Foto de Frederic van Wallegheem
¿De qué hablamos? ¿Qué es el Vudú?
Hablar de religión refiriéndonos a la de otros pueblos suele ser comprometido, porque por mucho que se indague y pregunte, todo lo que se lea, vea o escuche, es subjetivo. Primero porque cada individuo que practica una religión deposita en ella su fe de acuerdo a su creencia e interés y lo que nos manifiesta tiene un filtro personal.
Y en segundo lugar y creo que más importante, porque quienes le prestamos atención lo hacemos a través de prismas que siempre mediatizan, querámoslo o no; no puedes estar absolutamente pendiente de ser objetivo en algo tan personal ni aunque se relea seis veces antes de darlo por bueno.
Añadamos a esto la dificultad que entraña el que ningún erudito escribiera libro alguno sobre el tema, puesto que estos pueblos basan su cultura en tradiciones transmitidas oralmente de una generación a otra. Otra razón es que desde hace ya mucho, las repuestas dadas sobre este tema, in situ, provienen de personas ya influenciadas por sus creencias islámica o cristiana y por tanto también mediatizadas.
Aunque es difícil obtener una explicación sobre las religiones practicadas durante mediados del siglo XV, 1450, podemos ver los años posteriores y ver cómo han evolucionado en el tiempo.
Hay que hacer una referencia previa a la historia para precisar que gran parte de los pueblos de esta región, tan mal dividida por las potencias colonizadoras, antes de su asentamiento en ellas pasaron por el Reino de Oyo de los Yoruba con los que convivieron varias generaciones, la huella dejada en los Adja y Ewe, entre otros, es lógicamente indeleble. Como lo son los lazos que otras etnias, como los Fon, mantuvieron y mantienen con estos vecinos. La religión por tanto que se encontraron los primeros europeos, parece lógico pensar que era la suma de la religión yoruba con la que mantenían el resto, que los datos dicen llamaban Vodun, literalmente ‘espíritus’, vocablo que parece se mantuvo al quedar reflejado en algunos documentos. La religión era por tanto, la combinación del lado animista del Vodun con el cristianismo, la sincretización de ambos, que en América trasmutó en otras versiones aunque manteniendo un nexo de orígen común y que ahora conocemos genéricamente como Vudú, conservando ellos el de Vodun.
Dejando la historia y retomando los conceptos, muchos fuera de esta cultura ven esta creencia como politeísta, en realidad es monoteísta, como veremos.
Su Dios supremo es Mawu, él es la mentalidad de esta gente; él es bueno, pero no se preocupa directamente por el hombre. Los Vodun creen que Mawu les designó su poder, haciéndolos sus seguidores, sus criaturas. No solo se comunican con Mawu sino también con otros espíritus, como sus hijos y antepasados, según nos dicen Zinzin Dohoue y Barthelemy en: “La religión tradicional en África: el fenómeno Vodun en Benín”.
Para mucha gente esto podría verse como politeísta, pero tenemos al cristianismo como nuestra religión principal, que nos habla de tres dioses el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, aunque luego los concentre en un solo ente. Si con esto, el cristianismo está considerado una religión monoteísta, por qué no considerar al Vodun del mismo modo.
Cuando los cristianos se dieron cuenta de que el Vodun crecía y se practicaba, pretendieron erradicarlo, argumentando que estaban adorando al diablo.
Finalmente recibió reconocimiento oficial en 1996.
Durante el periodo de coexistencia, del siglo XIV al XVI, durante la llegada de los primeros viajeros europeos, no solo se practicaba vodun sino también se fue asentando el cristianismo; esto sorprendió pues no se creía que el cristianismo fructificara antes de haber empezado la colonización. Se constata porque en 1514, el Oba Ozolua envió embajadores a Lisboa, para comunicar que estaba interesado en el cristianismo y solicitaba ayuda. Cuando los misioneros llegaron en 1515 no tuvieron éxito. No fue sino hasta el reinado de su hijo que el cristianismo tuvo más implantación. El enviado por el Rey de Portugal, Joh Affonso d’Aviero llegó a la ciudad de Benín y aconsejó a Esigie, el hijo de Ozalua, que se hiciera cristiano, convenciéndole de que mejoraría su país. Esigie pidió a Portugal que enviara sacerdotes para enseñarles la fe a él y a su gente, según cuentan Koschorke, Ludwi y Delgado P. 147-148.
Esto fue mucho antes de la colonización de los franceses, que se inició en la última parte del siglo XIX.
Hoy en día, el vudú todavía se practica, aunque no tan ampliamente como antes de la colonización.
Hoy, el 42.8% son cristianos, el 24.4% son musulmanes, el 15.5% practican otros ritos y solo el 17.39% son vudun, aunque el folclore y el turismo han promovido de nuevo que al margen de la creencia, todos participen de los rituales.
Retomando la influencia yoruba, los Ewe se instalaron en Badagry que era parte del Imperio Oyo, como lo demuestran los antiguos mapas de ese Imperio, y los Adja en territorios del mismo Imperio, al que parece contribuyeron en buena medida, aunque bueno sería se incidiera en conocerlo mejor. Sí está claro que ambos grupos recogieron los conceptos religiosos y, los Ewes en concreto, aspectos del sistema de gobierno de los yoruba de Oyo, que se mantienen. Esto tiene su importancia porque términos como fon, por ejemplo, hacen referencia tanto a una creencia como a un grupo étnico, aunque muchos fon no sean adeptos a la variable religiosa fon. Hablaremos de fon y ewe, dejando ahora claro, que cada uno agrupa otros pueblos que al final conforman la población de los tres países de los que tratamos, Ghana, Togo y Benín.
En cuanto a las creencias religiosas Vodun es un todo que desglosan así: Las creencias Fon por un lado y las Tro de los ewe, forman la base de la religión de todos, el Vodun
Creen en la existencia de un Dios superior; los ewe dicen que Mawu es el creador, similar al dios cristiano, o, para algunos más, como la fuerza de vida difusa del universo.
Para otros, Mawu es el ‘padre madre’ de todos los Trowo, los espíritus poderosos o deidades menores.
Entre los fon, Mawu y Lisa son una pareja, bien de gemelos o una divinidad hermafrodita, femenina Mawu y masculina Lisa.
Los fon dicen que el mundo fue creado por Nana Buluku, que dio a luz a Mawu y Lisa. Para otros, Nana Buluku, Mawu y Lisa son todos Vodun, y no hay ningún creador todopoderoso por separado.
Entre los anlo ewe, Nyigbla, la deidad del Bosque Sagrado es muy importante, así como todo el panteón de los espíritus Yehve, incluido Heviesso, dios del trueno y del rayo, y Avle, una diosa que a veces se personifica con aspecto de hombre.
Gu o Egu, el guerrero y cazador dios del hierro, es una deidad primordial entre todos los grupos ewe y fon.
