Los recién nacidos en la familia Bamana
Recién nacidos en la familia Bamana. Hemos visto en la hermandad N’Tomo cómo el niño, pasa a adulto, pero nada hemos visto aún de qué hacen estos pueblos a la llegada de un nuevo miembro al pueblo, su nacimiento. Las mujeres daban a luz en su habitación del compuesto, ayudadas por al menos una partera y las mujeres de su familia.
El niño y la madre permanecían 7 días recluidos en la habitación en la que la madre había parido. Antes, durante y después del parto, se sucedían rituales que protegieran las vidas del niño y la madre, recordemos la enorme mortandad que se daba en estos casos en África, entre estos resulta peculiar cómo solucionan el deshacerse de aquella materia orgánica que viene con el niño y sale de la madre, como la vérnix, placenta y cordón umbilical, bien porque se le desprendan o le sean quitados tras nacer.
Jonckers 1986, nos dice:
“Los Minianka y Bamana dan a la placenta, el nombre de Xoxone, ‘menor’ o ‘gemelo’ ”
la placenta
Tras cortar la parte necesaria del cordón umbilical, se entierra la placenta en un orden establecido según las sucesivas placentas de los partos que la mujer haya tenido sin que se interfieran. Se entierra en el patio que la parturienta tiene junto a su habitación bajo la losa o piedra plana donde la mujer se lava habitualmente y donde se lavará al niño, señalando así simbólicamente que el niño pertenece a un entorno cultural que no al bosque o monte, dado que en ese espacio se encuentran las letrinas, el depósito de agua y la cocina de la mujer.
Es esencial enterrar la placenta como si se tratara de una persona, pues la consideran el ‘gemelo’ del niño, con esto pretenden eximir al niño de riesgos, siendo el principal el que atraído por el olor de la sangre, la placenta sea ‘raptada’ por un perro, al que si lo hace consideran un brujo disfrazado o Suxunya, pues si se la come, el recién nacido sufrirá de inmediato de afecciones como la locura o incluso la muerte.
Khoré mbotondé
Este proceso del enterramiento del Xoxone o ‘gemelo’ se cierra cuando la madre recibe de sus allegadas, paños de algodón, maíz, frijoles u otros alimentos y trozos de cerámica según el sexo del bebé.
A continuación la matrona introduce un dedo en la boca del niño para que se le ‘abra la garganta’ a lo que llaman Khoré mbotondé para que su respiración y deglución estén aseguradas tras lo que dan al niño algo dulce y le masajean la cabeza. Otro importante gesto tras haber limpiado su orificios, es soplar al recién nacido en las orejas, la nariz y la boca, en un acto, que aparte permitir evaluar al niño, simbólicamente alude a la intervención humana al participar en otorgar al bebé su ‘soplo vital’ o vida.
Esto da paso a asear a la madre y al niño, aseo que adquiere un sentido particular porque pretende eliminar del cuerpo los rastros del parto y de la vida intrauterina. En este sentido, marca a la vez un paso y un cambio de estado para los involucrados, sobre todo para el bebé, que debe deshacerse definitivamente de la sangre y del vérnix considerados como perjudiciales.
Aunque si el primer aseo no se efectúa de manera adecuada, el niño tendría un permanente ‘mal olor’ que afectaría, dicen las mujeres, sus relaciones sociales durante toda la vida. En ocasiones y previa revisión se corta parte del frenillo de la lengua, lo que parece se debe a ciertas malformaciones genéticas. Tras esto el niño pasa ya al seno de su madre.
Faizang
Faizang 1985, nos dice:
“En algunas zonas las mujeres piensan que a continuación viene el momento más delicado, el de dar nombre al niño, ahora Vindifo o ‘preparado’ con el que el niño adquiere su alma o doble espiritual. Para esto hace falta que niños del mismo sexo se acerquen a dar la bienvenida al recién nacido dando cuatro gritos si es una niña o tres si es niño, lo que dentro de la importancia que dan a las cifras, ya proclama a los cuatro vientos el género del recién nacido”.
Dieterlen y Silla 1992:p. 116, nos dicen:
“Durante el ritual de nombramiento del bebé, se mencionan los hechos sucedidos en la época del Imperio de Wagadou, del siglo IV al XIII: El Gessere, adivino, a quien el nombre del niño había sido revelado, repetía entonces tres o cuatro veces, según el sexo del recién nacido, en cada una de sus orejas. A este ritual daban el nombre de ‘abrir la oreja’, Na toro boto”.
el Nyakamola
Pollet y Winter 1971:p. 448, precisan que:
“Si son musulmanes, el marabú le dice a la madre el nombre del niño, cuatro veces si es niña tres veces si niño, tras lo que lo anuncia a los asistentes. En la actualidad el Nyakamola susurra el nombre en la oreja del niño, ‘soplar el nombre’, pues ya sabe que tras haberle ‘abierto las orejas’, ‘abierto la garganta’ y ‘abierto la boca’, el niño es receptivo”.
Garganta y orejas no serían consideradas orificios si no hubieran sido ‘abiertos’ mediante intervención humana, simbolizada a través de la ‘apertura’. Así, enunciarle el nombre, otorga al niño su individualidad, tras lo que quedará inscrito entre los humanos y en su patrilinaje.
