Introducción
Si los sapeurs son la ‘poscolonización’ o autonomía, el relato que a continuación sigue estaría dentro de la época ‘precolonial’, que, dado que estaban sometidos y carecían de escritura, difícilmente podían dar salida a su versión o explicar algo sobre la época que les tocó vivir y cómo le hicieron frente. Lo que sigue, aún sin habernos provocado gran atención hoy en día, tal vez no hay de por medio arte ni ningún otro contravalor y sí cuestiona actitudes de ciertos colonizadores, es un relato que me plantea enormes dudas de que sucediera tal como nos ha llegado.
Los Jaga
He encontrado variadas teorías sobre este hecho que parece fue verídico. Tal vez se le ha dado poca cobertura, comparado con otros, porque el tema abarca a varios pueblos y parecía que entre todos se difuminaba. Hay quienes afirman que los Jagga o Jaga, eran realmente los Yaka y otros componentes del grupo como los N’kanu e incluso gentes Teke.
Otros muchos historiadores y especialistas lo tratan como maniobra de los misioneros y colonos para conseguir más medios e involucrar al papado y otros estados europeos además de los portugueses; otros importantes etnólogos, antropólogos e historiadores sí han ahondado en este tema y publicado sus trabajos y entre ellos, el profesor y doctor José Rivair Macedo, titular de Historia Africana en el Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Federal de Rio Grande do Sul, con cuyo profundo estudio específico plagado de datos, voy a intentar componer este suceso.
Este profesor nos va diciendo esto:
“ ‘Los Jaga y la realidad en los Tres Reinos, Kongo, Matamba y Angola’ según Giovanni Antonio Cavazzi de Montecúccolo, 1621 a 1678, y la História Geral das Guerras Angolanas escrita por António de Oliveira Cadornega, 1623 a 1690, fueron los dos primeros trabajos donde se menciona a los Jaga. Involucrado en los conflictos internos que siguieron a la muerte de Afonso I, el Reino del Congo sufriría una gran conmoción en 1568, cuando su población fue atacada y parcialmente masacrada por un grupo de guerreros nómadas que se conocían como los jagas. Para lidiar con ellos, el Congo necesitaba la ayuda de las tropas europeas y sus armas de fuego, una vez pasado el flagelo de las invasiones, los lusokongoleños aprovecharon para otras eventualidades…”
Jaga y canibalismo
El relato de Cavazzi de Montecúccolo proviene de su propia experiencia personal acumulada durante los trece años que el misionero y escritor permaneció en África Central, de 1654 a 1667, además de los datos recopilados de otros misioneros e informantes locales, de investigaciones documentales, como cartas escritas por clérigos, de congoleños y autoridades portuguesas, además de la consulta de anteriores textos jurídicos y narrativos. Por lo tanto, lo que tenemos es, de una parte, la opinión de un observador directo que lo cuenta y, de otra, el de su trabajo como académico e investigador.
Según algunos investigadores actuales, como Mariana Bracks Fonseca, 2012, p.16.:
“Durante la mayor parte de su tiempo en África, Cavazzi de Montecúccolo vivió en Mpungo a Ndongo, donde gobernaba Ngola Are, el mayor adversario de Nzinga la reina Mbandi y desde donde debieron salir informaciones peyorativas, influenciando de igual modo, tanto sobre ella como sobre los Jaga“.
Lo que veremos que resulta aclaratorio para mucho de lo sucedido y o narrado.
Mario Albano, en 2012, nos da su opinión:
“Poco después de una breve estancia en Luanda, Montecúccolo llegó al Reino de Matamba convirtiendose en amigo personal de Nzinga, convenciéndola de que retomara su fe en el catolicismo; en 1657, siendo su asesor y confesor, llegó incluso a representarla en misiones diplomáticas ante los portugueses y otras autoridades africanas hasta alrededor de 1660”.