Hay varios otros entes tro y vodú, incluido Gorovodu, que son muy populares entre las poblaciones ewe y fon en Ghana, Togo y Benín.
Mama Tchamba, una orden relacionada, implica la adoración de los espíritus de esclavos del norte, que los ewe una vez tuvieron, pero con los que incluso llegaron a casarse.
La individualidad de cada persona está involucrada con estas deidades principales y entidades espirituales.
Todas las órdenes de vodú y tro trabajan de la mano con la adivinación Ifa, Afa o Fa, un marco interpretativo complejo en el que cada persona tiene un signo de vida o kpoli, de los cuales hay un total de 256.
Cada signo está conectado a un conjunto de plantas y animales, historias y canciones, tabúes dietéticos, vodús, peligros y fortalezas, todos asociados entre sí, como si estuvieran relacionados con un clan.
Los eventos, proyectos, actividades y relaciones también tienen sus propios signos Afa.
Todo en el universo está relacionado con los textos y temas de Afa, como si la naturaleza misma estuviera dividida en clanes exógamos.
Muchos ewe y fon se han convertido en cristianos; dada su proximidad a la costa, estos grupos étnicos fueron de los primeros en aceptar el cristianismo en los siglos XVIII y XIX. Ciertos grupos cristianos originarios de África Occidental, como la congregación Aladura o la Celeste, tienen un número considerable de seguidores en la costa.
Los sacerdotes de vodú y tro suelen ser hombres, pero las mujeres pos menopáusicas pueden convertirse en sacerdotisas.
La gran mayoría de los espíritus anfitriones o ‘esposas’ de vodús son mujeres.
Los sacerdotes, sacerdotisas y ‘esposas’ de las deidades Yehve, como Sosi, Avlesi, Dasi, etc., generalmente no practican el trance.
Los adivinos de Afa son casi siempre hombres, aunque se dice que una mujer puede convertirse en adivinadora si así lo desea.
Las ceremonias de Vodun y Tro son representaciones convincentes tanto para los iniciados como para los de fuera.
Los adoradores que comienzan a bailar al ritmo de la música de tambor pueden entrar en trance.
Los espíritus que poseen ‘esposas’ pueden tener mensajes para la comunidad, pueden participar en juzgar ciertos casos conflictivos y pueden sanar a los enfermos.
Estos espíritus son sobre todo dioses danzantes, y hay convenciones estéticas de este tipo que tienen largas tradiciones.
En las órdenes de vudú donde la posesión no es habitual, las ceremonias son aún más deslumbrantes debido a la perfección de su ejecución colectiva.
Las filas de bailarines, todos vestidos con idéntico atuendo ceremonial, se mueven a través de un espacio ritual como una sola persona, realizando movimientos específicos.
Los tambores siempre proporcionan una especie de texto y de contexto fundamental para desarrollar el movimiento, que influyen incluso en las asociaciones narrativas y de la instrucción al conocimiento.
Las ceremonias son eventos durante los cuales se refuerzan las asociaciones simbólicas, se establece la identidad individual y colectiva, se recuerdan y se redistribuyen ciertos aspectos de la identidad y el poder, se produce curación y amonestación y, sobre todo, se produce euforia, éxtasis y admiración colectiva.
Las ceremonias son siempre regalos para los dioses.
La adivinación de Afa implica numerosos y complicados rituales basados en un sistema binario de preguntas y respuestas, y en permutaciones de los 256 signos vitales asociados con determinados textos orales.
Recomiendo que para los interesados en ampliar la información sobre este tema concreto con más profundidad, se recurra a los distintos textos disponibles como: “Vodun, orígenes históricos del Vudú”, “El Vodun en Benín”, “Hoodoo, vudú en Haití”, “Sincretismo afro cubano”, “El Voodoo en Nueva Orleans” o “Las reglas Congas”.
Qué duda cabe que todos los pueblos tienen conceptos propios que les definen. Pero qué duda cabe que los vecinos poderosos dejan sentir su influencia. Estos pueblos de los que hablamos, tienen ancestralmente sus propios métodos de hacer ver aquello que recuerda hechos y gentes o reglas y normas, como lo hacen y hacemos todos.
Sin obviar la influencia yoruba no cabe duda de una manera de hacer reconocible y única.
Los continuos vaivenes que por invasiones o asentamientos circunstanciales pasaron, hasta sentirse fuertes y crear su estado, les impulsó a probar a hacer lo que otros ya hacían pero demostrando ser más, lo que hicieron a conciencia. Si los otros ejecutaban a cualquiera nosotros más, pues la vida del que pasaba por allí o quedaba cerca y éramos más, era alguien propicio de ser capturado, bien para servir como esclavo, ser sacrificado, o cuando vinieron otros tiempos ser vendido a cambio de una suma sustancial, lo que se aunaba con el profundo temor a lo desconocido y con ello a la muerte.
Eso dio pie a rituales en los que a cada muerto por cualquier circunstancia, en batalla, accidente, ejecutado en un sacrifico o por malhechor, se le rendía un ritual, con libaciones y peticiones para que no tomara venganza desde el otro lado.
No podemos olvidar la creencia muy extendida entre casi todos los pueblos de África, de que el cuerpo es el receptáculo de lo que ellos llaman Loa, el espíritu, o alma que decimos nosotros. Y que ese espíritu tiene como primera premisa, actuar sobre los vivos, beneficiando a sus allegados y perjudicando a quienes a estos o a él hayan perjudicado, para a continuación proveerse de otro receptáculo o cuerpo donde reencarnarse.
Este tema, sobre el que explicaremos cómo y porqué más dilatadamente, dio pie a que hicieran con sus restos, el cráneo principalmente, objetos litúrgicos que ahora se han convertido en ansiadas piezas de colección tenidas como arte.
Ellos, ante ese temor que al principio les infundía el haber matado a alguien, algo recurrente en todas las civilizaciones africanas y admitamos también aunque no nos guste, también en las nuestras, reverenciaban estos montajes colocándolos sobre altares, donde se les solicitaba exención ante la venganza pues había sido algo justificado, e incluso cuando algo salía bien, pensando que era gracias a su influencia, con peticiones de todo tipo, desde tener buena caza a que el niño se curase.
Y como información adicional, diga lo contario quien lo diga, su origen era atemorizar a enemigos, bandidos o indeseables, y nada mejor que aterrorizar para conseguir sumisión y poder llevar a cabo sus propósitos; y aunque ahora se venda o presente así, el morbo es un buen impulsor, nada que ver en origen con el vudú americano, que también fue algo que implantaron pero más con la idea de alianza con los poderes ocultos.
Ahora son objeto de subastas o de un comercio exacerbado.
Los Adja, Fon, Ga, Goum, Ewe, etc. mantuvieron y mantienen una tradición espiritual conocida como Vodun.
