La infancia en la etnia Bamana
En las zonas rurales alrededor de Segu, los hombres de la aldea se reunían para la ceremonia de nominación, haciendo una contribución monetaria, pero en las aldeas les era difícil a las mujeres regalar a la madre el típico tejido de bogolan, como sucedía en las poblaciones o ciudades de mayor tamaño pues no era fácil encontrar fuera de las grandes urbes a mujeres que compusieran los tradicionales bogolan.
Antiguamente, cada región diferenciada realizaba los ritos de paso en función del momento en que se acababan los trabajos de recolección, aunque las practicas eran muy similares. Los niños de la aldea de entre los siete a los doce años y las niñas entre los doce a quince años más o menos celebraban el D`lo o fiesta de la circuncisión escisión separados por género pero el mismo día.
N’Tomo
Los niños, tras haber pasado el período correspondiente del N’Tomo, que era obligatorio, operación realizada por el Fa o maestro herrero de la población, permaneciendo aislados hasta que sus heridas se curaran. Lo mismo ocurría con las niñas, a las que se escindía parte del clítoris, lo que realizaban el alfarero y la mujer del herrero. Operaciones que a pesar de la islamización se mantuvieron y hoy siguen aunque cada vez en menor medida. Esto se tenía como primordial para el desarrollo de la sexualidad femenina y masculina.
En el pasado, cuando los niños y las niñas eran adolescentes en el momento de la circuncisión y escisión, estos rituales señalaban el final de la infancia y el acceso al nuevo mundo de los adultos, un asunto alegre con mucha fiesta, visitas y bailes. Estas nuevas jóvenes mujeres se consideraban casaderas a partir de entonces y los jóvenes varones listos para cortejar a las mujeres. Los futuros suegros de las niñas que ya estaban comprometidas solían llevarles todo tipo de regalos.
La espiritualidad en los Bamana
Esto es de alguna manera lo que atañe a la parte física de los seres humanos, en concreto los Bamana, pero pueblos tan encerrados en sí mismos, pues no les coartan constantes noticias, músicas u otras dispersiones que todos conocemos, sino que como se ha dicho, en cuanto que hasta la mecánica de los trabajos les permite pensar, bien en lo divino: la preocupación por la salud del pequeño …cuya tos no me gusta, …a ver si la cosecha es mejor este año o… bien lo humano: la movida con la esposa, lo bueno que le ha salido el vino de palma al vecino o cómo arreglar el puente que ayer se calló.
Lo que les da pie a profundizar en lo más intrínseco de su ser buscando su espíritu, y finalmente ese pensamiento, contrastado, lo asumen todos y lo desglosan así:
“Ser humano conlleva tener tres aspectos que dan forma al espíritu, estos son: Ni, Dya y Tere”.
Ni es el principio de vida asociado al aliento; Dya es la sombra o el reflejo, ambos, tras la muerte, abandonan el cuerpo, Nientonces se recoge en el lugar que le han preparado en el altar familiar, Dya regresa al río donde sabe que Faro va a acogerle. Ambos no obstante, estarán dispuestos, si hay un nuevo nacimiento en la familia y no hay inconvenientes, en retomar sus funciones sobre él.
El Tere
El Tere está supeditado al resto de almas que coinciden con él, pues en función de sus rasgos físicos más o menos coincidentes con los de su familia así el Tere se forma, hasta el punto en que las directrices las marcan los Tere de sus parientes mayores más cercanos y el Ni y Dya que posee a sido heredado a su vez de un antepasado de género contario al suyo.
Edmond Ortigues 1981 constata que:
“El Ni es heredado siempre de un pariente muerto y el Dya siempre del sexo opuesto al del individuo, lo que demuestra que estas dos entidades se vinculan con las instituciones del linaje y del matrimonio, y que los componentes de la persona la inscriben así en las instituciones sociales.
El cuerpo corresponde al cosmos: las clavículas de los agricultores Bamana contienen los ocho cereales fundamentales, las de sus vecinos Bozo, pescadores, las de los ocho principales pescados”. Así se confirma que el individuo, objetivamente, está íntimamente incorporado al grupo, puesto que su Ni y su Dya infinitamente reutilizables, pertenecen a su grupo invariablemente.
Su Tere le viene de sus genitores y sus antepasados; la disposición de sus clavículas le predispone para ser agricultor, o pescador. Lo que le queda de individual es poca cosa, el esqueleto y la huella de su Ni que queda en el altar tras haber vuelto a ser utilizado en un nuevo nacimiento.
el Bamana, y el Mandé
Y ahora cabe preguntarse ¿qué entiende el Bamana, y el Mandé en general, como Yo? Sabe que está de paso. Que en el ‘rito de paso’ de su vida, forja su identidad al golpe de sus actos, en un avance temporal codificado que contiene derechos y deberes cuyas reglas conoció y comprendió en el curso de aquellos ritos de paso e iniciaciones que definieron el papel de cada uno y cuyo objetivo se marca en conseguir ser, en su momento, considerado un antepasado por los que le sucedan, lo que hablará de sus logros.