Horta y Wortmann
Horta, en 1991 p. 95 y 96 y Wortmann, 2005, nos dicen:
“El texto completo de Cavazzi de Montecúccolo está entretejido con las ideas generales que habían dado forma al discurso cristiano desde la Edad Media, basado en el binomio ‘cristianismo civilización’, en oposición al ‘paganismo salvajismo’. La única alternativa considerada razonable para los africanos fue la adopción de la ‘verdad’, representada por la religión cristiana. Sin embargo, era consciente de que esto no era más que una delgada capa superpuesta sobre los rasgos sociales originales de las poblaciones en proceso de conversión y que se encontraba una mayor disposición para la adopción del cristianismo entre las poblaciones de la costa, las orillas de ríos navegables, o las ciudades. Respecto a esta supuesta propensión de las poblaciones costeras hacia el cristianismo, Montecúccolo, red. 1965, I, p. 86., propone la siguiente explicación: “Cuando tratan con portugueses o u otros europeos, están iluminados por la luz de la civilización y por nociones más humanas y más razonables”.
Él decía que cuánto más se penetraba hacia el interior, más gente se encontraba proporcionalmente inmersa en sus antiguas tradiciones y dominada por tanto por los sacerdotes o maestros de sus costumbres que no querían ver perder sus privilegios, por lo que se mostraban como salvajes e incluso a veces brutales. Poniendo a los Jaga como el mejor ejemplo de pueblo salvaje, poco dados a entender como beneficiosa la civilización cristiana, lo que hace ver refiriéndose a estas gentes en el volumen I p.75 de la reedición de 1965:
“Es un pueblo carnicero siempre sediento de sangre, ávido devorador de carne humana; ante las fieras más feroz que ellas, cruel con enemigos e incluso con sus propios hijos. En una palabra, parecen animados por sentimientos tan perversos que hasta el infierno vomitaría en las manos si llegara a conocerlos”.
El concepto de salvajismo
Impresiona imaginar tal multitud de expresiones negativas expresadas por un misionero al que se le presupone entregado a la conversión de gentes con las que realmente en cualquier momento podía encontrarse y que sin embargo, como sabiendo bien de ellos, asocia con lo mas abyecto, como canibalismo, infanticidio, violencia desmedida y permanentes engaños, a los que trata como: “…carentes de control sobre sus más bajos instintos y apetitos, fiel reflejo de su estado salvaje”.
El concepto de ‘salvajismo’ en la Europa de aquellos tiempos, tiene mucho que ver con las historias que contaban los europeos desplazados entre los Kongo o los Ndongo, cuando escribían o volvían a sus países de orígen en los siglos XVI y XVII. Cavazzi de Montecúccolo reproduce este ‘topos’, estas tipologías, utilizando los modos propios de un cristiano de aquella época, cuyo pensamiento le llevaba a clasificar a los Jaga como seguidores de un culto en el que prevalecían: “Prácticas de infanticidio, sacrificio humano y canibalismo”.
Indudablemente eran otros tiempos, con modos y medidas que en nada tienen que ver con los conceptos de hoy, aunque si es de ese ayer y hoy el subliminar actitudes y aptitudes con el objetivo de conseguir gloria, fama o beneficios económicos. En eso, me parece que el ser humano poco hemos adelantado.
Montecúccolo
En un momento dado Montecúccolo, percibe que los jaga eran en realidad grupos de migrantes, lo que le empuja a querer averiguar su orígen y hasta donde llegan en su dispersión, encontrando él y en ese momento, no olvidemos siglo XVII, dos posibles interpretaciones:
“Podrían haber comenzado su ‘devastadora’ migración desde cualquier lugar del territorio llamado Mwene Muji, cerca de las fuentes del Nilo y Zaire*22, o desde las montañas de Sierra Leona. Al principio, habían sido liderados por un guerrero llamado Zimbo, y luego por una mujer, Temba Ndumba, moviéndose a través de varios lugares hasta que se infiltraron y atacaron el Reino Kongo”.
Nota 22
* Nota 22: Hoy río Congo. Vemos que habla de Sierra Leona y las fuentes del Nilo y Zaire, dos enclaves separados más de seis mil kilometros. Las cuencas del Nilo y el Congo están a su vez separadas unos dos mil kilometros. Eso puede dar una idea de cómo se interpretaban los mapas y el desconocimiento de un ilustre intelectual de la época, que habría oído hablar de ambas regiones pero posiblemente solo habría pasado por las costas anexas a Sierra Leona, lugar que por otro parte en que casi nadie se atrevía a desembarcar pues su nombre proviene del tremendo fragor que las olas producían contra los acantilados y que durante siglos los marineros creyeron provenían de los rugidos de los miles de leones que creían lo poblaban.