Estos pueblos confluyen en lo que hoy es el golfo de Guinea, nombre de origen portugués derivado de Ghana.
Ghana, Togo y Benin, abarcan entre sus fronteras de tiralíneas colonizadoras a estos pueblos.
El termino Vudú en sí, no tiene ningún significado en las lenguas que hablan estos pueblos y que tienen esta tradición religiosa. Por lo que en realidad es un término generado y utilizado por otros pueblos ‘no’ africanos, básicamente de centro y sur América, como el Caribe, Brasil, etc. para referirse a esta tradición espiritual, que ha calado a ambos lados del Atlántico.
Permitidme exponer aquí una parte del texto sobre el “Voodoo”.
Esta tradición religiosa procede del valle del Nilo, origen de gran parte de los pueblos negroafricanos; por eso cuando estudiamos esta espiritualidad nos damos cuenta que sus seguidores tienen como en el valle del Nilo, un solo dios, practican pues el monoteísmo, aunque este Dios está oculto y es insondable e huidizo.
Es llamado por estos pueblos del golfo de Nigeria, Mawu, cuyo significado apela al que… “nada ni nadie puede superar, el que está por encima de todo, Dios”.
Al igual que en el valle del Nilo, Mawu tiene una naturaleza dual masculina y femenina, lo que le permite dotar a los seres, humanos, animales o plantas con esa naturaleza, bien masculina bien femenina.
En la visión religiosa de los antepasados del valle del Nilo, Mawu, Dios, es como un diamante. Es decir es único, como un diamante, pero como tal este tiene varias facetas con las que se manifiesta a sus criaturas y a la creación, tanto a la naturaleza, como a los seres, a las cosas… Parecen refrendar también todos estos estudios, que el origen de los pueblos más al sur, en Benin, como los Ewe, Fon, Adja, Goun o Nago etc. serían de descendencia y origen Yoruba y que escindidos, se ubicaron en territorios no muy alejados de sus mayores.
Es por causa de la esclavitud extrema que se produjo desde el siglo XVI al XIX y de la que los pueblos del golfo de Benin fueron contribuyentes mayoritarios, que dicha tradición se instaló en el recién descubierto continente americano, asentándose en poblaciones como Brasil, Cuba, Haití, el Caribe en general, las Antillas o la costa este de Norteamérica.
En el valle del Nilo, los antiguos egipcios o pueblos nubios, a estas facetas del dios creador Mawu, les llamaban Osiris, Isis, Thot etc. atribuyéndoles determinadas facultades y a estos conceptos, erróneamente, los europeos los llaman dioses o deidades.
Entre los seguidores de esta tradición, tanto en el continente americano como en el africano en la zona de Benin o Nigeria, sin embargo las facetas del creador a través de la cual este se manifiesta se llaman Orisha o Yewe. Aunque cada faceta o atribución peculiar recibe igualmente, un nombre propio como Sango, Sakpata, Legba, etc.
En contraposición al concepto filosófico más común, donde el ser humano se compone de alma, cuerpo y espíritu, los tres componentes básicos que se enseñan generalmente en el resto del llamado mundo occidental, los pueblos descendientes de esos antiguos habitantes del valle del Nilo y desde la civilización faraónica; en los pueblos donde pervive esa tradición espiritual, mantienen la misma visión del hombre que tenían los antepasados, que fundamentalmente atribuían al ser humano 9 entidades ontológicas.
A saber:
1ª El Djet o Shab, el cuerpo físico que se convierte en Khat, lo putrescible y corruptible, después de la muerte
2ª El Sahu, que es la entidad espiritual propia que envuelve el cuerpo físico.
3ª El Kahibit es la sombra unida al cuerpo físico que permanece invisible. Esta sombra se convierte en el Shout cuando se separa del cuerpo para hacerse visible bajo el reflejo de la luz.
4ª Ba es el alma dinámica, móvil y volátil que protege a la momia e infunde aliento vital al hombre.
5ª El Ren, este es el nombre usado por la persona. El nombre revela la esencia intrínseca del hombre. Dar un nombre es pues algo de suma importancia. Por eso tradicionalmente y desde los albores de la humanidad los nombres no se ponen por casualidad.
6ª El Ka es la fuerza vital trascendente, el receptáculo de la energía divina.
7ª El Ib no es el corazón tomado como un órgano, sino como el centro de la conciencia interna, como la cuna del pensamiento, el fundamento de las intenciones y las emociones que emanan del cuerpo físico.
8ª El Sekhen es la pasión, esa fuerza irresistible que protege o destruye al hombre.
9ª El Akho, Akhou, o Akou, es el espíritu luminoso y eterno, inmortal, del difunto resucitado.
Es en el golfo de Benin, la parte del continente africano donde se sitúan los pueblos que tienen esa tradición espiritual conocida en todo el mundo bajo el nombre de Vudú, donde manteniendo los mismos conceptos vitales que los de sus antepasados del Nilo, dan a la anterior relación una nomenclatura adecuada a sus lenguas.
Por tanto y para ellos:
1º Está Agbaza, que es el cuerpo físico que se desintegra, putrescible y corruptible.
2º Outou, la entidad espiritual personal que rodea el cuerpo físico.
3º Ye, la sombra.
4º Winsangu, el alma móvil, dinámica.
5º Jni, el nombre que revela el ser.
6º El Indon la fuerza vital, la fuerza de la vida trascendente, el receptáculo de la energía divina.
7º Ai es la conciencia íntima, la cuna del pensamiento.
8º Honhnlon la fuerza que protege y destruye.
9º Se el espíritu inmortal imperecedero, el espíritu divino resucitado del difunto.
Mismos conceptos con distinto nombre.
Reiterando lo dicho, la espiritualidad conocida como Vudú por tanto, no tiene origen en Benin sino que es una herencia ancestral llegada de las orillas del Nilo Occidental. Herencia directa de las tradiciones milenarias de las riberas del Gran Río.
Estas tradiciones religiosas conocidas como Vudú son exactamente iguales a las de los pueblos Yoruba de Nigeria. En el país Yoruba se habla de los Orishas para manifestar las diversas facetas creativas del creador.
Dada la anterior dependencia de algunos y la relativa cercanía actual entre estos pueblos, como los Ewe o Fon de Benín con los Yoruba de Nigeria, es por lo que a veces nos encontramos con manifestaciones del creador, designadas con el mismo nombre o guturalmente similares..
Así tenemos al Shango Yoruba cuyo nombre es utilizado igual por los Ewe y Fon.
Y al igual que Shango podemos citar a Legba que para los Ewe y demás es PapaLegba o es Elegbara para los Yoruba.
Yemanya, Sakpata y otros, son así mismo conocidos por ambos pueblos, como el concepto Fa que los Yoruba llaman Ifa, y aunque algo varía en lo místico lo hace más en lo litúrgico.
