Mwanzambale
No soy historiador. Realmente no sé qué soy más que un interesado en estos pueblos y su cultura, y como esto me ha llevado a interesarme en su día a día, permitidme que aunque no hable nunca de política, ahora lo haga.
Creo que esto excede a lo político como hoy se entiende, aunque sí a lo que creo fue y es, la ‘rex política’, aquello que atañe al pueblo, permitidme que me explaye con lo siguiente: Surgió una dicotomía al mezclar, fuera de su entorno y trasmutado a época más avanzada, un poderoso amuleto que los adeptos a Bagabo utilizaban contra las fuerzas del mal, en especial contra determinadas enfermedades y pandemias, como la malaria, viruela y ‘kwashiorkor’.
Uuna desnutrición severa propiciada por la carencia de proteínas cuasi endémica en la región, amuleto llamado Mwanzambale nombre muy parecido al de un también adepto a Bagabo de la independentista región de Sud Kasai, disidente antimisionero y anticolonial, ya en 1920, llamado Mwanzambala que junto a gran número de correligionarios y apoyado en el poder de la sociedad, arrastró a gran número de nativos, oponiéndose a tales injerencias. Lo que nos hace ver que nunca ha sido positivo mezclar religión y política.
los BaLuba
Sigo: Previo al período colonial, la región situada al sur del Kasai formaba parte del Imperio Luba, como sabemos una federación de reinos locales con cierto grado de uniformidad cultural. Durante los siglos XVII y XVIII, los BaLuba se propagaron en grupos clánicos por gran parte de la sabana de Kasai Katanga a lo largo de la cuenca del río, entre los que primaban los Luba Kasai y Luba Katanga.
Nunca se unieron ni formaron un estado centralizado, sí mantuvieron un vínculo emocional sustentado en mitos y prácticas culturales comunes. Otros pueblos como los Songye y Kanyok, también tenían una larga tradición en la misma región del Kasai.
La primera gran metedura de pata colonial en esta zona del Kasai, derivó en la arbitraria distribución de la población sin tener en cuenta familias ni raíces. Aún compartiendo cultura e idioma, el TshiLuba, la administración colonial consideró que las gentes cercanas al Río Lulua, eran diferentes al resto llamándoles Bena Lulua.
“Los colonos creían que los BaLuba eran más inteligentes, trabajadores y abiertos a nuevas ideas que los Bena Lulua, que se creía que eran más estúpidos y reaccionarios”. Así, literal.
la década de 1930
A raíz de esto y entrada la década de 1930, se empezó a priorizar el interés por los BaLuba aplicando políticas que encumbraban a los Luba por encima de los demás clanes. Poco más tarde, al inicio de los años 50, ante el poder que los Luba habían acumulado, esa misma administración, belga, se temió que los Luba se convirtieran en una amenaza, comenzando a apoyar a todo lo que sonara o presentara como dato previo el término Lulua. Efectivamente habían conseguido que surgiera resentimiento entre las dos familias, y fue cuando en 1952 se creó una asociación llamada Lulua Frères, Hermanos Lulua, cuya pretensión era afianzar esa nueva posición que les permitía crecer social y económicamente, y que se convirtió e institucionalizó como representación no oficial de los Bena Lulua.
los Luba y Lulua
En 1959, la animosidad entre los Luba y Lulua se enconó al conocerse un dictamen administrativo que proponía trasladar a los agricultores Luba, asentados por imposición en terreno Lulua, de vuelta a territorio Luba, que no pisaban en largas décadas y que además al ser de otro tipo, requería de otras herramientas y métodos. Esto aumentó la hostilidad estallando violentos enfrentamientos. Ese mismo año, en agosto, los Luba se manifestaron contra el plan siendo reprimidos violentamente por el ejército y la policía coloniales. Y así, hasta la independencia, y más allá; y como poco, si no se pone remedio, hasta acá.
Conclusión
En definitiva, la verdad está en el medio, y a la visión que se hace desde aquí, en la comodidad, leyendo textos donde casi nos suena ingenuo su proceder, vemos otros relatos como el de Van Geluwe con perspectivas que se vuelven reales con el tiempo.
Y basta a algunos revestirse de espiritualidad y apropiarse de un concepto tan poderoso como motivador, amparándose en una coincidencia donde se llama casi de igual manera al objeto religioso y al instigador o héroe, según quien hable, para que con y sin razón, luchando por algo lícito, pero visto como ilícito, no haya minutos contados de realidad vital para estos pueblos y la realidad a secas sea que ni la malaria ni el kwashiorkorse han mitigado, aunque por otros medios sí la viruela. Lo que no sé es cuando le tocará al pueblo. Disfrutemos de sus obras.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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