Muchos fueron los europeos en aquellos tiempos que dispersos por África, relataron actitudes y situaciones similares en los distintos enclaves en que se encontraban, pareciendo que el eje central lo formaban los jaga, tal vez por la mayor implantación cristiana y número de europeos.
Alina
Alina, 2011., nos dice que:
“Por Abisinia el portugués João dos Santos en su libro ‘Etiopia Oriental’ que publicó en 1609, relata ataques y masacres que: “…afectan a la fortaleza de Tete y las antiguas ciudades de Mombasa, Kilwa y Malindi que se ven dramáticamente acosadas por hordas de feroces caníbales conocidos como zimba, provenientes de regiones del Gran Zimbabwe en 1592”.
Avelot, 1912., a su vez relata:
“En aquellos momentos de los primeros contactos con europeos. Dichos informes estimularon el surgimiento de una especie de relato catastrofista, aceptado sin mucha convicción por los estudiosos europeos de principios del siglo XX, al recordar las sucesivas invasiones ‘bárbaras’ de los Jaga, Gala, Mane y Zimba de entre 1491 a 1510”.
Cuoq, 1974, p. 137; 203; 283; 313., cita que:
“Estos escritos sobre el mito de gentes caníbales en África ecuatorial y tropical, que también se encontraban en textos musulmanes, como al-Idrisi, al-Masudi e Ibn Battuta, anteriores al siglo XVI, resultó reforzado”.
Henriques, 2004 y Heinze, 2006., abundan:
“Además, ganó fuerza en el discurso europeo, especialmente en relación con los Gala de Abisinia, los Mende de Sierra Leona, los fang de Gabón, y los Niam Niam o Azande”.
La antropofagia
Cabral, 2007 y Correa, 2008., reafirman que:
“En el período colonial, la acusación de canibalismo terminó siendo generalizada y, en el caso de quienes practicaban la antropofagia, la explicación ignoró su carácter ritualista y ceremonial, despojándola de cualquier significado simbólico y reduciéndola a un mero apetito de comida. Los documentos elaborados por diversos europeos antes de la llegada de Montecúccolo, ya reflejaban sin embargo el dramatismo que producía la invasión Jaga en el Reino del Kongo, y el temor que sentían los que los escribían, lo que sin duda da credibilidad aunque a veces esté o parezca magnificada.
Filipo Pigafetta
Filipo Pigafetta en su Relação do Reino do Congo, reeditado como Lopes-Pigafetta 1951, p. 111 -112., traslada en 1591, la incertidumbre y temores del comerciante portugués Duarte Lopes, sobre los:
“…nómadas que llegaban de la cabecera del Nilo,que resultaban crueles asesinos, de gran estatura y terrible aspecto, que se alimentaban de carne humana”.
Pinto, 2000, p. 215, historiador experto en el tema añade que:
“La invasión de los dominios Kongo en 1586 causó una profunda devastación e interrupción en el reino, generando un estado de dificultades generalizadas, lo que obligó al manicongo Álvaro a solicitar la ayuda de la monarquía portuguesa. Su apelación fue respondida con el envío de una tropa armada de 600 hombres al servicio de Francisco Gouveia, quien regresó a la península ibérica en 1574”.
Ravenstein
Ravenstein, 1910, p.33., precisa:
“Más tarde, en 1601, el aventurero inglés Andrew Battell, enviado por los portugueses a la meseta de Benguela, permaneció entre los Jaga durante cuatro meses, participando en sus guerras, describiendo el carácter marcial del grupo, sus instituciones y sus monumentos, el más importante de los cuales estaba ubicado en el centro de la comunidad y se llamaba Quesango, Kasanje. A su alrededor, los cráneos de los vencidos se sacrificaban junto con la sangre de los animales y el aceite de palma”.
Estos documentos escritos irrefutables hasta mediados del siglo XX, son sin embargo puestos en cuestión especialmente en la década de 1970, por los expertos norteamericanos Joseph Miler y John Thornton en una discusión académica abierta.
Miler
Para Miler, 1973.:
“La ‘invasión Jaga’ carece de consistencia histórica, siendo fruto de la invención de escritores, misioneros, comerciantes de esclavos y funcionarios europeos de la Corona portuguesa. El ataque de Mbanza Kongo en 1568, no fue obra de enemigos externos, sino de adversarios de la provincia de Mbata insatisfechos con la ascensión de Álvaro I como gobernante del Kongo”.