Parece que el término Mawu, también podría derivar de un antiguo vocablo Yoruba, adelantando que estos fueron originarios del antedicho valle del Nilo, del que migraron según múltiples estudios, entre los que destacan los trabajos del antropólogo Cheikh Anta Diop y que relata en su libro ‘Naciones Negras y Cultura’ o en los de Olumide Lucas en su libro ‘Religión de los Yoruba’.
¿Por qué el Vudú ha sido demonizado en todo el mundo?
En un primer lugar, las claramente imperantes llamadas religiones reveladoras, como el Judaísmo, Cristianismo o Islam, a las que les cuesta dar cabida a cualquier otro concepto o interpretación espiritual que no pase por sus conceptos y proselitismo.
En segundo lugar la cantidad de hombres esclavizados provenientes de África que asolados y desolados tuvieron que buscar refugio en lo único que les quedaba, sus creencias, como medio de resistir mentalmente su situación, lo que a su vez propició la unión entre ellos y que de esta manera se opusieran paulatinamente con mas resistencia contra dicha situación, lo que produjo no pocos quebraderos de cabeza a los esclavistas colonos.
Este fue el caso por ejemplo de Haití, donde los esclavos usaron el conocimiento iniciático obtenido de esta espiritualidad, volcándose en la famosa ceremonia llamada del “caimán de madera” a fin de poner en marcha la revolución haitiana y buscar la libertad.
La tercera razón es el fracaso de los occidentales y sus misioneros, pese a su reiterada obstinación basada prácticamente en el mal trato y el abuso, por convertir al cristianismo a los practicantes de estas y otras creencias similares.
Este dilema de o conmigo o contra mi, es el que ha preconizado la demonización de estas otras creencias, el llamado Vudú o la religión Yoruba.
Como todas las religiones, el vudú emplea su ritual y le confiere contenido mágico a la fe. Las religiones que surgen de sociedades que aún se encuentran muy cerca de la naturaleza, le imprimen a sus creencias un contacto muy directo con las fuerzas que ésta encierra, y es capaz de experimentarlas como seres con vida y personalidad propia.
Acumulan, además, un amplio, y secreto, conocimiento del poder farmacológico, curativo, narcótico o letal, de substancias provenientes de las plantas, los animales, o la materia inerte.
En el vudú, ciertas ceremonias, y el empleo de la música, los tambores, el baile, y substancias que producen esos efectos, pueden inducir catalepsia, trances, visiones, convulsiones y profundas transformaciones psíquicas.
El Vudú es una fe.
Es una creencia, como el judaísmo, cristianismo o islam, en la existencia de una dimensión real, pero diferente, a la existencia material que experimentamos los humanos mientras estamos vivos. Esa fe permite creer que más allá de la muerte hay vida, y que esa vida tiene contacto efectivo con los seres que todavía habitan el mundo material de los sentidos.
Esa fe permite creer que esos seres que habitan en esa otra dimensión, si nos dirigimos a ellos con los rituales adecuados, pueden ejercer su influencia, su poder o su intervención para afectar el curso de los acontecimientos en la dimensión material y cotidiana.
Esta creencia partió de África, de las regiones donde más activo estuvo el tráfico de esclavos. De especial importancia es cómo esa intensa fe, para todos los efectos constituida en una poderosa fuerza material, estaba identificada totalmente con la pasión por la libertad y en consecuencia con ello el odio al amo y a sus crueldades. Eso supera la mera superchería del estilo de las muñecas acuciadas de alfileres, el mal cine comercial o truculentas novelas.
Vudú en Ghana
No es muy distinta entre los tres países, Benín, Togo y Ghana, la liturgia entre uno u otro. Pues además de por su reducido tamaño derivado de las fronteras absurdas trazadas por las potencias coloniales, no dejan de ser pueblos que conviven desde sus orígenes en todo ese entorno e incluso en los aledaños como Nigeria o Costa de Marfil.
Aún así, ciertamente y en el transcurso del tiempo es cierto que cada zona ha reinterpretado de manera peculiar cada rito.
Acaso es igual una Virgen sevillana que una catalana, alemana o rusa? Sin embargo es la misma Virgen.
Pues ciertamente en Ghana, mantienen la misma creencia, con los mismos ritos sincréticos que aúnan tradiciones ancestrales con símbolos incorporados de la religión católica, que encierran, iniciación, bautismo, danza, sacrifico y la sugestión que les lleva al cúlmen, que es la posesión del espíritu, Loa, temporalmente, en el cuerpo del prosélito.
De esto ya hemos hablado profusamente, por lo que pasaremos a algo que es prácticamente único en la zona.
El Bó
Es una variante que solo existe en esta zona, la más al oeste de entre estos pueblos, llamada Bo, o Bó, o en idioma yoruba Juju.
Bo es una ciencia oculta, cuyo sacerdote es llamado bokonon, o bòkôtônon, mientras que los de vudú son el de vodounon para el hombre y el de vodounsi para la sacerdotisa.
Esta deriva o amalgama puede resultar confusa e incluso pensar en dos cultos diferentes.
De hecho hay afirmaciones al respecto.
Esta dicotomía parece ser que se produjo probablemente por la influencia venida desde el continente americano que obviamente engendraba diferencias. Lo que es claro es que todos los elementos del vodún, se manifiestan en los rituales del Bo.
Seguidores del Bo
Lo que si es cierto, es que cual dos parroquias católicas dedicadas a distintos santos, ambos cultos, el de Vudú y el Bo, tienen santuarios, oficios y adeptos distintos.
Si habláramos de fútbol, no es lo mismo el Real Madrid que el Chelsea, pero ambos juegan en un mismo terreno, con unas mismas reglas, pero sus hinchas y cánticos, son distintos.
Contrariamente a las creencias populares, en el vudú, no existen hechizos que se lancen o se efectúen contra nadie.
El Vudú es una religión en la que especialmente se rinde culto a los antepasados, respeto bien arraigado en todas las culturas africanas.
Aunque la pregunta fundamental sobre la creación y el origen de la humanidad se explican en el contexto de la mitología Vudú, no es un acto de fe. Esa pregunta entienden que está fuera de su conocimiento y por tanto es lícito recurrir a esos antepasados que circulan por el otro lado, tan lícito como solicitarles favor para la familia ante el Todopoderoso.
Mawu es el Creador Todopoderoso reconocido en el panteón Vudú, pero ningún creyente se atreve a solicitarle ni a dirigirse a Él., de manera que hay que dirigirse a los Loa para que actúen a modo de mensajeros conseguidores, con la imprescindible ayuda de los difuntos familiares.
Cada familia, cada clan, cada raíz familiar, va incorporando sucesivamente interlocutores a algún espíritu mayor de entre los más conocidos del panteón. Estos otros, más personales, son llamados Assanyi, a ellos se le honra particularmente, el termino se puede traducir como: “El espíritu de los que han pasado antes que nosotros”.
