El ritual Kashekesheke
Otra especial manera de adelantarse al porvenir y prever el futuro, de antiguo origen Luba pero practicada por todos los pueblos circundantes, es el ritual llamado Kashekesheke en el corazón del territorio Luba y katatora en el resto de regiones. En este caso, juntos adivino y cliente, sostienen un pequeño instrumento tallado, el kakishi, que responde a las preguntas a través de movimientos concretos, que precisan sucesos pasados que ayuden a solucionar problemas presentes. Kashekesheke no necesita de espíritus, su funcionamiento se activa primero ungiendo la mano derecha del adivino con determinadas substancias.
Entre oraciones a los antepasados y al coger la talla, esta se activa mostrando entonces soluciones a aquellos problemas planteados. Kashekesheke hace referencia al sonido que el objeto hace al frotarlo contra la estera, pero dicen que también significa ‘vomitar la verdad’, no está claro que fue primero.
Evidencia de su eficacia, la da un antiguo proverbio Luba:
“No hay mentiroso en la adivinación Kashekesheke”.
Bafu
Este proverbio tiene, como todos, una lógica aplastante dado que tanto el solicitado adivino como el solicitante cliente, tienen agarrado el objeto con que se adivina.
Kashekesheke en esencia es un ritual que conecta al vivo con su antepasado, Bafu, ‘el muerto’, que al ser un antiguo pariente, se supone que solo pretende beneficiar a su descendiente vivo. Es por lo tanto algo personal en el que alguien con problemas, mediante un interlocutor especializado, Mbuki, el adivino, accede a consultar a su difunto pariente o amigo, sin necesidad de posesión espiritual.
Mary Nooter Roberts y Allen F. Roberts, 1996, p. 182, dicen:
“Aunque el adivino puede ser hombre o mujer, los kakishi son siempre mujeres, ya que, para los luba, ‘Las mujeres son los más idóneos y fuertes recipientes de presencia espiritual’ ”.
“…Al prepararse para el ritual, el kakishi se frota con hojas aromáticas, invocando el espíritu consultor del adivino, siendo informado de las preocupaciones del cliente. Sentados en una estera, cada uno agarrará el kakishi con sus dos primeros dedos. Por lo tanto, el instrumento de adivinación crea un puente entre el adivinador y el cliente, vinculando la percepción del adivino con la experiencia del cliente”.
Y en la p. 183:
“El kakishi, como todos los artefactos rituales, es una extensión del poder espiritual del adivino. Las preguntas sobre la causa de los problemas del cliente se dirigirán a los antepasados que actúan como agentes de la memoria“.
El kakishi
El kakishi, el instrumento, permanece inmóvil sin mover las manos de quienes le sujetan hasta que se hace la pregunta correcta. Si el movimiento es en sentido contrario a las agujas de reloj, a contrapelo del entretejido, produce el siseo o ‘sheke sheke’, que indica una respuesta positiva, creando, de acuerdo con Roberts: “…un recinto, un espacio de representación, donde los mundos humano y espiritual se encuentran. La negación se indica por el movimiento del objeto al inclinarse adelante y atrás”.
El proceso continúa hasta que adivino y cliente estén preparados para discutir los problemas del cliente interpretando las respuestas transmitidas a través de los movimientos del kakishi.
los Songye
Los expertos adivinos en rituales al norte de los Luba, como los Songye, practican este tipo de instrumentalización pero la llaman Katatora, como se ha dicho.
Mary Nooter Roberts y Allen F. Roberts describen con precisión esta forma de adivinación conocida como kashekesheke, en su espléndido catálogo de exposiciones, ‘Memory: Luba Art and the Making of History’, de 1996, pp. 178 a 185, basado en sus extensos estudios de campo, en el que describen cómo se emplean las pequeñas figuras esculpidas conocidas como kakishi.
Ejemplares de estas pequeñas esculturas en colecciones públicas y privadas dan fe de su uso generalizado entre los Luba y pueblos vecinos.
El kimbanguismo
El arrebato misionero del siglo XVIII llevó a la masificación de instalaciones de confesiones cristianas en toda África, y los Luba no quedaron exentos. De uno u otro tipo se nota su presencia e influencia, pero no han podido con las creencias tradicionales aún bien arraigadas. Los espíritus viven al igual que los brujos y sanadores. Sí se ha producido una sincretización muy evidente entre la creencia tradicional y la cristiana que ha desarrollado varios movimientos.
El Jamaa intentó integrar los principios fundamentales de la percepción espiritual africana, con una concepción del cristianismo como ellos lo entendían.
El kimbanguismo surgió entre revueltas con los europeos, alimentadas por la animosidad que estos mostraban desdeñando los conceptos, valores e intereses de los pueblos congoleños. Los adivinos de Dieudonnes, ‘los dones de dios’, convencidos, utilizaron el Espíritu Santo, que había puesto en valor el kimbanguismo, como arma para combatir la brujería; algo que asentado profundamente en el africano le ha producido inmenso temor, del que muchos se han aprovechado.
A rebufo de aquellas primeras misiones y confluencias, llegaron las iglesias proféticas con la pretensión de dar soluciones a los que del ámbito rural llegaban a las ciudades, que mal pagados y en precario se amoldaban a quien les bien tratara.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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