– Thornton, 1978., respondió a esto insistiendo que:
“Los atacantes eran extranjeros que habían abandonado la región Yaka de Kwango”.
– François Bontik, 1980., especialista belga, se sumó a la controversia, sumándose a Miler; en su opinión:
“El contexto en el que se llevaron a cabo los ataques a la sede del gobierno del manicongo confirmaría la existencia de una creciente animosidad entre los jefes de Mbata, a raíz del cambio en las leyes de sucesión con motivo de la muerte de Afonso I, en 1545, que habría empeorado durante los reinados de Diogo 1545 a 1561, Henrique 1567 a 1568, y explotó en la coronación de Álvaro I 1568 a 1587”.
– Anne Hilton, 1981., mantiene el debate con su investigación exponiendo que:
“Creo que la invasión Jaga debe reintroducirse en el contexto de la historia africana. Jaga era una designación que no estaba vinculada a ninguna identidad étnica particular; sin embargo tenía sus raíces etimológicas en la palabra aka, que significa simplemente ‘otro’, es decir, el ‘extranjero’, el ‘atacante’, el ‘proscrito’. Podría aplicarse a diferentes grupos de forasteros en el Congo, como las tribus Tio, Teke, del norte del Zaire, los Mbangalas y los Majaca, que migraron desde el este, desde Mbata, y aparentemente fueron los atacantes de Mbanza Kongo en 1568”.
la História de São Domingos
Paulo SouzaPinto, 2000, p. 211., no entra en la discusión pero aporta nuevas fuentes documentales que sumar al debate, como la História de São Domingos, de Frei Luis de Cácegas y Frei Luis de Souza, publicada en 1622, y en particular el relato inédito de João Ribeiro Gaio, quien participó en una misión en el Kongo en 1588 y recuerda el apoyo prestado por Francisco de Gouveia “contra los Iagas, literal, que eran hombres que comían carne humana”· No porque Miler parezca descartado debe serlo todo aquello que investigó, pues parece claro y casi nadie se opone, a que en gran medida se magnificó desde el siglo XVII por interesados criterios, la percepción sobre los Jaga como de gentes de procedencia diversa, salvajes y caníbales.
A inicios de dicho siglo aumenta la discordia dentro del Reino Kongo y los portugueses se ven forzados a intervenir, lo que aprovechan los gobernadores de Angola para hacerse prevaler sobre los manicongos. Los textos de los misioneros, grandilocuentes en lo referente a los Jaga, los asocian con prácticas idólatras y supersticiosas y fuera del contexto natural de las prácticas sociales de los africanos de la zona.
el rito de la Jaga
Anguiano 1957, v.2, p.14.; y Brascio v. 12, p. 199, nos dicen que: “De hecho, la primera medida que toman los capuchinos Seraimin de Cortona y Antonio Romano, tras rebautizar a la reina Nzinga, fue prohibir el ‘rito de la Jaga’ que según ellos consistía en:
- 1º.- No criar a los niños, sino dejar a los recién nacidos a merced de las fieras salvajes o enterrarlos vivos;
- 2º.- Adoptar a los niños o más jóvenes prisioneros de guerra, sacándoles previamente sus dos dientes delanteros;
- 3º.- Comer carne humana;
- 4º.- Hacer sacrificios humanos a los antepasados;
- 5º.- Adorar a los ídolos y mantener sus rituales”.
Esta semblanza, para nada amable, queda en mantillas al releer, se necesitan varias veces, lo atribuido a la por otra parte emblemática, para sus súbditos pero también buen número de europeos, Reina Nzinga Mbandi, que por otra parte recibe tantas alabanzas como denuestos en función de los intereses, dado que se opuso todo lo que pudo a los portugueses desde 1620 a 1660. Y de ella se dice que abandonó Ndongo para ir al Reino de Matamba, donde adoptó la ‘ley Jaga’, cuyos principios se han enumerado más arriba, que sumó a los propios de un kilombo*23.
quilombo
*Nota 23: Parrerira, 1990 p.153 nos explica el término exacto de quilombo en el contexto del que hablamos: “En el África central del siglo XVII, esta palabra de origen kimbundo significaba dos cosas que eran oscilantes e intercambiables. En primer lugar significaba una aldea, un campamento defensivo más o menos permanente, con un propósito militar. En segundo lugar significaba la idea de reunión, de unión entre ciertos individuos, generalizada en el Congo, Matamba, Ndongo y en los estados de Ovimbundo de la actual meseta central de Angola, donde probablemente tuvo su origen”.