El vudú familiar a menudo se asocia con un mayor espíritu conocido del panteón estándar, pero es característico de cada familia o clan. Este distintivo de ‘vudú clánico’ es también una afirmación de la identidad, del origen concreto de ese culto y de la adoración de manera específica de un colectivo o familia.
Realmente al leer lo escrito hasta aquí, yo lo releo y por eso he caído en ello, es congruente pensar que en nada difiere lo que ‘hasta aquí’ se manifiesta, que parece novedoso, de lo que sucede con las creencias y los cultos derivados, idénticos por otra parte, que se practican en nuestras iglesias o entornos. Si en algo difieren es en los términos específicos. ¿Acaso nuestras madres no dedicaban más tiempo y devoción a un santo o virgen que a otra? ¿Acaso en junio no encendemos hogueras por San Juan, o por el ciclo rotatorio de la tierra? ¿Acaso no se corren bulos por las redes denigrando y persiguiendo a cualquiera con cuyo pensamiento o maneras no coincidamos?
Pues ellos también; somos habitantes de un mismo mundo.
Esta es una de las derivas que interactúan en Ghana y su entorno, sobre la percepción del Bo, donde, con sus particularidades, los elementos de origen vudú, se manifiestan y reproducen en los del Bo. Distinto nombre para la misma cosa. Pero no olvidemos que hablamos de creencias de ida y vuelta, tras las que el vudú americano era visto como una manifestación de la brujería europea, envuelto en papel y lazo africano.
Sacerdotisa imprecando al Loa
Sacerdote realizando los símbolos o “firma” del Loa requerido.
Estas firmas o símbolos reflejados en el suelo, a veces en paredes, no dejan de ser como aquellos peces que en el siglo II ‘dibujaban’ en el suelo, para poder borrarlo de inmediato, los cristianos en la Roma Imperial para identificarse, o el XP que vemos en las medallas identificativas, aditamentos litúrgicos, fachadas o paramentos del ara de cualquier iglesia.
Adeptos “cabalgados” por su Loa
… en pleno transito
A veces es difícil reconocer qué espíritu se ha introducido.
Hay que retrotraerse a otros tiempos y recordar la llamada ‘histeria’, aquella enfermedad exclusiva de mujeres, que parece llegó, a conveniencia, siglos más tarde a estas regiones. Primero, los colonos preferían para sus haciendas a los hombres por su mayor fuerza y capacidad de trabajo, por lo que utilizaron la idea de lo nefasto de estas prácticas al utilizar las ‘posesiones’ de las mujeres, ‘montadas’, para criminalizar los rituales. De esta manera, se sumó a la realidad de que podían quedarse sin lo poco que recibían si no lo aceptaban, el miedo infundido a todo lo desconocido, surgiendo un grave problema, que derivó en caza de brujas. A determinadas mujeres se les atribuyeron prácticas de magia negra, y la población, exaltada, no paró en verificar objetivamente el hecho, atropellando a cualquier mujer que hubiera sido acusada con o sin motivo. Esto no fue algo puntual que surgió en las Américas y fue utilizado como un arma defensiva más por los colonos, sino que se introdujo también en África, con la misma intención pero dilatado en el tiempo, tantas veces como consideraba el gobernante de turno, hacendado, potencia colonizadora, primer presidente electo, o jefe militar que hubiera descabalgado del poder al anterior.
En la foto que acompaña a este texto, vemos unas mujeres reunidas alrededor de un árbol, esta foto no es de hace siglos, es de hace 20, veinte años. Fueron condenadas por brujería.
Sacerdotisa momificada. Etnia Ga. Ghana. Foto de Carol Beckwith y Angela Fisher
Vudú en Togo. Foto de Carol Beckwith
Determinados historiadores y antropólogos apuntan que la cuna de lo que ahora conocemos como vudú, es Togo, cuyos habitantes fueron mayoritariamente subyugados por sus más poderosos vecinos y convertidos en esclavos. Eso propició el que ante su desesperación se refugiaran en sus creencias ancestrales he hicieran aflorar si cabe con más fuerza el vudú.
Vudú en Togo.
Créditos de Giampaolo Cimadomo
Desde el siglo XVI al XVIII, al ir poblándose las américas con estos esclavos, el vudú se implanta en ese continente donde se afianza, procurando a sus adeptos un motivo para socializarse y pensar que otro futuro era posible.
Desde esa época, conviven en Togo, musulmanes y católicos y posteriormente evangelistas.
. Adeptos camino de la ceremonia. Foto de Efo Beto
Lomé es la capital de Togó quedando el lago que da nombre al país, el Lago Togo, a unos treinta kilómetros; en la rivera del lago, se encuentra la otra ciudad en importancia del país Togoville. Su economía se basa en la pesca, la agricultura y en los pocos animales domésticos que cada familia pueda poseer.
La religión vudú esta muy arraigada entre sus gentes. En las calles y a las entradas de las casa, se encuentran numerosos figuras relacionadas con el vudú, que garantizan la salud, el alimento, aportando un sinfín de beneficios para sus gentes.
Curiosamente, las mismas gentes comparten el vudú con el catolicismo, celebrándolo en una catedral católica, que visitó y bendijo Juan Pablo II en uno de sus viajes a África.
Es llamativo para el visitante advertir en algunas aldeas de Togo, cómo las entradas de las casas están repletas de troncos de árbol. Pero para un togolés, las ramas de árbol representan a los espíritus de los muertos.
De esta manera creen que los espíritus de los antepasados les protegerán de maleficios.
A esto se añaden pequeñas piedras que consideran medicinales, o estatuas representando espíritus.
Curiosamente, hay múltiples objetos, que calman las incertidumbres humanas: Cosas para el amor, para el sexo, para los viajes, para la salud, para la memoria, para propiciar suerte, para la comida… todos con su propio ritual de uso. Teóricamente, los objetos expuestos en el mercado, no tienen aun ningún poder. Solo cuando el brujo efectúa el ritual y les rocía con la sangre del animal sacrificado, estos adquieren sus mágicos poderes.
La ambiciosa religión Vudú, no solo cuida del espíritu de estas gentes, sino que también de su salud. Cuando tienes algún mal, vas al brujo, que te dice si lo tuyo se solucionará con vudú, o en el hospital, y teniendo en cuenta que el sistema sanitario es de pago, tanto el médico como las medicinas, casi que mejor que el problema se arregle con el vudú.
El Vudú es la religión de todo el litoral del golfo de Guinea y es peculiar en la región de Aneho, pues alcanza enorme fama su práctica de adivinación a través del oráculo de Fa o Afa
Es una técnica adivinatoria donde se combinan proverbios, imaginería, intuición, o capacidad de interpretar.
