramente lo más representativo para Obinagu. Para un relato teogonical de este Alusi, es necesario hacer referencia a una de las dos cosmogonías conocidas del mundo Igbo.
historias sobre la creación
En una de estas antiguas historias sobre la creación, las dimensiones conocidas y las no perceptibles del universo o Uwa se encontraban descansando. En ese Uwa, casa común, Chi Ukwu, esa faceta de Chukwu como dios colosal, pergeñaba un ‘proyecto secreto’; pero de por medio andaba Komusu, su esposa, cuya naturaleza era curiosa y valiente, pues se asomó al reservorio creado por Chi Ukwu desvelando su Obi, ‘enclave sagrado’ que se encontraba justo en medio de la ‘primera casa’, la más grande.
Pero esto trajo consecuencias, desvelar el enclave privado de Chi Ukwu estando aún inacabado, produjo una enorme implosión que además de afectar de lleno a la hermosa Komosu…¡Originó el mundo conocido!
En otras palabras, producto de la deflagración dinámica sobre los elementos básicos de la vida, estos se configuraron generando la vida que ahora conocemos. A la par y como Ser Divino que es, Komosu se refundó en Ala, la Diosa de la Tierra.
orígenes de Obinagu
Analizando esto, se puede pensar que las primeras ‘semillas’ que posiblemente surgieran tras el metafísico desastre causado por Komosu sean las esencias inmanentes, encarnadas en la vida creada en el universo, especialmente como se observa aquí en la Tierra. En este sentido, el Alusi conocido como Obinagu es principalmente una de esas encarnaciones primigenias. Además, como un aliado indispensable de Ala, se entiende apropiado que Obinagu comparta uno de los atributos de la Diosa de la Tierra, a saber, un ecosistema, el bosque.
Al percibir el increíble vínculo, el antiguo Igbo se decidió por ubicar a Obinagu en la posición cosmoteológica que sigue ocupando hoy en día. Analizando esta polifacética deidad, se puede considerar a Obinagu como una parte que sirve a la Deidad de la Tierra dentro del intrincado bosque, de ahí, el doble significado del nombre: Obi n’agu ‘Lo que vive en el bosque’ y ‘El corazón del bosque’.
En las muchas tradiciones Igbo donde esta Deidad es muy venerada, como en el estado de Udi, Enugwu, hay muchas actividades asociadas que se consideran sagradas. Uno de ellos es el Egwu Obinagu, literalmente, ‘música obinagu’. Esta música sacra también se conoce como Igede Obinagu en otras partes de Udi. Es esencialmente música de flauta, Egwu Oja.
música sacra
Acompañar con otros instrumentos musicales de madera no está prohibido. Sí lo está, el uso de instrumentos metálicos como el Ogene el ‘gong gemelo’.
De hecho, si nos detuviéramos a considerar la profunda veneración que los antiguos Igbo tenían por la naturaleza, se hace evidente por qué la selección instrumental para Egwu Obinagu, estando claro el hecho de que la Oja, flauta, es un instrumento tallado en madera. Y la madera ya es un recurso que sólo se puede adquirir en el bosque, algo importante, en relación con la Deidad de este. A su vez, es la razón excluyente hacia otros instrumentos musicales de metal para interpretar la música sacra Obinagu.
También es importante señalar que los espíritus primigenios que habitan los arroyos y manantiales que atraviesan los bosques, no se dejan fuera de las fuerzas espirituales, que se agregan a su vez en Obinagu. Esto se hace aún más obvio, después de reconocer la unión indispensable entre el agua y la red de árboles, hierbas y arbustos, todos en armonía con el resto de presencias orgánicas e inorgánicas en el ecosistema de la Tierra.
el lenguaje sagrado
Esta percepción deriva y se aprecia más a través de la comprensión de un lenguaje muy antiguo. Este lenguaje no es otro que el lenguaje sagrado, Afa. Lo sorprendente es que los antiguos nos dicen que la humanidad habló una vez en Afa. Y que incluso si se consideraba una lengua sagrada, tal como hoy en día, debemos conceptuar a los hablantes de este idioma como seres sagrados y por tanto imbricados todo y todos en esa sacralidad.
Pero de esto y sus consecuencias se hablará más adelante. Y dado que hay Alusis, heredados de antiguo y recién creados a voluntad de quien se sienta necesitado de agradecer a quien o lo que le haya favorecido, creo que es momento de pasar a otro apartado.
Ese control del que se habla arriba, propiciado por la ‘necesaria’ creencia generalizada de que ‘ya que nosotros no podemos haber quien nos ayuda’, generalizada como digo en todos los pueblos del mundo, en los Igbo se diluye con el tiempo esperando que las nuevas creencias, consecutivas como lo son las impuestas por los que llegan con más poder o pretensiones, hacen que se regionalicen o dividan en tantos aspectos como aldeas, sean estas aldeas, megalópolis, o casas familiares.
Vamos, que hay tantas creencias como iglesias de un tipo u otro, con sus diferencias, normas y rituales, aunque todos celebren el año nuevo, su ancestro fundador o patrón, la siembra y la cosecha, en el tiempo y circunstancia que les parezca idóneo o más propicio. Y esto no es de hoy entre los Igbo, llevan así siglos.
el siglo XV
Ciertamente cuando sobre el siglo XV llegan los blancos se encuentran gentes globalmente indefensas pues no están aunados, sino dispersos como hemos visto al principio, en un terreno hostil por lo insalubre y difícil por lo orográfico, pero es o eso o las olas y ‘demonios’ del Atlántico, pues al norte y oeste están los enemigos, numerosos pues aunados, y al oeste tupido bosque y miedo a lo que pueda haber más allá. Aunque los haya aguerridos o desesperados.
Aunque es casi imposible deslindar al africano de sus dos componentes, el físico y el espiritual, con los Igbo, tal vez me pase con todos, es realmente complejo. La cultura Igbo es la suma total de lo que hacen como pueblo; cómo viven sus vidas; cómo producen y comen sus alimentos; lo que usan en su devenir diario, útiles y ropajes; las canciones que usan para socializarse.
Así mismo, la música con que se expresan; sus creencias y su comportamiento grupal pero también hacia el foráneo, y muy importante en ellos, su manera de enfrentarse a la vida, arrostrando los inconvenientes con coraje y tesón, y cuando las cosas van bien compartiendo y disfrutándolo como nadie; pero no olvidemos que por lo que más son conocidos es por sus bronces, figuras y máscaras, aquello que ha dejado pingües dividendos a marchantes y algunos ilustres etnógrafos metidos a ello, a los que los hados, blancos claro, vinieron a ver.
Idiosincrasia Igbo
Basta interesarse un poco y entrar en algunos de los múltiples blogs Igbo abiertos, para comprender su compromiso como habitantes de un mundo global pero sin renunciar a quienes son, y sí, claro, sé que como en todas partes hay de todo, pero tal vez aquí, entre los mas de 40 millones, menos.
Dicho todo lo cual permitidme un texto de uno de esos blogs, para mi gusto entre los tres mejores que es el de Nairaland, que sobre ellos mismos y sus tradiciones dice:
¿Qué es tradicional para el igbo? Gini Bu Omenàlà Na Ányá Ndí Ìgbò?
…Seguiremos…
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