La protección de los recién nacidos en la familia Bamana
Una vez ‘reconocido’ el niño llega el momento de protegerle, para lo que lo más adecuado es dotarle de amuletos propios que así lo hagan: cordeles trenzados o con nudos, en cuello muñeca o cintura, de igual modo hiladas de cuentas o pulseras, y pendientes o collares de plata, sean tanto para niños como para niñas sirven para tal fin y le dan a la vez un toque de ser humano, de estar siéndolo. Esto es el contrapunto de aquello perjudicial, que si humano como los Suxunyanu, o espíritus como los genios o Jinnanu, se encuentran con una barrera protectora que entra en juego, como son estos amuletos. Saint Pere 1925 y Dieterlen y Sylla 1992, coinciden aquí remarcando:
“Conviene ahora ahondar en algunos detalles de ciertos adornos-protecciones. Las ‘cuerdecillas con nudos’ o Tappu, sing. Tappe, que pueden colocarse en las muñecas, los tobillos, el cuello, el talle o el pecho, presentan diversas características, entre ellas: el entrelazamiento de hilos de algodón negro y blanco y o perlas blancas, un cauri, un pequeño saco de cuero que contiene un papel con uno o varios versículos del Corán, o la preparación de un curandero. El entrelazamiento de los hilos de algodón, cultivado y transformado por las ancianas, y eventualmente adornados con los primeros cabellos cortados al niño, recuerda los procedimientos del tejido que son percibidos como una metáfora de la vida.
Además, la presencia de adornos-protecciones en diferentes articulaciones del cuerpo, cuya importancia es manifiesta en las prácticas diarias de aseo y de masaje, lleva a preguntarse si los nudos no representan ciertas articulaciones o puntos importantes del cuerpo, particularmente la cintura”.
Yyinte
Dieterlen 1988:p. 129, por ejemplo, dice sobre los Bamana:
“Un recién nacido lleva alrededor de los riñones un hilo de algodón o Dyura dyuru que es a la vez una protección, para ‘solidificar su columna vertebral’ y una prefiguración de lo que llevará más tarde”.
Los cabellos del recién nacido, Yyinte, testigos de la vida intrauterina, son afeitados en el momento de la nominación y entrelazados con los hilos de algodón para constituir un Tappe, que el niño llevará alrededor del talle. Pero la madre también puede conservar los cabellos como algo precioso. Del prepucio cortado, Muru, se extrae una pequeña parte que se guarda en una pequeña bolsita de cuero que se ata al cuerpo del bebé.
El Tappe
El Tappe y la bolsita de cuero tienen como fin proteger al recién nacido. En tanto que la pequeña parte del clítoris cortado, Muru también,se introduce en una ratonera cuya boca se cierra, para promover la fertilidad del hogar. En cuanto al prepucio, minúsculos trozos los utilizarán las mujeres de la familia como potentes amuletos de fecundidad y la parte sobrante más grande también se inserta en una ratonera que haya en el recinto doméstico, con lo que se pretende traer fecundidad no solo a la madre y el niño, sino a todo aquel que habite en el compuesto familiar.
De igual modo sucede con el cordón umbilical, que se introducirá en otra ratonera para que en función del género del ratón que se haga con él, se asegure el nacimiento bien de un niño o una niña, preservando un pequeño trozo cuya decocción servirá para aliviar los malestares de estómago recurrentes en ellos.
Élodie Razy
Élodie Razy 2018, nos aporta:
“Las mujeres insisten en la necesidad de tapar simbólicamente con un dedo la apertura bucal de manera exagerada al bostezar. La boca es, en efecto, una entrada posible para los Jinburu, los ‘espíritus negativos’.
Durante la primera y la segunda fases del bostezo se efectúa una inspiración que propicia la absorción de los espíritus. En el momento de la tercera fase, la expiración, es cuando se produce la salida del soplo, como cuando se realizan otros gestos sobre la fontanela.
El hecho de que el dedo también sea colocado y replegado sobre el ombligo tiene que relacionarse con la noción de orificio en la parte alta del cuerpo del niño amamantado; orificios son por tanto la boca, la fontanela, el ombligo”.
los Malinké y los Bamana
Cissé 1993:p. 143 nos argumenta:
“De hecho, para los Malinké y los Bamana, el ombligo es una de las ‘doce aberturas’ del cuerpo, y los gestos realizados parecen mostrar que también lo es para los Soninké. Esta asociación, entre la salida del soplo y la boca o el ombligo, es muy significativa para los Bamana*12.
El ejemplo del héroe mítico Faro es emblemático en este sentido: “Faro, cuando decide recuperar la vida de un hombre, lo arrastra al agua y reenvía su cadáver, con la nariz y ombligo cortados; la mutilación de la nariz recuerda que, dueño de la vida del culpable, se la quita quitándole el soplo” ”.
Dieterlen 1988:p. 90, asevera que:
“Sin embargo, hay que tener en cuenta que en muchos rituales alrededor del nacimiento y los pequeños gestos diarios no se distingue entre niños y niñas, probablemente porque es la etapa de la vida en que prevalece la condición que los caracteriza: ser niños”.
Nota
*12 Nota: La integración de diversos pueblos conviviendo en el mismo territorio, como Malinké, Soninké, Marká, Bamana, Minianka y Senufo, entre otros, al igual que sucede en cualquier otro lugar en el mundo como las grandes ciudades de nuestro entorno, que todos pensemos por ejemplo en pan y lo pidamos en España, o bread en Nueva Zelanda, por ejemplo, nuestra pronunciación o deje, aunque lo identifique, será diferente aunque lo sea ligeramente. Pues aquí pasa lo mismo, solo que quien escribe lo que escucha, lo hace según su idioma que no cómo ellos lo harían. De ahí la diversidad a la hora de ver escritos términos, que aunque coincidentes en lo que representan podemos verlo escrito por franceses ingleses italianos alemanes.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
Deja una respuesta