En la zona lacustre del Lago Togo donde lo habitual es vivir en casas sobre palafitos, los pescadores extraen los recursos que les produce su hábitat y que intercambian por los productos del interior o reciben los consejos y bendiciones, o amonestaciones si es necesario, de los sacerdotes, ellos o ellas, que como en una autovía recorren en sus vehículos que no son otros que pequeñas barcas.
Sacerdote Vudú en Lome. Togo. Créditos de Anthony Pappone
Si los textos son indispensables, para determinadas precisiones lo son las imágenes. En esta de más arriba donde el pie de foto hace referencia a un ‘sacerdote’, desde lejos, en mi continente país y ciudad, observo la foto donde veo un apuesto jóven hombre, que lleva un tocado donde aparece el león símbolo del poder de los Fon y referencia directa de uno de sus reyes Glèlè, que devoraba a sus enemigos; también un rico ornamente que le cruza el pecho y ricos collares sobre él; un cinturón le sujeta el boubou, una especie de falda pantalón cuajado de cauriés, riqueza; y otro más abajo con amuletos; luce pulsera en el brazo y en la mano izquierda algo que me parece un cuerno de medicina y en la derecha un espantamoscas. Su boubou está impresionantemente impoluto. Me sugiere más un jóven noble que necesita solucionar algún tipo de problema, los collares me parecen del tipo contra el mal de ojo, que el que un sacerdote vaya en esa zona, tan bien ‘ornamentado.
Ceremonia de iniciación, imprescindible el licor blanco
Personajes comunes para los que lo cotidiano puede pasar por dejarse llevar, imperiosamente, dada su necesidad de lo más básico en lo material y en lo emocional, por lo único que conocen en qué poder depositar esperanza. Lo curioso es que adaptados, siempre surge la sonrisa y nunca un rictus de desesperación.
Es curioso observar, cómo llegan a dislocarse los miembros con cierta habitualidad, obsérvense los pies y el quiebro de la cintura, lo que a veces me lleva a preguntarme si es realidad o ficción, producto esta de tal necesidad, que les ha llevado a dislocárselos como un recurso tal vez único y por tanto vital, más.
Sokodé El rito del Fuego
En el centro del poblado un gran fuego ilumina a los presentes, el frenético ritmo de los tambores les impulsa a la danza. Los bailarines, en estado de trance, se lazan al baile con el candente leño en la mano. Como expertos malabares meten la ardiente punta en la boca, exhalando humaradas y ascuas, sin dar síntomas de sentirlo.
Se lo pasan reiteradamente por todo el cuerpo sin importarles lo más mínimo, ni dar signos de dolor.
Coraje? Autosugestión? Magia?.
Difícil explicar esta performance.
No parece suficiente protección, ni la influencia de los fetiches ni su entereza.
Probar para creer, creer para probar.
Complicado intentar comprender presenciándolo, impensable entenderlo en la distancia.
Con este baile donde se come el fuego, se pretende saciar a los espíritus malignos y de esta manera proteger al poblado de sus asechanzas.
Akodessewa es el mercado de fetiches más grande del mundo y el punto de partida de los practicantes del Vudú.
Cuando hablamos de fetiches, nos referimos a los talismanes que se usan en la medicina vudú
Cabezas de cocodrilo, manos de chimpancé, cobras y huesos. Muchos huesos.
Estos objetos, o partes de ellos, se venden como ingredientes que se muelen, se mezclan con hierbas y se cocinan al fuego. El polvo negro resultante, se utiliza untándolo sobre una incisión previa que se le efectúa al paciente en el pecho, todo ello con el convencimiento o tal vez esperanza de sanación, que le ha llevado hasta allí.
El mercado en sí, es como una gigantesca farmacia, donde difícilmente se contiene el ánimo, ante la presencia, aleatoriamente amontonados, de sonrientes cabezas de guepardo, hiena o cráneos de formato humanoide o irreconocibles, secándose al abrasador sol y cargados de moscas.
Puede que no haya nada malo en eso, pues cuando se abarrota de gente a media mañana, más que otra cosa, semeja un típico mercado de frutas local.
No puede faltar el altar a Egungún, deidad del Retorno de los Ancestros.A fin de cuentas, estamos en Togo y …
… esto es África.
Es Vud
Benin Vudú
El entorno se reduce a un centenar de kilómetros de zona costera, pincelados de lagunas ribereñas desde la capital de Benin, Porto Novo, un sucedáneo de la época colonial brasileña, hasta las paradisíacas playas del Grand Popo. El estuario del río Mono en las llamadas Bocas del Rey, donde se sitúa el poblado de palafitos de Ganvié, donde las calles se transitan en piragua y sus gentes están habituadas a desembarcar en las dársenas de la Iglesia de los Cristianos Celestiales, la de los católicos, y el resto, mayoritario, se refugia en el santuario del dios guerrero Kokou, donde sus adeptos se untan cara y cuerpo de aceite de palma sobre el que aplican harina de maíz, el djassi.
Entrar en trance es lo habitual
En el tema del vudú, del habitual y no del folclórico, es en Ouidah, población de menos de 100.000 habitantes y a unos 40 km. de Cotonou, donde realmente se aprecia su vigencia y presencia.
Ouidah, fue uno de los centros principales de trata de esclavos y eje de la llamada Costa de los Esclavos.
Estos eran básicamente de las etnias Fon, que practicaban este culto en Dahomey, hoy Benin, y Yoruba y con ellos se trasladó y propagó a América. Esa manera de entender el mundo y su trascendencia en las vidas, es la religión que se trasforma en el Candomblé de Brasil, el Voodoo de Nueva Orleáns, la Santería de Cuba, el Hoodoo en Haití, o Los Palos en República Dominicana.
La llamada Ruta de los Esclavos, no deja de ser un camino de más o menos tres kilómetros, jalonado con multitud de estatuas referentes al vudú, ya comentamos anteriormente que es la creencia mayoritaria en la población y religión oficial del país. Al final de ella, al borde del Atlántico, se alza la Puerta de no Retorno, emblemático símbolo de la despedida de los esclavos y de su desarraigo. Destinados a forzados y humillantes trabajos acuciados con el látigo, en plantaciones o minas, sino abocados a morir en la lamentable y dramática travesía.
Con todo, o por eso mismo, mantuvieron y se agarraron a su fe y a los Lua, de su tierra natal, y en la creencia de que hay otra anhelada vida, más allá de la muerte.