Su indiscutible liderazgo llamó la atención, de igual modo que levantó polémicas.
Brásio
Brásio, v.12, p. 469 a 472., nos dice que: “En un documento apócrifo de 1663 se la revela como dada a vestirse y actuar como hombre e incluso exigir ser llamada ‘Rey’. Que además gustaba de comer carne humana y sobre todo apreciaba los pechos femeninos y el corazón. En otra nota, se leía que era atendida por trescientos jóvenes de ambos sexos, divididos en seis grupos, que debían vestir ropas contrarias a su sexo y practicar el sexo libremente”.
El belga Barthélemy d’Espinchal, en 1667, se suma a las críticas diciendo: “…a las anteriores aberraciones, habría que sumar la de aquellos que dicen haber visto que aquellos de sus guerreros más audaces y arrojados, gustaban de luchar con las entrañas secas de sus adversarios devorados, sujetas alrededor del cuello”.
el mito sobre el canibalismo Jaga
Brásio, v.12, p. 101 102 y 199, nos cuenta:
“Estos relatos, que la imaginación seguro llevaba por vericuetos inimaginables, reforzaron el mito sobre el canibalismo Jaga y produjeron el estereotipo de la Reina Jinga, Nzinga, tan depravada como desprovista de humanidad. Semejantes noticias servían a los intereses de los capuchinos hasta el punto de que con sus maniobras, consiguieron que este gobierno y sus salvajes súbditos se reintegraran y aceptaran de nuevo el marco cristiano. El momento en que Nzinga acepta ante su pueblo abandonar sus creencias y rituales y aceptar el matrimonio monógamo, símbolo básico de los valores cristianos, fue de las escenas más relatadas de la época”.
Estructura de los Jaga
No obstante ese vuelco, sus anteriores actos continuaron alimentando la imaginación europea durante todo la Era de la ilustración. Los Jaga estaban estructurados en innumerables micro estados muy militarizados, cada uno bajo el mando de un jefe autónomo, que actuaban por su cuenta, aunque dispuestos a aliarse en función de sus conveniencias, aliándose hoy con los portugueses y mañana justo con sus adversarios. Conocidos genéricamente como kilombos, las comunidades del interior, se pusieron al servicio de los intereses portugueses, quedando reflejado su uso especifico en los estatus acordados con cada gobierno local.
Heintze, 1985, p. 285., dice:
“La forma en que operaba esta máquina de guerra se describe en el extenso informe de Fernão de Souza y sus hijos que afirma que hay que solicitarles colaboración para tomar el sitio, incluidos los que están aquí, y unirse e ir juntos para no perder la ocasión, antes de comer para impedirles huir, y conseguir deshacer el quilombo y así obligar a los enemigos a tributar a su majestad”.
En esta cita un tanto confusa, y siempre tengamos presente la época y lo que implicaba, nos hace ver el profesor Rivair Macedo cómo se pone de manifiesto que es posible que insinúen que:
“…en un asedio militar donde las personas blancas y negras pueden comer y no huir; ¿podría ser una alusión a la práctica del canibalismo por parte de los negros justo después de los ataques?”.
Parece estar claro que la inclusión de los Jaga como aliados no era aceptada por todos los europeos, lo que se intuye de un informe anónimo sobre las guerras angoleñas escrito en agosto de 1630, donde se proponía:
“Una guerra legítima contra aquellas personas impías, feroces y diabólicas, que ni trabajan ni siembran y se entregan a la guerra, encarcelando a los vencidos para después comérselos en autenticas carnicerías públicas de carne humana o venderlos como esclavos. Los Jaga son vagos, destructivos y traidores, para nada fiables”.
Nzinga Mbandi
Las estimaciones hoy en día sobre esta manera tan negativa de presentar a los Jaga pasan por relacionarlo con el liderazgo que asume Nzinga Mbandi, que la sitúa en oposición y disputa permanente por el control de Ndongo y por tanto contra los intereses portugueses. De hecho, subyacen dos ideas en el ideario de ese escrito y de todos los anteriores ‘las carnicerías públicas de carne humana’, la trata de esclavos y la expresión ‘traidores’.
