Koré sexta etapa hacia el conocimiento
Koré o Kworé es la sexta y última de las etapas de iniciación al conocimiento.
Colley en Bamana 2009:28 nos dice: “Cada siete años, al final de la estación seca, todos los miembros de un ‘grupo de edad’ o Ton, son simbólicamente ‘asesinados durante el Koré‘ para ser resucitados como adultos”.
El paso de los sucesivos grados de iniciación conduce al más alto rango, rango en el que se puede llevar la máscara Koré, cual si diploma o ‘cum laude’ se hubiera conseguido, y en el que se han acumulado los suficientes conocimientos espirituales que permiten interactuar con las deidades, pensando siempre en beneficiar a los humanos.
De la misma manera, Koré es una antigua hermandad Bamana, secreta*11, que se ocupa, en una última etapa, de impartir los más altos grados del conocimiento, el porqué del hombre, de su ubicación en el universo y su relación con el dios creador de lo tangible, Faro.
*Nota 11: término el de ‘secreto’, curioso, pero muy utilizado, que se le da como si no se supiera quién pertenece en el pueblo a ella, lo que me hace pensar que fue una idea de prevención de los africanos, ante las intromisiones de los blancos. A mí me parece que más adecuado sería ‘privada’.
el crecimiento personal espiritual y social
Siendo solo aceptados aquellos individuos que cumplieran los requisitos debidos, haber terminado el N’Tomo y estar circuncidado, en principio. Otra función era adquirir el conocimiento necesario que le permitiera el crecimiento personal espiritual y social. Se encargaba de impartir el conocimiento necesario, que llevara al hombre a la percepción de la sabiduría y al crecimiento en el orden espiritual y social. Para acceder, los escogidos, tenían que haber pasado las otras cinco etapas, agrupadas en el Jow, o conjunto de enseñanzas, a saber: N’tomo, Kómó, Kono, Nama y Tchi Wara.
Asimismo, hombres y mujeres adultos, preparados, podían unirse a ella pero separados por su género.
Del mismo mod, Koré se divide en varios grupos, que se identifican con animales totémicos y donde, en las danzas, solo para varones, recrean las características de estos, parodiando las aptitudes y actitudes de cada animal en contraposición a los vicios de la humanidad.
Sus emblemas son un grupo de máscaras, zoomorfas, con las que además y en momentos propicios, critican las actuaciones que a nivel personal o general, se salgan de las convicciones morales o sociales, que rigen el poblado. Estos portadores, emparejados, bailan enfrentados uno contra otro con máscaras de animales distintos, caricaturizando los movimientos y actos de estos, ridiculizando y burlándose de esos actos humanos, pudiendo dirigirse a los infractores o insolidarios, de conductas escandalosas, irresponsables o inicuas, que sean reprobables bajo sus criterios y normas.
Koré Sukuru Kun. Malí región de Sikasso pueblo de Sagoso. Población de Bamanaya. Fotos por Marcel Griaule del 28 Noviembre de 1931. Archivos del Musée du quai Branly. |
la catarsis espiritual
En este nivel de comprensión intelectual de la iniciación, la blasfemia y la sátira tienen el valor de la catarsis espiritual. Y entre otros el profesor Dominic Zahan nos cuentan:
“El portador de la máscara de la sociedad, el ‘Kòrè Duga’, ‘Buitre del Kòrè’, un auténtico y verdadero bufón sagrado, es precisamente el cantante y al mismo tiempo el actor de la ‘comedia sagrada’ del Kòrè.
Es muy fácilmente reconocible por su ridícula y extraña vestimenta que consiste en un pantalón usado, del cual una de las piernas es más larga que la otra, y por una vieja red de la que cuelgan los objetos más inverosímiles y extravagantes de entre los más inútiles que pueden existir, como fragmentos de calabaza, trozos de hierro oxidado, trapos manchados y sucios, sandalias usadas, cabezas y picos de cálao y marabú secos, además de…”.
Para ejercer su ‘sacerdocio’, nos dicen:
“El Kòrè Duga lleva en su rostro la máscara facial ‘Kòrè Suruku o Hyène du Kòrè’. Esto representa la cabeza de la Hiena Mítica cuyos rasgos están fuertemente reforzados: frente exageradamente redondeada, coronada por un pequeño mechón de pelo, a veces discreto y a veces claramente visible, puntiagudas y grandes orejas orientadas hacia arriba, una nariz larga y protuberante, dos ojos inmensos llamados ‘Nyè ba fin’ o ‘grandes ojos negros’, remarcadas mandíbulas ampliamente separadas, con la sonriente boca que anuncia su satisfecha garganta. Estas diferentes partes de la máscara simbolizan respectivamente la inteligencia sobrenatural del Kòrè Duga, su vigilancia continua, su vitalidad y su concreto objetivo y sentido, su visión exacta de las cosas, finalmente su proverbial codicia en el dominio de la adquisición de conocimiento, en lugar de la demostración desmesurada de la palabrería”.
El Korè Duga
Pero sobre la máscara en realidad, nos comentan:
“Encarna los ‘dos animales míticos’ que sostienen la totalidad del conocimiento del Mundo, es decir, el conocimiento original, profundo, negro, nocturno, misterioso e insondable que simboliza la hiena, y el diurno y sorprendente ‘conocimiento’ de la luz y la verdad que encarna el buitre. El Kòrè Duga luego azuza su ‘corcel’, tradicionalmente un palo arqueado en cuyo extremo se fija una cabeza de caballo de madera tallada, representando figurativamente así con ambos animales la diligencia del espíritu humano y al mismo tiempo lo divino”.
La canción dice:
“Cuando aparece el Kòrè Duga, su cerebro, sede del pensamiento del Kòrè, está compuesto por innumerables detalles que recuerdan a los de la harina que, como en un torbellino, se expande profusamente difundiendo el contenido que se encierra en su cráneo. Es como decir que el espíritu del Kòrè Duga, como los vientos, sopla en todas direcciones”.
La estilización de la hiena
Pero este bufón sagrado, en absoluto, nunca, es tomado en serio, ya que no puede ni ‘sabe’ estar unido a ningún cerebro humano.
Por lo que:
“Imperturbable e incansable, montando su caballo de madera, el Kòrè Duga, blandiendo un sable igualmente de madera, grita a las espectadores: ‘El mundo, la vida, es como una carrera en la que todos cabalgan sobre caballos hechos de tallos de mijo’. Lo que significa que en este mundo inferior, donde uno es impulsado sólo por las pasiones, todo es inútil. Luego con su sable corta en dos el aire que rebosa de toda estupidez humana, en la medida en que favorece el mantenimiento de la vida en el cuerpo del hombre que cree que siempre es lo que nunca ha sido y nunca será: un maestro o un dios”.
La estilización de la hiena, mostrada unas veces abstraída, cansada o herida, no puede pasar desapercibida en la representación escultórica de estas máscaras.
El arte de Sudán Occidental
Abundan expertos que inciden en que:
“El arte de Sudán Occidental es pobre en líneas y a veces tan esquemático que queda reducido a lo esencial, pero en estas líneas de expresión artística austera y características zoomorfas, no nos pueden impedir apreciar la habilidad de quien supo plasmar perfectamente la idea no solo de la anatomía del animal, sino también de su forma de ser y comportamiento. El magnetismo de las danzas y rituales, mantenidos tradicionalmente, han contribuido al encanto que se nos transmite y que se puede leer claramente incluso en los tiempos actuales”.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
Deja una respuesta