El matrimonio Senufo
El matrimonio está bien institucionalizado en la sociedad senufo. No se entiende una relación si no está así legalizada. A los jóvenes se les realizan circuncisión y ablación en los ritos de paso, en el transcurso de los cuales se les enseña todo lo que atañe a las relaciones entre mujeres y hombres y su función como padres. A los senufo no les gustan los devaneos a los que es propicia la juventud, por lo que establecen normas de conducta que no les gusta que estos se salten y dado el tamaño de sus poblados es fácil establecer controles, que además los jóvenes tampoco suelen saltarse.
Tradicionalmente, el matrimonio senufo era poligonale y los arreglaban las familias de los prometidos, los varones, y habitualmente, la muchacha senufo, se casaba de la misma manera que su madre.
Existen dos tipos principales de matrimonios: loborgho, o matrimonio por riqueza o estatus, que generalmente es organizado por las dos familias, y tamaraga, el matrimonio por amor.
El loborgho
El loborgho suele ser negociado entre los dos jefes de familia. Se requiere que el hombre trabaje en los campos de la familia de la mujer varios días al año, concretamente desde el día que se hace la propuesta de matrimonio hasta el día previo al matrimonio en sí, y a veces, hasta el nacimiento del primer hijo.
La dote, debe ser generosa para que la familia de la novia vea el interés, y lo habitual es hacerlo en caurís. En este tipo de matrimonio, tal vez por causa de la dote y el esfuerzo requerido para pagarla, la esposa pierde todo derecho para divorciarse o separarse de su esposo, ni aún devolviendo la dote. Quedando por tanto a voluntad del esposo esa circunstancia.
En la tamaraga, la pareja puede decidir casarse, con o sin el asentimiento o la participación de las familias, pero a la familia de la novia sí se la debe compensar obligatoriamente mediante trabajos acordados y una simbólica contribución monetaria, aunque esto último siempre es cuestionable.
El secuestro
Menos comunes pero no infrecuentes, se encuentran matrimonios en los que el novio ‘secuestra’ a la novia, puede que incluso ese rapto se haga sobre una mujer ya casada, y en estos casos, de ahí que no sea tan raro, no es obligatorio ningún tipo de contribución, ni laboral ni pecuniaria a la familia de la novia.
Una novia secuestrada sí tiene derecho a dejar a su marido, pero, si la novia se queda con su secuestrador, estando previamente comprometida o casada con otro hombre en un loborgho, entonces cualquier descendiente concebido con el marido secuestrador pertenecería al ex novio o ex marido.
Hay relatos que cuentan que entre ciertos grupos, era común que un hombre senufo se casara con la hija primogénita de su primera novia. La residencia de la nueva familia sea cual sea el tipo de matrimonio, como ya se ha dicho, será por la regla patrilocal en el ámbito de la familia del hombre, lo que no implica que la esposa siga perteneciendo a su clan matrilinial.
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