Lo que concuerda con lo expresado por Baltasar Rebelo de Aragão, que afirma que la asociación entre los portugueses y los Jaga en los ataques para capturar esclavos, trajo como consecuencia que los Jaga, hartos de percibir minucias del negocio, pasaran a actuar por su cuenta asumiendo el negocio y marcando sus precios. En cuanto a la alianza entre Nzinga Mbandi y los Jaga, hay que procurar huir de los estereotipos europeos.
Mbundo
Primero porque ella no era Jaga sino que su orígen provenía del linaje de Ngola a Kiluanje y por tanto del pueblo Mbundo. Y segundo, porque se habla de ella tal vez por ser la única mujer, en un mundo europeo solo de guerreros hombres, aunque no fuera la líder única en la resistencia político militar contra el avance de los portugueses, como tampoco los Jaga eran los únicos guerreros sobre los que ella asume el mando.
Pinto, 2000, p.232 y Fonseca, 2012, p. 138 a 146., nos dicen que:
“Su liderazgo se produjo precisamente en el momento de la dispersión de los kilombos en el territorio de Ndongo y del Congo, y en paralelo con otros jefes locales importantes, como Kafushe Kambari de Quissama y el Jaga, Kalandula, con quien se alió en cierto momento. Al implementar la estructura militar de un kilombo en Matamba, con la adopción del sistema de vida Jaga y el título de tembanza, es decir, gobernante, ella buscó fortalecer su posición a través del ‘matrimonio’, es decir, una unión efectiva con otros líderes Jaga importantes; primero, con Kasa, y después, con el de Kasanje”.
Joseph Miller, 1973, p. 133 134., nos insta a considerar que:
“La idea del apetito voraz de los Jaga sirvió de excusa a los traficantes de esclavos que, para evadir el pago de los impuestos debidos a la Corona, argumentaron que sus ‘productos’ habían sido comidos por caníbales. Así, el ‘mito Jaga’ asumió otra función, la de una válvula de escape para los intereses privados en relación con el rico comercio de cautivos”.
la conquista político militar de Angola
Demaret, 2011., Destacó, a su vez:
“La nefasta reputación de los molestos aliados africanos. En uno de los testimonios más expresivos de la conquista político militar de Angola, António de Oliveira Cadornega resume paso a paso las etapas del largo conflicto, señalando en varios pasajes las sangrientas batallas en las que los Jaga participaron, aunque sin hacer alusión ni describir escenas de canibalismo”.
El citado Cadornega, 1972, v. I, p. 14., comenta realmente:
“Se ha manipulado el uso que se hace de la vida humana en aquella época, así como el tema de la Reina Nzinga y de Cabucu y el quilombo de Casanji, Kasanje, muy poderoso, que controlaba lo relativo al trabajo y comunicación con los portugueses y sus aliados, así como también con los servidores de Dios y los de aquellas almas; por lo que de no haber sido así, no se podrían haber evitado las carnicerías de carne humana, pero sacados de la gentilidad e instruidos en la fe de Nuestro Señor Jesús Cristo, catequizados y bautizados, se les puede sacar un rendimiento para actuar en Brasil u otras partes junto a los curas católicos. Se trataba de vidas que se convertían en servidores y en elemento comercial *24”.
la obra de Cadornega
* Nota 24: Al comienzo de la tercera parte de la obra de Cadornega, 1972, v. 3, p. 222-230, donde describe las instituciones que se denominarían ‘Jagado de Kasanje’, menciona algunas de las costumbres y ritos relacionados con los jagas, también el hábito del consumo de carne humana pero de una manera vaga y genérica.
Parece por tanto, que a lo mejor habría que descartar el ‘mito Jaga’, y pasar a considerar el papel histórico de un vasto grupo de personas colectivamente conocidas como Mbangala, provenientes de las áreas periféricas del Imperio Luba, en territorio Lunda, que previo el siglo XVII iniciaron una lenta pero asoladora expansión militar en la región de los pueblos Chokwe y Ovimbundo y el sureste de la región de Mbundo, a lo largo del sur del río Kwanza, que se dispersó al norte y al centro de Ndongo, el Congo, y dominios de Matamba.