La comitiva sacerdotal se dirige al santuario, mientras los creyentes esperan su llegada ya entre cánticos.
sacerdotes
Tras casi doscientos años de dominio en la zona, los portugueses quedaron relegados por la potencia inglesa emergente, al reducto de Ouidah y su entorno. Allí en 1680, construyeron la fortaleza de Sâo Joâo Baptista de Ajuda, último vocablo este que es como ellos escribían Ouidah, intentando reivindicar como suyo el territorio que no cedieron hasta 1975, obviando que en 1961Benin había conseguido la independencia. Los ingleses ya dominaban los golfos de Benin y Biafra, pero pretendían y consiguieron hacerlo también, en toda la Costa de los Esclavos, de Ghana a Nigeria. Luego cambiaron su política, haciéndose antiesclavistas, aunque negreros tan reconocidos y crueles como Souza, seguían aún con su macabro negocio en el siglo XIX. “Cobra Verde”, de 1987, la película de Werner Herzog, protagonizada en el papel de Souza por Klaus Kinsky, y basada en la novela de Bruce Chatwin, “El virrey de Ouidah” de 1980, son un fiel reflejo histórico, de lo acontecido en esa época y lugar.
El pasado negrero de la ciudad, con la casa de Souza dentro del barrio de Blézin, traducción de Brasil; la cárcel de Zomai, literalmente “sin luz”, porque encerraban a los esclavos con el objetivo de hacerles perder la noción del tiempo antes de embarcarlos, o la plaza Chacha, lugar donde se realizaban las subastas de todos esos seres humanos, eran evocadores puntos en Ouidah de ese turbulento pasado.
Pero el espíritu humano sabe remediar sus heridas y mirar hacia delante. Así, el africano recompuso su vida y retomó aquellas pautas distintivas de vitalidad, superación, confianza en lo que la naturaleza depara y su fe.
En Ouidah reside el Sumo Pontífice vudú. Al menos así se le considera. Sentado solemnemente sobre su sitial, una añosa butaca de madera, gorro de paja a modo de tiara y colorido jubón y pantalón de estridentes colores a modo de estola de armiño, se prepara para recibir y escuchar a sus fieles. Y que no engañen las apariencias, aquí si es cierto que el hábito no hace al monje y la prestancia de este Sumo Sacerdote, se refleja en el respeto reconocido con el que es tratado. Cada fiel que entra se postra ante él hasta tocar el suelo con la frente, a fin de cuentas se ha ganado el derecho a ser tenido por un descendiente de la estirpe divina que llegó del mar. Es el Dagbo, la suprema jerarquía. El pago a sus servicios, puede llegar a ser una botella de ginebra, que posiblemente sea la que a posteriori se utilice para realizar los ritos. El siempre negará que el vudú sea una sarta de magias negras: “El vudú es la religión más antigua que existe. Era y es nuestra manera de adorar a Dios”.
Undécimo Dagbo, Hounon Tomadjlehoukpon II
Hay otros sacerdotes en Benín que preconizan a su vez la máxima autoridad, pero esta realidad es evidente.
Su casa, allí casi un palacio, está abierta a los adeptos y curiosos. Decorada con los emblemas de su dinastía, muestra en el patio un altar de sacrificios rituales con los huesos de los últimos animales sacrificados. Es la variante minúscula del Vaticano del vudú en Ouidah, presidiendo con su estatua a Hévioso, el Shangó yoruba dios del trueno y portador del martillo, émulo de San Pedro con sus llaves.
Plagado de fetiches vudú no obstante, está el Bosque Sagrado de Kpassé, en el barrio Tové. El resurgir de la ciudad ha absorbido este espacio a modo de parque entre bosque y jardín urbano en Ouidah. Al paso de los visitantes, la multitud de murciélagos que cuelgan cabeza abajo de las ramas de los imponentes irokos o demás árboles majestuosos, conmocionados por lo intempestivo de la hora, levantan el vuelo desenfrenados. Cual negra nube, oscurecen el cielo ensordeciendo a su paso a los presentes con sus aullidos. No parece que el guardián del bosque sagrado, vea ninguna contradicción en que los murciélagos, nocturnos y frugívoros, salgan de día en vez de volar al anochecer pues como reza un cartel: “Este es un bosque sagrado. Por eso aquí, todos los seres siguen normas distintas a las normales”.
Kpassé fue el segundo rey de Savi, y parece que fue el fundador a once kilometros de dicha localidad, de la ciudad de Ouidah capital del reino de Huéda, en 1550. La leyenda cuenta que al morir Kpassé se metamorfoseó en un árbol, y de él surgió dicho bosque. Fue el capitán Jean Adjovi, quien se hizo cargo del lugar entre 1920 y 1928, llenándolo de esculturas de divinidades, a cuyos pies se celebran aún ceremonias del llamado Vudú Gozin, alguna de las cuales se prolongan durante tres lunas llenas. Tras una puerta que muestra pinturas de panteras, Legba el dios de las encrucijadas, el infractor, recibe al visitante dándole la bienvenida, mostrando su enorme pene y cornamenta. Tras él, Dan, el dios que todo lo ve, el de las tres caras, a continuación Aida Hwedo, la serpiente cósmica de los Fon que semeja un uroboro redivivo.
Kpassé muestra el panteón de las más de 250 deidades que dan cobertura a las demandas de los creyentes del vudú, como lo son las más de tres mil advocaciones de la Virgen católica.
La famosa cantante Angélique Kidjo, nació en Ouidah y con su voz y manera de trasmitir la sensibilidad de sus raíces ha alcanzado fama mundial acercándonos esas realidades en su conocida Voodoo child, de Jimi Hendrix en 2003. O su Djin, Djin, en 2007, que significa “Cuando suenan las campanas anunciando el amanecer”, algo que en África es casi un himno a la libertad y la alegría. “No acepto un no como respuesta”, cantaba Kidjo, al igual que Hendrix, que decía ser un “niño vudú”.
El vudú o vodoun, es reconocido oficialmente como seguido por al menos el 20% de la población, aunque la mayoría en Benín se reconozca cristiana o musulmana, respetan o recurren a los cultos del vudú. Sus ceremonias no faltan en sus ritos de pasaje, en su folclore o la sanación. En el golpe de Estado que en 1972 dio el comandante Mathieu Kérékou, prohibió el vudú en Benín. La revolución marxista leninista, que duró 17 años, encarceló a todo aquel que se decía vodounon, sacerdote. No era de recibo, o sea, tolerable, adorar serpientes, ni que una vodoussi o sacerdotisa del vudú entrara en trance, como tampoco las ceremonias públicas. Pero no pudieron impedir, que en el ámbito familiar, en cada casa, a horas intempestivas, la gente siguiera solicitando ayuda a La Sirena, Mami Wata, o a los Dioses Gemelos Marassa
El vudú es una religión ancestral con un origen cercano a los cuatro mil años, sin ningún tipo de libro sagrado, y que se basa en un concepto místico Acé, principio de la energía creativa, en el que fundamentan su fe. Su panteón de 260 deidades y su arraigo en la Naturaleza y en sus cuatro elementos, tierra, aire, agua y fuego, hace que piensen que los Yovo, los blancos, anden, andemos, despistados sobre nuestra realidad en la tierra. Dando pábulo a creer que pinchar muñecas con alfileres o meter dentro del frigorífico la foto de un adversario, nos va a solucionar algo, o que esto tiene algo que ver con el vudú.