Eso no exime de lo prevalente en el sentimiento del Yo que se afirma sin embargo en dos actos que convergen: por una parte la exaltación narcisista del cuerpo, cuyas marcas y adornos constituyen cada vez más un potente lenguaje y por otra reivindicar cómo ser nombrado en cada momento. No es lo mismo Juanito el ‘mocoso de la Conchi’, que el Ilustrísimo Señor Martín Doctor don Juan de las Calzas Verdes.
Lévi Strauss 1964, ya hizo un desglose de qué informa un nombre, que nos da: identificación clasificación y significado. Lo que utilizaron y utilizan, los Papas, los reyes, los religiosos y muchos sociedades de iniciación en las que se entra con un nombre y se puede salir con otro mas un adjetivo. Una nueva vida se marca con un nuevo nombre.
El nombre en la infancia en la etnia Bamana
Así para los Bamana el primer nombre o Toko que se da al nacer, debe provenir del nombre del ascendente del Ni y el Dya, o el de una persona del linaje paterno o materno. Definiendo ese primer nombre tanto la individualidad como la pertenencia de este al grupo familiar.
Tras el paso de niño a adulto se adquiere un definitivo nombre o Jamu. En una estructura familiar donde la filiación es patrilineal, uno lleva el apellido o Dyamu del padre. Más allá de pertenecer a un grupo familiar, el nombre se refiere a entidades sociales más grandes como Kabilaw el derivado del clan o el Guwaw del linaje. Todos los concordantes con estos ‘cognomen’ se consideran de hecho como parientes porque son descendientes de un antepasado común que comenzó el linaje. Además del ancestro común, todo el clan comparte el mismo tótem y el mismo lema.
El antepasado fundador del clan fue el primero ancestro que entró en contacto con las fuerzas naturales creadas por Dios, a través de un fenómeno espiritual, animal, atmosférico o astronómico, recibiendo de Él ciertos conocimientos que transmitió a sus descendientes.
El tótem o Tne
El tótem o Tne, de entrada encierra un tabú, algo prohibido. La atribución del nombre confiere a quien lo lleva, la obligación de respetar dicho tabú o prohibición. Suele ser un animal. La mayoría de las veces el animal le hizo un favor al fundador del clan. O le salvó la vida, o como resultado de algún grave acontecimiento o situación el antepasado se convirtió en dicho animal.
Todos los que llevan este nombre no deben matar ni comer a su animal Tne. Además debe tratársele como a un miembro más de la familia. Cualquier transgresión de estas reglas puede dañar la integridad física y espiritual de cualquier miembro del clan al alterar su Tere. Por otro lado, el cumplimiento de la prohibición garantiza la protección del grupo que la observa.
El lema o Barama va implícito en el nombre. Barama literalmente es: alabanza, adulación, aliento. Es un relato poético, extraído del Burudyu, la genealogía del portador, relatando el origen del nombre y alguna parte de entre los grandes hechos de los antepasados. Permite entender al Komodibi el relatory las propiedades del habla.
Barama
Decirle a un hombre su Barama es una gran deferencia porque evoca la gloria de sus antepasados. Para alguien enfermo, recitar su Barama, incluso si está muriendo, es fortalecer su Tere y ayudarlo a sanar o luchar contra la muerte. No podemos dejar de lado el Senankuya o ‘parentesco de broma’, un ancestral sistema, hay quien lo remonta a sus orígenes en el Valle del Nilo, que tenido como sagrado antiguamente, relaciona apellidos conectando a dos miembros de una familia, dos familias o dos grupos étnicos a través de un hipotético vínculo común.
Es algo así como la ‘raíz’ de lo que hoy se conoce como ‘peleas de gallos’, donde los jóvenes se enfrentan dialécticamente sin otras armas que su ingenio, gracejo y dominio de la palabra.
Definido por Marcel Griaule como:
“…un sistema catártico, más allá de un simple juego; estas relaciones son sin duda una forma de calmar las tensiones entre grupos étnicos vecinos o entre clanes familiares”. ¡
Alain Joseph Sissao, sociólogo burkinés, investigador del Instituto de Ciencias Sociales de Uagadugú, le da la misma interpretación. Este extrovertido enfrentamiento ritual, no exento de rudeza dialéctica, da lugar a escenas muy pintorescas, donde las personas compiten en inventiva para encontrar referencias o insultos originales y cómicos.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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