La ruptura con sus linajes originales llevó al abandono de las formas tradicionales de organización social, estructuradas en las relaciones familiares de ascendencia matrilineal, y a la adopción de relaciones entrelazadas vinculadas a su actividad clave, la guerra.
los mbangala
Cavazzi de Montecúccolo junto algún europeo más que por allí andaba, se dieron cuenta de cómo los mbangala se identificaban mediante una serie de reglas sociales, que él clasificó como ‘culto’. Aunque más apropiado sería llamarlo sociedad iniciática, pues no partía de una tradición sino que su composición se debía a individuos que se aunaron llegados de diversos kilombos.
Dado el estrato del que provenían, y su dedicación guerrera, no podían entretenerse en cuidar ni alimentar niños por lo que en esencia se les descartaba, lo que explicaban por diferentes mitos fundadores, y lo conservaban mediante un ritual periódico de infanticidio. A través de este ritual, la ruptura de los miembros del grupo con sus raíces originales se hizo real al abolir la sucesión.
ritual de infanticidio
Los jóvenes, encarcelados real o simbólicamente, podían sin embargo ser admitidos en el grupo a través de rituales específicos de iniciación. El fraile capuchino estaba al tanto de lo de los Mbangala y los enumera en su ‘Descripción de Istorica’, agregando valores morales cristianos en ellos. Él recrea la escena original del ritual de infanticidio en tono dramático, atribuyendo la creación de la costumbre a una de los primeros líderes Mbangala, Musassa, quien es recordada en tradiciones orales como Temba Ndumba. Montecúccolo, 1965, I, p. 178., lo relata así:
“En presencia de todo el pueblo, hizo traer a su niño y en vez de acariciarle, le lanzó furiosamente en un mortero, ciega de cruel instinto, comenzando a maltratarle, golpeándole con un palo sin ninguna compasión por sus gritos. Reduciendo la carne, sangre y los sesos a una masa informe, añadió unas raíces y unas hierbas, poniendo aquella mezcla sobre el fuego, hasta hervir y reducirla a la consistencia deseada. Pendiente de esto se encontraba todo el mundo y el resto de destinatarios. Por esa horrible ceremonia pretendió que todos la juzgaran como inmortal, invencible e invulnerable”.
Obviando los juicios del narrador agregados a la descripción, lo que se infiere del sacrificio es considerar el infanticidio como una forma de acumulación de poder, que de otro modo se transmitiría al linaje, en un ritual de ‘cierre’ del cuerpo*25. La energía del niño, contenida en el ungüento llamado maji a samba era transferida a quien fuera ungido con ella, convirtiéndose en una fuente de poder sobrenatural.
Carvalho, 1898, p. 432., relata que:
“Esta ceremonia sobrevivió en forma residual entre los mbangala al menos hasta la segunda mitad del siglo XIX, a la ceremonia de ascensión al poder de los reyes de Kasanje le seguía un ritual llamado sembamento o sambamento, que consistía en la ejecución, real o simbólica, de un individuo, llamado nicongo, al que se cocinaba con la carne de animales y se compartía en el macotas, un banquete colectivo entre el rey y el jefe de linajes*26”.
Joseph Miller
* Nota 25: Según Joseph Miller, 1995, p. 163., en las tradiciones orales, la ceremonia de matar a un hijo o una hija simboliza el poder absoluto del gobernante sobre sus súbditos, ya que ‘los niños’, en la narrativa, representan a los súbditos de un líder político, en contraste con sus parientes que siempre fueron descritos como ‘sobrinos y sobrinas’. Sin embargo, en un sentido más literal, el asesinato de niños, cuando lo practicaba una población entera, se convirtió en un medio para abolir los linajes, ya que el asesinato de niños, o la negación del significado del nacimiento físico, tenía el mismo efecto estructural sobre el parentesco de los grupos como prohibición de su nacimiento.
* Nota 26: Hay que tener en cuenta que, en las antiguas tradiciones Mbundo, las palabras samba o semba estaban relacionadas con los títulos principales de los gobernantes del kilombo, siendo sambanza el de los esposos y tembanza el de las esposas.
Según Montecúccolo el infanticidio, el sacrificio humano y la antropofagia, fueron la base esencial para las reglas de coexistencia de los mbangala.
Juanjo Andreu
Profesor de Bellas Artes y comisario cientifico de arte tribal africano
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