Fa, para ellos su infalible y sutil arte de la adivinación, con 16 símbolos primarios, que combinados llegan a 256, es además un pedestal firmemente anclado donde resguardarse. Fa es un oráculo, en opinión de muchos expertos en el tema, más sofisticado que los I Ching taoístas, con solo sus 8 símbolos y 64 combinaciones. Al mismo tiempo Legba el dios del miembro viril, les otorga su protección ante las encrucijadas de la vida. Es el mismo dios a quien llaman Exú en Brasil y a quien hay que honrar antes de ingerir cualquier líquido, derramando un poco previamente en el suelo. En Benin, en el mercado de Dantokpa de Cotonou, se pueden encontrar o adquirir cualquier tipo de talismán o material mágico, que parezca poseer fuerzas ocultas o ser susceptible de potenciar un fetiche. Cráneos de babuinos o lagartos disecados, desvelan su oculto poder tras ser rociados por el sacerdote, con la sangre del pollo o cabrito sacrificado. Antaño, esto hubiera sido sangre humana.
Adoradores de serpientes. Dan o Dangwé, es la Serpiente del Arco Iris. La que para los Yoruba y Fon, el Creador dio como compañera a Aida Hwedo, aquella serpiente que sujetó la tierra durante la creación. La que tiene el poder de otorgar prosperidad y fortuna. Es curioso que el gran templo de esta deidad mayor del vudú, quede frente por frente al de la catedral de la Inmaculada Concepción, construida por los franceses en 1905. En su templo, Dangwé se manifiesta, se hace visible en forma de centenares de serpientes pitón, en una construcción abovedada y donde a modo de Capilla Sixtina, se recrea, a su manera una representación de la Creación. Las serpientes del templo, sagradas, nunca mueren, cuando desaparecen es porque “se ha hecho la noche” Cada siete años se celebra en el templo de Dangwé, la fiesta de la purificación. No importa que su cúpula no alcance las dimensiones de su vecina católica, su algarabía si lo será.
El cónsul ingles en Fernando Poo, Richard F. Barton, en su visita a Dahomey en 1863, recogía en su diario que… ”Ya no se observaban procesiones de la Virgen por las calles de Savi, pero sí de serpientes a las que los aldeanos ofrecían arroz, maíz, aceite, alubias, tejidos, cauris o bienes diversos”.
El antiguo alto funcionario del Banco Mundial y alcalde de Cotonou, Nicéphore Soglo, enfermó a poco de ser elegido Jefe de Estado de Benin en 1991, tras el largo período de dictadura marxista. La rumorología no cejo, achacando su mal a un embrujamiento que no terminó hasta que fue trasladado a París para su curación. La falta de recursos, la ineficaz si no inexistente sanidad, o tal vez la inercia, hace que proliferen innumerables curanderos de vudú, o los zangbetos, guardianes de la noche, como si fuesen los magos curanderos de las calles de Benín.
Un curandero Zangbeto, de vudú. Creditos de Efo Beto
Seguidores y adeptos del rito Vudú de Loko Benin. Creditos de Jean Claude Coutausse
Egungun, es el Fantasma.
El Dios de los Antepasados que Retornan. La parte más importante de estas ceremonias rituales es la danza, que acompañada por el sonido de los tambores, requiere que a menudo se efectué con máscaras muy elaboradas.
De clara influencia Yoruba, es un rito de danza, adscrito a los seguidores de esta deidad Vudú en Benin.
El danzante nunca es reconocido, pues quien realmente está bailando es el espíritu del difunto reclamado.
El giro de lo enmascarado simboliza la purificación de los pecados del pueblo y al final de la danza, bajo el ropaje, se materializa un fetiche que simboliza el poder milagroso de lo que oculta. Las mascaradas de Zangbeto por ejemplo parecen montones de heno de color, una especie de poleas con pies, bailando al ritmo de los tambores que dan vuelta sobre sí mismos salvajemente. Al final, esta desvela su interior, que ante el pasmo de la audiencia revela… la nada
Egeungún está representado en la Puerta de No Retorno con una estatua sin ojos ni boca, recubierta de cauríes, las conchas que hasta muy avanzado el siglo XIX equivalían al dinero. . Creditos de Agbodjelou
Vudú en la playa del Grand Popo
Los bailarines tienen sus caras pintadas con colores brillantes, a menudo usan amarillo, con el fin de alejar a los espíritus negativos.
Untado el cuerpo con aceite de palma, se impregnan de polvo de ocre amarillo como símbolo de conexión con sus difuntos y buscar la reconciliación. . .
. . . con aquellos a quines pudieran haber ofendido y ganar su aprobación.
Seguidora de Vudú al sur de Benin recibiendo el tratamiento tradicional de los adeptos. Créditos de Hennig Christoph
En otros pueblos se puede ver durante las ceremonias que al ritmo salvaje de los tambores, los espíritus toman posesión de algunos de los bailarines que caen inmediatamente en trance. De esta forma el espíritu del vudú reemplaza temporalmente el espíritu del humano y puede dar consejos, realizar predicciones o exigir castigos
Adoradores de Heviosso. . Creditos Xomij
Adeptas a Hebiosso deidad Vudú en Benin. Creditos de Jean Claude Coutausse
Rito del Epe Ekpe. La piedra que sana. El sacerdote cada año, sale a buscar una piedra, con la que sanará a sus devotos.
También los niños tienen su propio ritual
El azul proporciona confianza, éxito y protección ante posibles hechizos.
Con la imagen de dos Venavi, o gemelos, esta mujer muestra claramente su petición. Todo el pueblo participa en la ceremonia y quien por desgracia ha perdido a un hijo, lo lleva a la oración en forma de marioneta atada a la cintura. Si desea, sin embargo, que estos objetos ordinarios adquieren poder y se convierten en fetiches, necesita que sean bendecidos por un “fetichero”. Sudoeste de Benin. Créditos de Henning Christoph.
Bibliografía
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Enlaces:
http://www.cienciadelespiritu.org/wp-content/uploads/2013/11/49b-Religiones-tradicionales-africanas.pdf http://www.africafundacion.org/IMG/pdf/Bustince. Religiones tradicionales africanas -.pdf
Créditos fotográficos:
Adam Cohn // Anja malusa // Ann Christine Woehr // Annie Leroy // Corrie De Winter // Dan Kitwood // Frederic van Walleghen// Gabin Djimasse // Hal Schneider // Hening Christoph // Jean Claude Coutausse // Jonh Mark // Kwekudee // Veera Lheto.
Angela Fisher y Carol Beckwith, antropólogas
Recopilación y documentación
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